Operación: salvar a Kennedy

El magnicidio de Dallas del 22 de noviembre de 1963 ha pasado a la historia universal de la infamia como una de sus fechas más señaladas. El asesinato de Kennedy marcó a toda una generación y cambió el rumbo de la historia de los Estados Unidos y, por extensión, la del resto del mundo.

Al comienzo del confinamiento por el Covid-19, el mítico Bob Dylan sorprendía a propios y a extraños lanzando a través de las redes una nueva canción original. Y no era una canción cualquiera: con más de 17 minutos, es la más larga de su descomunal discografía.

Recitando más que cantando, casi al modo de un juglar, Bob Dylan se apunta a la teoría de la conspiración y denuncia al comienzo de ‘Murder Most Foul’, que Kennedy fue llevado al matadero como un chivo expiatorio: “le abatieron como a un perro a plena luz del día, era cuestión de tiempo y el momento era ideal. Tiene usted deudas sin pagar, hemos venido a cobrar. Te mataremos con odio; sin ningún respeto. Nos burlaremos de ti, te sorprenderemos, y lo haremos a la cara. Ya tenemos a alguien para sustituirte”. Y una de las frases más demoledoras de la canción: “miles de personas estaban mirando, pero nadie vio nada”. ¡El truco de magia más perfecto de la historia del crimen!

El lanzamiento de la canción de Dylan me sorprendió leyendo ’22/11/63’, la novela en que Stephen King fabula con la posibilidad de retroceder en el tiempo… y evitar el asesinato de Kennedy.

Se trata de un novelón de más de 800 páginas narrado en primera persona en la que el protagonista se traslada del mundo actual a un día muy concreto del pasado: el 9 de septiembre de 1958. A partir de ahí, tiene que vivir como un ciudadano más de aquella época mientras espera a que llegue el infausto 22 de noviembre de 1963. Y cinco años de vida dan para mucho. Por ejemplo, para convertirse en vecino ejemplar de un pequeño pueblo de cerca de Dallas. Y para enamorarse.

Lo más interesante de la novela de King es el comportamiento del pasado. Un pasado ominoso que se resiste a ser cambiado y que lucha con uñas y dientes contra el viajero en el tiempo que trata de interferir en la historia ya escrita. Un pasado que le pone mil y una trabas y dificultades, complicándole enormemente la vida y comprometiendo su compleja y bienintencionada misión.

Jesús Lens

Crímenes y tiempo suspendido

Cuando viajo, me gusta leer libros cuya trama se desarrolla en los lugares por los que transito. No tienen que ser necesariamente libros de viajes. Me encantan, por ejemplo, las tramas policiacas. Me ayudan a contemplar el entorno con otros ojos, a bucear en sus rincones oscuros, razón de ser de esta columna semanal.

De una forma más o menos inconsciente o casual, estos días de confinamiento en los que el tiempo parece suspendido, como si hubiera roto su linealidad, estoy viendo la tercera temporada de ‘El Ministerio del Tiempo’, una de las grandes serie españolas de la historia, y la desasosegante miniserie ‘Devs’. Además, estoy leyendo ’22/11/63’, la novela de Stephen King en la que un viajero en el tiempo trata de evitar el asesinato de Kennedy.

Así las cosas, no es de extrañar que haya mañanas en las que, al despertar y escuchar a esos pájaros cuyo gorjeo se ha convertido en la banda sonora de la pandemia, tenga serias dificultades para saber dónde y, sobre todo, cuándo estoy.

Del asesinato de Kennedy hablamos la semana que viene, que hasta Bob Dylan le ha dedicado la canción más larga de su discografía: un ‘true crime’ de más de 17 minutos de duración publicado hace escasas fechas.

Hoy me quiero centrar en ‘Devs’, una excelente miniserie de 8 episodios que se puede ver en HBO. El creador es Alex Garland, director de una de las películas más perturbadoras y necesarias de los últimos tiempos: ‘Ex _Machina’. Y como en aquella, Garland se introduce en los turbios ambientes de los gurús tecnológicos de Silicon Valley, a los que acusa de ser unos peligrosos profetas del siglo XXI que se creen omnipresentes y todopoderosos. Y, lo que es peor: ¿que lo son?

El tiempo -pasado, presente y futuro- desempeña un papel básico en ‘Devs’, cuya trama negra, basada en el espionaje industrial, sirve a Garland para adentrarnos en un universo visualmente fascinante y atrapador en el que, efectivamente, corremos el riesgo de quedar atrapados, como moscas en la miel.

A partir de su imaginería simbólica, ‘Devs’ habla de la predestinación, el libre albedrío, la posibilidad de enmendar los errores del pasado y el multiverso. Una serie de cocción lenta que pide paciencia para disfrutar y reflexionar sobre las múltiples cuestiones de plantea, todas ellas de la máxima actualidad.

Jesús Lens