Rosa y Negro: Matar y morir en San Valentín

Hace unos meses recibí una llamada de mi querida y admirada Marta Robles, esa mujer incansable que no para de trabajar, producir e inventar. Tenía en marcha un maridaje nuevo y diferente. ¿Qué tal mezclar el negro que tanto nos arrebata con el mismísimo rosa? Lo que a priori podría parecer un contrasentido, combinar el género negro con el romántico, tiene todo el sentido, a nada que lo pensemos.

Aquel sábado iba por el Zaidín, camino del quiosco de Francis, en busca de mi IDEAL. Y pensaba. ¿Cuántas veces no habrán coincidido en un mismo titular el sexo y la muerte? Eros y tánatos, viejos compañeros… Crimen y lujuria, convendrán conmigo, muchas veces, demasiadas; caminan de la mano.

Hace unos días, Marta Robles presentaba a los medios de comunicación la primera edición del festival Rosa y Negro de Tres Cantos, recordando el guiño de complicidad al mítico ‘Rojo y Negro’ de Stendhal. Un festival que “nace con la vocación de establecer un vínculo entre dos géneros literarios con mucho interés y muchos lectores que, curiosamente, en el pasado no gozaron de demasiado prestigio intelectual pero que, con el tiempo, han ido escalando posiciones hasta situarse entre los preferidos de los lectores gracias a novelas cuya calidad ya no rebaten los críticos”, dijo la periodista y escritora.

Y como Marta es una gran amiga, ha querido que estemos en Tres Cantos, martes y miércoles, para la puesta de largo de este primer Rosa y Negro. Vamos desde Granada con toda la ilusión para hacer eso que tanto, tantísimo nos gusta: ver y hablar de cine.

Arrancamos el martes con ‘El Crack 2’, una de las genialidades de José Luis Garci. Sólo por eso, por ‘obligarme’ a volver a ver los Cracks, ya le tengo que dar las gracias a Rosa y Negro. Pienso que debería ser uno de esos propósitos de Año Nuevo que nos trazamos a comienzos de enero. Volver a ver la magna trilogía de Garci. Son películas en estado de gracia que, como ocurre con las obras maestras, cuantas más veces las ves, más te gustan y más cosas les descubres. Más detalles y guiños. Más emoción.

Y el miércoles, un cambio de registro, que veremos ‘Nuestros amantes’, de Miguel Ángel Lamata, con presencia del propio director para el coloquio. Esa no la conocía de antes. Está en Netflix y si les gustan las comedias románticas bien dialogadas en las que el protagonismo es de los personajes, se la recomiendo.

Sobre la trama sólo les diré que un desnortado personaje interpretado por el siempre solvente Eduardo Noriega entra en una librería-café con encanto, se empuja unos coñacs y, sin solución de continuidad, entabla conversación con una chica que se encuentra allí leyendo, interpretada por una estupenda Michelle Jenner. 

Con un arranque que me recordó al de ‘Jo, ¡que noche!’, la infame traducción al español de ‘After Hours’, de Martin Scorsese; la película avanza con buen pulso entre situaciones cómicas de lo más simpático con diálogos muy al estilo de Woody Allen. Que vale que Zaragoza no es Nueva York, pero que cafés cuquis, profesiones creativas y librerías majas, haberlas, haylas. 

Siempre es una alegría contribuir al nacimiento de un nuevo festival. A ver qué tal nos va por Tres Cantos, pero ya estoy loco por juntarme con su gente a hablar de cine. Y ojo a uno de sus platos fuertes, el sábado 17: monólogo teatral ‘Esta noche moriré’, basado en la novela homónima de nuestro querido Fernando Marías y adaptado por Vanessa Montfort, con la interpretación de Ramón Robles. ¡Momentos únicos!

Jesús Lens

San Valentín Noir en Granada con Marta Robles

El pasado jueves volaba de Barcelona a Granada y el avión venía hasta los topes. Mi vecino se había hecho fuerte en su asiento y había tomado posesión del brazo del sillón que supuestamente debíamos compartir. Saqué mi ejemplar de ‘Lo que la primavera hace con los cerezos’, el nuevo y apasionante ensayo de Marta Robles. 

