De Cuates y Gotanes

Acabemos el Puente con música, y no con muerte, mentiras, cinismo y asesinatos.

Una vez me preguntó una amiga que qué era eso de un Cuate. No me acuerdo de lo que le respondí en aquel momento. Pero una buena explicación habría sido decirle que un Cuate es un tipo que, de repente, un día te regala una joya de disco como ésta (en la que me ha costado entrar, de verdad, más de lo que me esperaba)

Rayuela, capítulo siete.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos…

… textos escritos y publicados hace años…

… con cronopios o sin ellos…

… en torno a su mundo de juego, a esa grave ocupación que es jugar cuando se buscan otras puertas.

Un, dos, tres, cuatro:

¡Tierra, Cielo!

Cinco, seis:

¡Paraíso, Infierno!

Siete, ocho, nueve, diez:

Hay que saber mover los pies.

En la rayuela, o en la vida

vos podes elegir un día.

¿Por que costado, de que lado saltarás?

…otros accesos a lo no cotidiano simplemente para embellecer lo cotidiano, para iluminarlo bruscamente de otra manera. Sacarlo de sus casillas, definirlo, de nuevo, y mejor.

…me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar.

…exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Un, dos, tres, cuatro:

¡Tierra, Cielo!

Cinco, seis:

¡Paraíso, Infierno!

Siete, ocho, nueve, diez:

Hay que saber mover los pies.

En la rayuela, o en la vida

vos podes elegir un día.

¿Por que costado, de que lado saltarás?

… yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

De verdades, mentiras, vivos y muertos

(Participa en la Encuesta de urgencia de la Margen Derecha, sobre si te crees o no lo de Bin Laden)

Arden los países árabes. Y arden los Estados Unidos. Explotan bombas, las personas se manifiestan y luchan a muerte y, parece ser, los Marines han matado a Bin Laden. Pero el cadáver no ha sido visto. ¿Arrojado al mar? ¿Quién se puede creer semejante cosa?

Reza un viejo adagio que “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.

¿Estáis de acuerdo con ello?

A quiénes nos gusta el cine siempre nos ha parecido deslumbrante una vieja frase de “El hombre que mató a Liberty Valance”, que tiene mucho que ver con la anterior afirmación: “Cuando los hechos se convierten en leyenda, imprime la leyenda”.

¡Imprime la leyenda!

Resulta enormemente satisfactorio, divertido y aleccionador ver cómo ha reaccionado Barack Hussein Obama ante las mentecateces de Donald Trump acerca de su lugar de nacimiento y la posibilidad de que el Presidente estadounidense fuera inmigrante, más o menos legal.

Primero, pasó de él. Después, no tuvo rubor en mostrar en público su partida de nacimiento, aún a sabiendas de que Trump y sus corifeos seguirían incordiando con el tema. Porque la verdad es, en este caso, lo que menos importa. Lo único realmente trascendental es el ruido y la furia mediáticos, mantener elevada la temperatura del acoso periodístico, dejando a un lado no sólo la vergüenza, la sensatez y el decoro, sino las evidentes pruebas de que las chorradas esgrimidas contra el Presidente de los Estados Unidos no son más que eso: chorradas.

Pero la última jugada, magistral, de Obama, ha sido lo mejor: delante del propio Trump y de otros 2.500 invitados a una cena ofrecida a los corresponsales de la prensa extranjera, se ha descolgado con las siguientes, sorpresivas e imprevistas declaraciones:

«Por si acaso alguien no se ha quedado satisfecho, esta noche vamos a dar un paso más. Esta noche, por primera vez, voy a dar a conocer mi vídeo oficial de nacimiento. Pero les aviso, nadie ha visto estas imágenes en 50 años. Ni siquiera yo.»

¿Y qué contenían esas imágenes?

Un fragmento del principio de la película “El rey león”. Exactamente el fragmento en que el que pequeño Simba nace y es presentado en sociedad.

¿Nació Obama en el Serengeti?

A partir de ahí, Obama siguió cachondeándose de Trump, al que invitó a dar por zanjado el tema y a dedicarse a otras cuestiones igualmente trascendentales para la humanidad: ¿llegó realmente el hombre a la luna? ¿Hubo extraterrestres en Roswell?

