25 AÑOS

Nacer en un año redondo, en los que comienza una década, imprime carácter. Sobre todo en personas repletas de aristas, dobleces, sombras y muchas, muchas contradicciones.

Los nacidos en 1970, este año, estamos cumpliendo los cuarenta. 40. ¡Uf! Cumplir los 40 supone, posiblemente, entrar en el Año de la Crisis por excelencia. De la crisis personal, quiero decir. Que en la otra estamos todos bien metidos.

De todas las penalidades que supone entrar en los 40, y que no me entretendré en relatar, la peor, con mucha diferencia, es la de los aniversarios.

Porque, de repente, empieza a cumplirse nada menos que el 25 aniversario de un montón de cosas que, en su momento, vivimos como noticia, como estreno, como actualidad, como novedad. Y, cada uno de esos 25 aniversario es como una puñalada que el tiempo nos da en nuestras cada vez más fofas carnes, en nuestra maltrecha alma.

Hasta ahora, el 25 aniversario de cualquier cosa era algo muy parecido a la arqueología. Una película que cumplía 25 años la habías visto en vídeo. Un libro, reeditado. Un disco, grabado en una cutre cinta. Un famoso partido, te lo habría contado tu padre, tu tío o tu abuelo. Y un concierto… ¡ni idea de que había conciertos, hacía tanto tiempo!

Hasta ahora, todo lo que cumplía 25 años, era algo rastreable en los libros de historia, en los anuarios de los periódicos, en la Wikipedia. Era algo de lo que tenías información, sobre lo que había estudiado. Que te habían contado.

Hasta ahora, entre los 25 aniversarios y tú, había mediadores. Hasta ahora.

Pero, cuando cumples los 40, todo cambia. Porque, de repente, tienes recuerdos. En primera persona. De golpe y porrazo, entre los 25 aniversarios y tú… ya no hay nada. Sólo tiempo. Mucho tiempo. Demasiado, quizá.

Por ejemplo, cuando cumples los 40 años, te acuerdas de que fuiste al cine a ver “Los Goonies”. Y, también, “Rambo”. Y “Comando”, aunque para ello tuviste que engañar a tus padres, diciéndoles seguramente que ibas a ver “La joya del Nilo” o, con suerte, “Los inmortales”. Porque hace 25 años, tú ya ibas al cine, solo y por tu cuenta. Con los amiguetes. Y algún amigote.

Tus padres también iban. Y te acuerdas de aquel viernes por la noche que llegaron a casa, fascinados por “Memorias de África”. Entonces no le diste importancia, pero qué importante fue aquella película ¿verdad?

Hace 25 años, unos tipos llamados Gorbachov y Yelsin subían al poder en un lugar llamado Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, un lugar desconocido al que había locos que viajaban y, si llevaban unos vaqueros, eran millonarios. En otro lugar del mundo, Sudáfrica, un tal Nelson Mandela seguía en prisión y el Apartheid era un hecho. ¡Impensable un Mundial de fútbol, en lugar tan oprobioso!

Y te tienes que acordar del “We are the World”. Porque ya no éramos tan children. Y del “Money for nothing” de los Dire Straits, la canción más cañera del “Brothers in arms”. ¡Quién te diría que, entonces, empezaba a despuntar un grupo en Los Ángeles llamado Red Hot Chilli Peppers!

Fue el año en que nació el wrestling y, casi tan importante, en que se aprobó el ingreso de España en la, por entonces, Comunidad Económica Europea. Junto a Portugal.

– ¿Y qué han hecho los portugueses para entrar en la CEE, si todo el esfuerzo negociador lo han hecho los españoles? – le preguntaba yo a mi madre, viendo las imágenes de Morán en televisión, comiéndose un bocadillo, creo recordar. ¿O esa imagen de la OTAN? O, quizá, imaginé esa imagen, ¿quién lo sabe?

Los telediarios hablaban de la guerra Irán-Irak y, de no ser porque moría gente, aquello sonaba a cachondeo. En Italia, el juez Falcone era un héroe. ¿O un villano? Porque yo ya había visto “El Padrino” y la mafia… En México hubo un terremoto, pero, sobre todo, entró en erupción el Nevado del Ruiz, dejando una un inmenso caudal de muertos y de imágenes brutales, en la televisión. Y, también, ocurrió lo del estadio Heysel. Otra tragedia. Y el Real Madrid ganó la Copa de la UEFA. Entonces, el fútbol, lo vivíamos con pasión y, si perdían Juanito y los suyos, esa noche nos caía mal la cena. En tenis, Lendl y Wilander se enfrentaban a una chaval muy joven, alemán, un tal Boris Becker, que rodaba por los suelos y todos decían que acabaría lesionado, de tanto tirarse en busca de la devolución de bolas imposibles. De Indurain no había noticias, pero Perico ganó su primera Vuelta. Nadal, ni era un proyecto.

De los Nóbel, Príncipe de Asturias y demás “sesudos” galardones, no me acuerdo de nada, claro. No era algo importante, entonces. Y, la verdad, tampoco sé si lo es ahora.

25 años. Toda una vida, ¿verdad?

Nacían entonces tipos como Cristiano Ronaldo, Lewis Hamilton o Keyra Knightley. Y, también, otras muchas personas de cuya faceta pública, hasta ahora, no sabemos nada, pero que están destinadas a hacer grandes cosas en su vida. ¿Verdad? Muchas, muchas felicidades, a ellas. 😉

Hace 25 años, los nacidos en el 70 empezamos a ser testigos y protagonistas, en primera persona, de la historia. Una forma, como otra cualquiera, de nacer. De renacer. De reinventarnos. Porque, hace 25 años, pasaron un montón de cosas. Y ya tenemos memoria para estar aquí, contándolas. Y felicitándonos por ello. Aunque pueda escocer.

