Humor negro: el noir también hace reír

Hubo un tipo que de tanto leer libros de caballería, dicen que se volvió loco. Alonso Quijano se llamaba. No dudó echarse a los caminos a desfacer entuertos, siguiendo la estela de sus héroes de ficción. La novela negra vive una época dorada, publicándose centenares de novelas policíacas de todo tipo, pelaje y condición. ¿Y si un lector empedernido de historias protagonizadas por policías y ladrones perdiera la cordura y decidiese imitar su proceder?

De esa premisa parte Máximo Pradera en su desternillante ‘El hombre que fue Sherlock Holmes’, una divertidísima, aunque respetuosa parodia de las novelas protagonizadas por el Príncipe de los Detectives que se ha hecho acreedora del prestigioso Premio Jaén de Novela de CajaGranada Fundación y Bankia. Las andanzas del Quijote holmesiano son seguidas y contadas por un trasunto de Watson, un redivivo Sancho Panza que, además, es el cuñado del protagonista.

Tirando del humor cáustico y vitriólico que le caracteriza, Máximo Pradera disfruta jugando con el lenguaje, utilizando el doble sentido de las palabras para construir un juego de espejos entre la realidad del momento y su visión distorsionada; sin que el lector tenga claro cuál resulta más verosímil.

El jurado del Premio Jaén de novela, que publica la editorial Almuzara, destacó “su habilidad y destreza técnica para dar una vuelta de tuerca al género de detectives con la inclusión de numerosos y célebres referentes literarios, aunando humor y picaresca”. ¡Qué razón tenía! Porque se nota que el autor ha leído con pasión las novelas de Sir Arthur Conan Doyle y que le encanta el personaje de Holmes.

Máximo Pradera hace un encendido canto a la fantasía, ampliamente considerada. Por ejemplo cuando Holmes le dice al Watson-cuñado que el investigador necesita usar, además de la razón, la imaginación, auténtica madre de la verdad.

Y la crítica social, claro. A través de la sátira, el autor se despacha a gusto con tantas y tantas costumbres contemporáneas que, si no fuera porque dan risa, nos abochornarían sobremanera.

Carlos Salem, autor clásico del noir español contemporáneo, también acaba de publicar un novela de humor en la editorial Adarve. ‘Diario de un perfecto abandonado’ es justo lo que anuncia el título: una desgarrada y delirante declaración de desamor en la que se pasa por todos los estadios del hombre solo y abandonado.

En la estirpe de los antihéroes de Salem, tan torpes y desmadejados como entrañables, Nicolás Sotanovsky es un tipo abandonado por su novia al que no dejan de ocurrirle cosas extravagantes que anota en un diario igualmente extraño y descacharrante, repleto de retruécanos y, de nuevo, de dobles sentidos que encantarán a los amantes del lenguaje y de la retranca. Que Salem va sobrado de ambos: de palabras y… eso; de retranca.

Lean, lean las penurias y desventuras de Sotanovsky, pero antes de reírse de él, piensen que en algún momento hemos estado, estamos o estaremos en una situación parecida a la suya. Entonces optarán por reírse con él de ustedes mismos. Que es justo lo que hace Carlos Salem en un dietario en que los vicios y costumbres de la sociedad contemporánea quedan igualmente retratados y expuestos a la luz de su finísima pluma.

También me he reído, aunque más en plan sonrisa que carcajada, con ’Una chica como ella’, una tierna historia de amor y descubrimiento en la que el robo de un collar funciona como McGuffin de la historia.

La última novela del popular autor francés Marc Levy, publicada por Harper Collins, más que la historia de una escalera de Buero Vallejo es la historia del ascensor de un exclusivo edificio de la Quinta Avenida de Nueva York. Los vecinos están orgullosos de mantener en perfecto estado de revista un vetusto elevador que aún precisa de un ascensorista para hacerlo funcionar.

Deepak, de origen indio, es el igualmente orgulloso ascensorista que, además, vela por el bienestar de ‘sus’ vecinos. Honrado a carta cabal, discreto y fiable, Deepak vive con Lali, su mujer, en un edificio de Spanish Harlem. Cuando su sobrino Sanji llega desde Bombay, empezarán a ocurrir cosas.

“Estados Unidos está más dividido que nunca, las desigualdades se agravan, los que están en el poder no parecen dar su brazo a torcer ante nada…”. En ‘Una chica como ella’, Levy apuesta por una trama de descubrimiento y conocimiento del otro. De adaptación a las circunstancias siempre cambiantes de la vida. De superación de las dificultades. Todo ello con una ternura que sortea hábilmente lo lacrimógeno y evita caer en el terreno de la autoayuda.

Terminamos con una frase de Levy repleta de sentido, sensibilidad y verdad: “Es el miedo lo que hace huir a la gente. El valor es lo que te impulsa a salir adelante, al encuentro de otra vida… tener valor es tener esperanza”.

