Reflexión y lectura

Se me hace extraño, tras la intensidad de los debates electorales y los posteriores análisis, contraanálisis, memes y chascarrillos, haberme alejado de la actualidad política, las alertas de los periódicos y los trending topics provocados por los anuncios de la nueva Reconquista. Que vaya empeño tiene la derecha con el dichoso temita.

Me he venido a Cuenca durante los últimos días de la campaña y aquí paso la jornada de reflexión, hablando de libros. Y de lectura. Que puede parecer lo mismo, pero no lo es. Me gustan las Casas Ahorcadas porque su ideólogo y director, el incombustible Sergio Vera, lo orienta todo al fomento de la lectura. Por eso lo denomina como festival socio-cultural: su objetivo es hacer lectores.

Dos temas importantes sobre los que reflexionar en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Cuenca, uno de esos imprescindibles patrocinadores que hacen posible el Festival: los audiolibros y los diferentes planes de fomento de la lectura impulsados desde Casas Ahorcadas. ¿Son ustedes aficionados a leer libros a través del oído? Hace unos días, la escritora granadina Clara Peñalver me animaba a probar Stoytell, una plataforma de alquiler de libros con tarifa plana que funciona como Netflix o Filmin y a través de la que se pueden escuchar los libros grabados por profesionales del doblaje.

Les confieso que en esto, como en tantas otras cosas, peco de conservador, rayando en el viejunismo. Ojo: nada que ver con cuestiones políticas, que hoy estamos para reflexionar… Soy reacio a probar el audiolibro, creo, porque soy pésimo hablando por teléfono: nunca sé qué hacer, a dónde mirar ni qué postura adoptar durante una conversación telefónica que pase de los dos minutos imprescindibles para transmitir la información relevante. Pero lo voy a probar, empezando por el podcast “El gran apagón”, de José Antonio Pérez Ledo.

Y el fomento de la lectura. Porque, como decíamos el Día del Libro, en España se lee poco. Y se lee mal. Y a los adictos a la lectura, quienes disfrutamos entre páginas y entre líneas, nos da mucha rabia que la gente se lo pierda.

Gamificación, transmedia, interpretación, participación… estoy absorbiendo toda la información posible para seguir abundando en la “infección” literaria de la gente. Se me hace extraño que las últimas reflexiones previas a las elecciones sean sobre estos temas, pero la verdad es que me gusta.

Jesús Lens

A las Casas Ahorcadas de Cuenca hay que ir

Son de necesaria visita y obligado cumplimiento para los amantes del Noir. Las Casas Ahorcadas, el festival literario montado por Sergio Vera en Cuenca, convertido en lugar de culto donde reunirse al calor de lo mejor del género negro y policial.

Fui el año pasado por primera vez y, como confesé en alta voz durante una de las jornadas de la pasada edición de Granada Noir, me traje un montón de ideas. Me gustó el carácter diferente e innovador de un festival inspirador al que suelen ir algunos de los autores y autoras más interesantes del panorama literario español contemporáneo. Y algunos extranjeros, que este año vamos a tener el privilegio de escuchar a Massimo Carlotto, por ejemplo.

Para quienes programamos actividades culturales, es imprescindible salir por ahí, a ver qué se cuece en otros sitios. Y cómo se hace. Es igualmente necesario para experimentar en vivo y en directo cómo funcionan los programas diseñados sobre el papel, la reacción del público a las charlas, la interacción de los invitados y la acogida de las diferentes actividades, conferencias y mesas redondas.

Los festivales literarios son especialmente complicados en ciudades como Granada, cuya profunda agenda cultural ofrece todas las semanas varias presentaciones de libros y diferentes conferencias, seminarios o encuentros de todo tipo. Es necesario afinar muy bien para ofrecer propuestas interesantes y atractivas para el público. Y ahí, la capacidad de comunicación de los ponentes es esencial, al margen de la imprescindible calidad de sus obras, algo que, como al militar el valor, se les presupone.

Así, el año pasado tuvimos ocasión de conocer a José Antonio Pérez Ledo, un tipo proteico que lo mismo escribe novelas que es guionista de talk shows, monta espectaculares podcasts y publica tebeos tan interesantes como ‘Los enciclopedistas’.

En Casas Ahorcadas también vi las enormes posibilidades del debate sobre corrupción y novela negra que replicamos en Granada Noir, con Graziella Moreno y Carles Quílez en apasionante conversación con Quico Chirino.

Este año tengo especial interés en reencontrarme con Domingo Villar, que ha vuelto a la primera línea de la actualidad editorial con la publicación de su esperadísima ‘El último barco’, la nueva aventura del inspector Leo Caldas. Es una de las novelas, además, que leeremos en el Club de Lectura de Granada Noir en las próximas semanas, así que pienso sacarle hasta el tuétano al autor gallego.

Les hablaba de Massimo Carlotto, un autor total que lo mismo escribe novelas que obras de teatro, hace reportajes para revistas o colabora con la prensa más comprometida. Su historia es fascinante: en 1976, con 19 años de edad y militante del grupo izquierdista Lotta Continua, es testigo del asesinato de una joven estudiante. Se presenta ante la policía italiana para declarar, pero termina imputado como autor de un delito de homicidio.