Abrí el libro por la página 361 y lo sostuve en precario equilibrio para seguir leyendo. Súbitamente sentí que el reposabrazos quedaba libre. Miré de soslayo a mi vecino. Se había echado hacia el otro lado, alejándose lo más posible de mí. Me pareció raro, tras su previa e imperialista puesta en escena. Juraría que iba limpio y bien aseado. ¿Entonces? ¿A santo de qué esa extraña reacción? Al volver la vista al libro caí en la cuenta. Estaba al inicio del capítulo 8. En grandes letras y en negrita: ‘Maniáticos, fetichistas y depravados’. ¡Toma ya! Con qué tranquilidad continué leyendo el resto del viaje… ¡Para que luego digan que leer es una pasión inútil!

He leído muy despacio y en mucho tiempo ‘Lo que la primavera hace con los cerezos’. Le he dedicado varias semanas, intercalando su lectura con otras. Y es que cada historia que cuenta Marta Robles invita al lector a profundizar en los protagonistas, a buscar más información, a abrir de par en par las puertas de la percepción para descubrir y aprender sobre la relación entre el amor y el desamor con la creación artística y literaria. Los celos, la promiscuidad, las envidias, la anulación…

Marta Robles ha hecho un exhaustivo trabajo de investigación acerca de 60 creadores en cuya obra, el amor y el sexo tuvieron importancia determinante. Entre ellos, varios de género negro, empezando por Simenon, ‘el hombre de las diez mil mujeres y los cientos de novelas’. Por ahí aparecen Chandler y Hammett, claro. Y Patricia Highsmith, complicada donde las haya. ‘La asesina en potencia’, la define Marta Robles. Apasionante la historia de Philip K. Dick, el de ‘Blade Runner’, ese gran noir del futuro que ya es pasado. Tanto me ha gustado que ya tengo su biografía en la rampa de lectura. Escrita por Emmanuel Carrère, se titula ‘Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos’, se presenta como un viaje a la mente del autor y, por lo que he leído a Marta, será la bomba. 

Hagan un alto en el camino de la lectura de este Rincón oscuro. Googleen ‘Frida Kahlo piquetitos’ y busquen por imágenes. Nada más qué añadir, señoría. Ojo al capítulo dedicado a los creadores asesinos. Lo de Caravaggio más o menos lo sabíamos, ¡pero qué bien lo cuenta Marta! ¿Se acuerdan de la historia de la novelista noir Anne Perry, que mató a la madre de su amiga Pauline porque quería separarlas? ¿Y de William Burroughs ‘jugando’ a Guillermo Tell y descerrajándole un tiro a su mujer tras haberla animado a sostener una botella sobre su cabeza? Lo de Nancy Crampton me lo guardo para el suplemento Gourmet, que es de lo más goloso. Y morboso. Me ha fascinado particularmente el capítulo dedicado a las mujeres fatales, gran icono del noir, y el de Hedy Lamarr, a la que deberíamos erigir un monumento. 

Esta tarde, a las 18 horas, abre sus puertas el Seda Club para recibir a Marta Robles en la celebración de un San Valentín muy especial. Será en el marco del festival Gravite patrocinado por CaixaBank. Todo un viaje en el tiempo por la historia de ese binomio que es el amor y la creación. Perdérselo no debería ser una opción.

Jesús Lens

Espejito, espejito malagueño

Les confieso que, cuando me llega el salvoconducto para salir de Granada e ir a ciudades como Barcelona o Málaga a trabajar, tengo tentaciones de imprimirlo y, allá donde me han contratado para hablar de cine, música y género negro, pedir que me lo firmen. Que me lo firmen en plan fan. Que me lo firmen como objeto de colección. Que me lo firmen los Carlos Zanón o Marta Robles que organizan las charlas. Que me lo firmen los compañeros con los que comparto escenario. Que me lo firmen como me firman sus libros y sus discos mis escritores y músicos favoritos. Que me lo firmen con una dedicatoria.

Con Fernando Marías y Marta Robles, en La Malagueta

Luego recuerdo que soy un señor mayor de cincuenta años y se me pasan esas veleidades. Tampoco quiero que me tomen por loco. Pero no me digan que, como fetiche, no tendría su gracia.

Málaga. Hacía tiempo que no la pisaba, claro. Hubo una época en que iba a Málaga para ir al cine. Cogía el autobús a primera hora, pasaba por alguno de sus museos por la mañana, comía temprano y me metía en el Albéniz a ver un par de películas en VOS antes de volver a Granada por la noche.

Málaga, la Blancanieves cultural a la que Granada envidia como la Madrastra del cuento, harta de mirarse en el espejo de la Alhambra, convencida de ser la más guapa, la más bonita, la más hermosa… y en la que mejor se tapea.

