Antonio de la Torre, el rostro del Noir español

Esta entrega de El Rincón Oscuro va a estar presidida por las paradojas. La primera: ¿cómo es posible que “Que Dios nos perdone” ganara el premio al mejor guion en el pasado Festival de San Sebastián, cuando la trama tiene casualidades, vacíos y caminos a ninguna parte que ponen en jaque la credibilidad de la historia?

Antonio de la Torre Que Dios nos perdone

Le pregunto al novelista y guionista Carlos Bassas del Rey por el guion de la película de Rodrigo Sorogoyen y me dice que, quizá, el texto original, escrito por el propio Sorogoyen y por Isabel Peña, era mucho más completo. Pero que después, tanto el guion técnico como el proceso de montaje de la película debieron ir eliminando escenas supuestamente prescindibles.

Es muy posible que sea así, dado que la película en exhibición dura 125 minutos. Probablemente y en aras a una mayor proyección comercial, se han depurado momentos que hubieran dotado de mayor coherencia tanto a la historia como al arco dramático de los personajes. Y es que lo mejor de “Que Dios nos perdone” reside en el inmenso trabajo actoral de Antonio de la Torre, Roberto Álamo, Luis Zahera y el resto de secundarios de un reparto de lujo.

Antonio de la Torre y Roberto Álamo

También hay que destacar la ambientación de la película, lo muy creíble que resulta la comisaría y la relación entre los policías protagonistas y el final, ese estupendo final. Pero lo más sobresaliente de la cinta de Sorogoyen son los actores, empezando por un nuevo recital de Antonio de la Torre, nuestro Robert de Niro patrio.

Y, sin embargo, el que arremete como un auténtico toro salvaje en “Que Dios nos perdone” es Roberto Álamo, una bestia interpretativa al que las veraniegas camisas de manga corta y las camisetas a lo Marlon Brando le permiten realzar el amenazador poderío de un torso descomunal que, por momentos, desborda la pantalla. Tanto que, ahora mismo, es mi candidato principal a llevarse los grandes premios del año al mejor actor secundario, cuando toque hacer resumen y balance de este 2016.

Antonio de la Torre amenazado

Frente a él, o por ser más exactos, junto a él, se sitúa el frágil y complicado personaje interpretado por un Antonio de la Torre que, en esta ocasión, da vida a un policía tartamudo y con dificultades para relacionarse con la gente, especialmente con las mujeres.

Un Antonio de la Torre espectacular, como espectacular estaba en “Tarde para la ira”, posiblemente la quintaesencia interpretativa de su forma de abordar los papeles más negros de su carrera.

Antonio de la Torre Tarde para la ira

Y, sin embargo, en el año en que Antonio de la Torre borda dos papeles diferentes en dos extraordinarias cintas policíacas, muy raro será que la mayoría de premios al mejor actor protagonista no se los lleve Eduard Fernández por su recital en “El hombre de las mil caras”, interpretando al espía Francisco Paesa, el otro gran título noir del cine español de este fecundo y feraz 2016.

Paradojas que no deben hacernos olvidar la espectacular carrera negra y criminal de un Antonio de la Torre que, además de en las películas citadas, ha participado en “Invasor”, de Daniel Calparsoro, basada en la novela de Fernando Marías; y en “La isla mínima” y en “Grupo 7”, las otras dos cintas de Alberto Rodríguez que bucean en el lado más oscuro y turbio de nuestra historia más reciente.

Antonio de la Torre Grupo 7

Sin olvidar, por supuesto, uno de sus personajes más difíciles y controvertidos: el sastre de “Caníbal”, la película granadina de Manuel Martín Cuenca en la que un impertérrito Antonio de la Torre componía un personaje frío, seco y austero como pocos se han visto en una pantalla de cine.

