Oscurantismo informativo

Hace un par de días tomaba café con un amigo que se declaró entre sorprendido e indignado por una noticia local… que lleva gestándose varios lustros. Como remate de su apasionada alocución, terminó con un encendido “habría que hacer algo”. Cuando me espetan la frase de marras seguida de puntos suspensivos y ojillos esquivos, sé positivamente lo que me están sugiriendo, por lo que suelo cambiar de tema. Más aún en un caso como éste, del que pensaba que a buenas horas mangas verdes.

Mi amigo, que por lo demás es una extraordinaria persona, hace tiempo que dejó de leer la prensa o de escuchar la radio, más allá de programas musicales y/o de bromillas simpáticas con las que empezar el día con supuesto optimismo. Mi amigo, como tanta otra gente, alimenta su ser informativo a través de las noticias compartidas en las redes sociales. Y ya.

Hace unos días, Facebook decidió mantener abiertas cuentas que difundían bulos electorales en España. Sin ningún rubor, la empresa señaló que no violan sus políticas. Se trataba de cuentas tan bochornosas y rudimentarias que han sido cerradas o abandonadas por sus propios promotores, frente a la impavidez del invento de Zuckerberg.

Antes de ayer, el guionista Aaron Sorkin, creador de ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’ y oscarizado guionista de la película ‘La red social’, obra maestra incontestable en la que se cuenta el nacimiento de Facebook; le escribía una carta a Zuckerberg que incluía el siguiente párrafo: “Tú y yo queremos que la libertad de expresión esté protegida para que nadie termine en la cárcel o sea asesinado por decir o escribir algo impopular, no para garantizar que el electorado estadounidense tenga acceso sin restricciones a mentiras”.

Se trataba de la respuesta a un controvertido discurso en la Universidad de Georgetown en la que el creador de Facebook amparaba la difusión de bulos bajo el paraguas de la libertad de expresión.

¡Qué pena, tanto progreso, tanta educación y tanto desarrollo tecnológico de última generación para terminar retrocediendo al oscurantismo informativo y al mito de la caverna más ignorantes y primitivos!

Jesús Lens

Steve Jobs

“En el principio ya existía la Palabra;

y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios”.

 

Juan 1:1

 

Que la primera película del año 2016, estrenada el 1 de enero, sea una obra maestra, es un arma de doble filo. Por un lado, me gustaría pensar que va a marcar la tónica y el paso del año cinéfilo. Por otro… las comparaciones serán inevitables.

Steve Jobs

Y, desde luego, cualquier comparación con esa joya que es “Steve Jobs”, hará palidecer a la película comparada. Porque “Steve Jobs” es prodigiosa, desde el primer minuto hasta el último, desde el primer fotograma hasta el final de los títulos de crédito.

Esto no quiere decir que tenga que gustarte, obligatoriamente.

Porque hablamos de una película basada en la palabra. Y eso, en el cine, hay a quien no le gusta.

Steve Jobs Sorkin

Pero empecemos por el principio. Y el principio es una película bastante decepcionante titulada “Jobs” e interpretada por Ashton Kutcher. Se trata de un biopic más o menos convencional sobre una persona que fue cualquier cosa… menos convencional. Una persona, además, a la que hemos visto muchas veces, en vivo y en directo. Porque sus presentaciones de productos Apple se convertían en fenómenos mediáticos interplanetarios y su célebre discurso en la Universidad de Stanford tiene millones y millones de visitas en el YouTube. Hablamos de Steve Jobs, un tipo que provocaba sentimientos cuasirreligiosos entre el público.

Y entonces comenzaron a filtrarse noticias sobre un nuevo proyecto basado en la figura de uno de los grandes gurús contemporáneo. Y un nombre empezó a sonar con insistencia: Aaron Sorkin.

Steve Jobs Boyle

El cine del siglo XXI se basa en el poder de las estrellas -como casi siempre-, en una importancia menguante de los directores –con sus excepciones- y en la importancia creciente de las franquicias y los blockbusters. Y, en esa ecuación, figuras como el guionista o técnicos como el director de fotografía, están prácticamente desaparecidas.

Con algunas excepciones. Como Aaron Sorkin, por ejemplo. Y no solo porque haya ganado el Oscar por “La red social” o haya estado nominado por “Moneyball”, sino porque es el responsable, creador y showrunner de una de las grandes series de la historia de la televisión: “El Ala Oeste de la Casa Blanca”.

Steve Jobs Fotograma

Un tipo, además, que tiene las cosas claras. Por ejemplo cuando, al hablar de su proyecto sobre Steve Jobs, señalaba: “Para ser honesto, una de las dudas que tenía al aceptar el guion era que sería como escribir sobre The Beatles, hay mucha gente por ahí que sabe mucho sobre él, eso puede ser peligroso, puede decepcionar. Francamente, puedo ir a un estadio de béisbol, y varias personas sabrán tanto de Steve Jobs como yo”.