Jesús Lens

Elogio del aburrimiento

Hace unos años que renuncié a estar en todos los sitios. Ser Géminis hizo que, en ocasiones, practicara la bilocación y trabajara intensamente mi don de la ubicuidad. Mi agenda era una locura y empecé a correr para tratar de estar a la vez en lugares diferentes. Organizar las tardes y las noches para jugar al baloncesto, echar unas cañas, ver una película y asistir a un concierto era un arte más complejo y excitante que resolver el más sesudo de los sudokus.

Difícil que me hubiera caído la manzana en la chola…

Ya no. Ya no sufro por las exposiciones que me pierdo, las conferencias a las que no llego y las presentaciones que se me escapan entre los dedos. He aprendido a disfrutar de cosas tan sencillas como vagabundear sin prisas y sin rumbo o tomar un café con la mirada perdida más allá de la la cristalera. Ya no me siento mal por estar tranquilo, viendo la vida pasar.

Reflexionaba sobre todo ello ayer, mientras escuchaba a Andrés Trapiello en los Premios Literarios Jaén de CajaGranada y Bankia. En su defensa de los pequeños placeres, entre los que incluye la lectura, hizo un encendido y entusiasta elogio del aburrimiento. El aburrimiento es una de las herramientas creativas más potentes que existen. Me encantó cuando Andrés concluyó su disertación, erudita y cargada de referencias, señalando que la sociedad del espectáculo que nos venden sí que es, en sí misma, profundamente tediosa y decepcionante.

Y es que Trapiello, parafraseando a Juan Manuel Bonet, hizo una encendida defensa de la erudición, “una actividad prestigiosa hasta fechas relativamente recientes, pero que fue cayendo en el descrédito, hasta convertir la palabra erudito en sinónimo de árido, inútil y en el fondo irrelevante… De la erudición puede decirse lo que del colesterol, que hay una buena y otra mala, y que la mala esclerotiza el saber, pero la buena hace que este fluya de modo orgánico por el cuerpo de la historia y de la ciencia”.

También me encantó su elogio del momento, del instante: “el sabio es, pues, aquel que cultiva sólo esa clase de instantes únicos, milagrosos, tanto si son de orden sensorial como si son de orden espiritual e intelectual”. Porque, efectivamente, la vida son momentos.

Jesús Lens

Lorenzo Silva: adiós a Twitter

Las últimas veces que he contactado con Lorenzo Silva ha sido a través de mensajes directos de Twitter. Ya no podré volver a hacerlo. Porque Lorenzo se larga de la red social del pajarito, igual que lo hizo de Facebook, tiempo atrás.

Ahora mismo no sé si decir que me apena o, sinceramente, que me da alegría, vistos lo agrios comentarios -por decirlo suavemente- que Lorenzo tenía que aguantar de decenas de internautas, cada vez que escribía sobre asuntos como la piratería o el conflicto de Catalunya.

 

Siempre correcto y siempre cabal, Lorenzo es, era, un modelo a seguir en la gestión de las redes sociales, pero imagino que se habrá hartado de dedicar tiempo, esfuerzo y recursos a tratar de argumentar con personas carentes de intención o voluntad de responder a ese mismo ejercicio.

Pocas cosas hay más estériles en esta vida que una polémica a través de las redes sociales. O conoces bien a la persona con la que debates -jamás pierdan el tiempo con un avatar, un dibujo animado o la foto viejuna de un pasado pretérito- o las probabilidades de terminar entre cabreado y desesperado se acercan mucho al 100%.

 

Sinceramente, creo que debemos estar contentos por la marcha de Lorenzo Silva de Twitter. De esa manera tendrá más tiempo, calma y sosiego para escribir las columnas, artículos y reportajes con los que nos deleita periódicamente desde las páginas de opinión de IDEAL. Además, seguiremos leyéndole en sus labores como cartero del XL Semanal.

 

Y están sus novelas. Y sus libros de historia. Y de historias. Sus narraciones de viajes, sus cuentos y relatos. Que Lorenzo es un escritor prolífico que, con su abandono de las redes sociales, estoy seguro que producirá más. O, al menos, que lo hará de forma más relajada y tranquila.

La última vez que vi a Lorenzo, en los Premios Literarios Jaén (recuerden esta columna sobre El regalo de leer), no tuve ocasión de proponerle que se venga a la cuarta edición de Granada Noir, en cuyo programa ya estamos trabajando Gustavo Gómez y yo. Espero que lea estas líneas y se anime a volver a nuestra tierra, que queremos escucharle hablar de “Tantos lobos”, recién publicado en Destino. Cuatro cuentos protagonizados por sus guardias civiles de cabecera, Bevilacqua y Chamorro, con la violencia contra las mujeres como eje central de las narraciones. ¡Te esperamos, querido Lorenzo!

