CRISIS vs. POBREZA

Hoy tenemos en IDEAL las siguientes reflexiones sobre la Crisis y la Pobreza. Pero, además, les invito a que lean las reflexiones que, hoy más que nunca, mi Alter Ego José Antonio Flores publica en la misma página del periódico: Capitalismo herido.

Se calcula que, con 125.000 millones de dólares, se erradicaría la pobreza extrema en el mundo. El economista Jeffrey Sachs, autor del excelente y esencial libro “El fin de la pobreza”, publicado por la editorial Debate, lo ha cifrado exactamente, a través de un riguroso y apasionante estudio que, dejando atrás las abstracciones de siempre, demuestra que, si queremos, podemos. Y así se subtitula, precisamente, el libro de Sachs: “Cómo conseguirlo en nuestro tiempo.”


A lo largo del tiempo, cada vez que se han planteado estas cifras y estas necesidades, a todos se nos ha venido a la boca una palabra: utopía. Estemos más o menos concienciados por el problema de la pobreza en el mundo, siempre nos hemos refugiado en las excusas más peregrinas para justificar nuestra imposibilidad terminar con una lacra que, en el siglo XXI, resulta inconcebible.

Por si no queremos perdernos en las macrocifras, recordemos, a título de ejemplo, que por el precio de dos SMS, un niño del Malí comería tres veces al día, en vez de esa única comida a base de mijo que hace ahora. Que unas Nike cuestan lo que dos años de escolarización de ese mismo niño o que un profesor gana 120 € al mes.

Y, sin embargo, estos meses nos están sirviendo para llevarnos un restregón de realidad que, la verdad, no sé si nos hará abrir los ojos o, por contra, nos llevará a cerrarlos total y definitivamente. La crisis, ya lo sabemos todos, ha dado cerrojazo el mercado interbancario y la falta de liquidez ha provocado un contagio sistémico de pánico, poniendo en jaque al sistema capitalista en su conjunto.


Aún así y de momento, no parece que nadie se haya suicidado, como ocurriera el año 29, tirándose desde un rascacielos. Han desaparecido cientos de miles millones de euros, vale. Pero parece ser dinero improductivo, virtual, ficticio, como el del Monopoly. La crisis, en fin, parecía haber hundido un castillo de naipes insostenible, cimentado en pies de barro.

Y, así las cosas, ¿cómo han reaccionado nuestras autoridades?

Pues de una manera muy curiosa: poniendo en marcha, de forma inverosímilmente rápida, un plan de salvación del sistema neocapitalista que, sólo en Estados Unidos, se ha cifrado en 750.000 millones de dólares.

Bidonvilles africanas: ¿Por qué aquí no hay subprime?

Volviendo al principio de estas notas… terminar con la pobreza extrema que mata, cada año, a millones de personas, costaría 125.000 millones de dólares. Y no estamos, ni de lejos, en el camino para conseguirlo. Sin embargo, en apenas unos días, aparecen 750.000 millones, sólo en Estados Unidos, para salvar la banca.

Llámenme simplista, maniqueo, infantil, soñador, iluso… Llámenme lo que quieran, pero piénsenlo y sólo podrán llegar a una conclusión racional, harto sencilla: ¡Esto es una ignominia!


Por mi parte, estoy feliz de que se salve el sistema, no se pierdan los ahorros de la gente, podamos cobrar la nómina a final de mes y ver el fútbol el domingo. Me quedo profundamente tranquilo al contemplar que el mundo sigue girando y las Bolsas engordando. Y, sin embargo, no puedo evitar sentir rubor y vergüenza por cómo Occidente está salvando las excrecencias de un sistema corrupto hasta la médula mientras seguimos dejando que, cada cinco segundos, un niño muera de hambre en África.

Para nosotros, todo. Para ellos, nada.

Tengo esa sensación que te embarga en las noches de verano, cuando te has tomado tres sangrías y te tumbas a mirar el cielo estrellado. Empiezas a pensar en el cosmos, en las distancias siderales y en la vastedad del universo; te abrumas, te levantas y te vuelves a la orza, por otra sangría. Y a la barbacoa, por un pinchito, a charlar con algún amigo y reír con el último chiste del momento.