¡Salud!

Jesús “cuarentón” Lens.

Y TÚ, ¿EN QUIÉN CREES?

Cuando ganó el Oscar, Fernando Trueba sorprendió a todo el mundo con aquella famosa aseveración acerca de que no creía en Dios, sino en Billy Wilder.

 

Estas semanas, en un derroche de (escasa) originalidad, nuestro querido, admirado y venerado Javier Bardem, dijo que él, en quién creía, era en Al Pacino.

 

Y yo, rizando el rizo de la micro-originalidad, proclamo que yo también creo, por supuesto. Yo creo en… ¡Paco Ignacio Taibo II!

¡Hay que creer!

Y tú, si te pusieras en clave idólatra e irreverente, ¿en quién creerías?

 

Jesús Lens. 

RECOPILANDO

¡Qué jóvenes éramos entonces! Me ha encantado ESTA reseña de Enrique Bienzobas sobre una Semana Negra que, casualmente, fue mi primera Semana Negra… ¡Ocho han pasado ya! (Casi) toda una vida…

Y, sobre ESTA columna de IDEAL que publicábamos ayer, vamos encontrando escritos que dicen que sí. Que la cultura, alimento del alma, también es necesaria en tiempos de crisis. Lean AQUÍ a nuestro amigo Volador que, desde su universo flamenco y literario se alinea en pro de la Cultura, aún cuando vienen mal dadas.

Y, además, estoy molido, después de que el insensato de mi hermano decidiera que era el día para cometer una locura atlética, que nos condujo hasta Pinos Genil, por cuyas calles corríamos justo cuando, a las doce del medio día, las campanas tañían con alegría.

Volvíamos, bajo el infernal sol de mediodía, maldiciendo la hora en que se nos ocurrió alargar la carrera de hoy, y recordábamos a Hemingway, claro:

– Nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti.

 

Pero es la única manera, én esta época, de sentir álgo de épica…

 

Jesús Lens.

RECORTAR CULTURA = SUICIDARSE

La columna de hoy en IDEAL, un grito al que, espero os unáis. Porque nos la jugamos. Estoy convencido y espero convenceros. Si lo veis, moved esta columna por ahí, calentando motores para la Rentrée, en Facebook, Twitter y por dónde os mováis. La cultura es cuestión de pasta, también. Pero, ¿tú qué opinas? Encuesta, en la Margen Derecha…

 

Que, en tiempos de crisis, sea lógico hacer recortes en Cultura es algo sobre lo que habría mucho que discutir. Hacerlo en Granada es, directamente, un sinsentido, un absurdo y un error estratégico rayano en el suicidio.

¿Alguien sabe qué modelo de ciudad queremos para Granada? ¿Nos creemos, aspiramos a ser la Capital Cultura de Andalucía? Leer en IDEAL el largo, completo y aterrador reportaje sobre los recortes de las áreas de cultura de las diferentes instituciones de la provincia era para echarse a llorar. Y no parar. Porque de su lectura se infiere que la Cultura sigue siendo un lujo accesorio, un capricho del que, cuando vienen mal dadas, se puede prescindir tranquilamente y sin menoscabo de intereses más legítimos.

Cuando escuchamos según qué opiniones y comentarios, constatamos que seguimos teniendo una visión “continental” de una Granada que jamás profundiza en sus contenidos. Granada, la ciudad de la Alhambra, el Albaycín y el Sacromonte. Granada, a las faldas de Sierra Nevada, las Alpujarras al sur y, de propina, el mar. Una perfecta postal. Para los turistas y viajeros que vienen un par de días, tan impresionante como inenarrable. Ahora bien, ¿nos conformamos con ser una ciudad de acuarela? Si queremos ir más allá tenemos que cuidar los contenidos de un continente sin duda exquisito. Y Granada debería tener un sustrato inequívoca -que no exclusivamente- cultural.

Preciosa estampa, pero ¿es suficiente?

La pregunta sería, por tanto, ¿qué es cultura? Quizá, para empezar a tener claro un modelo de ciudad, tendríamos que ponernos de acuerdo en esa cuestión. Al turismo, por ejemplo, se le ve cada vez más y mejor acompañado de su prima hermana, la industria. Lo que antes era un oxímoron, industria turística, hoy empieza a ser, por fortuna, un pleonasmo. Ya no hay turismo sin industria. ¿Cuándo conseguiremos que la expresión “industria cultural” no sea algo que chirríe a nuestros oídos o que, directamente, nos provoque las carcajadas?

Aquí si hay industria. Y cada vez mejor.

Mucho me temo que, en Granada, la cultura sigue teniendo algo de pose, de acontecimiento, de verse y dejarse ver. De continente, o sea. Pero la cultura es, también, sinónimo de dinero. De riqueza. De generación de empleo. De utilización de recursos. De pernoctaciones. De uso, disfrute y promoción de la hostelería. La cultura, cuando es industria, rinde. La cultura, bien gestionada, produce.

Por ejemplo, el Festival de Jazz y el Hocus Pocus, sus programas oficiales y todas sus extensiones, llenan de gente Granada, en noviembre. Dejan sin entradas al Isabel la Católica, pero también atiborran decenas y decenas de bares, cafeterías, restaurantes y hoteles de la ciudad, además de dar empleo a técnicos y especialistas de ramos muy diversos.

La magia y el jazz, además de ilusión y placer, generan PASTA

Cuando entendamos que cada euro bien invertido en Cultura sirve para generar y producir muchos otros euros a su alrededor, empezaremos a comprender dónde están parte de los auténticos y necesarios Brotes Verdes de la economía granadina.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.