Absuelto en primera instancia, fue condenado a 18 años de prisión tras la apelación. Pendiente del cumplimiento de la condena, en 1982 decide exiliarse, primero a Francia y después a México, donde es detenido por la policía y extraditado a Italia, donde es encarcelado. Tras una revisión del caso, la condena se reduce y, finalmente, gracias a la presión popular, Carlotto es indultado en 1993.

A partir de 1995 comienza su exitosa trayectoria literaria con la publicación de ‘La verdad del caimán’, una excelente novela en la que el autor italiano también da rienda suelta a su pasión por el blues. Aunque sus libros han sido traducidas al castellano, su distribución fue dispersa. Eso sí, en 2018 se reeditaron sus dos primeros títulos en formato de bolsillo, lo que supone una inmejorable oportunidad para reencontrarnos con el Caimán.

Por Cuenca pasarán ese imprescindible dúo dinámico noir de nuestras letras conformado por Nieves Abarca y Vicente Garrido, ganadores del Tormo Negro, el premio que cada año concede el Club de Lectura de Las Casas Ahorcadas a su novela preferida del ejercicio. Y estará Carlos Bassas, que publicará su ‘Soledad’ a finales de mayo. Ya he tenido la oportunidad de leerla y les aseguro que, siendo dura como una pedrada en el occipucio, va a dar mucho que hablar.

Pero sobre todo, uno va a los festivales esperando descubrir cosas nuevas. A autores que no conocía. Libros que no había leído y de los que no tenía noticia. Savia fresca. Los festivales también tienen que ser eso: territorio de aventura al que acercarse sin saber exactamente qué se va a encontrar. No hay nada más aburrido que el tedio de la previsibilidad… ni nada más placentero que la sorpresa del descubrimiento.

La responsabilidad de los programadores es ofrecer una propuesta de actividades de calidad contrastada que, al margen del mayor o menor nombre de sus protagonistas, resulte interesante y atractiva para el público. ¡Espero que a la gente de Cuenca le guste ‘Black Water’, la presentación que les llevo este año!

Es para eso -además de para pasarlo bien, obviamente- para lo que viajamos a festivales originales, novedosos y diferentes como Las Casas Ahorcadas, Aragón Negro, Bruma Negra o el Quais du Polar. Para ver, escuchar, descubrir, compartir, ofrecer, mostrar, aprender… y tratar de replicar las mejores prácticas en casa, en Granada Noir y en Gravite.

Jesús Lens

Colgado de Cuenca

Sergio Vera acaba de comprometer a Víctor del Árbol, Martín Olmos y Carlos Bassas, en la Mesa-Taller sobre frases lapidarias del festival Las Casas Ahorcadas. Les ha comprometido muy seriamente, desafiándoles a que cada uno de ellos escriba su epitafio. Así a botepronto. Sin previo aviso. A traición. Ha sido el segundo desafío de una velada espectacular en la que el crimonólogo Vicente Garrido ha trazado un perfil psicológico para nosotros, a modo de ejercicio práctico, sobre un caso real y muy mediático.

Los tres comprometidos

Es lo que tiene Las Casas Ahorcadas: originalidad. Y punch, fuerza y creatividad. Un festival creado a imagen y semejanza de su ideólogo e impulsor: Sergio Vera, un tipazo sin igual que se merece un monumento en algún callejón sucio y oscuro de Cuenca.

Las Casas Ahorcadas es un festival literario nacido al calor del club de lectura que, con el mismo nombre, ya tiene a cerca de sesenta miembros, entusiastas y participativos. Lectores para quienes este festival es la culminación de un año de lecturas, análisis, tertulias y encuentros con escritores que, en Cuenca, se encuentran como en casa.

Un festival que, como el otro gran pionero, Pamplona Negra, combina una calidad cultural excelsa con el show y el espectáculo, invitando a los participantes a que vayan más allá de las presentaciones al uso, desafiándoles a que innoven y traigan intervenciones nuevas, originales y diferentes.

Desde Granada Noir hemos presentado dos propuestas: una charla sobre los cócteles del género negro, que hicimos a la una de la madrugada en la Ronería de La Habana, entre Gimlets, Old fashioned y Rusos Blancos; y un recorrido musical por diferentes bandas sonoras de la historia del cine policíaco. Un viaje en el tiempo, apasionante, que nos condujo de Al Johnson y “El cantor de jazz” a “Sicario” y “Comanchería, combinando palabra, música e imagen gracias al talento de Sonia Moreno, de Acento.

Se lo decía a Sergio: de mayor, Granada Noir quiere ser como Las Casas Ahorcadas. Y lo primero que vamos a hacer es poner en marcha un club de lectura y cine, muy negro y muy criminal. Si algo me han enseñado estos cuatro días en Cuenca es que los festivales han de ser para y por los lectores y los espectadores. Los que ya lo son y los que están por venir. ¡Manos arriba, quienes se apunten!

Jesús Lens