Piedras contra el tejado

No sé qué clase de descerebrados han marraneado con pintadas supuestamente feministas la cripta de Fray Leopoldo, pero se necesita ser mentecatos y cortos de luces, dando armas y argumentos a esa gente que, en cuanto las ha visto, ha aprovechado para hablar de feminazismo y otras monsergas por el estilo.

Cuando doy clases de comunicación, siempre le insisto al alumnado que comunicación lo es todo, desde una camiseta y un tatuaje a una pintada en un muro, sea real -como las realizadas en la morada de Fray Leopoldo- o virtual, como las paredes de Facebook.

Las redes sociales se han convertido en los voceros de cada uno de nosotros. Son nuestro altavoz al mundo. Y, antes de empezar a gritar sin ni son, deberíamos tener claro qué efecto queremos conseguir. Porque de ese pretendido efecto depende todo lo demás.

Tomemos como ejemplo la Final de la Champion’s del pasado sábado. El fútbol, nos guste más o nos guste menos, encandila a millones de personas. Y sobre la importancia del partido en cuestión, poco se puede decir que no sea un tópico manido.

Leer en las redes sociales a aguafiestas profesionales que se echan las manos a la cabeza por el interés, la pasión y el jolgorio provocados por la Final, flaco favor le hace a la causa que, según ellos, debería ser mucho más importante que “un mero partido de fútbol” o “22 tíos persiguiendo un balón”.

¿Qué problema tenemos en respetar las creencias, los gustos y las aficiones de los demás, por absurdas, banales o intrascendentes que nos parezcan? ¿De verdad queremos convertirnos en el cansino Pepito Grillo que afee a los demás su falta de compromiso con la causa de… (ponga el lector la que considere oportuna)? ¿Insensibles y poco concienciados… por pasar un par de horas disfrutando de un partido televisado?

Pero, sobre todo, ¿somos conscientes del efecto rechazo que provoca esa actitud y de lo contraproducente que resulta para la causa que se trata de defender, popularizar y acercar a la gente?

Sinceramente, me parece muy poco inteligente, el día en que el Real Madrid gana la Champion’s, criticar a los futboleros merengues por estar entregados a su pasión blanca, en vez de preocuparse por… (rellenar al gusto del lector).

Casi, casi tan absurdo y contraproducente como las cutres pintadas en la cripta de Fray Leopoldo.

Jesús Lens

 

Comunicación: cambio de paradigma

Esta tarde estaré, en Sevilla, con un grupo de estudiantes que cursan un Master de Gestión Estratégica en la Facultad de Comunicación de la Universidad Hispalense. No hará ni diez meses que estuve con el grupo del año pasado, en ese mismo Master. Y, repasando y actualizando las cinco horas de sesión, estoy alucinando con cómo y de qué manera han cambiado las cosas. Y no necesariamente para mejor.

Porque el año pasado por estas fechas, el Brexit era algo hipotético y lejano, Trump era un mal chiste y no había comenzado la (con)fusión hospitalaria en Granada. Por ejemplo. La palabra Posverdad no existía en nuestro lenguaje cotidiano, Theresa May ni siquiera pensaba en los términos de la petición de divorcio de la UE y Pablo Iglesias y Errejón todavía quedaban para ver “Juego de tronos”.

 

Y la comunicación tiene mucho que ver en todo lo que ha ocurrido en unos meses vertiginosos. Por ejemplo, yo me he enganchado a los programas de Bill Maher y John Oliver en HBO, semanarios de humor que repasan la actualidad política norteamericana y la diseccionan mucho mejor que los más sesudos análisis de los Think Tank internacionales.

 

¿Podemos hablar de Comunicación, hoy, sin dedicar tiempo y espacio a la revolución del doctor Jesús Candel y a su capacidad de movilización ciudadana a través de las redes sociales, bastándole un móvil y un palo selfie transmitiendo a través de Facebook para poner en jaque a la Consejería de Salud de la Junta, provocar dimisiones y comprometer a la mismísima Susana Díaz?

¿Y qué me dicen de la compulsión tuitera de Trump y de la importancia de los fakes, las noticias falsas, en la salida de Gran Bretaña de la UE y en la derrota de Hillary en Estados Unidos?

