El Día de Mandela

Puestos a recordar, yo prefiero hacerlo a través del ejemplo de Nelson Mandela, que hoy cumple 95 años.

Mandela Day Marathon

No sé quién, cómo, cuándo ni dónde organizó el ya universalmente conocido como Día de Mandela en el que, para celebrar su cumpleaños, se invita a las personas a dedicar 67 minutos del día a hacer algo en favor de los demás.

¿Por qué 67 minutos? Porque Mandela invirtió 67 de sus ya 95 años en trabajar de forma activa y comprometida en la consecución de un mundo más justo e igualitario para todos.

Mandela Day

Hace unos días nos hacíamos eco de esta película, que ya me está haciendo salivar.

Hoy, además de salir a correr con mi camiseta africana, trataré de pasar 67 minutos haciendo lo que mejor se me da: escribir. Aunque no sé si escribir sirve para mejorar la vida de los demás, la verdad.

¿Qué piensas?

Lens El Africano

Lo vamos hablando…

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Día de África

El 25 de mayo se celebra el Día de África. En este enlace tienes más información del porqué de esta efeméride. A estas alturas, no tengo que explicar nada sobre el magnetismo que siento hacia dicho continente. Es algo pasional, visceral y emocional que va más allá de cualquier cuestión intelectual o racional. Amo este continente. Y punto.

Así que, para recordar que África también existe, que está ahí y que comienza a 14 kilómetros de esta España nuestra, ahí van un puñado de imágenes que representan al continente del futuro.

¡Salud, África!

África ArtísticaÁfrica animal

África puntosÁfrica máscaras

África verdeImagen original de Beatriz Serrano Solano.

Más trabajos suyos en El Acuareling.

África tribalÁfrica real

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The African Connection

Hace unos días publicábamos esta foto, de Juan Jesús García. Es lo que podríamos llamar una pillada in fraganti en mitad de un concierto, en los miércoles de jazz del Magic.

 Jesús-Lens-Jazz-Magic

Hubo quien afeó mi conducta lectora en mitad de un concierto, que fue estupendo, por cierto.

Pero había una explicación. Y esa explicación que os debo, os la voy a dar.

Todo empezó cuando el propio Juanje me mandó un mail preguntando que cuándo íbamos a coincidir en algún bolo jazzístico. Que tenía que darme una cosa.

Pensaba yo en algún disco. En alguna foto. En algún afiche… no sé.

– Oye, pues esta noche voy a pasar por el Magic. ¿Piensas ir?

– No lo tenía seguro, pero… ¡venga va! Nos vemos allí, a eso de las 22.30.

Llovía. Juanje llegó empapado, sacó su cámara y empezó a hacer fotos del grupo que, en ese momento, desgranaba su música. Y entonces me avisó para que me acercara a la barra: me había sentado junto a mi Cuate en una mesa, en primera fila, y no era cuestión de molestar.

– Estaba hace unos días en una librería de viejo. Encontré este libro, me acordé de ti y lo compré.

 La reina de África

¡Joder!

Solo quienes amamos los libros como si fueran una prolongación de nosotros mismos sabemos apreciar en toda su dimensión, no ya que te regalen uno; sino que un amigo esté en una librería, vea un ejemplar que sabe que te va a gustar, lo compre y te lo regale.

Permíteme que me repita:

¡¡¡¡JODER!!!!

Pero es que, además, cuando vez de qué libro se trata, los pelos se te ponen como escarpias.

¡Atención!

 

¿Qué te parece? No sé si lo creerás o no, pero usé referencias de este libro para mi nuevo e incipiente trabajo, “Cineasta Blanco. Corazón Negro”, al hablar del rodaje de “La reina de África”, encontradas en Internet, en entrevistas con Kate y en las propias memoria de John Huston.

Emocionado como estaba, a pesar del extraordinario concierto que estábamos escuchando, no pude evitar hojearlo, palparlo, olerlo…

Y, entonces, llegó la sorpresa final.

 La reina de África

¿Puedo tripitirme?

¡¡¡¡¡¡¡ JOOOOOOOOOOOOOOOOODEEEEEEER !!!!!!!!

¿Qué te parece esta contraportada? ¿Crees en las casualidades? Porque, como ya habrás visto, la portada que manejamos para mi nuevo libro es esta:

 Yo Casablanca 1

Si pocas dudas tenía sobre lo molona que es… ahora ya no me cabe (casi) ninguna.

Y, otro detalle: ¿Has visto la editorial que publicó el libro de la Hepburn? Y bien sabes bajo qué sello publico yo mis libros de cine, ¿verdad?

 CafŽ Bar Cinema portada 2.indd

En fin.

Un subidón. Una emoción. Una impresión. Una sensación. ¡Pedazo de conexión!

Detalles como este son los que hacen valorar, aún más, el enorme privilegio y la suerte de conocer a una persona estupenda como es Juanje.

¡Mucha África y que viva el jazz!

@Jesus_lens por si quieres seguirme en Twitter

Y ahora… a ver los 11 de febrero de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012, qué blogueamos

La ecuación de la vida

– ¿No es eso lo que os trae por aquí? El exotismo, el paisaje salvaje y la nostalgia de los imperios perdidos…

– No somos turistas…

– Claro que no. En África no hay turistas, solo mirones.

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Si leíste hace unos días el artículo que publiqué en IDEAL, “África en guerra”, ya viste que hacíamos referencia a la última, espléndida y durísima novela de Yasmina Khadra, “La ecuación de la vida”. Y, mientras la leía, me acordaba de este otro artículo, que publiqué en verano, y que tiene que ver cono el diálogo con que comienza esta reseña: SOS Tombuctú.

