SUMO PELIGRO

Esta niña, australiana, de cuyo nombre no quiero acordarme, tiene el dudoso privilegio de ser la campeona de su país en su categoría en una disciplina de tan dudoso porvenir como… el Sumo.


Catorce añitos. La gran esperanza blanca del Sumo australiano.


No sé cuánto dinero habrá en el Sumo australiano. No sé si, la chiquilla, aún sin practicar ese deporte, también estaría tan rolliza. Pero ese físico no puede ser bueno para la salud.


Permítanme que manifieste un estupor sin igual antes estas imágenes.


Jesús Lens.

EN CUSCO EL REY

Hace algunos años pudimos disfrutar en España de la publicación de “Morir en La Paz”, una extraordinaria novela de Bartolomé Leal que, a caballo entre lo negro, el western y las aventuras puras y duras, nos deparó un puñado de horas de lectura de lo más apasionante y estimulante.

Después, por aquello de los milagros de Internet, no sólo tuve acceso a su “Linchamiento de negro”, una novela doblemente negra, que acontecía en Kenia, sino que tuve ocasión de contactar con el propio Bartolomé, que hizo algunas jugosas (y polémicas) aportaciones a mi antiguo Blog, “Pinchando en hueso”, y con el que comparto otro interés común y profesional: el crédito social y las finanzas solidarias para el desarrollo.

Por eso, cuando Leal me dijo que la editorial boliviana Nuevo Milenio había publicado su nueva novela, “En el Cusco el rey”, le pedí encarecidamente que me mandara un ejemplar, que ardía por leer la última historia surgida de su fértil y productiva imaginación.

Una vez leída, en apenas dos sentadas, surge una cuestión capital, claro. ¿Para cuándo una edición española de esta novela, apasionante, divertida, ilustrativa y emocionante? La trama parte de un robo de obras de arte que detecta un monje franciscano en la pequeña capilla de un monasterio perdido en las cercanías de Cusco, una de las ciudades del mundo que más ganas tengo de visitar, dicho sea de paso.


El hermano Doménico le encarga a un tal Bartolomé Leal, experto en arte colonial, que le eche una mano en la resolución de un enigma que obligará a los protagonistas a poner en marcha, primero, una investigación artística que resulta deliciosamente didáctica y pedagógica (y en absoluto cansina o aburrida.) Y, después, una persecución a toda madre por la cordillera andina, entre el Perú y la capital boliviana.


Una novela en que la reflexión y la acción van de la mano, protagonizada por un personaje principal y, sobre todo, por una atractiva galería de secundarios, con Martín Puccho a la cabeza, un reputado fotógrafo que, siguiendo la estela y el camino abierto por el grandioso Martín Chambi, tiene un activo taller de fotografía en Cuzco, para deleite de viajeros y turistas.

De entre las muchas y variadas grandezas de esta novela, hay una que me gustaría destacar por encima de todas: el realismo y la veracidad que rezuma cada una de sus líneas. Así, la Cuzco que nos describe Leal es una ciudad en que los turistas comparten espacio con los lugareños y en que el lector siente bullir la vida de cada plaza, cada calle, cada bar y restaurante.

Y uno parece escuchar las cumbias, visitar los museos, beberse el pisco-sour y gozar de las excelencias de la gastronomía andina, hasta el punto de que, en cuanto he terminado de leer “En el Cusco el rey”, inmediatamente de comenzado a tramar un futuro viaje a una zona de la geografía americana que se nos presenta como espectacularmente hermosa y arrebatadora.

Pero no quiero pecar de subjetivo. Así que voy a hacer la prueba definitiva… si cuento para ello con la complicidad de mi amigo Rafa, que estuvo en Cuzco hace unos meses. Le voy a pasar la novela y pedirle que la lea, a ver qué me dice sobre esa teóricamente realista percepción paisajística mía. Y ya les contaré como resulta el experimento.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

ESCAPAR CORRIENDO

A ver. Que tire la primera zapatilla cualquiera de los aficionados (y aficionadas) a esto de trotar, correr y galopar al que, practicando nuestro deporte favorito por la cuneta de alguna ignota carretera, no le han espetado alguna vez lindezas como “¡Correr es de cobardes!” o “¡Para hombre, que ya no te persigue nadie!”


El caso es que haya más o menos simpatía en el gracioso de turno, tengan sus palabras una mayor o menor dosis de ironía y mala leche, debemos reconocer que muchas veces tienen razón.

Porque… a ver. Que tire la segunda zapatilla aquél de ustedes (y ustedas) que no ha zanjado una discusión con la pareja, un desencuentro paterno-filial o una disputa laboral por la vía de calzarse unas deportivas y, dando un portazo más o menos contundente, echarse a correr, mascullando por dentro esas palabras que nunca se deben decir en alta voz si no quieres meterse, de verdad, en un buen lío…

(Si les parece, hagamos click en este punto para conectar con el Blog de Las verdes, en que está este artículo completo… seguido de un puñado de buenos comentarios, agradeciéndose su aportación, por supuesto)

Jesús Lens

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