IMÁGENES DEL LÍBANO I

A modo de anticipo de la columna de mañana de IDEAL y de un reportaje que espero publique el periódico el sábado, en la sección Vivir, sobre el reciente viaje al Líbano, subo esta foto.

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Me gusta porque, sobre el sol del Mediterráneo, aparece una bandera que incorpora un cedro. Me gusta porque, en tiempos de oscuridad, es una foto luminosa. Me gusta porque la pesca está en el origen del hombre, porque me gusta el mar, adoro los puertos y, bueno, porque es una imagen muy sencilla.

Jesús Lens.  

CUAVERSOS DE BITÁCORA: KHALIL GIBRAN

Queridos Habibis, los Cuaversos de hoy vienen, de nuevo, en prosa. Y su autor es, por supuesto, este Khalil Gibran libanés que me tiene robados los miércoles.

 

De su obra «El Profeta», dejo hoy esta parte dedicada a La Amistad, en adaptación al español de Nersa Roa de Álvarez.

 

¿Qué les parece si consideramos al 2009 como Año Bloguero de la Amistad Internacional?

 

Nuestro amigo es la respuesta a nuestras necesidades.

 

Él es el campo donde se siembra con amor y se cosecha con agradecimiento.

 

Él es nuestra mesa y el fuego de nuestro hogar. Nos acercamos a él con nuestra hambre, y le buscamos sedientos de paz.

 

Cuando nuestro amigo manifieste su pensamiento, no temamos al «no», ni retengamos el «sí».Y cuando él permanezca en silencio, nuestro corazón no debe dejar de oír su corazón.

 

Porque en la amistad, todos los pensamientos, todos los deseos, todas las esperanzas nacen y se comparten en espontánea alegría.

 

Cuando nos alejemos de un amigo, no debemos sentir dolor, porque lo que más amamos en él quizá esta más claro en su ausencia, igual que la montaña es más clara desde el llano para el que quiere subirla.

 

Y no se debe permitir que haya en la amistad otro interés que el ahondamiento del espíritu.

 

Porque el amor que no busca más que la revelación de su propio misterio no es amor, sino una red tendida que sólo recoge lo inútil. Dejen que lo mejor de nosotros sea para nuestro amigo.

 

Si ha de conocer el flujo de nuestra marea, el menguante, que también conozca su reflujo y su creciente. Porque, ¿qué amigo sería aquel que se tuviera que buscar para matar las horas?

 

Buscamos a nuestros amigos para vivir las horas. Porque los amigos existen para colmar nuestra necesidad, no nuestro vacío.

 

En la dulzura de la amistad debe flotar la risa y los placeres compartidos. Porque en el rocío de las cosas pequeñas, el corazón encuentra su alborada, su mañana y se refresca.

DAMASCO & LIBANO: PUNTO Y FINAL

Punto y final. Se acabo lo que se daba. Son las cinco y media de la tarde en Damasco, la noche ha caido y ya me retiro a mis cuarteles de invierno, a descansar unas horas dado que viajo de vuelta a Granada esta noche, via Estambul, en lo que sera un viaje largo y pesado que me devolvera a la capital nazari, con suerte, a eso de las 8 o las 9 de la noche de manana.

Hoy me he comportado cmo un egoista y al levantarme no conecte la tele ni me enganche a Internet para saber como iba la ofensiva israeli en Gaza. Queria ser un turista normal en la monumental capital de Siria. Y lo hice. Sali cuando el sol ya estaba alto. Antes estuve leyendo un buen rato en mi suite 307. Pero de esa lectura hablare mas adelante. Me eche a las calles con el objetivo de comprar tres o cuatro cosas lo mas rapido posible para, despues, poder deambular tranquilamente, sin tener que fijarme en escaparates o calcular los precios de las cosas.