¿Y qué hizo para no decepcionar?

Escribir un guion valiente y audaz, centrado exclusivamente en tres momentos muy concretos en la vida de Jobs: la presentación del Macintosh, la presentación del NeXT y la presentación del iMac. Más concretamente, el guion cuenta los minutos previos a cada una de esas presentaciones. Porque las presentaciones en sí podemos verlas en Internet.

Y esos minutos previos a cada presentación son frenéticos, estimulantes, caóticos, medidos, locos, excitantes… porque antes de cada presentación, Jobs aprovecha para resolver asuntos pendientes. Con sus más íntimos y director colaboradores, por ejemplo. Y con su hija. Y con la madre de ella. Y esas conversaciones, vertiginosas, repletas de réplicas y contrarréplicas; sirven para contarnos toda una vida. Y más de una, en realidad. Y hablo de Jobs como si fuera él mismo quién apareciera e pantalla. Porque la interpretación de Michael Fassbender es tan prodigiosa que nunca tienes la sensación de estar viendo a un actor actuando en pantalla.

Steve Jobs Film

Y para ilustrar esas conversaciones, el director Danny Boyle imprime a “Steve Jobs” un ritmo endiablado y prodigioso, con tomas realizadas en prodigiosos escorzos o en ángulos imposibles. Travellings fastuosos que acompañan a los personajes mientras caminan, suben en ascensores, pasean por la terraza o bajan a los sótanos de los edificios en los que se van a celebrar cada una de las presentaciones, y que fue uno de los rasgos definitorios del estilo del Ala Oeste, que hizo escuela.

Se me ha ido la mano con esta reseña. Pero es que “Steve Jobs” es una de esas películas que provocan. Provocan ganas de hablar sobre ella, de volverla a ver y de repasar los discursos y las intervenciones de Jobs… y, sobre todo, provocan ganas de recomendarla.

Así que… ¡vayan, vayan a ver “Steve Jobs” y comentamos!

Jesús Lens

Twitter Lens

Moneyball

Antes de hablar de esta joya, que no debes perderte, un recordatorio: «Café-Bar Cinema» busca los mejores garito de la historia del Cine. ¿Has escrito ya tus cinco favoritos? Pues hazlo AQUÍ.

Y, ahora sí. ¡La caña de película! La película que no me canso de recordar, desde que la vi el pasado miércoles. Opinamos sobre ella en La Opinión. Y si mañana están por Málaga, compren la edición local del periódico y busquen el suplemento literario, por favor.

Una frase de nuestra reseña sobre «Moneyball»:   Es la película que Florentino Pérez tenía que haber puesto a Valdano y a Mourinho, para que arreglaran sus diferencias. Es la película que Guardiola recomendará ver a sus más íntimos amigos.

Pero, ojito, aunque no os guste el deporte, no dejéis de verla. De verdad. ¡Imprescindible!

Jesús ojeador Lens

PD.- ¡Oscar para Brad Pitt ya!

PD II.- ¿Y en 2008, 2009, 2010 y 2011, qué?

El Ala Oeste de la Casa Blanca

Punto y seguido.

Cada vez que terminaba de ver una de las siete temporadas de esa joya, de esa maravilla que es “El Ala Oeste de la Casa Blanca”, era como poner un punto y seguido a una historia adictiva y fascinante; atrapadora, envolvente, sugerente y… ¡añadid todos los demás adjetivos calificativos – superlativos que podáis imaginar!

Hasta que llegué al final de la Sexta. Entonces solo me quedaba la Séptima. Y esperé, esperé, esperé hasta que desesperé. Y la vi. Con avaricia. Con lujuria. Con ansia. De tres en tres episodios. A mediodía y por la noche. Y en un par de fines de semana.

Y se acabó.

¿Punto final?

Reconozco que había terminado de ver el último fotograma del último capítulo de la última temporada de la serie y que, lo que me pedía el cuerpo, era volver a ver el piloto, empezar por el principio. Otra vez.

Recuerdo que, estando en Málaga, compré el cofre con las siete temporadas. Estaba con unos amigos del equipo de baloncesto, que jugábamos en Estepona aquella semana. Creo que me gasté 120 euros, en el pack completo. Me miraban como los galos miraban a los romanos: “están locos estos pívots”.

¿Es mucho dinero? Si multiplicamos 22 capítulos por 7 temporadas y por 45 minutos cada capítulo, nos salen unas 115 horas.

Más o menos, a un 1€ por hora.

¿Qué os parece la ratio?

