Gran momento del Noir granadino

Recién terminada la octava edición de Granada Noir, déjenme que me dé el gustazo de sacar pecho por la abundante, nutrida, generosa y excelente cosecha negra de novelas policíacas escritas por autores granadinos, de nacimiento o adopción, que aquí no somos de pedirle el DNI a nadie. Autoras y autores que han pasado por los diferentes escenarios del festival, dejando un inmejorable sabor de boca en la audiencia. 

La ruta por el Albaicín de ‘Las niñas salvajes’, guiada por May R. Ayamonte, la autora de la novela publicada por Contraluz, fue la bomba. ¡Y qué gustazo de charla en El Pañero sobre una historia fascinante protagonizada por una periodista, Jimena, que va a tener continuidad el año que viene en una novela que ya esperamos con todas las ganas del mundo! Las calles de Granada volverán a ser escenario de la trama y la promesa de que los personajes se dejen caer por las Bodegas Castañeda sabe a gloria. ¡Ojalá que también se tomen una Cerveza Alhambra!

Men Marías también tiene nueva novela negra en puertas. Saldrá publicada el 4 de febrero y la acción transcurre igualmente por el centro de Granada, con protagonismo especial de una de nuestras plazas más emblemáticas. Su conversación con la periodista y novelista María Jesús Peregrín, conducida por Daniel Rodríguez Moya en el Palacio de los Condes de Gabia, nos permitió saber mucho más de ‘La última paloma’ y ‘El límite de Roche’, novelas que transcurren en Rota y Florencia, respectivamente.  

Clara Peñalver, que acaba de estrenar ‘La importancia de tu nombre’, publicada por Ediciones B, traslada la acción de este intenso thriller psicológico al barrio de Salamanca, en Madrid. Su presentación en el Cuarto Real de Santo Domingo se saldó con un llenazo total y ha sido uno de los libros más vendidos del festival. ¡Más madera! 

En el propio Cuarto Real se dieron cita Jaime Molina, Hermógenes Patón y Álex Pérez. Protagonizaron una animada mesa redonda en la que, partiendo de sus novelas ‘Camino sin señalizar’, ‘NO, una novela Noir’ y ‘El único camino’ respectivamente; reflexionaron sobre los diferentes personajes, ambientes y tramas que pueden ser objeto del género policíaco, tan amplio y variado como se pueda imaginar. 

Y otro maestro del periodismo y la literatura, Javier Valenzuela, que conversó en el Ateneo con Margarita Buet, presidenta de la Alianza Francesa de Granada y tangerina de nacimiento, sobre ‘La muerte tendrá que esperar’, tercera parte de su trilogía sobre una de las ciudades más atractivas y contradictorias del norte de África. En la novela, el autor residente en Bubión habla de temas de tanta actualidad como las criptomonedas o el controvertido mundial de Qatar. 

Y no podemos olvidar a Enrique Bonet, cuyo cómic ‘La araña del olvido’, que felizmente no se termina nunca, protagoniza la exposición en curso del propio Cuarto Real de Santo Domingo hasta después del puente de la Inmaculada.

Que Granada pueda presumir de esta nómina de autoras y autores negrocriminales resulta significativo y algo a tener muy en cuenta.

Jesús Lens

‘Riccardino’, el arrivederci de Camilleri

El próximo viernes arranca Granada Noir y tendremos con nosotros a Lorenzo Silva, cuya saga de Bevilacqua y Chamorro, más que leerla, la he devorado fiel y puntualmente a lo largo de estos veinte años largos. A mediodía le tendremos en el 4U Hostel y los lectores podrán compartir una Cerveza Alhambra Singular con él mientras presentamos ‘La llama de Focea’, la entrega más reciente de la serie. 

Esa misma tarde y en Librería Picasso, también estará Óscar Beltrán de Otálora, cuya ‘Tiempo de furtivos’ es una de las novelas que más he disfrutado este año, como ya les conté en su momento en esta misma sección. (Leer AQUÍ) Ni se imaginan la ilusión que me hace que venga a Granada Noir. Por su novela y por su condición de periodista de raza especializado en terrorismo, el de ETA y el yihadista. Ya verán cómo su conversación con Quico Chirino y Antonio Lara hace saltar chispas. 

Les tendría hablar de la espectacular nómina de autoras y autores granadinos que han publicado estupendas novelas policíacas en y desde Granada estos meses, algo que me provoca una inmensa alegría y un tremendo orgullo. Pero hoy toca tributo, que es el día en que nos despedimos de Andrea Camilleri, nada menos: el Club de Lectura y Cine de Granada Noir se reúne para comentar ‘Riccardino’, una novela singular, original, peculiar y demás adjetivos similares que quepa imaginar.

Publicada por la editorial Salamandra, como todas las de la saga, ‘Riccardino’ ha visto la luz a título póstumo y es un ejercicio de estilo singular, valiente y muy osado. ¿Cómo la habrán encajado los lectores?

