Estar abiertos al cambio

Permítanme que entresaque dos de las reflexiones de Ferran Adrià de la larga conversación que podrán leer ustedes en las páginas del suplemento Gourmet. Por un lado, hablando de innovación y creatividad, destaca que lo importante es la actitud, estar abiertos al cambio. Más que inventar, y no digamos ya con la pretensión de ser disruptivos, algo que ocurre poquísimas veces; lo importante es cambiar, adaptar, adaptarnos y mejorar. Y para eso hay que tener una actitud que él define como propositiva.

Ferran Adrià. Foto Pepe Marín Zarza. Maquetación José Santos.

Vinculado a ello, el genio de la cocina tiene claro que la frase ‘eso es imposible’ debería quedar desterrada de nuestro vocabulario. Y de nuestro pensamiento. Lo que hoy nos parece inverosímil, mañana será de uso cotidiano.  (AQUÍ la conversación completa)

Me acordaba de ello mientras escuchaba a Juan Eslava Galán el pasado martes, cuando defendía que el periodismo es una de las disciplinas que más se ha transformado a lo largo de los últimos años. Él trabajó en un IDEAL que se hacía con máquinas de escribir y linotipias y hoy estamos inmersos en el desarrollo de podcasts, gráficos, datos, vídeos, web, webinars y un etcétera tan largo como sean capaces de imaginar. La esencia sigue siendo la misma: dar noticias y contar historias. Lo que cambian son los formatos. ¡Pero cómo cambian!

Es de ser muy viejuno pensar que todo está inventado y que hasta aquí hemos llegado. La tentación de plantarse es grande, pero no aplica. Lo decía el filósofo Yuval Noah Harari en una entrevista que publicaba XL Semanal, hablando de la nueva economía del siglo XXI: “la automatización destruye un montón de empleos y crea otros nuevos, pero estos nuevos empleos demandan altos niveles de destreza… Antes aprendías una profesión de joven y ya te valía. Ahora hará falta reeducar a los trabajadores cada década, más o menos. Esto va a requerir enormes inversiones en educación”. (Leer aquí la entrevista entera).

Recursos para la educación y predisposición por parte de esos trabajadores, claro. Actitud innovadora abierta al cambio y a la transformación, personal y profesional. Trans-formación, en dos palabras.

Lo que aprendamos hoy no será inútil mañana, pero posiblemente será insuficiente. El concepto de formación continua está más vigente que nunca. De ahí que los nuevos planes de estudio —sin querer abrir ese polémico melón— apelen menos a lo memorístico y más al aprendizaje de destrezas y habilidades. A trabajar en grupo y por proyectos.

El mundo cambia a una velocidad vertiginosa y no nos queda más remedio que cambiar con él. Eso, o quedar desplazados, arrumbados y obsoletos. Fuera de juego.

Jesús Lens

Sobre el tiempo, los momentos y las oportunidades

A veces, leyendo y viendo películas se producen confluencias planetarias que sí tienen sentido y trascendencia.

Por ejemplo, aunque se me hijo larga y tediosa (¿qué te pasó, Fincher?) hay un parlamento en forma de carta, en “El extraño caso de Benjamin Button” que me arrebató. Aunque quizá estuviera en el original de Scott Fitzgerald…

“Si te sirve de algo, nunca es demasiado tarde… para ser quién quieras ser. No hay límite en el tiempo. Empieza cuando quieras. Puedes cambiar… o no hacerlo, no hay normas al respecto. De todo podemos sacar una lectura positiva… o negativa. Espero que tú saques la positiva.

Espero que veas cosas que te sorprendan. Espero que sientas cosas que nunca hayas sentido. Espero que conozcas a personas con otro punto de vista. Espero que vivas una vida de la que te sientas orgullosa. Y si ves que no es así, espero que tengas la fortaleza para empezar de nuevo.”

Poco después leo este corte de Imre Kertész, creo que reproducido por Javier Cercas:

“Hay en la vida de un hombre un momento donde toma conciencia de sí mismo y donde sus fuerzas se liberan; es a partir de ese instante cuando podemos considerar que somos nosotros mismos, es en ese instante cuando nacemos.

El genio está en germen en cada uno de nosotros. Pero no todo hombre es capaz de hacer de su vida su propia vida. El verdadero genio es el genio existencial.”

No. Lo siento. Ahora mismo no sé a dónde nos conduce todo esto. Sólo quería compartir con vosotros un par de reflexiones que, a su vez, me hacen reflexionar.

Seguimos.

Jesús Lens

SÓLO UNA SENSACIÓN

¿Conocéis esa sensación que te embarga justo antes de iniciar un largo viaje? ¿La habéis experimentado? ¿La compartís?

 

O lo mismo son cosas mías.

 

Antes de salir de viaje, me embarga una sensación compuesta por una mezcla de pereza y nostalgia, a partes más o menos iguales.

 

Me da pereza revisar la documentación, los billetes, el pasaporte… me da pereza hacer el equipaje. Y me cuesta cambiar el chip, ponerme en situación, hacerme a la idea de que se acabó la rutina de todos los días. Se me hace extraño limpiar las lentes de las gafas, preparándolas para apreciar nítidamente los paisajes, rostros y colores, que están por venir, cuando me apresto a partir.

 

Y, claro, siento nostalgia de mi hogar, de mi entorno, de mi gente; antes de salir de viaje.