Fui a Málaga el pasado martes en viaje relámpago, como les decía, a participar en los encuentros de Ruedo Ibérico, un ciclo de conferencias que propiciará más de 20 actividades culturales entre marzo y abril en el nuevo Centro Cultural La Malagueta, impulsado por la Diputación malacitana y situado en los bajos de la Plaza de Toros que, además, cuenta con una sensacional sala de exposiciones. Una inversión de varios millones de euros para darle contenido cultural estable a un espacio tan céntrico y reconocible .

Sala de Exposiciones en La Malagueta

En Granada, allá por 2017, se presentó un proyecto llamado Cultura en la Arena. ¿Han oído hablar de él? Básicamente estaba orientado a organizar visitas turísticas a la Monumental de Frascuelo y conciertos en el coso taurino. El último post de su página de Facebook data de enero de 2018, su web tiene pinta de haber sido hackeada y en el teléfono de contacto no pueden aportar información alguna al no corresponder ya a la concesionaria. ¡Espejito, espejito!

Jesús Lens

La chica a la que no supiste amar

Vuelve Marta Robles a la actualidad editorial. Y lo hace de la mano del detective Roures, su personaje de cabecera en el universo literario negro y criminal. En esta nueva aventura, galardonada con el Premio 2019 de Narrativa Castellón Letras del Mediterráneo y publicada por Espasa, Roures se adentra en los entresijos de las mafias del tráfico de mujeres para la explotación sexual, dado que tiene que investigar la desaparición de una prostituta de origen nigeriano.

Hablamos con Marta Robles para que nos cuente, de primera mano, aspectos importantes de su novela y le preguntamos qué la llevó a escribir sobre el tema de las mujeres prostituidas.

“Hace más de una década descubrí la realidad de las mujeres esclavas, a través del entonces incipiente trabajo de mi amiga Mabel Lozano, directora de cine social y activista y del de Rocío Mora y Rocío Nieto a la cabeza de la asociación para la reinserción de las víctimas de trata APRAMP. Ya entonces pensé en escribir una novela sobre la trata y hasta me entrevisté con un par de víctimas; pero por entonces el tema aún era demasiado desconocido y requería la realidad de las noticias, los reportajes y los documentales. Con el tiempo se han hecho infinidad de documentales, se han realizado innumerables reportajes y no hay día que no aparezca alguna noticia sobre el asunto. Y encima el seguimiento por parte del público de todo este trabajo de investigación  es extraordinario. Es decir, a la gente le interesa. Pero, por desgracia, no le toca el corazón. Pensé que podía aportar mi granito de arena a la causa que tanto he seguido y a la que he contribuido cuanto he podido, profesional y personalmente, creando un personaje a través del que el lector viera que esas víctimas de trata son mujeres como cualquiera de nosotras y que eso le hiciera conmoverse. Y lo son. Son mujeres que solo quieren ser normales y que las quieran. Como las demás.  Mujeres que sueñan, sienten, sufren y enferman. Como las demás. Solo que ellas están muy solas, porque hasta compiten con sus compañeras por hacer lo que más les repugna, para poder pagar su deuda. Gracias al personaje de Blessing, estoy consiguiendo remover conciencias y ablandar el endurecido corazón de una sociedad que mira, pero no ve. Esa es la magia de la ficción”.

En ese sentido, la autora se ha documentado en profundidad para contar con enorme realismo el funcionamiento de las mafias que manejan las redes internacionales de trata de mujeres para su explotación sexual.

“He hablado durante horas con cinco mujeres nigerianas, víctimas de trata. He consultado mil y una veces a José Nieto, Inspector jefe de la UCRIF y a la gente de APRAMP,  me sabía de memoria el libro de Mabel Lozano, ‘El proxeneta’, que yo misma edité y también revisé con minuciosidad el de Pimp, el proxeneta, de Iceberg Slim, que me dejó el cuerpo cortado. Además he manejado informes policiales, una tesis sobre la ruta del infierno que recorren las mujeres nigerianas desde Benín hasta nuestro país, he comido con narcotraficantes retirados, con el ex responsable de un club muy conocido de Madrid, con abogados, con ex policías que sabían mucho de todos los entramados que se ocultan tras este vil negocio y hasta he consultado páginas webs de burdeles (que las hay, y son completísimas). Vamos, que casi me he hecho un master”, señala Marta Robles.

