‘La ronda’: de sorpresa en sorpresa

Más o menos en la página 100 te empiezan a encajar las piezas. Allá por la 125, sin embargo, todo se desencaja. De nuevo. Y quien tú creías que… se encuentra en grave peligro. Gravísimo, de hecho. ¡Pero consigue escapar, milagrosamente! Ya decías tú qué… ¡pero espera, que esto no ha acabado! Verás tú que, al final… ¡Uf! 

Respira. ¿Cómo es posible que hayan pasado tantas cosas y que aún te falten 300 páginas para acabar ‘La ronda’, la más reciente y ansiada novela de Francisco Bescós, publicada por Reservoir Books en su fastuosa colección Roja y Negra?

Contarles de qué va ‘La ronda’ sería una canallada. Es imposible no meter la pata y desvelar alguna de las muchas sorpresas que reserva al lector. Hablamos de una novela con estructura de muñecas rusas que se visten a capas, como las cebollas. Ustedes me entienden.

En ‘La ronda’ hay dos protagonistas principales: la inspectora Dulce O’Rourke, una mujer tremenda; y el inspector Juan Luis Seito, que se debate en un mundo de contradicciones, internas y externas. Cada unotrabaja en una comisaría diferente de Madrid y tira del hilo de una investigación independiente. Y, esto sí se puede contar, todo lector avezado sabe que más pronto o más tarde estarán ¿felizmente? condenados a encontrarse. 

Madrid. Madrid es otro personaje clave de ‘La ronda’, trascendiendo su papel de mero decorado. Un personaje mutable, que hay muchos ‘madriles’ en esta novela. Barrios altos y menos altos. Carreteras y polígonos industriales. Aeropuertos y comisarías. Carreras de coches y traficantes. Bandas latinas y expatriados de diferentes partes del mundo.

—¿Hay muchos muertos en ‘La ronda’?— preguntarán los más avezados y conspicuos lectores de género negro—. ¡Muchos!— podemos responder con algarabía y alborozo. Muchísimos, de hecho. De todo tipo, pelaje y condición. Porque Paco Bescós mata mucho y bien. Con soltura y generosidad. 

Y con humor, mucho humor. Por ejemplo, la fotografía de ese escenario de un crimen “tan ampliada que no se sabía si mostraba restos de sangre o un cuadro de Miquel Barceló”. O esa muchacha de ascendencia rumana que habla con un sospechoso: “Como decía mi madre, si no has hecho nada malo no tienes nada de lo que preocuparte. Aunque ella hablaba con ironía, claro, porque vivió toda su vida con Caucescu”. 

O descripciones majestuosas: “Fulanito sonrió. Su rostro lampiño y blanquecino, algo regordete, parecía hecho de pan de leche. Aquellos ojos azules tenían algo cancerígeno”. Ni que decir tiene, un fulano así difícilmente tiene algo de bueno…

¿Y qué me dicen de este diálogo, desmontando tópicos? Un personaje se suelta el rollo de la necesidad de improvisar, como en el jazz. “—Odio el jazz. Si me quiero hacer el culto, prefiero fingir que he leído el Ulises”— le responden de forma ácida y sarcástica. 

Y con eso entramos en lo que podríamos definir como ‘Territorio Bescós’. En este mundo hay dos tipos de autores: los que hacen literatura hasta en la lista de la compra y los que no. Paco Bescós está entre los primeros. Como muestra, el botón de su Facebook: cada una de sus actualizaciones es divertida y tiene contenido. Tanto que varios de sus hilos se han terminado convirtiendo en temas recogidos por medios de comunicación nacionales. 

Hay escritores, como Bescós o, barriendo para casa, nuestros Juan Varo o Salvador Perpiñá, cuyas redes sociales son tan interesantes y divertidas que, en cuanto sacan libro nuevo, te lanzas sobre él con la misma pasión que Drácula a los cuellos más seductores. Una regla, por cierto, que también funciona en sentido inverso con los quejicas, sosos, cansinos y aburridos soflameros.