 

En un puñado de meses, todos los paradigmas han cambiado. Y lo han hecho a velocidad de vértigo. Pistas, había. Y datos que lo hacían presagiar, también. Pero la constatación factual de que nada es como solía ser en el mundo de la comunicación, resulta abrumadora.

Por eso, es más importante que nunca atender a los hechos y ser lo más rigurosos posible a la hora de emitir y compartir información. Ya no es una responsabilidad, únicamente, de los medios de comunicación. Ahora es una responsabilidad ciudadana sobre la que resulta necesaria una profunda reflexión.

 

Jesús Lens

Neocomunicación

Hoy, en IDEAL, hablamos de esa Neocomunicación que comentamos en este artículo. Creo que es importante seguir reflexionando sobre la comunicación del siglo XXI, en sus diferentes modalidades.

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La frase es:

«No es lo mismo saber lo que pasa que estar informado«.

Y, a partir de ahí, Redes Sociales, Foros, etc.

¿Cómo ves tú esto de la neocomunicación?

TAT Granada

¡Hablamos!

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

Nueva Comunicación

Me tengo por un achantado tecnológico que voy a rebufo de la modernidad. Y a las pruebas me remito: aún manejo una Blackberry y hago fotos y grabo vídeos con el iPad, sintiéndome un dinosaurio, torpe y aparatoso… Pero hago lo que puedo y trato de reciclarme.

 TAT Granada

Por ejemplo, soy uno de esos que han tardado en entender que LinkedIn no es (solo) una Red Social para buscar trabajo a través de Internet, sino también y sobre todo, un foro de encuentro para profesionales que quieren saber qué pasa en sus ámbitos laborales, que proponen y organizan debates y discusiones constructivas sobre temas de su actualidad profesional y, por supuesto, que comparten información.

Compartir.

Compartir es la clave que cualquier Red Social. De hecho, es lo único que le da sentido.

Por eso me sorprendió, hace unos días, que un amigo me preguntara por el Twitter. Que qué era y para qué servía. Mi amigo había visto que la compañía iba a salir a Bolsa, en Estados Unidos, y que su valoración rondaba los 10.000 millones de dólares. ¡Una pasta, tú! Y le hizo pensar que, lo mismo, el Twitter servía para algo más que para cotillear.

 twitter

Vuelvo a insistir: la clave de Twitter es COMPARTIR. Información. Contenidos interesantes. Cosas curiosas. Opiniones relevantes. Hay quién lo utiliza para insultar y armar follón. Igual que un pirómano utiliza el fuego para destruir, y no para calentar, iluminar o cocinar. Com-par-tir. Esa es la clave. Cuánto mejores contenidos compartas, cuánto más interesantes sean, más seguidores tendrás.

Si usas Twitter nada más que para mostrar lo guapo que eres tú, lo guay y lo molón que eres y lo chulo e interesante que es tu negocio o empresa; la gente pasará de ti. Y punto. Es así de sencillo: si tu Timeline de Twitter no ofrece contenidos interesantes, variados y útiles; es una pérdida de tiempo. Y te convertirás en parte del paisaje.

Pero, sin embargo, si no estás en Twitter, si no lo usas; estás fuera de la Comunicación. Estás obsoleto. Anquilosado. Muerto.

Antes, para conocer la opinión sobre algún tema, había que esperar a leer los periódicos. O, al menos, a escuchar las tertulias. Las de la radio, las de la tele y, fundamentales, las de la barra del bar. Ahora, todo está en Twitter… si sabes cómo usar las Listas y manejar los Hashtags; obviamente.

 twitter cerebro

Y luego está, sencillamente, el acceso a la información. Evidentemente, la famosa frase de Felipe González de “me enteré por la prensa”, hoy, carece de sentido. Enterarse de algo por la prensa, hoy, es estar fuera de juego. Por no servir, ya no sirven ni las alertas de Google, que podían parecer lo más de lo más. Hoy, lo que pasa, pasa en Twitter. Y en Facebook. Y, o estás y participas, o no te enteras.

Que no digo yo que tenga que gustarte. Pero que es así. Es un hecho. Objetivo. Todo lo que pasa en el mundo, el primer sitio en que aparece reflejado en el Twitter.

