A VUELTAS CON EL GUERRERO

Vamos con la columna de IDEAL, esperando que aportéis alguna luz, si fuera posible…

Si la semana pasada nos tocaba volver sobre el despropósito del Estadio de la Juventud, hoy es necesario hablar, de nuevo, sobre el Centro José Guerrero. Es curioso. Hace año y medio terminaba un artículo en estas mismas páginas de la siguiente forma: “Me siento incapaz de saber quién tiene la razón en este pleito artístico, pero sería una auténtica pena que Granada perdiera la custodia del legado de Guerrero, uno de sus artistas universales”.

Hoy, cuando ya se ha oficializado que los cuadros de Guerrero se dirigen a un almacén de Madrid (ya veremos por cuánto tiempo) sigo sumido en la confusión, la incredulidad y el desconcierto. Por un lado, me maravilla cómo la Familia Guerrero ha despachado en un puñado de días las ofertas de la Diputación de Granada, del Ayuntamiento y de CajaGRANADA con una majestuosa elegancia y una florida prosa, directamente proporcionales a su cerrazón negociadora.

Por otra parte, sabido es que los políticos no soportan cualquier autonomía en la gestión que escape a su directo control y supervisión por lo que la Diputada de Cultura tenía que estar necesariamente bajo sospecha tras su errática gestión de la crisis. Habla entonces sobre unas cartas amenazantes que la obligan a guardar silencio sobre la negociación con la Familia y la cosa toma tintes dramáticamente surrealistas.

Y quedan los intelectuales. Esos genios, escritores, artistas, galeristas y técnicos que no dudan, desde Madrid, en alabar la grandeza del Centro Guerrero, en criticar todo lo criticable a las instituciones locales y en denunciar “una reacción paleta y provinciana” ante la crisis. Y en defender a Yolanda Romero, claro.

Conste que todas las referencias profesionales de la ex directora del Centro José Guerrero son excepcionales. Conste igualmente que el mismo, en pleno centro de la ciudad y contando con un unánime apoyo no sólo institucional y local, sino también de la crítica de los grandes medios de comunicación españoles, estaba permanente y sistemáticamente vacío. Y eso que la entrada costaba la nada desdeñable cantidad de … 1 euro.

Daban igual las siempre elogiosas reseñas del Babelia, El Cultural, ABCD o Culturas. Ni un alma. Silencio absoluto. Y vale que los granadinos seamos unos provincianos, paletos y catetos incapaces de apreciar los diamantes, tallados o en bruto, delante de nuestras narices, pero ¿y esas hordas de viajeros y turistas ilustrados que visitan Granada? ¿Por qué no se agolpaban en las puertas del Guerrero, impacientes y expectantes?

Cuando este asunto reventó, hace ya muchos meses, se decía que los Guerreros acabarían en el Reina Sofía. Una leyenda urbana, por supuesto, ya que van directamente a un oscuro almacén. De momento. ¿La culpa? Entre todos los echaron y ellos solos se marcharon. ¿El futuro? Está por ver en qué termina la implacable y soberbia negociación de la Familia, repleta de aprioris absolutamente inasumibles, por mucho que venda de cara al exterior.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.