Lean ‘La ronda’. Irán de sobresalto en sobresalto con una sonrisa permanente en el rostro hasta llegar a uno de esos finales que… 

Jesús Lens    

Enrico Marini y el ‘Noir Burlesque’ más sugerente

El pasado verano, allá por julio, apareció la primera entrega del ‘Noir Burlesque’, un álbum escrito y dibujado por el suizo Enrico Marini y publicado por Norma Editorial. El encargado de dar la voz de alerta fue, por supuesto, el profesor Juan Varo, cuyo muro de Facebook es una ruina: como no para de hablar de libros, discos, películas y cómics imprescindibles, su sapiencia termina generando un pozo sin fondo en el bolsillo. Feliz y gozoso, eso sí. 

¡Cómo disfruté de aquella primera entrega de uno de los cómics más canónicamente noir que hemos tenido la suerte de disfrutar estos meses! Allí estaba todo: la mujer fatal, el maleante cínico y de vuelta de todo envuelto en una peligrosa trama, el peligroso gángster que quiere tenerlo todo bajo control, los clubes de jazz, los callejones oscuros… y sexo. Mucho sexo. Hardcore. ¡Un puro despiporre negro-criminal que habría hecho las delicias de los mismísimos Raymond Chandler y Dashiell Hammett!

Lo único malo que tenía la primera entrega del ‘Noir Burlesque’ era que no terminaba, por lo que la paciente espera hasta la edición del segundo tomo me ha dejado sin uñas. Pero ya está aquí. Ya ha llegado a las librerías y, por tanto, podemos recomendarlo vivamente, que es un cómic que está de muerte. 

Además, el segundo volumen evoluciona para incluir una inenarrable trama protagonizada por un cuadro cubista de Picasso —la historia se desarrolla en los años 40 del siglo pasado, una vez terminada la II Guerra Mundial— homenajea a célebres gángsteres como Bonnie and Clyde o Dillinger y sus golpes en zonas rurales e introduce a un indio salvaje, en un sentido nada eufemístico, para terminar de depurar un exquisito aroma a western noir. 

Si a esa tremenda y sinuosa trama añadimos el excitante dibujo de Marini, un blanco y negro teñido de rojo con amplia representación de grises difuminados, nos encontramos con uno de los mejores homenajes posibles al género negro clásico más atemporal.

Como no quiero contarles nada más sobre la trama, me centro en el autor, ese Enrico marini del que quiero leerlo todo. Porque mira que tiene amplia variedad de registros temáticos, el tío… Ojo al resumen que hace Norma Editorial en su web: “A principios de los noventa se pasa a la ciencia ficción con ‘Gipsy’, una serie futurista protagonizada por un camionero gitano. En 1996 cultiva el western con ‘L´Étoile du Désert’, con guión de Stephen Desberg, y en 1998 hace lo propio con el terror al crear junto con Jean Dufaux la saga ‘Rapaces’. Obtiene su mayor éxito al lanzar en el 2000 la serie de capa y espada ‘El Escorpión’, de nuevo en colaboración con Desberg. Otro título destacado en su carrera es ‘Las águilas de Roma’, como autor completo”.

Si usted es lector habitual de esta sección habrá colegido que lo ‘Gipsy’ y ese camionero gitano del futuro me tiene loco perdido, faltaría más. Además, Marini es muy activo en redes sociales y su Instagram es una gozada. Miren la cuenta @marini_art y disfrutarán de su proceso creativo. Hay mucha ilustración basada en ‘Noir Burlesque’, por cierto. Échenle un vistazo y tendrán más argumentos para darse un salto a la librería y llevarse los cómics bien calentitos. Los leerán y releerán con ansia, placer y delectación.

Jesús Lens

Pulp: mezclum perfecto de western noir

Fue Juan Varo el primero en dar la voz de alarma: ‘Pulp’, el cómic más reciente de esa pareja de baile conformada por Ed Brubaker y Sean Phillips, es de lectura obligatoria para los amantes del género negro y del western. imprescindible para los enamorados del western noir, uno de los géneros mestizos y bastardos más excitantes del siglo XXI.