Alguno de sus libros se me habrá escapado, pero básicamente, de Khadra lo he leído todo, desde que Nicole Canto lo editó en España, en aquella Negrura de hace ya demasiados años.

Tras pasar por diversas editoriales, como Almuzara o Alianza, la última, portentosa e imprescindible novela del autor argelino, camuflado tras el nombre de su mujer, ha recalado en Destino, y presenta una portada que refleja, a la perfección, el contenido de la novela.

 La ecuación de la vida

Un rostro. Una mirada. Unos ojos. Una mirada. Una nariz. Unos labios. La parte izquierda, iluminada. La derecha, en penumbra. Una ceja se ve. La otra, no. Nada más. Una imagen absolutamente despojada, de la que me acordaba hace unos días, cuando visité a Jesús Conde y pude disfrutar de algunos de los cuadros que está pintando ahora mismo.

Me vas a disculpar si, en esta reseña, me esfuerzo poco.

Lee:

“Para mi absoluta desolación, comprendo que estos seres que me tienen cautivo y son amos de mi destino, estos seres desprovistos de conciencia, no se conforman con banalizar la práctica deliberada de la muerte, sino que la reivindican como un derecho.”

Es parte de la historia que cuenta Khadra. Una historia que, por desgracia, podéis leer en los periódicos de estos días: secuestros y muerte en África. En Sudán o Somalia. En Argelia. En Malí.

“Llegaron al amanecer. Quemaron nuestras chozas, masacraron nuestras cabras, a nuestros burros y perros; luego nos reunieron en la placeta y empezaron a matarnos, al padre delante de los hijos, al bebé en brazos de su madre. Si el Diablo llega a estar con ellos, habría huido del espanto”.

 La ecuación de la vida

¿Qué más puedo yo añadir a párrafos escritos con esa fuerza, con esa garra, con esa capacidad descriptiva, para narrar el horror y la muerte?

“Darfur… Estoy en Darfur, esos escarnecidos antípodas con que nos dan la matraca en cada telediario y a los que solo presto atención de pasada, entre un trago de cerveza y una llamada telefónica. Darfur…”

¿Cómo explico yo ahora esa indiferencia de la que hablaba en el artículo anteriormente reseñado?

“Todo es extraño en África. Se mata, se roba, se secuestra y se dispone de la vida ajena como si nada… Por tanto, ¿qué más da que ocurra en Sudán o en Somalia?”

Efectivamente. Y, sin embargo… ¡África no es un país! No nos hartaremos de repetirlo. Y de reiterarlo. Y reivindicarlo.

– África no se ve, señor Krausmann, se siente…

– Cierto es que apesta…

¡Hey! ¿Hay ahí un cambio? ¿Percibimos algo diferente?

 Yasmina Khadra

“El africano es un ser espléndido. Ya esté sentado ante su choza, bajo un algarrobo o a orillas de un río plagado de cocodrilos, se halla ante todo dentro de sí mismo. Su reino es su propio corazón. Nadie en el mundo sabe compartir y perdonar como él. Si tuviera que poner un rostro a la generosidad sería la de un africano. Si tuviera que añadir un destello a la fraternidad, pondría la risa de un africano”.

Lo sé. No entiendes nada. No sabes quién habla ni porqué dice lo que dice. No te preocupes. En cuanto te sumerjas en las páginas de “La ecuación de la vida”, todo cobrará sentido. Y, palabra de amigo, debes hacerlo. Sumergirte en una novela que cuenta un puñado de vidas que nos resultan ajenas, pero que lo son mucho menos de lo que podríamos pensar.

Y si no, lee este párrafo:

“He visto en África seres con la piel pegada al esqueleto, famélicos y desamparados, luchando por cada segundo de su vida. Gente expoliada, perseguida, menos valorada que sus animales domésticos, expulsada de sus sórdidas aldeas, errando entre salteadores y epidemias… El hecho es que, por indefensos y pobres que fueran, no cedían una migaja de su miserable existencia”.

¿Podemos decir nosotros, aquí y ahora, lo mismo? Más que migajas… ¿cuántos mendrugos de nuestra vida no habremos ido cediendo, de acuerdo con según qué convencionalismos, obligaciones y castigos, en muchos casos, autoinfligidos?

 Yasmina Khadra

Termino ya. Con una de esas frases lapidarias que tanto me gustan y que tan moda están ahora, en los muros del Facebook y en el piar del pajarito del Twitter: “Quien solo visita África una vez, muere tuerto”.

No es fácil, ahora, ir a África. Pero “La ecuación de la vida” permite asomarse a su realidad más auténtica, compleja y contradictoria. Porque en África se dan la mano lo mejor y lo peor del ser humano. Y nadie como Yasmina Khadra, que lo sabe y lo conoce, que lo ha vivido, combatido y contado… para convertirse en un privilegiado portavoz.

Es verdad. Esta no es una lectura para divertirse. Pero sí para gozarla. Y, o eres de piedra, o te emocionarás al llegar al final. ¿Hace cuánto que una lectura no te emociona?

¡Ahí tienes el desafío!

Por cierto, Yasmina Khadra ha cambiado de editorial en varias ocasiones. Pero su fantástico traductor es siempre el mismo: un Wenceslao Carlos Lozano cuya pasión, fuerza y amor por la buena literatura se refleja en cada párrafo de la obra de Khadra.

¡Por algo será!

 La ecuación de la vida

Lee. Lee y hablamos.

Jesús Lens, tratando de despejar La ecuación de la vida.

Y ahora, a ver los 18 de enero de 2009, 2010, 2011 y 2012