Soy un pesimo comprador. Excepto de libros, peliculas o discos, mi pulsion compradora es nula. Veo dagas muy chulas, o lamparas, o atriles para mis libros. Pero me aturullo con los precios. Ademas, cuando me dicen que algo es antiguo, salgo despavorido ya que es la antesala de una clavada monumental. Por ejemplo, vi en un escaparate un libro con unas miniaturas muy coloristas. Entre a preguntar por el, lo estuve viendo (despues de mostrar interes por otras piezas, para despistar, consejo numero uno para comprar en los paraisos del regateo) y me gusto. Era una version corta de las Mil y Una Noches con dibujos muy vivos. Y pregunte el precio: «Dibujos hechos a mano. En Euros, 125» Me dio la risa y me fui, por supuesto, sin hacer una contraoferta, camino mas directo que hay a la perdicion cuando se trata de regatear. Segui mirando pashminas, cajitas, laminas y demas parafernalia y, en otra tienda, vi el mismo libro, convenientemente envejecido, para dotarle de un halito atractivo y misterioso.

-How much?

– My friend, handmade drawns. Very beautiful. For you… 300 euros.

-Only?

Y me fui descojonado de la risa. Total, que decidi no conmenzar a regatear hasta encontrar a algun vendedor con los cojones lo suficientemente gordos como para pedir, de entrada, 500 euros. Y, como no lo encontre… pues me quede sin mi libro.

Y, a partir de completar las compras, me dedique a dar el paseo mas tranquilo y relajado que recuerdo haber dado en mi vida. Sin horas, sin rumbo, me dedique a vagabundear por una ciudad que me tiene arrebatado el corazon, a la velocidad de los caracoles. Me asomaba en todos los rincones, me detenia en todas las esquinas y me deleitaba en cada balconada, en cada recodo, en cada curva. Ya dije, hace unos dias, que el Viejo Damasco esta a punto de desaparecer. Por eso, estos largos paseos resultan tan especiales. Esos callejones humedos y atiborrados de cables, esas vigas de madera vistas, esos balcones que chocan unos con otros…

Las puertas de madera, el cemento desportillado, las farolas de hace lustros, los carteles inunando las paredes… En un momento pase por un Museo de la Caligrafia Arabe. Fue un mal momento. Pero entre. A modo de recuerdo y homenaje. A quienes nos gusta escribir, nos encantaria tener una hermosa caligrafia. Me gustan los textos hermosamente escritos. Porque la caligrafia es un arte. Y la arabe, mas que ninguna, dado que es motivo principal de su decoracion. Pase un buen rato viendo inscripciones en piedra y en papel, textos historicos y manuscritos hermosamente decorados. La chica, muy maja, se conformo con coger un billete de dolar, al no tener cambio de mi billete de 1000 libras sirias. Muy simpatica, se reia cuando le saque todas las monedas que llevaba encima para que se cobrara. Al final, prefirio el dolar contante y sonante.

Segui mi camino. Escuchando las alocuciones de las mezquitas y las radios de las tiendas. O vislumbando las televisiones, monotematicas, por supuesto. Pero segui mi lento deambular, impregnandome del ambiente de la capital, del transito de sus gentes, de los vendedores de cafe, de los hornillos de carbon, de lo tes de medio dia, de los hornos de pan. Ora buscando recachas de sol, ora sumergiendome en los callejones mas oscuros. Damasco es una ciudad vieja, sabia, amable, feliz, que lleva sus achaques con la mayor dignidad.

Comi en mi restaurante favorito, el Leylas, los inevitables hummus y moutabel. Escribi en mi cuardeno, ordene las entradas y tickets recolectados estos dias y sali de nuevo, esta vez, a despedirme de Damasco. Espere a que cayera la noche y sonara la llamada a la oracion, por las cercanias del embriagador Mercado de las Especias, despues de haber paseado por la Llamada Via Recta, acordandome de mis amigos de viaje, que ya estaran en casita.

Y con el olor de las especias en la pituitaria, la vision de mi ultimo atardecer en Damasco y el embujador sonido de la voz de los muecines, repetido hasta la infinito, me voy al hogar. A mi hotel. A descansar unas horas. Pero esto ya se lo he contado verdad?

Y les dije que, en Damasco, me llamo Hesh al-Lens?

Entonces, nada mas me queda por decirles. Solo «adios» a Damasco. O, mejor dicho, hasta la vista. Porque espero volver. Y, a ser posible, antes de que desaparezca su esencia embriagadora. Algun voluntario para venir? Bueno, ya hablaremos tranquilamente, en los proximos dias.

