África en guerra

¿Os acordáis de este SOS Tombuctú, del verano pasado? Hoy publico este artículo en IDEAL. Por favor, léelo. Y difúndelo. Dale vida y visibilidad. Si sirve para concienciarnos, un poco, misión cumplida. Aunque no estemos de acuerdo. De hecho, ni yo estoy de acuerdo conmigo mismo, como digo al final…

Ya estamos. Ya estamos con las generalizaciones. No. África no está en guerra, como tal. Están en guerra el Malí. Y Somalia. Y el Congo. Hay tensiones religiosas en Nigeria, Egipto es un polvorín, de Libia, hace tiempo que no sabemos nada y, ¿quién se acuerda del conflicto del Sahara y los Hijos de las Nubes? El Sahel y el Cuerno de África continúan agonizando por el hambre y, además, de los 200.000 leones que vivían en libertad en el continente africano, hoy solo quedan 15.000. Lo que puede parecer una banalidad, al confrontar este dato con los índices de pobreza de buena parte de los países del continente negro o con los conflictos económicos y sociales de Sudáfrica o Zimbabwe. Pero no lo es.

Foto de M. Villar.
Foto de M. Villar.

Nada de lo que pasa en África es banal, aunque nos lo pueda parecer. En esta España en crisis y en esta Europa en descomposición, asumida y descontada la tragedia de las pateras y los cayucos, hay muchas cosas en las que pensar antes de poner el foco de atención en África, donde la violencia, las sequías, las hambrunas y la muerte parecen ser males endémicos y sin aparente solución.

Hace unos días, Manuel Villar Raso nos ilustraba en un magistral reportaje publicado en estas páginas sobre la furia iconoclasta que estaba destruyendo el legado cultural, social, religioso y emocional de un lugar mítico y emblemático, Tombuctú, que tantas conexiones tiene con Granada.

Ahora, la amenaza de los islamistas radicales de hacerse con todo el Malí, una vez que habían conseguido dividir al país en dos, declarando la independencia de Azawad y aplicando la Sharia como única ley válida y vigente; ha obligado a Hollande a tomar cartas en el asunto y a mandar tropas francesas para defender las precarias posiciones del inestable gobierno maliense en la ciudad de Mopti, la Venecia africana; cerca, muy cerca de la capital del país, Bamako.

 Black Hawk derribado

Aprovechando la coyuntura, el Elíseo también ordenó la ejecución de un plan para liberar a un ciudadano francés secuestrado en Somalia, operación que ha resultado un fiasco, con el rehén, un soldado francés y diecisiete milicianos de Al-Shabab muertos. Una intervención que recuerda a aquel otro desastre protagonizado por el ejército estadounidense y que dio lugar a la terrible, pero ilustrativa película “Black Hawk derribado”.

Para tratar de entender la lógica de todo este caos, hay un libro necesario e imprescindible, recientemente publicado: “La ecuación de la vida”, del argelino Yasmina Khadra, brillante y poderosamente traducido por Wenceslao Carlos Lozano. Un libro en el que se dan la mano lo peor y lo mejor del ser humano, sometido a la implacable sinrazón de la locura, la barbarie y la miseria.

Un libro IMPRESCINDIBLE
Un libro IMPRESCINDIBLE

Por tanto, sí es verdad que África está en guerra. Más allá de los conflictos armados que ahora mismo asolan diversas partes de su geografía, toda África está en guerra. Una guerra sorda y silenciosa contra el olvido, contra la indiferencia y contra la abulia que todo lo que ocurre en dicho continente provoca en occidente.

No seamos ingenuos ni hipócritas. La intervención europea en Malí se ha producido, exclusivamente, porque una república islamista radical en el corazón del Sahel sería más peligrosa que el Afganistán de los talibanes o el Irak de Sadam Hussein. No hay nada de humanitario o solidario en una decisión en la que han primado la geopolítica, la economía y una estrategia global de seguridad.

Milicianos de Ansar Al Din en Malí.
Milicianos de Ansar Al Din en Malí.

Y, aun así, con todas las reservas que una acción bélica de este tipo suscita, solo es posible una conclusión: bienvenida sea. Desgraciadamente.

Jesús Lens

Ahora, a ver los 14 de enero de 2009, 2010, 2011 y 2012

Toma… de conciencia

Hoy, en Granada, se celebra la Toma. Un tema apasionante de una enorme trascendencia. Y polémico, claro. Como todo lo que pasa en Granada, por otra parte. Otra de esas polémicas estériles, absurdas e inanes y que solo sirven para entretener, distraer y alejarnos de lo que realmente importa.

 

¿Mi opinión sobre la Toma? Ahí va:

¿Qué te parece? No sé si estarás de acuerdo, pero es que a mí, la Toma que me importa, es la Toma de conciencia. Y por eso, si te quedan ganas y fuerzas, cuando de termines de discutir, analizar y debatir sobre la fiesta de la Toma de Granada, te invito a que veas esta promo.

 

Lo siento. No he dicho que fuera a ser para nada agradable o llevadero.

 

En el Youtube está la película de Sauper, entera. «Diarios del Kisangani». Por capítulos. Si tienes tripas, búscala. Y verás lo que es, de verdad, una Toma… de conciencia.

 

Siento haberte amargado este segundo día del año.

 

Pero es lo que hay.

 

Jesús Lens

 

Ahora, a ver los 2 de enero de 2009, 2010, 2011 y 2012.

Triunfadores

La vimos en prensa, hace unos días.

 

¡Fantástica foto! (Pinchad la imagen para agrandarla y verla con detalle, por favor)

Podría ser Usain Bolt, tras batir un récord del mundo de velocidad. O Didier Drogba, tras haber marcado el gol definitivo en la final de la Champions.