A buen seguro, Trump y otros como él seguirán utilizando la demagogia y los altavoces mediáticos de esa derecha americana, capitalizada por el Tea Party, para seguir intoxicando, mintiendo y enmarañando, de cara a las elecciones del 2012.

Y habrá algunos que les crean, claro. Pero el común de los mortales, la gente normal que sabe pensar por su cuenta, no tendrá problemas en discernir la realidad de la ficción peor intencionada.

Porque después de las cuchufletas, llega la real politik: ¿Han matado los americanos, de verdad, a Bin Laden?

¿No está como muy rejuvenecido?

Hablemos de cosas serias, por favor, que está cayendo la del pulpo y no debemos quemarnos con según qué barrabasadas…

Jesús lion king Lens

PD.- Confirmado: es un fake que lleva meses en Internet.

¡No estaba muerto, que estaba de parranda!

Salt Lake City. Utah

Era nuestra última noche en la Madre Rusia. Habíamos cenado y, para rematar el viaje, antes de irnos a dormir, nos asomamos al bar del hotel, a brindar con unos vodkas.

Estaban tranquilamente instalados en la larga barra del bar. Una de esas barras que lo mismo se encuentran en Rusia que en España, Australia o Tanzania: los bares de los hoteles internacionales son todos iguales. Esa es su función: que el viajero halle un oasis de calma, un territorio cómodo y conocido aún en el lugar más remoto de la tierra.

No llegamos a saber sus nombres, pero allí estaban, bebiendo sendas pintas de cerveza.

Hablaban en inglés. Nos miraron. A Panchi, Álvaro, Pepe y a mí, que nos reíamos a mandíbula batiente por algún sucedido del viaje o, quizá, nos carcajeábamos al anticipar el intercambio de opiniones que íbamos a tener en Granada, al regresar, con un tipo que, siendo invisible, nos había acompañado durante aquellos días, amenizando las inevitables esperas que todo viaje conlleva.

Pero ésa es otra historia.

Volvamos a la barra del bar.

Ella se giró hacia nosotros y, blandiendo su pinta en alto, hizo el gesto de brindar. Su compañero la imitó.

Cogimos nuestros chupitos y, al unísono, gritamos:

– ¡Nadzarovia!

Nos preguntamos de dónde sería aquella señora de unos cincuenta años, bajita, con el pelo corto y rizado, canoso, de energético aspecto, vestida con vaqueros y una camiseta negra, decorada con el lema “Best Buddies”.

Yo sostuve que era de Arizona. Tenía un cierto aspecto latino… Álvaro pensaba, más bien, que sería británica.

Panchi, nuestra encargada de Relaciones Internacionales con los Nativos Angloparlantes, le preguntó. Y su respuesta, igualmente enérgica y orgullosa fue:

– Salt Lake City. Utah.

¡Ay que ver qué énfasis ponen los yanquis a la hora a proclamar su procedencia!

Y no. No era de origen latino. Era de origen turco.

– ¿Armenia? –le pregunté yo, recordando el inmemorial éxodo de dicho pueblo y su proverbial nomadismo.

– No. Turca.

Se giró y nos volvió la espalda, para seguir charlando con su compañero.

Pensé que se habría podido enfadar, al “cuestionar” su origen turco. Pero en cuanto Panchi volvió a preguntarle algo, la mujer siguió con su cháchara amable y nos volvió a mostrar su enorme sonrisa.

Y, sobre todo, se rió largamente cuando su compañero le susurró algo al oído, mientras nos señalaba.

– ¿Qué ha dicho, que tanta gracia le ha hecho a usted? –le preguntamos.

Que en su pueblo, os insultarían por esa forma de beber los chupitos, a sorbos. Que hay que beberlos de un trago.

Todos estallamos en carcajadas; el muchacho, el primero. Volvimos a gritar “¡Nadzarovia!” y apuramos nuestros vasos. Él, por su parte, se bebió de un trago la cerveza que quedaba en su pinta, sonriendo satisfecho al terminar, quitándose un resto de espuma del labio superior.

Pedimos más bebidas. Y seguimos charlando. De Turquía, de Rusia, de Salt Lake City, de los mormones que tienen hasta cuatro mujeres, lo que gustó especialmente al joven barman que nos atendía. Sostenía que sí. Que él podría con cuatro mujeres. Incluso con alguna más. Seguíamos riendo. Y hablando. De viajes, por ejemplo.