Así somos.

Ojalá que, al menos, la historia nos juzgue con la severidad que nos merecemos. Porque somos culpables de la muerte de decenas de millones de personas. Si no por acción, sí por omisión. Por omisión. Usted y yo. Somos culpables.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Más reflexiones sobre la Crisis: Subcrime organizada, IMG el Dólar del Pánico, y aquélla respuesta a una carta al director basada en el artículo Manda crisis.

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VENCIENDOME A MI MISMO

El sábado por la mañana me desperté temprano. Ya no tenía sueño, pero no me apetecía salir de la cama así que cogí el libro de la mesilla de noche y me apresté a terminar ese “Bomarzo” que me ha acompañado durante las últimas semanas, dentro del proyecto Liblogs.


Ya me quedaba poco para acabarlo, pero no me esperaba ese final. Concretamente, hubo un párrafo que me conmocionó y que leí varias veces, arrebujado entre las mantas. Lo reproduzco a continuación:

“El propio Samuel trazó sobre las palabras SIC ERIS FELIX, las sentencias: NOSCE TE IPSUM; VINCE TE IPSUM y VIVE TIBI IPSUM; así serás feliz: conócete a ti mismo, véncete a ti mismo; vive para ti mismo. Yo. Yo mismo, siempre yo mismo, conociéndome, venciéndome y viviendo para mí y para alcanzar la felicidad.”

Un puñado de palabras que resumen una novela de un calado extraordinario y una profundidad estremecedora. Pero no es momento, todavía, de hablar de “Bomarzo”. Porque, lo que yo quería contarles, es lo que pasó unas horas después, cuando salí a correr.

El viernes había hecho 16 kilómetros bastante potentes, con cambios de ritmo y demás y la exigente Media Maratón de Granada aún estaba muy reciente. Por tanto, el sábado pensaba despachar 13 tranquilos kilómetros. Estaba nublado, hacía fresco, tenía mucho trabajo pendiente y la tarde y la noche las tenía comprometidas con el CB Granada y el concierto de Extremoduro.

Me puse las zapatillas, una camiseta cualquiera y me eché al camino. Cuando dejé atrás la Marcha Verde de los sábados, en los aledaños del nuevo Los Cármenes e intenté alargar la zancada, vi que no iba con punch, que tendría que limitarme a rodar. En esas que salió el sol. Cuando iba por el camino de la Fuente de la Bicha, me adelantó una chica, sacándome del sopor en que iba sumido, pensando en el reportaje sobre Boabdil que había dejado a medias y tenía que terminar al volver a casa. La chica corría bien, fuerte y con ganas. Me puse a su lado y rodamos a la par unos kilómetros. Luego, ella giró hacia otro lado y yo seguí mi camino. Iba a gusto y me encontraba bien. Por tanto, no di la vuelta donde había pensado.

Seguí corriendo. Y, de forma impremeditada, decidí que era una buena ocasión de hacer 20 Kms. No iba demasiado fuerte y me encontraba con ganas. Se había quedado un día excelente y no tenía ninguna prisa por terminar. Entonces, me dije que también era una inmejorable ocasión de alargar mi carrera hasta los 25 kilómetros, haciendo la tirada más larga de mi vida como corredor. Así que decidí ir hasta Pinos, con la mente puesta en esa fuente de tres caños de agua fresca que me descubrieron mis amigos de Las Verdes.

Una decisión como ésta, mientras estás en el camino de ida, no pesa. A fin de cuentas, la mitad de 25 kilómetros son trece y medio, una distancia cómoda y muy razonable. De hecho, de una decisión tan osada te empiezas a arrepentir cuando, a los 18 o 20 kilómetros, el esfuerzo empiece a pasar factura.

A ver. No me había hidratado convenientemente. No me había alimentado cómo debiera para una tirada tan larga. Item más, ni siquiera me había echado vaselina en las partes del cuerpo que tanto sufren con el roce continuo, cuando vas corriendo. Nadie sabía que me había embarcado en esa quimera, nadie me esperaba y a nadie le importaba, claro. No llevaba un céntimo en los bolsillos, ni un teléfono, obviamente.