Un personaje complicado, adusto y complejo, en cuyo pétreo rostro y habilidosas manos se detenía con delectación la cámara de Martín Cuenca. “Caníbal” es una película de digestión muy lenta que gana con el segundo y tercer visionado. Visionados que resultan mucho más satisfactorios en la intimidad del hogar que en un cine abarrotado de espectadores incrédulos y estupefactos ante la radical propuesta temática y formal del director de la película.

Antonio de la Torre caníbal

Hay quien achaca a Antonio de la Torre que, desde su papel en “Caníbal”, viene repitiendo la interpretación de un personaje silencioso y atormentado, presa de grandes conflictos interiores. Es cierto que entre “Tarde para la ira” y “Que Dios nos perdone” hay ciertos paralelismos, pero sus personajes de “La isla mínima” e “Invasor” son muy diferentes.

Antonio de la Torre La isla mínima

Quizá por eso, para dar otro giro a su carrera, el actor de ha embarcado en una comedia, “Algo muy gordo”, que veremos el año que viene. Pero si quieren verle reír, no dejen pasar “Que Dios nos perdone”. Ya verán las carcajadas que comparte con Roberto Álamo el rostro más reconocible y reconocido del noir contemporáneo español.

Jesús Lens

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Las mil caras de la ira

Coinciden en cartelera dos películas extraordinarias, policíacas, españolas y más negras que el carbón. Dos películas que han conquistado al público y a la crítica en los exigentes y prestigiosos Festivales de Venecia y San Sebastián. Dos películas que acreditan el extraordinario momento que atraviesa el cine Noir en nuestro país y de las que hablo hoy en El Rincón Oscuro de IDEAL.

El hombre de las mil caras

Son dos películas, además, de factura y temáticamente radicalmente distintas. Por un lado, “El hombre de las mil caras”, de Alberto Rodríguez, artífice de la memorable “La isla mínima” y en cuya producción también ha participado José Sánchez-Montes y la granadina Sacromonte Films. Escuchen aquí, por cierto, el programa de radio que hicimos sobre Alberto Rodríguez Javier Márquez, Juan Ramón Biedma y un servidor. No es por nada, pero nos ha quedado la mar de bien…

Por otro, “Tarde para la ira”, el inesperado y sorprendente debut tras las cámaras de un Raul Arévalo que, además de ser un excelente actor, apunta maneras para convertirse en un cineasta total y al que auguramos una exitosa carrera, también, detrás de las cámaras.

Tarde para la ira

“El hombre de las mil caras” es una película para ver con calma, sosiego y detenimiento. Se trata de una cinta de espías al estilo clásico en la que apenas se ve una pistola, un mal gesto o una sacudida de violencia. Un filme en que los seguimientos y las persecuciones nada tienen que ver con el cine de acción norteamericano al que estamos acostumbrados.

Una película con un diseño de producción exquisito en que Madrid, París, Singapur o Suiza lucen en pantalla con un esplendor y una minuciosidad en los detalles a los que no estamos acostumbrados en el cine español. “El hombre de las mil caras” cuenta la historia de un personaje que, si no hubiera existido en la realidad, habría que creado: Francisco Paesa. Un Francisco Paesa que, vivito y coleando, aprovechó el estreno de la película para conceder una de sus maravillosas y enigmáticas entrevistas. La vida de Paesa es tan desaforada que Alberto Rodríguez se ha centrado, exclusivamente, en el célebre episodio de la huida, paso a la clandestinidad y entrega de Roldán, un personaje que hubiera encajado como un guante en los tebeos de Ibáñez y que, sin embargo, fue director de la Guardia Civil y casi, casi Ministro del Interior del gobierno socialista.

El hombre de las mil caras Fotograma

“El hombre de las mil caras” es una lección de cine, desde el primer fotograma hasta el último. Y un recital interpretativo de un Eduard Fernández llamado a ganar todos los premios del año por su medida y memorable interpretación, perfectamente secundado por Carlos Santos y por un José Coronado que, por fin, cambia de registro. Sin dejar de ser él mismo, por supuesto…

El hombre de las mil caras Alberto Rodríguez

Y también hay que ir al cine a ver “Tarde para la ira”, por supuesto. Una película seca y áspera como la lija. Una película que te golpea como un zurdazo de Muhammad Ali, dejándote noqueado en la butaca del cine.