Tu personaje principal, Roures, no es un santo y, en su juventud, en sus tiempos como reportero de guerra, pudo incitar a las chicas, sino a la prostitución como la entendemos habitualmente, sí a un intercambio de sexo por dinero, comida, una ducha… no nos lo presentas como un moralista, pero sí como alguien con las ideas claras, que ha evolucionado. ¿Ha cambiado la percepción de los hombres sobre la prostitución?

Creo que, afortunadamente, la de muchos, sí. Ya no son todos los hombres los que se dan codazos y se ríen cuando se habla de “putas”. Eso no significa que el número de puteros en España no de escalofríos y que los haya en todos los estratos sociales y de todas las edades, pero también hay hombres concienciados y eso es imprescindible. De hecho yo quería que la reflexión sobre todo esto fuera masculina. Son demasiadas las veces que las mujeres nos reunimos y hablamos de lo que debemos hacer para combatir este u otros mil asuntos terribles que nos atañen aquí o en Tombuctú. Pero si no implicamos a los hombres, si los dejamos fuera, y más aún cuando son parte del problema, o el problema, como en este caso, será difícil que consigamos algo. Ellos tienen que concienciarse y comprometerse. Aunque un día cometieran algún error. Está claro que Roures lo cometió durante las guerras. Y no se siente orgulloso, sino todo lo contrario. Acepta su falta, siente remordimientos y reconduce su postura. A eso hay que aspirar. A eso y, por supuesto, a luchar sino por  erradicar la prostitución y la trata (tampoco se ha podido erradicar el narcotráfico o los asesinatos o las estafas), al menos por ponérselo lo más difícil que sea posible a los proxenetas y a salvar a cuantas mujeres sea posible.  Ya lo dice Prieto, el policía amigo de mi detective: “con que solo consigamos salvar a una mujer, habrá valido la pena”. Y, por cierto, debo añadir que reconocer los errores y reconducir posturas, en este siglo XXI donde todo el mundo quiere tener siempre razón y pretende no equivocarse jamás, me parece un rasgo de heroicidad.

El moralista de antaño, sin embargo, sí se ha convertido en un putero con todas las de la ley. ¿Cómo funciona ese mecanismo mental por el que nos autoconvncemos de que nosotros somos distintos, de que a nosotros sí nos está permitido un comportamiento censurable en los demás?

La auto justificación es un modo de supervivencia más extendido que cualquier virus. En realidad siempre queremos justificarlo todo, para tratar de evitar pensar que nuestro demonio le está ganando la partida a nuestro ángel ,que esa parte nuestra de mal no es es mala del todo, sino solo producto de…, lo que sea.  En el caso de este personaje sucede lo que con tantas personalidades narcisistas que transforman a los individuos cuando carecen de atención y de éxito. Su propio complejo les lleva a conductas muy peculiares, entre ellas a los celos y a querer demostrar su superioridad de alguna manera. Creo que muchos maltratadores lo son por puro complejo. Porque tras esa supuesta seguridad, se esconde una inseguridad brutal, que les hace necesitar someter a las mujeres que tienen al lado. Y creo que muchos maltratadores son puteros, claro. La prostitución y la trata son formas brutales de maltrato en las que los maltratadores dejan de sentir compasión por las mujeres que tienen a su lado.  En el caso de los proxenetas lo que sucede es que, además de no tener escrúpulos, no tienen empatía con las mujeres, no sienten compasión por ellas, porque no las consideran más que trozos de carne reutilizables. Y cuando uno no siente compasión por lo que le pasa a otros seres humanos, se convierte en un monstruo. Los proxenetas lo son. Y los puteros también.

Es el único personaje de la novela que está inspirado en una persona real es un policía que aconseja y asesora a Roures. “Mi amigo el comisario José Nieto al que quiero y admiro profundamente y que se divierte mucho con su alter ego y las cosas que le hago decir o hacer. No es él, pero tiene sus bondades. Quiero mucho a Pepe Nieto. Y le debo mucho. Hay muchos más agradecimientos en el libro, pero el de Pepe es especial. Está en toda la serie del detective Roures. En ‘A menos de cinco centímetros’, en ‘La mala suerte’ y en ‘La chica a la que no supiste amar’, cuyo título por cierto, es un regalo de mi también admirado Carlos Zanón, a quien se lo pedí tras verlo en uno de sus artículos de Ruta 66 y a quien también le solicité que me prestara unos versos. Porque esta historia es muy dura, y habla de prostitución, trata y otras oscuridades ocultas en la trastienda de nuestra sociedad, pero también está llena de música, de reflexión y hasta de poesía. Es un viaje de aprendizaje hacia nuestro interior, aunque los trayectos se realicen entre Madrid y Castellón”.