Pasen buena tarde. Esero conectar desde Estambul, para amenizar la espera del trasbordo. Animense a dejar comentarios, que esta noche sea larga, triste y melancolica.

Les quiere Hesh al-Lens, dentro de poco reconvertido, de nuevo, en Jesus Lens.

 

ADIOS LIBANO, HOLA DAMASCO

De vuelta en Damasco, en este ordenador sin acentos. Que voy a decir cuando acabo de entrar en la edicion digital de IDEAL y me encuentro con la noticia de que Israel ha comenzado su ataque terrestre a Gaza, matando a decenas de milicianos?

Deberia hablar del Museo de Beirut, con una estupenda coleccion de piezas, sarcofagos, etc. sobre todo tras ver el video de como quedo el edificio tras la guerra civil y como se salvaron algunos de sus tesoros, gracias al empeno del director, que blindo las piezas mas importantes con cemento y traslado las piezas mas delicadas a la caja fuerte del Banco Central, maxime sabiendo que el Museo estaba en plena Linea Verde y por tanto fue escenario de guerra.

Deberia de hablarles del Monte Carmelo, donde se adoraba al Dios Baal, una mole recubierta de nieve que tanto me recordaba a mi Sierra Nevada. Y de una ciudad omeya, una especia de pabellon de verano de la Dinastia de Damasco. Pero veo las noticias, los muertos, las barbaridades religiosas que se cometen, veo como el derecho internacional es burlado y como se actua con total impunidad, y lo veo aqui, en Damasco, y me produce especial repulsion. Porque el regimen islamista de Hamas es vergonzoso. Pero lo que esta haciendo Israel es de juszago de guardia. Y los que pagan, los de siempre. Los pobres y los miserables que no tienen donde caerse muertos.

En la zona del Monte Carmelo. el famoso Monte Hebron, muy cerca de la frontera con Siria, en la zona de los Altos del Golan, la presencia militar, alerta, era brutal. Y mientras escribo esto, la tele no deja de emitir imagenes de ninos palestinos muertos. Ayer, antes de acostarme, en Beirut, mandaba un SMS en que mostraba, una vez mas, mi estupefaccion por estar disfrutando de los placeres de un viaje, de haber conocido a un grupo estupendo de personas, y de gozar del hedonismo del Mediterraneo estando tan cerca del corazon del Infierno.

Me sigue pasando lo mismo hoy. No siento miedo ni inquietud alguna. Me acabo de despedir de Montse, Carmen, los dos Joses, Fernando y Lilliam, que vuelan hoy para Espana. Y aun cansado, me da mucha alegri el poder disponer de un dia mas en Damasco para prolongar este viaje estupendo. Pero siento culpable por estar preocupado por la historia, la cultura, la religion, el arte y la gastronomia de una zona del mundo que vio nacer la historia de la humanidad y que, a la vez, sufre en sus carnes la inhumanidad de la guerra. Una guerra basada en algo tan supuestamente peregrino como las religiones, mucho mas que opio para elpueblo. Mucho mas negativo, por supuesto: coartada para que la sangre se siga derramando, de forma impune, en medio mundo.

Si. Pasamos la frontera. Y fue un tramite engorroso. Y hemos venado pasta y una sopa de cabolla, charlando de viajes y de proyectos de futuro. Pero nada de ello tiene mucho sentido ahora. Me voy a dormir. A leer un rato y a planchar la oreja, comodamente tumbado en mi cama del Hotel Europa, donde el recepcionista, muy majo y con el que me llevo de maravilla, me ha reservado una suite de pitufa madre para rematar mi estancia en Damasco.

Y, sin embargo, a un punado de kilometros hay una guerra ahora mismo. Y acabo de volver de un pais que todavia no se ha recuperado de la ultima contienda civil y que mantiene una paz de lo mas precario. No se si tiene algun sentido todo esto, pero era lo que el cuerpo me pedia escribir y asi lo he hecho.

Buenas noches.

Jesus Lens.

LÍBANO FENICIO Y MEDITERRÁNEO

Hoy he disfrutado del Líbano más luminoso, hedonista y atractivo. Día soleado, salimos muy temprano para Tiro y Sidón, nombres que me recuerdan a la escuela, a las lecciones de historia antigua. A ese pueblo, el de los fenicios, desconocido y que pasaron a la historia por ser grandes comerciantes.