El escritor Andrea Camilleri publicó la primera novela protagonizada por el comisario Salvo Montalbano en 1994. El policía trabajaba en una ciudad inventada, Vigata, trasunto de la muy siciliana villa de Porto Empédocle, en el Agrigento. Poco ortodoxo en los métodos que emplea para la resolución de los casos, tiene problemas con sus superiores y con el resto de fuerzas vivas en entorno, incluidas las que ustedes se estarán imaginando. 

El éxito de la saga fue apoteósico y Montalbano, homenaje de Camilleri al escritor español Manuel Vázquez Montalbán, se convirtió en un personaje de enorme popularidad. Máxime cuando la RAI adaptó sus aventuras al formato televisivo. 

Todo ello es importante para comprender y disfrutar de ‘Riccardino’, una novela pirandelliana que juega con ese imaginario de la popularidad y el éxito y de la necesidad de huir de ellos. La realidad enfrentada a su representación. La ficción que altera la realidad. Un apasionante juego de espejos que comienza de la manera más sencilla e inocente posible: con una llamada equivocada. 

Una llamada equivocada y, segundos después, dos disparos a bocajarro en pleno rostro. El muerto: Riccardino, empleado de la Banca Regionale. Había quedado con tres amigos a primera hora de la mañana para salir de excursión cuando una moto de gran cilindrada se paró frente a él y el motorista, que llevaba un casco integral, le descerrajó dos tiros en la cabeza. Muerte instantánea. Nada que hacer. 

Montalbano está tranquilo. Ese muerto no le va a caer a él, sino al dottor Totti. Y él tan pichi, que está hasta el colodrillo de investigaciones enrevesadas. Sin embargo, otra llamada, esta no tan equivocada, aunque igualmente enigmática, le dará una de vuelta de tuerca al asunto.

No les cuento más. Sean o no sean lectores de Camilleri y seguidores de Montalbano, les recomiendo que lean ‘Riccardino’, una novela diferente y a contracorriente. Muy metaliteraria. Y monumento ya al agente Catarella, uno de los tempestuosos secundarios. Cuando las cosas vayan mal, su entrada en escena siempre conseguirá… que empeoren. ¿O es al contrario?  

Jesús Lens

50 años de Carvalho gastronómico

Este año se cumple el 50 aniversario de la publicación de ‘Yo maté a Kennedy’, la novela experimental en la que Manuel Vázquez Montalbán alumbró al personaje del mítico detective Pepe Carvalho. En Granada Noir, el festival patrocinado por Cervezas Alhambra dedicado al género negro y criminal, no podíamos obviar dicha efeméride y lo celebraremos con un toque gastronómico, algo que nos gusta sobremanera, con la colaboración de la Escuela de Hostelería La Inmaculada. 

A Carvalho, como a MVM, le gustaba comer. Y hacerlo bien. También cocina. “Carvalho cocina por un impulso neurótico, cuando está deprimido o crispado, y casi siempre busca compañía cómplice para comer lo que ha guisado, para evitar el onanismo de la simple alimentación y conseguir el ejercicio de la comunicación”, escribe Vázquez Montalbán en la introducción a uno de mis libros de cabecera: ‘Las recetas de Carvalho’, publicado por Planeta, pero actualmente descatalogado. 

Manolo se muestra ácido con su personaje en ese libro metaliterario. Hablando sobre el juicio gastronómico y culinario de Carvalho, confiesa que le ha pillado “en varios fallos provocados por la plebeyez de su paladar original y por una progresiva asimilación de conocimientos que no siempre llegaron a tiempo”. A partir de ahí desgrana desde una equivocación en la elección de un vino para acompañar al morteruelo a un lío con la pasta de una fideuá.

Vázquez Montalbán justifica el “discutible gusto de Carvalho” en la poca atención que le presta a los postres. “Este bárbaro vicio carvalhiano procede de su filosofía compulsiva y devoradora. Platos hondos. A él le van los platos hondos, y si bien entre lo crudo y lo cocido elige lo cocido, entre lo dulce y lo salado se decanta por lo salado, prueba evidente de su primitivismo, que impide homologar el paladar de Carvalho según los cánones del refinamiento”. 

SPAIN. Barcelona. 1997.
Spanish writer Manuel VAZQUEZ-MONTALBAN in «Casa Leopoldo», his favourite restaurant in the barrio chino area.

A este desafío nos enfrentamos a la hora de confeccionar un menú carvalhiano que sirva de homenaje a uno de los grandes personajes de la historia del noir europeo. No es fácil. Por ejemplo, cuando MVM concluye que “los gustos gastronómicos de Carvalho son eclécticos en la elección y sincréticos en la tecnología”. ¡Ay, cuánta miga, ahí!

Les confieso que yo soy de los que sí se leían las recetas en las novelas de Carvalho. Me gustaban sus parones gastronómicos. Sus pausas para cocinar, comer o cenar. Sus conversaciones al calor de unas judías navarras con chorizo y pimientos rellenos a vasca, por ejemplo, que ya aparecían en ‘Yo maté a Kennedy’, la primera novela de la serie. 