Un atraco frustrado a una joyería. Huyen los ladrones. El conductor que esperaba fuera tiene un accidente y es detenido por la policía. Pasa el tiempo. Cambio de escenario. Un bar de barrio. Un cliente serio, callado y taciturno. Los dueños, una pareja joven y optimista cuya hija va a hacer la comunión. Y la camarera, familia suya. Una camarera seca, consumida y hastiada por la vida que, cuando termina su turno tras la barra y sirviendo la terraza, va a la cárcel a visitar a su marido, en el bis a bis.

Con esos mimbres, que Arévalo cuenta en los cinco primeros impresionantes minutos de la película, están presentados todos los personajes y algunos de los escenarios en los que transcurrirá “Tarde para la ira”. A partir de ahí, una durísima historia de venganza y redención en la que las explosiones de violencia, secas y absolutamente carentes de cualquier pirotecnia, dejan boquiabierto al espectador.

Interpretada por un austero y contenido Antonio de la Torre, la ópera prima de Raúl Arévalo oscila entre el Noir urbano contemporáneo y un cine negro rural que recuerda, por momentos, a la violencia mostrada por Saura en “La caza” o, posteriormente, en “El séptimo día”, en que recrea la matanza de Puerto Hurraco.

Tarde para la ira de la torre

“El hombre de las mil caras” y “Tarde para la ira”, dos películas excelentes y de una factura técnica impecable. Dos ejemplos de las múltiples facetas que puede mostrar el Noir, con personajes, tramas, paisajes y situaciones radicalmente diferentes, pero que sirven para completar el mosaico del mejor cine español contemporáneo.

Jesús Lens

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En clave de thriller español

El exitoso pase de “Tarde para la ira” en el Festival de cine de Venecia, donde la primera película dirigida por Raúl Arévalo ha sido muy bien acogida por la crítica especializada, y la excelente factura del tráiler de “El hombre de las mil caras”, de Alberto Rodríguez, que concursará en el Festival de San Sebastián; nos permite presagiar un otoño muy Noir, cinematográficamente hablando.

Tarde para la ira

A la espera del estreno comercial de ambas cintas en las salas de cine, ¿qué tal si hacemos un repaso por algunas de las películas policíacas españolas más importantes de los últimos años? Películas de visión obligatoria para cualquier amante del género negro.

Empezando por “La isla mínima”, la multipremiada cinta del director sevillano Alberto Rodríguez, protagonizada por el propio Arévalo y por Javier Gutiérrez, una de las mejores películas españolas de lo que va de siglo y un perfecto ejemplo de cómo convertir un paisaje único en un personaje más de la trama y en uno de los grandes atractivos del filme.

El hombre de las mil caras

Dejando para otro artículo el cine negro clásico español, hay que hacer referencia, obligatoriamente, a José Luis Garci y sus dos entregas de “El crack”, protagonizadas por un sorprendente y majestuoso Alfredo Landa, en el papel de Germán Areta.

La cumbre del cine de Garci está, para mi gusto, en su personal adaptación del noir americano que tanto le gusta a la España de la Transición, gracias a dos películas excepcionales que demostraron que otro cine español era posible a comienzos de los 80, más allá de la Movida y el despendole, igualmente necesarios, de Almodóvar & Cía. Un cine negro canónigo, pero comprometido con la realidad social del momento que vivía España.

“Mi trabajo es como otro cualquiera: duermo poco, ando mucho y lo que veo no me gusta”, es una de las perlas de la filosofía del mejor detective del cine negro español, ése que nos convierte en Aretistas hasta la médula, en feliz definición del escritor y cinéfilo Javier Márquez Sánchez.