El chándal Nike, las zapatillas de deporte en un costado y los brazos arriba. ¡Bien arriba!

Su mano izquierda podría sostener el ramo de flores que una linda azafata ha entregado al hombre más rápido de la tierra, nada más traspasar la línea de meta. O podría ser la camiseta que un rival ha intercambiado con el pichichi del campeonato mundial de fútbol.

Una persona, detrás, sonríe. Parece compartir el éxito de la superestrella. Y una bandera. Española. ¿Estaremos ante una nueva campaña a favor de la Marca España? ¿Será este sujeto un nuevo Ibaka, ganará anillos de la NBA y defenderá la brillante elástica de la Eñe?

Mucho nos tememos que la realidad es más prosaica. El triunfador de la foto no tiene nombre. Es decir, tiene nombre, pero nosotros no lo sabemos. Ni lo sabremos nunca, posiblemente. Se trata de un inmigrante. Un inmigrante sin nombre que, a buen seguro, no traerá consigo los ciento y pico mil euros que le permitirían comprar un activo tóxico del podrido inmobiliario español y, por ende, conseguir la nacionalidad rojigualda.

Su alegría, desatada, es más sencilla que todo eso.

Su alegría responde a algo más básico.

A que está vivo.

Un buen día, o quizá fuera uno malo, se subió a una barca hinchable de plástico, de juguete, y se lanzó a cruzar el Estrecho.

No debió de pasarlo bien, a la luz de su alegría al llegar a tierra, aunque fuera detenido por las autoridades y, seguramente, devuelto a África en poco tiempo.

Vivimos en una tierra endeudada que, sin embargo, sigue atrayendo a cientos, a miles de personas que huyen de la miseria, mucho más tóxica que los activos contables con los que aquí contamos.

Aunque no hubiera batido récord alguno, aunque no hubiera ganado la Champion’s, el Hombre sin Nombre, al menos, dormiría esa noche sobre un colchón, tapado con una sábana, después de haber cenado caliente. O de haber cenado. Y punto.

Jesús icónico Lens

Veamos otros Días de la Constitución, qué escribimos: 2008, 2009, 2010 y 2011

¡Sacabó!

Al menos, en un 99%. O en un 95%…

Ahora quedan los retoques, los pulimientos y demás. Y las conclusiones. Y las sorpresas, los añadidos, los engarces… Pero ese nuevo libro, mi nuevo libro; está básicamente terminado.

Fue un domingo cuando le puse el punto y final. Provisional. Además, era el último día de septiembre.

Habían llegado los primeros fríos, las primeras lluvias y el tiempo tormentoso.

Es como cuando estás en África y llegan las lluvias: ¡se acabó!

Se acabó el turismo, se acabaron las visitas y se acabó el moverse. Cuando llegan las lluvias, más te vale tener billete de vuelta… o una buena habitación de hotel desde donde ver llover.

Han sido meses intensos, viendo cine sobre África, leyendo, investigando… y escribiendo. Y las semanas del verano, frenéticas: horas y horas frente al ordenador, tardes, noches y fines de semana sin poner un pie en la calle.

Pero cuando se escribe con gusto y pasión, nada de eso importa y, muy al contrario, se saca tiempo hasta de debajo de las piedras, con tal de escribir. Semanas en que no he pisado una sala de cine, en las que apenas he leído algo más que material de trabajo para el libro y en las que ni siquiera he bajado a Carchuna, los fines de semana.

Ahí tengo pendientes de ver las nuevas temporadas de “Mad Men”, “Juego de Tronos” o “Tremé”. Los libros se acumulan en pilas y en precario equilibro y pocos discos he escuchado, fuera del “Graceland” de Paul Simon, del “The Roll Back Malaria Concert” y otros de músicos como Salif Keita, Cheik Lo, Fela Kuti o Rokia Traoré.

Porque África es su cine, África es su literatura y África es su música.

Una vez que hemos terminado lo más duro, llega lo no menos importante: la publicación y, en su caso, la portada, las imágenes, las fotografías, los textos, el prólogo, el prefacio…

¡Uf!

Pero todo eso vendrá después. Ahora toca parar y dejar descansar las 430 páginas que nos han salido. Que respiren. Que se asienten. Que cojan cochura, antes de volver sobre ellas. Además, ya sabéis que hemos creado un grupo de Facebook, Una Ventana Africana, para ir hablando de todos estos temas, poner música, fotos, vídeos, etc. ¡Dadle al Me Gusta, para estar on line!

Tiempo de regresar a las calles, a los libros, al cine, a los tebeos. Y a los bares. Tiempo de recuperar el pulso a esa normalidad que tanto nos gusta y que, bien lo sabemos, no tardará en verse afectada por otra idea, otro proyecto, otra locura.

Porque en nuestra vida hay una máxima, que aprendimos en Semana Negra y que nos aplicamos todos los días.

Una máxima que sirve para cerrar cada mail, cada correo, cada conversación…

¡Seguimos!

Jesús Lens

La presa desnuda

“Hace cien años, África era un vasto continente desconocido. Solo unos pocos exploradores y misioneros, los buscadores de marfil y los infames traficantes de esclavos arriesgaban la vida por unos caminos empapados de sangre. El premio era colmillos de elefante y esclavos lustrosos de sudor, vendidos por los jefes de tribu durante las incesantes guerras tribales o capturados por los negreros. El león y el leopardo cazaban sin piedad entre los rebaños de animales. Y los hombres, incapaces de comprender a los otros hombres…se volvían como las bestias. Y sus vidas eran como las de las bestias.”

Jesús apresado Lens

¿Y el 30 de septiembre de 2008, 2009, 2010 y 2011?