En la novela, los dueños de los prostíbulos temen que haya un cambio legislativo en España que les perjudique, pero la situación se ha complicado. Para Marta Robles, “parecía que el anterior ejecutivo de Pedro Sánchez lo iba a hacer, pero con los nuevos socios de Gobierno no se ve consenso suficiente. Sánchez parecía estar por la labor de hacer una Ley integral contra la trata y de dar pasos hacia la abolición. Creo que en Unidas Podemos hay una vertiente abolicionista y otra regulacionista. Y sin acuerdo, es difícil que caminemos hacia ninguna parte. Solo decir que yo soy abolicionista y que los proxenetas defienden el regulacionismo, con el que, sin duda, blanquearían su negocio.  Por si alguien tiene alguna duda.

Una última cuestión, apegada a la realidad. A partir de la experiencia atesorada en la documentación de este libro, ¿cómo piensa Marta Robles que afectará el confinamiento por el coronavirus a las mujeres prostituidas que están en clubes?

“Tengo la sensación de que todos los burdeles estarán cerrados, al ser catalogados como negocios de hostelería, pero eso no impedirá que puedan seguir algunos servicios de prostitución en las calles. Pero mi reflexión es que, si a los ciudadanos normales les cuesta muchísimo conseguir que les hagan las pruebas diagnósticas  e incluso a veces les resulta imposible…, ¿qué pasará con las mujeres que estén infectadas con el virus? Dudo mucho que los proxenetas las manden a los abarrotados centros de salud, hospitales etc. Supongo que igual ponen a su disposición el paracetamol aconsejado (eso espero), pero si alguna tiene algún problema respiratorio etc., creo que lo va a pasar aún peor que el resto. Y es posible que, como de costumbre, ni nos enteremos. Porque ellas viven en la más rotunda oscuridad, como el propio murciélago que algunos aseguran que nos trajo esta plaga…”.

Jesús Lens

Vivir al día

Sábado a mediodía. Terraza de la Ruta del Azafrán, al pie de la Alhambra, combatiendo los rigores del veranillo de San Miguel con tercios de Alhambra Especial bien fría. Disfrutábamos de las estupendas viandas preparadas por el cocinero Antonio Martínez y charlábamos con Marta Robles y Carlos Zanón, dos de los autores que han estado con nosotros en Granada Noir.

Hablábamos de la próxima edición de BCNegra, hoy por hoy, el mejor festival noir de España. Y de la inminente nueva novela de Marta, que aparecerá en enero. Trazábamos alianzas y estrategias. Hablábamos de lecturas y de películas. Pasadas, pero también futuras.

—Imagínate que, de repente, tu futuro no existe. Que te despiertas por la mañana y que sólo tienes 5 euros en el bolsillo. Ninguna red de seguridad. Ningún plan. Nada. La ropa que vistes, un puñado de monedas y 24 horas por delante.

Zanón ejerció como abogado de oficio durante más de 20 años, haciendo la asistencia al detenido en cientos de guardias. A la vez, escribía novelas. Y artículos, cuentos, poemas y letras de canciones. Él sí tenía un plan. Como usted, que está leyendo estas líneas. Como yo, que las escribo.

Pero ahí fuera hay miles de personas que están solas. Que son invisibles y sienten que su vida es intrascendente, sin sentido. Personas para quienes la violencia es una forma de autoafirmación. La única forma posible de tratar de que cambie su suerte, de buscarse la vida, de reparar una sensación de injusticia.

Y la pregunta: ¿puede la cultura ayudar a combatir la delincuencia? Gracias a la Fundación Tres Culturas, sobre ello conversaron Carlos Zanón y Jesús Garrote, director de Santiago Uno, un centro educativo de Salamanca cuyos alumnos participaron en el pasacalles inaugural de Granada Noir. Garrote explicó que han cambiado a los guardias de seguridad por payasos, montando una escuela de circo y una de cine para chavales de más de 20 nacionalidades distintas.

Darles afecto. Escucharles. Hacerles partícipes en la toma de decisiones. Reconstruir un universo de afecto a su alrededor. Hacerles trabajar. Darles responsabilidades. Ayudarles a planificar un futuro.

Jesús Lens