 

Antes del primer paso, echo de menos mis rutinas. Miro la cartelera del cine, apenándome por las películas o los conciertos que no voy a ver. Sueño con los partidos de baloncesto que me perderé y por las carreras que no correré. Añoro los cafés, las comidas con los colegas y las cañas con los amigos. Me fastidia no leer mi periódico por la mañana o apagar la lamparita de la mesilla, justo antes de dormir.

 

El sólo una sensación. De pereza, de nostalgia.

 

Porque, a mí, me encanta viajar…

 

Y no sé si todo esto tiene su punto de lógica y si a vosotros os ocurre algo tan sólo parecido…

 

Jesús Lens, ¿a punto?

 

PD.- No. No es ese tipo de viaje…

METAMORFOSIS

«El origen está delante de nosotros»

Heidegger

 

 

El comienzo de «La metamorfosis», de Kafka, siempre me pareció aterrador: «Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto».

 

¿No da miedo?
¿No da miedo?

Además, siempre lo relacioné con el célebre -y repetido, parafraseado, copiado y adaptado hasta la saciedad -microrrelato de Augusto Monterroso: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».

 

Y es que siempre se ha dicho que el sueño de la razón produce monstruos.

 

Enero de 2010 está siendo un mes atípico, excitante y vertiginoso. El mes en que todo cambió. Uno de esos meses definitorios en la vida de una persona. El primer mes del resto de una vida.

 

Escribe Edgar Morin, en su «Elogio de la metamorfosis» el siguiente párrafo (que hay que leer con atención): «El nacimiento de la vida puede concebirse como la metamorfosis de una organización físico-química que, alcanzado un punto de saturación, crea una metaorganización viviente, la cual, aún con los mismos constituyentes  físico-químicos, produce cualidades nuevas».

 

Vale, vale.

 

Es un poco farragoso.

 

Pero el mismo Morin lo explica de una manera tradicionalmente natural: «¿Qué es una metamorfosis? La oruga que se encierra en una crisálida comienza así un proceso de autodestrucción y autorreconstrucción al mismo tiempo, adopta la organización y la forma de la mariposa, distinta a la de la oruga, pero sigue siendo ella misma».

 

2010: cucarachas, orugas, dinosaurios, mariposas…

 

Como dice Eduardo Galeano: «Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.»

 

Jesús Lens, desde la crisálida.

CAMBIOS

¿Visteis el nuevo IDEAL? ¿Qué os parece? ¿Cómo veis el cambio? Cambios. De ello hablamos, precisamente, en la primera columna del primer IDEAL del resto de nuestra vida…

 

Es duro, difícil y complicado eso de cambiar. Por mucho que nos confesemos como abiertos y proclives al cambio, en realidad intentamos evitarlo a toda costa. Y cuando se adivina como obligatorio y necesario, hacemos lo posible y lo imposible por postergarlo y aplazarlo al máximo.

 

Construimos nuestra vida en torno a unas rutinas en las que nos sentimos cómodamente instalados y cualquier variación de las mismas, la sola amenaza del más mínimo cambio, nos altera enormemente. O, directamente, nos aterra.

 

Los cambios en lo profesional, en lo personal y en lo afectivo suponen incomodidades, molestias y trastornos. Y, sobre todo, nos exigen una enorme capacidad de adaptación, algo para lo que muchas personas ni están preparadas ni dispuestas. Y entonces surge el conflicto.

 

En este siglo XXI que ya se apresta a devorar su primera década, una de las cualidades más necesarias para no quedarnos rezagados ante la vertiginosa vorágine de los cambios que la caracterizan es la capacidad de adaptación a un entorno siempre mutable, generalmente complejo y muchas veces áspero y hostil.

 

Pocas cosas y pocas relaciones son para siempre y para toda la vida. Ni los diamantes. Además, los ciclos cada vez se agotan más rápido y las etapas de cualquier proceso se consumen con mayor celeridad. Cada vez asistimos a más finales. Lo que conlleva nuevos principios. Nuevos retos. Nuevos desafíos. Porque cambiar también es crecer.          

 

Una de las pocas cosas que me gustaron de la película «París, je t’aime» es este monólogo de Natalie Portman: «Hay veces en que la vida te pide un cambio, una transición. Como las estaciones. Nuestra primavera fue maravillosa, pero ahora ya ha terminado el verano. Hemos dejado pasar nuestro otoño y ahora, de repente, hace tanto frío, tanto frío que todo se está congelando a nuestro alrededor. Nuestro amor se ha dormido y la nieve lo ha tomado por sorpresa, pero si te duermes en la nieve, no oirás la llegada de la muerte. Cuídate.»

 

Renovarse o morir. Es un hecho. Una necesidad. Una obligación. Hace unos meses, cuando intentábamos definir la innovación, más allá de meternos en complejidades técnicas, decíamos que es una actitud para el cambio. En esta vida, todo es dinámico, móvil y activo: como los tiburones, si dejamos de nadar, nos ahogamos y nos morimos en el fondo del mar.

 

Hoy tenemos un nuevo IDEAL entre las manos. El primero de una nueva época. Un IDEAL histórico. Hoy, los lectores nos enfrentamos a un periódico que, siendo el de siempre, es completamente distinto. Curiosos y expectantes, nos habremos acercado al quiosco, habremos pedido el IDEAL de toda la vida y, sin embargo, el quiosquero nos ha entregado éste, diferente, que ahora hojeamos y leemos con ilusión renovada. Ahora toca familiarizarse con el nuevo formato, tipografía y secciones. Y determinar si también nos gusta. Ojalá. Seguro que sí.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.