Y es que la comida da mucho juego, más allá de lo aparente. Somos lo que hemos comido y lo que hemos bebido. En los países mediterráneos es algo muy serio, lo que tiene su reflejo en la literatura, especialmente en la policíaca, a partir de Manuel Vázquez Montalbán y Carvalho. 

No hay inspector, agente, periodista, detective o gángster español sin su bar de referencia, sin un camarero de confianza al que contarle sus cuitas o sin una buena barra donde ahogar sus penas. Aquí no nos vale el atracón de dónuts o la hamburguesa de urgencia. No tragamos con el sándwich de arenques secos regado con vodka o con un fish & chips grasiento bajo la lluvia.

Las reuniones de negocios, en los reservados de los restaurantes. Para intimidar a un sospechoso y apretarle las tuercas, se le mete en el WC de su garito de confianza. Para reflexionar sobre la investigación en curso y ponerse al día, ningún escenario mejor que una buena cafetería.

Rendimos homenaje a Manuel Vázquez Montalbán y a Carvalho porque fueron los primeros en entender que la gastronomía, la cultura y la calle van de la mano y son felizmente indisociables por siempre jamás.

Jesús Lens

Páginas de viva pasión por el cine

Hacía mucho, demasiado tiempo que no hablaba con Javier Ortega, editor de Almuzara. La última vez fue en unos Premios Literarios Jaén de CajaGranada. Charlamos de literatura y de cine, dos de nuestras pasiones compartidas. Recuerdo que le comenté un nuevo proyecto literario que andaba pergeñando. Le pareció interesante y quedamos en seguir hablando. Hasta ahora. 

Y miren ustedes por dónde, mientras que yo no seguí avanzando en aquel proyecto, Javier ha escrito el apasionante y apasionado ‘Eso no estaba en mi libro de Historia del Cine’, su nueva entrega cinéfila, que ya tiene otros libros de cine en su haber. Entre ellos, uno dedicado a Chaplin y otro a Spielberg. 

A estas alturas de mi vida, los libros cinematográficos que más me gustan son los escritos en una subjetiva y encendida primera persona. Libros en los que el autor exuda su amor por un género, un director, una película concreta o una época determinada. Que tengan información, pero sobre todo, pasión.

Subtitulado como “Desde los directores más geniales a las estrellas más rutilantes del firmamento cinematográfico”, hablamos de un libro muy personal, muy subjetivo y lleno de opiniones y valoraciones valientes y originales. Lo que, teniendo en cuenta la sapiencia  de Javier Ortega, es marchamo de garantía. Eso no significa, por supuesto, que el lector tenga que compartir necesariamente determinadas consideraciones. Por ejemplo, lo de ‘El Padrino III’. Disiento de tal manera con el autor que hemos quedado en debatir públicamente la cuestión en noviembre, durante la próxima edición de Granada Noir, el festival patrocinado por Cervezas Alhambra. ¡Esperemos que solo corra la cerveza, sin que la sangre no llegue al Darro o al Genil!

No sé yo cómo acabará esto…

Eso sí: yo también soy muy pro ‘El irlandés’ y considero que ‘Pulp Fiction’ es una película imprescindible e influyente que cambió un montón de cosas con su estreno. ‘Esto no estaba en mi libro de Historia del cine’ también cuenta un sinnúmero de anécdotas, pequeñas-grandes historias y curiosidades relacionadas con el séptimo arte que animan al lector a ver por primera vez o revisitar decenas de películas. Por ejemplo, si ustedes no conocen lo de la actriz Hedy Lamarr y la invención del wifi, que es cosa suya, ya tardan en leer este libro.

Más historias negro-criminales: Lana Turner y su amante mafioso, la definición de MacGuffin de Hitchcock, la reivindicación de ‘Minority Report’ de Spielberg y la devoción por Scorsese: “criado entre curas y gángsteres en las inciertas calles del Little Italy neoyorquino, es, junto a Coppola y Spielberg, uno de los mejores narradores de las últimas décadas”. ¡Amén! Particularmente, me ha encantado que ‘El delator’ de John Ford abra la sección dedicada a algunas de las grandes películas de la historia del cine. 

La lectura de este libro linda con otra gran pasión cinéfila: hablar de cine. Hablar hasta la extenuación de las películas que nos arrebatan, analizando una secuencia, un plano o un diálogo hasta el mínimo detalle. Porque lees a Javier Ortega y, por su honda sabiduría, combinada con una enorme sencillez y claridad expositiva, sin atisbo alguno de pedantería; tienes la sensación de estar tomándote una birra con él, escuchándole acodado en la barra del bar.

Para eso, nada mejor que las listas. “Todo libro de cine que aspire a celebrar y contagiar el amor por las películas tiene forzosamente que contener una o varias listas”, escribe Javier Ortega. Is this love, what I’m feeling? Sus 10 mejores films de cine negro son incontestables. Y para nada dogmáticos. Ya hay ganazas de compartir con Javier tragos y charla cinéfila. Mientras, lean y disfruten ‘Eso no estaba en mi libro de Historia del Cine’. ¡Salud!

Jesús Lens