Cambio de modelo productivo

Si me hubieran dado un euro cada vez que he escuchado en un sesudo foro o leído en la prensa especializada lo de “cambio de modelo productivo”, a estas alturas de mi vida estaría retirado en las Bahamas. O, por no exagerar, en la Costa Tropical. Pero retirado.

También es verdad que yo he escrito sobre el tema un puñado de veces. Cada vez que se habla del Acelerador de Partículas, por ejemplo. O con las empresas tecnológicas que se instalan en el PTS, con las spin off de la Universidad o con empresas de la economía creativa.

Cambio de modelo productivo. ¡Si es que suena taaaaan bien! Pero entonces llega ella, tozuda y cruel. La realidad, cruda y en bruto. La de los fríos datos y las gélidas cifras del Datalab de Ideal. “Uno de cada tres negocios de Granada es un bar o una tienda de alimentación”, titula Juanjo Cerero. Y continúa la información: “Locales para ponerse en forma y alojamientos para turistas, los negocios de moda en Granada”. (Leer aquí)

¿Estoy tonto, estoy pesimista… o no veo yo ahí mucho cambio de modelo productivo? El cambio de locutorios por gimnasios, por culpa de la inflación de smartphones y bíceps, va muy con el signo de los tiempos, pero no era eso, ¿verdad?

¿Y qué me dicen lo de cambiar los pisos para estudiantes, de la época en que los alquileres se cobraban en pesetas, a los apartamentos turísticos? Es más o menos lo mismo, pero cobrando en euros y llevando las maletas con ruedas.

Las peluquerías y los salones de belleza han subido lo suyo mientras que papelerías, librerías y quioscos de prensa se caen por el despeñadero. Eso es incomprensible: ¿no habíamos quedado en que la belleza está en el interior? Pues verás tú que tampoco.

Otro dato significativo: aumenta notablemente el número de panaderías, pastelerías y obradores. Imagino que está íntimamente relacionado con la cuestión del gimnasio: nos atiborramos a pasteles y luego nos vamos a purgar con las mancuernas. También aumentan los herbolarios. Falta saber si ha aumentado el consumo de tila…

Jesús Lens

EL ESCÁNDALO DE LA JUVENTUD

Dejamos la columna de hoy viernes en IDEAL, sobre algo escandaloso de lo que no me parece que se esté hablando lo suficiente.

 

Se consumó el escándalo: la mitad de los terrenos en que está situada esa ruina llamada Estadio de la Juventud, en vez de dedicarse a equipamiento deportivo de uso público, se dedicará a oficinas, como podíamos leer hace unos días en IDEAL. Y a tiendas. Y bares. ¡Cómo no!

 

Qué grande, Granada. Qué bien, el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía, que entre todos la  mataron y ella misma se murió. Una nueva cacicada que nos priva de uno de los espacios deportivos emblemáticos de nuestra ciudad en beneficio de la especulación pura y dura. ¿No les extrañaba que, tras el cierre de todas las instalaciones del Estadio de la Juventud, el eje longitudinal que va desde la Carretera de Armilla hasta la Chana se hubiese llenado de gimnasios pijos de alto standing?

 

En serio, no me considero uno de esos columnistas-plañidera que gustan de pasarse la vida mirando hacia atrás, llorando por los laureles perdidos y las glorias pasadas, suspirando porque cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero lo del Estadio de la Juventud es un escándalo de dimensiones colosales, una muestra más de la privatización de los servicios básicos de la ciudadanía y la conversión en producto de lujo de una actividad de primera necesidad como es el hacer deporte.

 

Porque, por muchas ofertas que nos hagan esos templos del culto al cuerpo que son los fastuosos mega-gimnasios divinos de la muerte con wellness, spa, sauna, baño turco y masajistas especializados; cada mensualidad viene a costar del orden de los 60 euros del ala… salvo que te guste hacer pesas a las seis de la mañana.

 

Y luego criticamos –yo el primero– que la chavalería y la juventud no haga deporte. Se suponía que, con esto de la crisis, íbamos a recuperar espacios y servicios públicos que, poco a poco, se habían ido privatizando. Sin embargo, en Granada, pasa lo contrario. Después de dejarlas morir de inanición, sin cuidados de ningún tipo, el Ayuntamiento devolvió a la Junta la explotación de unas instalaciones deportivas que, incomprensiblemente, parecían escocerle: ubicación privilegiada y una oferta de servicios de lo más variada, de squash a frontenis, pasando por una piscina de lujo, un pabellón cubierto multiusos y toda la infraestructura necesaria para practicar las más diversas disciplinas atléticas.

 

Recepcionado por la Junta, y ante los problemas detectados en alguna de las instalaciones, se procedió al cierre inmediato y sine die de todo el complejo deportivo. Hasta la fecha. Años de desidia y abandono que terminarán desembocando en la construcción de un Estadio capitidisminuido que se integrará en un ilusionante y excitante complejo de tiendas, parking y oficinas.

 

Yo no sé si alguien tiene un plan de futuro para esta ciudad, pero si así fuera, por favor, que lo haga público. Cuanto antes, mejor. Porque la desgracia que parece habernos caído a los granadinos en los últimos años es peor que las siete plagas de Egipto.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

PD.- Hemos creado un grupo en Facebook sobre el Estadio de la Juventud. ¡Únete!

 

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