 

Empezamos por Sidón, recorrimos el Castillo del Mar, el zoco medieval, tomamos una coca cola en un cafetín de película, viejo como Carracuca y visitamos el espléndido Caravanserai de los Franc.

 

Y disfrutamos del color del Mediterráneo en invierno, iluminado por un sol que llevábamos sin ver casi desde que llegamos a Siria. Y luego Tiro. Con la espléndida ciudad greco romana y las ruinas fenicias. Daniel nos cuenta el mito del nacimiento de Europa e insiste en la importancia de los fenicios y los comerciantes como vehículo de transmisión de ideas, avances técnicos y conocimientos.

 

Un pescado asado en un restaurante frente al mar y una excelente puesta de sol nos reconcilia con lo mejor del Mediterráneo, de un mar que, por desgracia, tantas veces divide en vez de unir. Porque, a todo esto, estamos casi en la frontera con Israel, como los coches de la ONU se encargan de recordarnos. Una de las zonas calientes del conflicto del Oriente Próximo. Y una zona profundamente chiíta, como Lilian y yo veríamos por la tarde, al acercarnos a una carpa en que había un acto político-religioso, con centenares de fieles recitando y contestando a la filípica que echaba el orador, mujeres y hombres radicalmente separados, ellas, incluso las bebés, enteramente vestidas de negro.

 

Como decíamos al marcharnos, Lilian y yo: aunque seamos laicos y antirreligiosos en según qué casos, esto ejerce una extraña fascinación. Que ya oímos a través de los altavoces la oración del viernes del clérigo de la mezquita, apelando a la resistencia, el sufrimiento y el martirio para vencer al enemigo.

 

Y nosotros, paseando, viendo tiendas bonitas y comiendo pescado y bebiendo cerveza. Hace un par de días hablaba de confusión. Como hoy.

 

Porque regresas a Beirut y te topas con una ciudad vibrante, viva y por la que el dinero fluye con abundancia. Ya hemos hablado de los coches. Pero es que esta noche, para cenar, fuimos a la calle Goro (o algo así) y la acumulación de Clubes y restaurantes fashion será la envidia de cualquier capital europea. Decenas de locales a cada cuál mejor montado.

 

Cenamos, el grupito de siempre, en Les Georges. Una cena sensacional, bien regada y muy discutidora: política, sociedad, economía, viajes… bien animada. Lástima que se nos hizo tarde para volver a la joyería en que Lilian dejó escapar un colgante que era para enamorar. Casi tanto como la joyera 😉

 

Se cuida bien, la sociedad de Beirut. Es significativo lo que decía Daniel, cuya esposa es libanesa: «Mis hijos no podrían vivir aquí. Entre el lujo y la muerte, se volverían locos». Porque, en el taxi, pasamos por el lugar en que volaron al presidente libanés, con 2.000 kilos de explosivos. Vemos los restos arrasados de un gran hotel. Como ayer, cuando paseamos por los barrios ricos, recién reconstruidos, con edificios de diseño, preciosos y preciosistas. En contraste con el Beirut musulmán de junto a la Línea verde, con las señales de los disparos aún en los edificios deshabitados. Una Línea Verde convertida en zona de muerte, gobernada por los francotiradores, donde se hacían carreras suicidas de coches que subían a 200 km/h por la calle, intentando esquivar las balas de las milicias, haciendo apuestas y barbaridades por el estilo, propias de países y sociedades en descomposición.

 

Hoy se celebraba en Día de la Ira, convocado por Hamás. Nos dicen que en Trípoli, por donde estuvimos hace unos días, ha habido violencia. No es de extrañar. Nosotros seguimos felizmente ajenos a ella.

 

Mañana visitamos el Museo de Beirut, unas cavas de vino en el Valle del Bekaa y, por la tarde, regresamos a Damasco. Esto empieza a tocar a su fin, me temo. Por un lado, quiero volver a casa. Por otro, no quiero que el viaje termine, por supuesto.

 

Pero ya llegará la hora de llorar por el fin del viaje. Ahora es momento de dormir.

 

Buenas noches.

 

Jesús Lens.