Después llegó el turno de los premios Eisner de este año. ‘Pulp’ se alzó con el galardón al Mejor Álbum, nada menos, además de estar nominado al Mejor Guion. Palabras mayores. ¿Estaría su lectura a la altura de las expectativas, que eran altísimas? Sí. Y rebasadas. ‘Pulp’ es un álbum para devorar de forma atropellada, ansiosa y compulsiva en una primera lectura y para volver sobre él más tarde de una forma más pausada, contemplativa y reflexiva.

Como buena historia policíaca que es, ‘Pulp’ me atrapó desde su primera página y ya no me soltó hasta llegar a la última, del tirón. Tampoco es un esfuerzo homérico, que son 72 páginas, ¡pero qué 72 páginas! Canela en rama. Oro molido. Al terminar, volví al principio para ir repasando las viñetas, algunas de ellas espectaculares, como buen western que es. Paisajes, duelos y persecuciones a caballo. Callejones oscuros, bares y garitos. Whisky. Mucho whisky. Y tiros. Ensaladas de tiros.

Sería un ejercicio estupendo dedicarse a repasar la cantidad de influencias que el lector avezado y el buen cinéfilo puede encontrar en ‘Pulp’, una obra de aluvión metaliteraria y metacinematográfica que bebe de muchas fuentes. Sin ánimo de ser prolijos, ahí están ‘Liberty Valance’, ‘Grupo salvaje’ y ‘Sin perdón’, tres de las cumbres del western más osado y rompedor. Y Hammett, por supuesto. Hay mucho de Dashiell Hammett en el personaje de Max, protagonista del tebeo.

Ahora toca hablar del argumento. Si con lo leído hasta aquí se va a animar a leer ‘Pulp’, estimado lector, sáltese los dos próximos párrafos. Aunque no haré spoilers, siempre es mejor enfrentarse virgen total a una lectura que nos han recomendado. Y esta, pongo la mano en el fuego, no decepcionará a los amantes del western noir.

Max Winters es un veterano autor de pulps que vive en la Nueva York de los años 30 del siglo pasado, en plena Gran Depresión, escribiendo novelas del Oeste. Más que en el otoño de su existencia, ya ha entrado en el invierno, como bien apunta su apellido. Por eso sufrirá un infarto. Y empezará a ver las cosas de diferente manera. Max sabe bien de lo que escribe dado que él mismo tuvo sus correrías por el Far West en sus años mozos. Y, aunque trata de imprimirle realismo a su obra, su editor no quiere saber nada de ‘moderneces’, pidiéndole que se ciña a lo que los lectores esperan leer.

En aquella Nueva York empiezan a pulular grupúsculos de simpatizantes de los nazis. En Europa aún no se ha desencadenado la II Guerra Mundial, pero Hitler y su partido nacional socialista ya anda haciendo de las suyas. Y ahí entra el liza un antiguo detective de la Pinkerton…

En el origen de este tebeo está un trágico accidente sufrido por Brubaker, que casi se ahogó en el mar. Arrastrado por las aguas embravecidas, batalló media hora contra la corriente hasta que fue salvado por un chaval. Lo siguiente que escribió fue ‘Pulp’, muy influido por el miedo a la muerte y la vulnerabilidad del ser humano.

Y ojo al contraste cromático: la parte de Nueva York presenta tonalidades frías, azules y grises. La del Oeste, vivos naranjas y amarillos fuertes, que el trabajo de Jacob Phillips al color también es esencial. Amantes del western y del noir, háganse con ‘Pulp’, un cómic capital.

Jesús Lens

Editores valientes en Granada

El pasado fin de semana seguí a través de la red las actividades de la Feria del Libro de Tomares y sentí una gran melancolía. Y envidia. Mucha envidia, no sé si más o menos sana. Dedicada a John Le Carré y a la novela negra, congregó a decenas de escritores y a mucho público y, como les digo, me puso los dientes más largos que los de Bugs Bunny.

Segunda primavera consecutiva sin Feria del Libro en Granada. Decisión lógica y sensata, que la capital vuelve a estar al borde del cierre perimetral. Eso sí, si las cosas van nada más que medio bien, no tardaremos mucho en volver a una medio normalidad, sea eso lo que quiera que sea.

Mientras, se acerca el Día del Libro y habrá que celebrarlo. ¿Cómo? Visitando nuestras librerías de cabecera y comprando libros, claro. Lo que me lleva a abordar la cuestión de los editores, figura poco visible en el proceso libresco.