– Nosotros estamos haciendo turismo. Hemos visitado San Petersburgo y Moscú. Mañana por la mañana, muy temprano, volvemos a España.

– Pues nosotros venimos de Estados Unidos. Y pertenecemos a la asociación “Best Buddies”. ¿La conocéis?

– Para nada.

Es una asociación creada por la familia Kennedy, extendida por todo el mundo. Se trata de fomentar la amistad entre personas con discapacidad intelectual y personas que no la tienen. Salir juntos, compartir una copa, ir al cine, jugar una partida de billar o, como en nuestro caso, viajar a conocer otros países y otras culturas.

Apuramos nuevamente nuestros vodkas, después de entrechocar los vasos, con nuestros vecinos de barra, quiénes se retiraron prudencialmente a sus habitaciones, tras desearnos feliz regreso y suerte en nuestra vida.

La Asociación también está en España

No supimos cómo se llamaban. Y, más que probablemente, nunca más nos volveremos a ver. Pero “Salt Lake City. Utah”, como les conocemos desde esa noche a esa pareja de Best Buddies, ya forman parte de ese acervo, de ese caudal viajero, íntimo, personal, necesario, imprescindible y maravilloso.

Porque como nunca me cansaré de decir, los viajes, más allá de los monumentos, los museos, los paisajes, las calles, los clubes… son las personas con las que te cruzas. Los viajes son esos encuentros. Esos descubrimientos. Esos rostros. Esas palabras. Esas sonrisas. Esas conversaciones.

Viajar a Rusia. Encontrar allí a Salt Lake City. Utah. Y el sur de Turquía. Y el cariño, el compromiso, el compañerismo de dos personas que son Best Buddies.

Viajar. Descubrir. Disfrutar.

Viajar. No tiene precio.

Jesús buddie Lens.

La salaílla de la suerte

– Mira que eres raro –piensa.

Se le nota. Y, en realidad, tiene razón.

En la panadería en que compro el pan, con cada barra, unas veces te regalan una salaílla y, otras, un pitufo.

Aleatoriamente.

Yo prefiero las salaíllas. Me encanta, por la tarde, abrirlas por la mitad y rellenarlas de jamon York y queso. Los pitufos también están buenos, pero prefiero las salaíllas. ¡Dónde va a parar!

Hoy me ha tocado salaílla.

Y me he puesto tan contento.

– Si prefieres la salaílla, ¿por qué no se lo dices a la panadera, y ya está? –piensa.

– También podría comprarla. Y punto. Pienso. Pero ¿dónde quedaría entonces la sorpresiva alegría mañanera de esos sábados y esos domingos en que la diosa fortuna, materializada en la mano inocente de la panadera, me recompensa con el sencillo premio de una tierna, jugosa e imprevista salaílla? Me gusta, por las tardes, disfrutar de la salaílla de la suerte, rellena de jamón York y queso…

Pero mira que eres raro… -no deja de pensar.

Jesús a-veces-salaíllo Lens

Pasan

Pasan los días.

A una velocidad de vértigo. Como esas nubes que, en mitad de la tormenta, son violentamente desplazadas por los vientos huracanados y parecen galopar en el cielo, agresivas, enfurruñadas, azules oscuras casi negras.

Pasan los días.

Terminamos abril y parece que el año no haya hecho sino comenzar. Enero, sin embargo, es un recuerdo lejano, casi olvidado.

Pasan los días.

Y pasan las horas, los minutos y los segundos. Pasan sin darnos cuenta. Los días son ese tiempo que transcurre entre el salir de la cama y volver a entrar en la misma. Días largos, complejos, prolijos. A veces, tensos. Casi siempre, intensos.

Pasan los días.

Y cuesta leer, escribir, buscar, encontrar, pensar, compartir, reflexionar con detenimiento… Cuesta.

Pasan los días y los paréntesis se hacen imprescindibles.

Llegamos a uno. Casi inmediatamente después de otro. Un oasis, sin embargo, que parecía inalcanzable.

Pero llegamos.

Pasan los días.

A ver qué pasa. Estos días.

Jesús qué pasa Lens