De Fargo a la Alhambra

Más pronto o más tarde, todo el mundo acaba pasando por Granada. Los gánsteres que protagonizan la cuarta y extraordinaria temporada de ‘Fargo’, sin ir más lejos. Y eso que la acción transcurre en Kansas City, durante los años 50 de la pasada década.

 La serie cuenta la guerra de bandas entre una familia italiana y otra afroamericana. En el penúltimo episodio, en el despacho del patriarca negro, encontramos un cuadro singular que muestra una decapitación… en un palacio de la Alhambra.

‘Ejecución sin juicio bajo los Reyes Moros de Granada’, pintado por Henri Regnault con 26 años, uno antes de morir. Muestra a un todopoderoso hombre negro, retratado desde abajo, que con su manto limpia de sangre la espada con la que acaba de matar a un tipo que yace a sus pies con la cabeza cortada.

Consulto ‘Granada vista por los artistas extranjeros’, un libro imprescindible que todos los amantes del arte y de Granada deben atesorar en su biblioteca como oro en paño. Encuentro su reproducción en la página 128, entre párrafos sobre la historia de los Abencerrajes. Me voy al diccionario biográfico y me empapo de la historia de Regnault, un artista francés enamorado del Sur que pintó estampas de la Alhambra, personajes populares, gitanos y detalles de arquitectura y decoración en azulejos.

El protagonista de Fargo explica que vio el cuadro en una revista, le gustó y encargó una copia de gran tamaño. «Así parezco un cabrón», sentencia. Y razón no le falta, que cualquiera le tose al capo mafioso, a la vista de semejante pintura, toda una declaración de intenciones en sí misma.

Lo que me recuerda que uno de estos días deberíamos hablar de la importancia histórica de la negritud granadina, desde el poeta, humanista y profesor universitario Juan Latino al revolucionario médico Eleno de Céspedes, nacida Elena en Alhama de Granada en 1545, hija de una esclava negra.  (Aquí he escrito alguna vez de Eleno y aquí,  de Juan Latino, por si queréis conocerles algo mejor).

Jesús Lens

Juan Latino. Una reivindicación

El pasado martes se presentó la obra “Juan Latino. Talento y Destino”, de la profesora Aurelia Martín Casares. Se trata de la biografía más actualizada y mejor documentada de uno de esos granadinos ilustres silenciado por el peso de la historia, como señaló Antonio Jara durante la presentación. Y a ello dedico mi columna de hoy en IDEAL.

Juan Latino mano

Yo descubrí a Juan Latino, años ha, gracias al libro que le dedicó José Vicente Pascual, publicado por la editorial Comares. Me pareció un hallazgo sorprendente y extraordinario. Recuerdo que, por entonces, estaba dando mis primeros pasos por África, literal y literariamente hablando. Y encontrar la biografía de un esclavo negro e ilustrado que, tras alcanzar la libertad, llegó a ser profesor universitario en la Universidad de Granada; fue algo prodigioso. Sobre todo porque Juan Latino vivió en el siglo XVI, entre los años 1518 y 1596.

Insistía Antonio Jara, en la presentación de “Juan Latino. Talento y Destino”, en un abarrotado Centro de Exposiciones de CAJAGRANADA en Puerta Real que el Renacimiento granadino está extraordinariamente documentado desde el punto de vista histórico y del patrimonio monumental, pero que falta sacar a la luz el factor humano y dar a conocer las biografías de personalidades que deberían ser referentes en nuestra tierra.

Juan Latino

Aurelia Martín coincidió con esta apreciación, destacando que ya está acreditado documentalmente que Juan Latino llegó a ser Catedrático de Artes en la Universidad de Granada y que el rey Felipe II encargó un retrato del esclavo liberto que formó parte de la galería de sabios y hombres ilustres del reino de España.

No es de extrañar que un personaje como éste despierte admiración en las diferentes universidades anglosajonas en las que la profesora Aurelia Martín es invitada como conferenciante. Y es que hablamos de un afroespañol que, en el siglo XVI, escribía ficción en un perfecto latín, como acreditan diversas fuentes. Un adelantado a su época, citado por Lope de Vega y por Cervantes, en sus obras y en su correspondencia, sin ir más lejos.

Juan Latino Talento y Destino

Enhorabuena a Aurelia Marín por dar visibilidad a la figura de Juan Latino. Y muy buena idea que, además de la obra citada, se haya editado un precioso cuento ilustrado, para que la historia de este singular personaje sea conocida por los más pequeños de la casa. Una ocasión inmejorable para que los padres enseñen a sus hijos que, con talento, esfuerzo y dedicación, todos podemos ser dueños de nuestro propio destino.

Jesús Lens

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