Ya tengo una nueva película favorita de la vida y, si la clasificara siguiendo el método de la biblioteca de Aby Warburg, la situaría entre ‘El corazón del ángel’ y una que no les desvelaré hasta el final para no darles pistas.
Confieso y me arrepiento, hermanos, de no haber visto ‘Pecadores’ en el cine. Ahora sólo espero que editen un blue ray con la versión extendida, acompañada de su portentosa banda sonora, para hacerme con una copia y colocarla en mi particular altarico dedicado a las joyas del séptimo arte.
Me arrepiento de llegar tarde, que la película escrita y dirigida por el cineasta afroamericano Ryan Coogler acaba de ser estrenada en plataformas. Aun así, si usted tiene la suerte de no saber de qué va, abaláncese a ciegas sobre ella, con frenesí y desafuero, una de estas tórridas noches de verano. No se arrepentirá.
Todo comienza en el delta del Misisipi, en los años 30 del pasado siglo, con un chavea que, baqueteado y maltrecho, con la cara más cortada que la del mismísimo Al Capone y portando nada más que el mástil de una guitarra, entra en la iglesia donde su padre celebra misa. El pastor sólo le pide una cosa mientras le abraza con fuerza: que deje atrás el blues, esa maldita música del demonio.
Viaje en el tiempo al presente más rabioso. “El BluesCazorla no decae. Edición tras edición, este municipio de 7.000 habitantes casi ve doblar su población durante el primer fin de semana de julio. Sin que en los 31 años de vida de este evento haya habido un solo altercado reseñable. Un dato curioso y alentador a la par, que demuestra el carácter alegre y pacífico de la música en general y del blues en particular”. Así comenzaba la crónica de José Luis González en IDEAL de uno de los acontecimientos musicales con más personalidad de Andalucía.
Me encanta el blues. De hecho, una de las grandes pérdidas culturales de nuestra provincia es el mítico Tabaco Blues de Vegas del Genil. ¡Cuántos momentos irrepetibles, en aquella cita vegueño-musical! Ahora, La Costa Tropical toma el testigo y el Parque del Majuelo acoge esta semana la primera edición del Almuñécar Blues Fest, con figuras legendarias de la música norteamericana. ¿Quién nos puede asegurar que alguna de ellas no ha vivido algo parecido a lo del primo Sammie de ‘Pecadores’?
La película de Coogler resulta maravillosamente inclasificable. Tiene tantas influencias que se eleva por encima de las convenciones para erigirse en un género en sí misma. De hecho, si tuviera que volver a escribir mi viejo libro ‘Café-Bar Cinema’, ese Aserradero ocuparía un capítulo entero y verdadero.
Actores y actrices están imperiales, empezando por el doble papel de Michael B. Jordan, esos dos gemelos que, después de trabajar para Capone en Chicago, vuelven a casa con la intención de montar un club de blues para la población negra. Su política de fichajes nos recuerda a la de ‘Los siete magníficos’, pero en versión empresario-musical, entre pianistas, guitarristas, cantantes, proveedores, santeras, diseñadores, cocineros y equipo de seguridad. ¡All Stars como los de la NBA! Y todo ello en un ardiente y frenético día que da paso a una noche en la que… en la que… resumámoslo en que pasa de todo.
Termino con la otra peli junto a la que colocaría ‘Sinners’, que muestra bien a las claras por dónde irán los tiros. Si lo lee usted, que sea bajo su propia responsabilidad, ¿de acuerdo? Hablamos, por supuesto, de ‘Abierto hasta el amanecer’, aquella memorable barbaridad de Robert Rodríguez que ya estoy loco por volver a ver.
Jesús Lens