Por mi parte, podéis creerme: merece la pena. ¡Vamos que si merece la pena!

Momento anécdota:

Estaba un día viendo un excelente reportaje que hizo la HBO sobre la campaña de Obama, de las primarias hasta las elecciones presidenciales y, por fin, el famoso discurso de investidura y la toma de posesión. Uno de esos documentales íntimos en los que se permite al cámara introducirse en la intimidad más íntima del Presidente, su esposa y su séquito.

Y, sin embargo, no me lo creí.

Es decir, sabía que todo aquel ritual de las elecciones, los caucuses, los debates, las convenciones, etcétera, etcétera, etcétera era cierto y real. Y lo sabía no tanto por ser un devorador de prensa cuanto por haberlo visto en “El Ala Oeste de la Casa Blanca”.

¿Quién es el Presidente de verdad y cuál el de ficción?

Y lo había visto tan bien, a través de la óptica de tantos personajes tan bien trazados como Josh, CJ, Tobey, Leo, Sam o Donna; que Obama y su gente me parecían personajes de ficción mientras que Santos y Bartlet me parecían de carne y hueso.

El hecho de que el creador de la serie sea Aaron Sorkin, desde luego, es sinónimo de éxito, calidad y un marchamo de garantía certificada, como pudimos acreditar en su espectacular trabajo para “La Red Social” o, como ahora se rumorea, para poner en marcha el biopic del recién fallecido Steve Jobs.

No sé si os interesa o no la política americana, pero reducir a eso “El Ala Oeste de la Casa Blanca” sería como decir que “Centauros del desierto” es una película de vaqueros o, “El Padrino”, una de gánsgteres.

Porque series como ésta son un prodigio narrativo digno no solo de verse, sino de admirarse y estudiarse. Y de volver a verlo. Una y otra vez.

Jesús CasaBlanco Lens

¿Qué blogueamos la víspera de Todos los Santos, los últimos tres años? 2008, 2009 y 2010.

BOARDWALK EMPIRE

Hace unos días estuve haciendo ESTO.

Entre otras cosas, revisé cientos de papeles sepultados entre otros cientos de papeles. Como lo de Wikileaks, pero a nivel personal.

Fui desechando, tirando, rompiendo y escondiendo distintas cosas. Y de repente me encontré con un recortico diminuto en que se anunciaba que Martin Scorsese sucumbía a la televisión y se embarcaba en el rodaje de una serie llamada “Boardwalk Empire”, sobre la mafia y el tráfico de alcohol en los años 20 del pasado siglo, en Atlantic City.

Imagino que cuando se hizo el anuncio, yo ya estaría enganchado a algunas de las series de televisión de las que venimos hablando en esta página de un tiempo a esta parte, pero seguro que aún no tendría el grado de adicción que tengo ahora.

Porque ahora, el nombre de Martin Scorsese me impresiona, claro. Pero más aún me impresiona el de la otra parte que está detrás de “Boardwalk Empire”: Terence Winter.

Ahora pueden pasar dos cosas: que sepas de quién hablo o que no.

Y es que el mundo catódico del siglo XXI se divide en dos clases de personas: los que conocen el nombre de tipos como Terence Winter, David Simon, David Chase o Aaron Sorkin y los que no.

En concreto, Terence Winter estaba detrás de “Los Soprano”, una de las series que revolucionó el panorama televisivo del siglo XXI. Y, por eso, su presencia en esta nueva epopeya mafiosa, aunque la acción se traslade a los años 20, nos resultaba de lo más estimulante. A priori.

Una vez visto el piloto de “Boardwalk Empire”, dirigido por el propio Scorsese, ¿qué tenemos que decir?

Pues, en una palabra: que… ¡mola!

Me gustó, mucho, ese primer episodio. Y me gustó, mucho, el protagonismo del personaje de Enoch “Nucky” Johnson, interpretado por un extraordinario Steve Buscemi. Un personaje cuya carga de estrés, ansiedad y responsabilidad no le augura nada bueno, por mucho que vista unos trajes tan impecables como imposibles.

Me gustaron los secundarios. Y secundarias. Aunque a veces me perdiera en un complicado quién es quién, qué hace y por qué. Imagino que, a medida que pasen los episodios, nos iremos familiarizando con todos ellos.

Y me gustó el diseño de producción, la fotografía y la recreación de ese Atlantic City, con sus luces y sus sombras, las salas de fiesta y el puerto. Y las sacudidas de extrema violencia, súbita, seca y áspera.

Vamos que de “Boarwalk Empire” me gustaron hasta los andares.

Y juraría que, de aquí en adelante, me va a seguir gustando. Así que, como dice un gran filósofo… ¡Ya veremos!

Jesús Empírico Lens.