La columna de hoy de IDEAL sobre un tema que, quién más quién menos, fijo se ha planteado en más de una ocasión…
Hasta en los toros. Ya se han metido hasta en los toros. No tenían bastante con haber asfixiado la educación, la sanidad, la justicia, las finanzas, la prensa y hasta las tertulias de radio. Aún les faltaban los toros. Y ya les han pegado una buena estocada. Los progres, que los quieren prohibir en Catalunya. Y, como contraataque, los conservadores los declaran bien de especial protección en las comunidades en que gobiernan, con Madrid y Valencia a la cabeza. Y ya está el pollo liado. Para variar, hay que tomar partido: si te gustan o defiendes los toros, eres azul. Si los consideras un espectáculo salvaje y grotesco, o tan sólo doloroso e inhumano, eres rojo. Y punto pelota.
Todavía me parto de la risa cuando me acuerdo de la capciosa pregunta de Rafa, hace unos años: ¿qué tipo de metro tenía que defender el votante del PSOE granadino, el soterrado o el de superficie? Y es que ha llegado un punto en que el Gran Hermano tiene la ceja de ZP y las barbas de Rajoy. Nada escapa a su escrutinio, control, dictado y manipulación. Es España, los partidos son más ubicuos que el mismo Dios.
Vale que durante la Santísima Transición fuera necesario llevar la democracia a sectores como el de la Justicia, proverbialmente conservadores y apegados al Régimen. Además, que ello se hiciera a través de los partidos políticos podría tener su sentido. Pero hoy, el bochornoso espectáculo que deparan el CGPJ, el Tribunal Supremo y el Constitucional, no tiene nombre.
Como no tiene nombre la politización del 11-M o la de la muerte de Mari Luz. Y por eso, quizá, la campaña del «Estosololoarreglamosentretodos» ha despertado tanto interés. Y tanta polémica. Porque empezamos a estar hartos de los partidos políticos y de que, en este país, para llegar a cualquier sitio, incluso a Presidente de tu Comunidad (de vecinos), tengas que llevar el carné en la boca, más visible que nunca.
¿Ha llegado el momento de que la llamada Sociedad Civil dé un paso al frente, intentando que los partidos dejen de alcanzar con sus tentáculos hasta el más recóndito de los cubículos en que se estructura nuestra vida? Con motivo de su vuelta a la actividad, los Confidenciales ardían en Internet, llamando vagos a sus Señorías Diputados y Senadores, para quiénes las vacaciones de Navidad se alargan hasta casi la primavera. Pero, la verdad sea dicha, si con el poco tiempo que trabajan ya se encargan de liarla parda, ¿para qué queremos que vuelvan antes de su reposo vacacional?
Pedir que los partidos políticos den un paso atrás no significa ser apolítico. O que la política nos dé igual. Ni mucho menos. Lo que empezamos a necesitar es una democracia, un auténtico gobierno del pueblo que, con sus derechos y obligaciones, trascienda esta actual partitocracia que todo lo invade y que nada deja vivir bajo su alargada sombra.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros
Comentarios
18 respuestas a «DESPOLITIZACIÓN»
Pocas cosas tan repugnantes como los «argumentarios» de los partidos políticos: consignas precocinadas para defender los propios colores sin tener siquiera que tomarse la molestia de pensar. Y como es un modelo tan cómodo, nos apuntamos todos, siguiendo el argumentario de nuestros medios o «comunicadores» favoritos.
Qué susto.
Si por lo menos hicieran las cosas bien…
Alex, es que si lo políticamente correcto ya es duro, lo partidísticamente políticamente correcto es que tira para atrás. Y tanto que susto.
Encinar, es que no se puede hacer las cosas bien cuando entran como elefante en cacharrería en (casi) todas las facetas de nuestra vida.
Estoy completamente de acuerdo; maldita política y malditos políticos. Hasta para empitonar a una vaquilla, nada importante, sólo un poco extramatrimonial tengo que descubrir mi pensamiento taurino o antitaurino…
sabeis que hubo un largo tiempo que no tuvimos políticos ni política ? lo sufristeis o lo disfrutasteis ? o hablais de oidas ?
Foces, entre el negro y el blanco nuclear, hay una infinita gama de grises.
He dicho muy claro que no me declaro apolítico. Digo que la asfixia de los PARTIDOS y sus aparatos es insostenible.
Todo, todito impregnado de política. Ésa es la realidad!
Sale una idea concreta y la gente espera a ver cómo se posicionan sus ideólogos-políticos de cabecera antes de definirse por un sí o un no (no vaya a ser que metan la pata y se les «condene por ello»). Dios, globalización del pensamiento en azul o rojo.
Lo impregna todo, todo (aunque es verdad lo que dice el Foces: largo tiempo sin políticos ni política tampoco fue bueno, no).