Germán Areta

En el comienzo de la carrera de notables cineastas contemporáneos como Alejandro Amenábar o Álex de la Iglesia hay thrillers tan poderosos como “Tesis” y “El día de la Bestia”, respectivamente. Vibrantes ejercicios de estilo que se encuentran entre lo mejor de las filmografías de dos de los directores más prolíficos y reconocidos del cine español.

El día de la bestia

¿Y qué me dicen de las adaptaciones al celuloide de algunas de las mejores novelas policíacas españolas de autores clásicos como Juan Madrid o Andreu Martín? En “Días contados”, Imanol Uribe adaptó la novela homónima de Madrid, una durísima historia de amour fou protagonizada por un terrorista de ETA que se enamora de una prostituta en el Madrid devastado por la heroína de los años 80 del pasado siglo. Uribe, por cierto, filmó algunas de las secuencias más importantes de la película en Granada y, en concreto, en el hotel Alhambra Palace, que luce con esplendor en una cinta de 1994 que ha aguantado perfectamente el paso del tiempo.

Juan Madrid Granada Noir

El siempre controvertido Vicente Aranda, por su parte, filmó “Fanny Pelopaja”, con una espectacular Victoria Abril, adaptación de “Prótesis”, una de las novelas capitales de otro de los padres de la narrativa negra y criminal española: Andreu Martín. Y es que, aunque ahora pueda parecernos difícil de creer, antes de las Olimpiadas del 92 existió una Barcelona muy negra, violenta y salvaje. Una Barcelona acosada por robos, asaltos y atracos. Y, en ese contexto, una venganza…

Pero hay dos películas por las que siento una especial predilección y que no me canso de recomendar a los aficionados al Noir. La primera es “En la ciudad sin límites”, una mayúscula cinta dirigida por Antonio Hernández en 2002, protagonizada por Fernando Fernán Gómez, Geraldine Chaplin y Leonardo Sbaraglia y cuyo guion está repleto de sorprendentes giros, sorpresas y recovecos. Dos horas de una intensidad emocional sin parangón, en las que la memoria y los fantasmas del pasado condicionan las vidas de un puñado de personas a las que el espectador cobrará cariño desde el primer fotograma.

·Original Title: EN LA CIUDAD SIN LIMITES ·English Title: CITY OF NO LIMITS, THE ·Spanish Title: EN LA CIUDAD SIN LIMITES ·Film Director: HERNANDEZ, ANTONIO ·Year: 2001 ·Stars: SBARAGLIA, LEONARDO; FERNAN GOMEZ, FERNANDO
·Original Title: EN LA CIUDAD SIN LIMITES
·English Title: CITY OF NO LIMITS, THE
·Spanish Title: EN LA CIUDAD SIN LIMITES
·Film Director: HERNANDEZ, ANTONIO
·Year: 2001
·Stars: SBARAGLIA, LEONARDO; FERNAN GOMEZ, FERNANDO

Y, por supuesto, la impresionante e imprescindible “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”, de Agustín Díaz Yanes, un incontestable Noir patrio, negro como el petróleo, en el que dos mujeres interpretadas por la mejor Victoria Abril y una imperial Pilar Bardem han de vérselas con Federico Luppi. Una cinta que apela a la cultura de la resistencia y al valor de las mujeres en una sociedad dura, cruel y machista. Una de esas películas que ganan con el tiempo y con cada visionado, que te hace sufrir con las desventuras del personaje de Abril y que emociona hasta las lágrimas con la actitud vital de Pilar Bardem.

Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto

Y así llegamos al final de este repaso por algunos de los títulos imprescindibles del cine negro español de los últimos años. Sí. Estoy seguro de que habéis echado en falta un nombre, capital, en esta apresurada historia. Hablo, por supuesto, de Enrique Urbizu. Pero el ganador del II Premio Granada Noir a una trayectoria vinculada al género negro se merece un reportaje entero para él, ¿verdad?

Jesús Lens

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