Editores como Miguel Ángel Arcas, que ha publicado uno de los libros que más satisfacciones me está dando este año, ‘El demonio meridiano’, colección de aforismos de Juan Varo que puedo haber leído ya cuatro o cinco veces, de adelante hacia atrás y de atrás en adelante.

“La memoria vive el pasado como pasado. El rencor vive el pasado como presente”, reza uno de los más acerados. “Hay vampiros que solo se ven en el espejo”, ironiza otro. “En general, todos prefieren ser recriminados a resultar indiferentes. Triunfo eterno de los moralistas”, de rabiosa actualidad. ¿Sigo?

Editoras como Mariana Ortiz, que mantiene contra viento y marea esa Esdrújula de su alma y su corazón. ¡Y editando poesía nada menos! Fue emocionante, la semana pasada, asistir a la presentación del poemario de Juanjo Ibáñez, amigo por encima de todo y compañero en mil una batallas y justas literarias.

Editores como Carlos G. Rodríguez, con quien tomaba una cerveza hace unos días y cuyo optimismo resulta esperanzador. En plena pandemia ha puesto en pie Editorial SG, una apuesta valiente por el libro físico que ya ha editado a varios autores granadinos, incluyendo una divertida novela negra que transcurre en el Realejo y de la que les hablaré la semana que viene en ese Rincón Oscuro que IDEAL reserva todas las semanas a la cultura negra y criminal.

Enhorabuena a esos editores granadinos que invierten tiempo, dinero, ilusión, energía y fuerzas en algo tan bonito como quimérico: publicar libros.

Jesús Lens

Nutrición del siglo XXI

Ya estamos terminando la primera edición de Gravite, un festival multidisciplinar que esta tarde recala en La Madraza, para disfrutar del magisterio de Juan Varo. El profesor de lingüística nos guiará en un periplo temporal a través de la literatura universal, haciendo diferentes escalas en clásicos imprescindibles de la ciencia ficción que tienen al viaje en el tiempo como eje central.

Aunque seguiremos haciendo diferentes Encuentros Satelitales para maridar historia, ciencia, arte y creatividad, como el viernes 15, en la peña La Platería, donde Juan Pinilla nos guiará en un viaje por la historia y el futuro del flamenco; le echamos el cierre a un festival diferente, nuevo y original que ha sido extraordinariamente bien acogido.

Una de las etapas de Gravite recaló en el restaurante El Claustro. En la pelea por las estrellas, Michelin en este caso, creemos que dar a conocer nuestra gastronomía en el marco de un festival cultural puede sumar y contribuir, aunque sea de forma mínima, a la difusión de las bondades culinarias de Granada.

El insultantemente joven, pero sobradamente preparado chef Rafael Arroyo reinterpretó en clave de cocina contemporánea algunos platos del recetario tradicional granadino, como el puchero de hinojos o el mismísimo plato alpujarreño. Un delicioso viaje a través del sabor del que participaron escritores, artistas, cocineros y periodistas como Javier Olivares, Fernando Marías, Marta Aguilar, Víctor Amela, José Caracuel, Cristina Higueras o Félix J. Palma. Damos fe de que se fueron encantados y enamorados de nuestra cocina.

Antes de la cena, otro de los grandes momentazos del festival patrocinado por Bankia: Ángel Gil, presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición, impartió una lección magistral sobre la evolución de los alimentos, desde el pasado más remoto hasta el futuro que nos espera.

Dos apuntes: una de las mejores medicinas que existen es la comida. Medicina preventiva. No debería tratarse, solo, de comer para alimentarnos. O por placer. Que también. Pero en los alimentos que decidimos echarnos a la boca hay mucho de salud… o de enfermedad.

Y, de cara a un futuro que ya es presente: la alimentación personalizada. No por gustos, aromas o estímulos visuales. Que también. Pero Ángel Gil nos habló de la personalización a través de nuestro ADN, el único que nos puede decir qué alimentos son realmente buenos, y en qué dosis y cantidades, para cada uno de nosotros.

Jesús Lens