Ojo, eso no quiere decir ni que todo lo que pone Twitter sea verdad (de hecho, una de las “gracias” de dicha Red Social es “matar” a personas famosas, de forma que las falsas muertes de Will Smith o Justin Bieber se convierten rápidamente en Trendic Topic) ni que sea posible estar informado gracias a flashes de 140 caracteres.

 twitter pájaro

Por eso, una de mis máximas, en defensa de un periodismo serio, riguroso y profesional; es que no es lo mismo saber lo que pasa que estar informado.

Para estar informado tienes que ver, leer, escuchar, preguntar, contrastar, reflexionar, debatir, discutir y escribir.

Pero, para saber lo que pasa, tienes que estar en Twitter, Facebook o LinkedIn. Que no es suficiente. Pero sí es necesario.

Al menos, en el mundo de la Comunicación 20.13.

¿O por qué crees que todas las webs de todos los medios de comunicación han puesto los logos de las redes Sociales, en cada noticia? No. No es porque quedan bonitos ni sean molones…

Antes, compartir una noticia era sencillo: copiabas el link, te ibas a www.tinyurl.com , la comprimías, lo ponías en el Twitter o en el Facebook, copiabas y pegabas el titular y enviabas. Que así escrito parece complicado, pero que tardabas apenas 20 segundos.

Ahora, compartir una noticia no es que sea sencillo. Es que es algo automático: te acercas al Icono con el ratón, haces Click y… ¡voilá! Ya está compartido. On line. En la Red.

 twitter ciudad

De ti depende, eso sí, que lo que compartas sea interesante, atractivo, curioso, divertido, variado… Pero de todo eso ya hemos hablado, ¿verdad?

Pues venga. Que las Redes están ahí. Esperando a que las eches, con arte y gracejo, a ver lo que pescas. Que hay auténticos tesoros en el océano internauta, esperando a ser descubiertos.

Y compartidos.

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

Las claves de la comunicación en la empresa

Desde que lo escuché, lo he repetido hasta la saciedad: íbamos por los Pirineos, haciendo una larga travesía, cuando el guía que nos acompañaba se paró súbitamente en mitad del camino, se dio la vuelta y nos invitó a contemplar el camino que dejábamos a la espalda.

– A veces hay que detenerse y echar la vista atrás. Porque saber de dónde venimos nos ayuda a comprender dónde estamos y nos facilita saber hacia dónde nos dirigimos.

Aquel guía, alto y espigado, como un Goofy de carne y hueso, había estudiado filosofía. Y se notaba.

Hace unos días me sumergí en la lectura de “Las claves de la comunicación en la empresa”, de Carlos Alonso, publicado en la colección Economía y empresa de la editorial Almuzara.

Y me encontré con una de esas narraciones modernas, en forma de cuento, al estilo de las antiguas parábolas y que ahora se llaman “Storytelling”. Protagonizada por un joven estudiante al que becan para que recorra el mundo conociendo empresas de los ramos más diferentes para descubrir sus estrategias de marketing y comunicación.

Cumpliendo con lo que se espera de una narración del siglo XXI, el libro es global y universal, de forma que su protagonista pasea por Barcelona, la India, África o Australia, descubriendo diferentes herramientas y puntos de vista sobre las empresas más dinámicas, ágiles y modernas.

“Vende más comunicando mejor: La comunicación como llave del éxito empresarial”. Así se subtitula un libro que, en realidad, no cuenta nada nuevo ni distinto a lo que ya sabemos quiénes tenemos interés y preocupación por el mundo de la comunicación, el marketing y la gestión empresarial. Así iremos conociendo empresas veteranas que perdían cuota de mercado y tenían que reinventarse a novísimos proyectos empresariales rebosantes de juventud y ambición. Conseguimos refrescar ideas, recuperar conceptos que, no por sabidos, siempre tenemos presentes y recordar algunos de los paradigmas que siempre debemos tener presentes en nuestra vida. Y no solo en la laboral…

“La comunicación se ha convertido en algo indispensable para las empresas; pero ¿cómo se hace una buena comunicación? Este libro le enseña los fundamentos y las claves para una comunicación eficiente y le muestra cómo seducir, de una vez por todas, a los potenciales clientes con sus productos”.

Que no es la panacea, pero que ayuda. Y que el libro se lee en un pispás. En un apenas nada. ¡Merece la pena!

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.