Lamento, Jesús, aunque respeto y entiendo la opinión de la mayoría de los seguidores de este blog. La política es la herramienta, la única, que tenemos los ciudadanos, el pueblo de a pie, para expresarnos democráticamente, apoyar o impugnar la acción de los gobiernos que elegimos, de mayorías o minorías. Si los políticos son hoy lo que son -que lo son- es porque durante muchos años de bonanza en España habéis sido indiferentes a lo que acontecía, porque todo iba bien. En Argentina, la crisis del 2001 sacó a las calles a miles de ciudadanos al grito de «que se vayan todos». Pero aquella reacción de hartazgo, al no tener luego expresión política, permitió que «volvieran todos». Y es que sin esa expresión, sin una organización popular alternativa, la política queda en manos de «los profesionales», los que sí están organizados y que por lo general sirven más al poder económico y mediático que al de los sectores populares que, por convicción o descarte, les han dado el voto. Sin política, el espacio del poder que queda vacante es ocupado por el autoritarismo. Es lo que nos enseña la historia, a la que conviene de vez en cuando echarle una mirada. Abrazos desde el sur.
Desde Zaragoza, tengo que manifestarte, Jesús, que suscribo totalmente tu columna en IDEAL.
Podemos ser apartidistas, pero no apolíticos.
Lo que no se puede es permitir que los partidos, tanto rojos como azules, intenten invadir todo lo que se guisa en esta Sociedad que nos toca vivir.
Hay que ser conservadores para conservar lo que está bien y progres para cambiar lo que está mal.
Querido Álter, ya llevo tiempo diciendo que le estamos dando demasiado margen a esta clase política patricia, tal y como manifesté hace poco en una entrada.
Si la sociedad civil no se sabe organizar al margen de esta clase política, mal asunto.
Espero vaya todo bien por las «Américas».
Hoy día discrepar del color de las baldosas del encerado de tu municipio es delito suficiente como para que el partido que sustenta el consistorio te haga «la cruz». ¿Eso lo sufrimos o lo disfrutamos?
Jesús, lo triste es que la inmensa mayoría pensamos igual y no somos capaces de votar en contra.
El concepto de «clase patricia» acuñado por José Antonio es acertada: somos su plebe; lo tienen asumido y, además, se lo creen y le damos motivos para ello.
Ojo, que yo digo que todos los políticos sean unos sinvergüenzas y que estaríamos mejor sin ellos. Digo que la Particratización de prácticamente todas las esferas de nuestra vida no es positiva. Y el discurso políticamente correcto, de aparato, es horroroso. Terrible.
Y que la Soceidad Civil debe tomar las riendas de muchas esferas de la vida que están tomadas por los aparatos de los partidos. Y, generalmente, por las esferas más mediocres de los mismos.
Jesus, supongo que en tu ultimo comentario ha faltado un NO… es que en otro caso, serías muy injusto. Hubo, hay y habran politicas y políticos muy apreciables…
Mantener despolitizada nuestra vida ordinaria no es dificil, te lo digo yo que fui y me quedan rescoldos, de una militancia muy activa. Solo hay que no meterse en los sembrados de celos, envidias, ambiciones… no se llega muy allá en poco tiempo PERO chico !!! se vive muy agusto con uno mismo. Y se puede llegar PERO a la larga… vamos, si vale uno para eso, obvio.
En mi opinión ha habido dos nones que han dado juego: uno que faltaba y otro que sobraba. «Mantener despolitizada nuestra vida ordinaria no es difícil» dice el sr. Foces, sus razones tendrá, pero no es asumible en el mundo real; en el de las utopías, quizás. Si se mantiene despolitizada la vida ordinaria estaríamos igual que en la dictadura, sólo que con ella teníamos varios partidos donde elegir: el Real Madrid, el magnífico Barcelona, incluso el sufridor Atlético de Madrid… y qué decir del Graná.
Si hoy uno quiere despolitizar su vida, se tendrá que tomar la práctica de don Tancredo y su tambor y sumarle la paciencia del Santo Job y ¿con esa acción demostramos democracia y libertad? ¿Realmente los políticos están deseando de mejorar nuestra situación o la de sus personas y partidos? Estamos en la mayor crisis, porque ya estamos, ¿no?, y se pegan por reunir esfuerzos para salir de ella; lo vemos todos los días; casi siempre lo que nos dicen por la mañana, por la tarde no es. Que esté todo sometido a prohibiciones o mandatos NO ayuda a la LIBERTAD. ¿Qué todos los políticos actuales son válidos? ¿Desde cuando? ¿Por qué no se atreven con las listas abiertas?
En cuanto a militancias que fueron… son muy bonitas y recuerdan la frase “ las novias del ayer” de don Claudio; nos parecen bonitas, pero realmente ni siquiera hubo novias.
Salvo que se fabriquen todas en Ferraz o Génova y por una sola persona.
pues tienes razon…. debia haber dicho «despartidizada» que me parece un palabro….
Pues sí. Me falta un NO. Menos mal que del contexto se deducía. Qué bien poder debatir de esta forma! Y que conste que pensar que los prtidos deben salir de según qué esferas es creer en la salud democrática de la sociedad
Amigo Jesus, disfrúta del Pacífico, nombre que aseguran es un contrasentido. No me gustaría ser el abuelo cebolleta, pero te has disculpado de tu opinión dos o tres veces en esta misma página. Que sepas que los que votamos la del 78, no creo que tú lo hicierqas, eres muy jovén, lo hicimos con la sana intención de que cada cual ejerciera su derecho a discrepar sin tener que dar cuenta a nadie, salvada la compostura. Te repito, no tienes vasallajes que pagar ni rendibús que hacer por ejercer tu derecho.
Perdón y gracias.
Carrasqueño, no la he disculpado. La he puntualizado. Y una vez, tan mal, que me olvidé un «No» capital.