 

Jesús Lens

La suerte de leer

Así tituló Nativel Preciado la conferencia que impartió en el marco de los Premios Literarios Jaén de CAJAGRANADA, entregados anoche. La suerte de leer. ¡Me encantó su intervención! Sincera, honesta y con una gran carga de emoción, pero sin caer en lo sensiblero o lo cursi en ningún momento. Y de ello hablo en IDEAL.

Nativel Preciado Jesús Lens

Para quienes amamos los libros casi por encima de cualquier otra cosa, los elogios de la lectura, cuando son buenos, suponen un fuerte estímulo. Por eso me gustó tanto cómo Nativel Preciado comenzó su intervención, destacando la importancia del azar en su vida, agradeciendo la suerte de haber nacido en un país privilegiado y de contar con unos padres y unos profesores que le brindaron una estupenda educación. ¡Con cuánta facilidad olvidamos esos aspectos cruciales de nuestra existencia! Y qué bien hizo Nativel en recordarlos.

También me gustó su definición de cultura, al definir a una persona culta como aquella que sabe dar sentido a su vida y relacionarse con el mundo de la mejor manera posible. Cultura como estímulo intelectual para mejorar y acicate para ser más libres y disfrutar de las inmensas posibilidades que tenemos a nuestro alcance, pero jamás para presumir de refinamiento ante los demás o para hacerles de menos.

Nativel Preciado

Y, a continuación, el elogio de la libertad, asociada a la lectura. Y una cita muy pertinente de Daniel Pennac: “El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo”. Si algo me gusta en la vida es la anarquía a la hora de elegir los libros que leo, la música que escucho o las películas que veo. Por eso les tengo tanta manía a los algoritmos que me sugieren lecturas, discos o películas. De ahí, también, que siempre fuera díscolo y olvidadizo con los deberes lectores impuestos por los planes de estudio.

Y es que a mí, en cuanto me dicen lo que tengo que hacer, pierdo el interés. Enormemente. Por eso coincidí con Nativel Preciado, también, cuando dijo estar profundamente agradecida a todas las personas que le han dado pocas órdenes y muchos ánimos en su vida, permitiéndole ser libre, pero obligándola a ser plenamente lo que es.

Nativel Preciado CAJAGRANADA

“Ojalá nadie trate de imponernos sus costumbres, ni sus reglas de pensamiento y evite decirnos qué libros nos conviene leer, qué música es mejor escuchar o de qué manera debemos vestirnos”. ¡Chapeau!

Jesús Lens

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Amaranta

Me gusta Amaranta. Y me gusta “Amaranta”. Me gustan las dos. Y mucho. Una, es un personaje. La otra, una novela. Protagonizada por ese personaje, por supuesto.

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Amaranta es una chica que, el día de su dieciocho cumpleaños, le va a cambiar la vida. “Amaranta” es la novela de Care Santos que, publicada por la editorial Montena; se ha alzado con la XXX edición del Premio Jaén de Narrativa Juvenil, patrocinado por CajaGRANADA Fundación, en la que se cuenta ese día tan especial. Y los inmediatamente siguientes.

Amaranta es hija y nieta de una familia de banqueros rica. Muy rica. Algunos podrían decir que asquerosamente rica. Y, por eso, para su fiesta de cumpleaños, la familia ha tirado la casa por la ventana: los invitados más selectos, los manjares más suculentos y la animación más moderna. Además, un regalo espectacular. De hecho, dos. Dos regalos.

 Amaranta Santos

Pero Amaranta, chica discreta, se siente abrumada por todo ese despliegue. Ella es sencilla. Maja. Lo que, castizamente describiríamos como “apañá”. Y por eso, por ejemplo, sus ojos se fijan más en un camarero que en el guapísimo hijo de un constructor, socio de su padre en los negocios.

Care Santos ha construido un personaje encantador, con el que los lectores no pueden dejar de identificarse. Un personaje soñador al que la realidad se empeña en cortarle las alas. Un personaje que lucha por tener los pies muy pegados a la tierra, aunque su familia se empeñe en elevarla a los altares.

Y, por supuesto, Care Santos ha escrito una novela emocionante, para nada maniquea, en la que los personajes muestran las diferentes caras de una realidad tan compleja como la que estamos viviendo.

Partiendo de una conversación entre Amaranta y Olga, a través de Güasap, perfectamente reflejada en el libro con el formato que tendría si la leyéramos en un Smartphone; Care Santos va tejiendo una historia de amor, amistad y superación que irá sorprendiendo y enamorando al lector.

 Montena

Y todo ello, como decíamos, en un marco muy reconocible: la crisis financiera y económica que estamos viviendo. Una novela que habla de temas tan actuales como las preferentes y la necesidad de mantener una actitud ética en el mundo empresarial.

A destacar la relación entre Amaranta y su abuelo. Y entre Amaranta y sus padres. Y entre Amaranta y su amiga Olga. Y entre Amaranta y…

¡Ay, Amaranta! ¡Ojalá hubiera más chicas como tú en este mundo!

Jesús Lens

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