Los rebeldes de Crow

Javier Márquez, de cuya “La fiesta de Orfeo” hablamos mucho y bien hace ya unos cuantos meses, acaba de publicar una novela que nos plantea un par de cuestiones muy sencillas.

La primera: ¿hacia dónde va el mundo? La segunda, ¿hacia dónde debería ir?

Y lo hace a través de una narrativa que podríamos catalogar como juvenil. Si es que nos fiamos y nos gustan las categorías, que ya hace unas semanas comentábamos la excelente última novela de Fernando Marías, “El silencio se mueve”, otro título juvenil cargado de excelente literatura, inteligencia y profundidad.

Lo mismo podríamos decir sobre “Los rebeldes de Crow”: estamos ante una novela anticipatoria que, escrita con el brío y el humor que caracteriza a Márquez, nos sitúa en un mundo que, hoy, todavía no es. Pero que, por desgracia, es muy posible que termine siendo. O, al menos, probable.

Un mundo en que no hay vampiros ni zombies. No. Un mundo que es peor todavía: hay hombres en él. Hombres malos. Que se hacen pasar por buenos. Lobos con piel de cordero. Tipos que, al mando de grandes corporaciones transnacionales, tratan de gobernar el mundo. Tipos que, sin necesidad de parecerse a Fu Manchú u otros ultravillanos de la historia del cine y la literatura, pueden ser peor que éstos.

Frente a este deprimente mundo hipotético está el otro mundo, que también es posible. Ese mundo que se ha reivindicado en las plazas de toda España durante las últimas semanas. Un mundo en el que creen los tres protagonistas de esta preclara y anticipatoria novela: Sara, Álex y Ray, unos intrépidos jovenzuelos, sobradamente preparados, curiosos hasta decir basta, que se ven arrastrados por una aventura de la que, al principio, no entienden nada. Pero a la que pronto le encuentran el (sin)sentido. Y frente a la que reaccionarán como sólo los jóvenes y valientes de espíritu pueden reaccionar: con valentía, arrestos y decisión.

– Vale. Muy bien. Pero… ¿quién es el Crow a que se refiere el título de la novela? – podría preguntar algún lector, ávido por saber más sobre la trama.

Pues, para definir a Crow, yo usaría esta imagen.

¿Suficientemente explícita?

Lo que más me gusta de la narrativa de Javier, uno de los mejores exponentes de la Andalucía Connection, recién fugado a Madrid, es que está cargada de referencias cinematográficas tan bien traídas que los cinéfilos las disfrutamos como esos locos que, después de hacer cola durante más de treinta horas, consiguen la mejor entrada posible para el concierto de su vida. ¿Y los menos avezados en todo lo referente al Séptimo Arte? Sin problema: la cinefilia no estorba, para nada. No entorpece el ritmo de la lectura ni provoca despistes en el lector.

Sé que no he sido muy preciso, ni con la trama ni con los personajes. A propósito. Porque ahora es cosa tuya, Querido Habibi, lanzarte por “Los rebeldes de Crow”, publicada por la Editorial Hidra, y comprobar que la indignación tiene caminos a través de los que abrirse paso. Aunque se a través de la imaginación.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

De los tres pasados años, sólo ESTE publicamos algo, tal día como hoy…

EL SILENCIO SE MUEVE

Hace unas semanas hablábamos de este libro, el último de Fernando Marías, uno de nuestros grandes cracks literarios del 2010. Si recordáis, su presentación de “Todo el amor y casi toda la muerte” en Semana Negra de Gijón nos impresionó y la lectura de dicha novela, este verano, me proporcionó algunos de los mementos lectori más potentes de los últimos tiempos. ¡Qué grande, el Premio Primavera del pasado año! Eso es olfato y talento a la hora de premiar un libro.

No es de extrañar, por tanto, que en cuanto salió “El silencio se mueve” me abalanzara sobre sus páginas, con avaricia.

Sin embargo, cuando ahora leáis que se trata de una novela juvenil y multimedia, es probable que muchos de vosotros abandonéis la lectura de estas líneas, que os dé la sensación de haber recibido un calambrazo o algo por el estilo.

A ver. Literatura juvenil. Ojo. Para enganchar a los jóvenes. Y ser joven no es sinónimo de ser retrasado mental o algo así, ¿estamos? De hecho, la literatura infantil y juvenil son las más difíciles y exigentes ya que van dedicadas a lectores no habituales que, al primer síntoma de aburrimiento o de intento de tomadura de pelo por parte del autor, abandonan la lectura sin el más mínimo reparo. O sea que hablamos de una novela tan exigente y bien trabajada como cualquier novela para adultos, si tal género pudiera existir.

Y lo del multimedia. Ahí sí nos metemos en aguas pantanosas. ¿Qué quiere decir eso de “multimedia”? ¿Qué hay que leerla en un e-Book, i-Pad o cualquier otro electrochisme?

No. Si bien es cierto que hay una página web a través de la que podemos adentrarnos en los secretos de “El silencio se mueve”, su consulta no es en absoluto necesaria para disfrutar del libro. Un libro, eso sí, que además de una atractiva serie de dibujos, que tienen un notable peso en la trama, incorpora un cómic como parte esencial de la narración. Espero que el hecho de leer en viñetas no ocasione ningún problema a nadie…

Y en torno a estas premisas tenemos una novela protagonizada por un investigador muy singular que se encuentra en horas bajas, también, por razones muy particulares, al que le encargan su colaboración en un asunto muy espinoso: adivinar por qué una chica adolescente hace unos dibujos en los que aparece una casa para ella desconocida. Una casa muy concreta y particular: la casa en que el investigador vivió muchos años, en Asturias.

A partir de aquí, Fernando Marías nos sumerge en un torbellino gótico en el que el pasado y el presente se dan la mano a través de una poderosa narración en la que las relaciones de los personajes están excepcionalmente trazadas y cuyas personalidades se ven potenciadas por un torrente de fenómenos de la naturaleza, indomable e indomeñable, que te hacen arrebujarte bajo el edredón, cuando lees el libro por la noche, antes de dormir.

No sé si hay libros de temporada, libros de verano, otoño o primavera. Si así fuera, “El silencio se mueve” sería un libro de invierno, propicio para leer junto a una chimenea o bien tapado con una manta, en el calor del hogar, mientras en el exterior diluvia, truena y el viento hace estremecerse las casas hasta sus cimientos.

En serio. Cuando las autoridades vuelvan a declarar una alerta naranja, blíndense en casa con “El silencio se mueve”, cierren las ventanas y tírense de lleno a su fascinante lectura. Verán como, de repente, oyen silencios que antes nunca jamás habían llegado a percibir.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.