Tras beber agua en la fuente de Pinos y estirar los músculos durante un minuto, emprendí el camino de vuelta. No me gustan las vueltas. Soy más amigo de los caminos de ida, pero siempre hay que terminar volviendo. Y me hice, claro, la famosa pregunta con que Bruce Chatwin resumió la esencia del ser viajero: “¿Que hago yo aquí?”

La respuesta, en esta ocasión, salió sola: conocer mis límites, desafiarlos y vencerlos. Sí. Bomarzo, el gibado príncipe renacentista italiano, me había puesto, desde las páginas de un libro, en un camino duro y exigente, pero muy satisfactorio. Se me pasaron los nervios y la inquietud. A fin de cuentas, estoy viviendo para mí mismo y nadie me espera al final del camino, sea de ida, sea de vuelta. Me relajé y disfruté de la carrera.

Dos horas y media conmigo mismo, corriendo, sin sufrir, apreciando el camino, el paso del tiempo y los kilómetros. Terminé el recorrido muy cansado, por supuesto, pero aparentemente entero. Tenía bastantes rozaduras, claro. Algunas muy dolorosas. En casa, bebí agua, estiré unos músculos cargados y apelmazados y me duché. Sin embargo, al caer en el sillón, me sobrevino la extenuación de haber sometido el cuerpo a una prueba, quizá demasiado dura. Me dio tiritera, apenas podía comer y me sentí mal… pero se pasó pronto. Bebí mucha agua. Me tomé una buena ensalada con patatas, fruta y yogur y me pude poner a trabajar. Me había vencido.

No se me va la frase de Bomarzo de la cabeza. Tiene muchas connotaciones. Muchos sentidos. A quiénes, como le pasa al personaje de Manuel Mújica Lainez, la vida nos hizo físicamente complicados, vencernos a nosotros mismos es un reto que asumimos con especial dedicación. Yo conseguí, en un momento difícil de mi vida, derrotar fantasmas, vencer una timidez compulsiva y terminar con una buena cantidad de complejos. Pero la lucha continúa, día a día. Conocernos, asumirnos, pero vencernos. Lo malo es que, a veces, vencernos supone derrotarnos a nosotros mimos. Y eso no es bueno.

Dejo aquí estas notas. Pero volveré, claro que sí, sobre esta frase que, es evidente, me ha impactado. “Así serás feliz: conócete a ti mismo, véncete a ti mismo; vive para ti mismo.”

Continuará.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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MÁS VANOS

No. No he mirado nada sobre las ventanas, su simbolismo y demás. Pero hoy, día nublado y fresco, sentado frente a una ventana, escribiendo, me acuerdo de esos vanos que comunican dos mundos.


Y aprovecho para subir otras dos de las sublimes fotos de Colin Bertholet, tras aquel primer vano alpujarreño.


Siempre gracias.

Jesús Lens.

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PD.- Apostaría a que dentro de poco vamos a poder disfrutar de un Foto-blog amigo repleto, entre cosas, de vibrantes notas de jazz y de impresionantes fotografías…

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¿POLÉMICOS HUMORISTAS GRÁFICOS?

Martín Favelis, al que conocen ustedes por ser el generoso y voluntario autor de mi Avatar como Pateador de Mundos, es el inventor, coordinador y factótum de un Encuentro Internacional de Humoristas Gráficos que, desde hoy, celebra su II edición en la ciudad de Granada.


Y ha empezado con polémica ya que el leit motiv de esta edición es, ni más ni menos, que la sacrosanta Semana Santa…

Hay que pasarse a ver los trabajos, charlas con los humoristas, etc.

Toda la información, aquí.

Destacamos: En la Asociación de la Prensa (C/ Escudo del Carmen, 3) una Expo con la página de los viernes de IDEAL. En e Ayuntamiento, la exposición sobre la Semana Santa. Y mañana, a eso de las 18 horas, en la terraza del Chikito, nos podemos acercar a los dibujantes y llevarnos caricaturas y compartir un buen rato. Nos vemos.

Jesús Lens.

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