A Cáritas por robar una pizza

Aqui os dejo una de esas historias que salen de los juzgados de Menores. ¡Cómo están las cabecitas! Ojalá la ‘condena’ les sirva para aprender. «Pocas veces en la historia criminal de Granada -que es dilatada y rica en hechos insólitos- habrá habido tanta desproporción entre los medios humanos y materiales que desplegaron los ladrones y el botín que pretendían obtener: una modesta pizza valorada en 6,95 euros.
Nadie duda de que, con esto de la crisis, la vida está muy mala. Pero parece un exceso incomprensible que «varios» menores y adultos -puede que ocho o diez personas en total, algunas de las cuales iban encapuchadas- se confabularan para tender una celada a un repartidor motorizado y arrebatarle un botín que no llegaba ni a siete euros. Si no fuera porque la víctima resultó herida durante la refriega, esta historia sería casi cómica. Hubo incluso quien trató de justificar lo ocurrido alegando que fue una broma, que el asunto se le fue un poco de las manos. Maldita la gracia que tuvo que hacerle al «pizzero».
Ocurrió en octubre del año pasado en una localidad del área Metropolitana de Granada. Desde dicha población, alguien telefoneó a un establecimiento de la capital para solicitar una pizza de 6,95 euros. El comunicante, como es costumbre, advirtió a su interlocutor de que el empleado debía llevar cambio de cincuenta euros.
El repartidor cargó la mercancía en la caja de su motocicleta y se dirigió al lugar de la cita. Él no lo sabía, pero iba directo a la boca del lobo. Cuando llegó «y se disponía a hacer entrega del pedido», se encontró con un panorama más que inquietante. Frente a él se movía un grupo de sujetos, entre los que había menores, que no parecían tener muy buenas intenciones. Algunos de ellos iban embozados.
Las pesquisas posteriores sirvieron para identificar a dos de los ladrones, que resultaron ser dos chavales menores edad. La Fiscalía les atribuía la comisión de un delito de robo con violencia. Sin embargo, no fue necesario celebrar la vista oral del juicio. Antes de que se iniciara el desfile de testigos, los chicos admitieron su responsabilidad y se conformaron con la pena solicitada por el Ministerio Público: 150 horas de trabajo en beneficio de la comunidad. El juzgado que vio el caso ha determinado que dediquen ese tiempo a colaborar con Cáritas, una organización no gubernamental que, debido a la recesión económica, necesita cuantas más manos mejor».

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