‘Contrition’: oscura luminosidad enfrentada al mal

Hace unos días, Mercedes Gallego, la corresponsal de nuestro periódico en EE.UU., se hacía eco de una noticia espeluznante que les resumo de la forma más fría y aséptica posible. Tiffany, una joven de un pueblo de Oklahoma, invitó a dos amigas adolescentes a pasar el fin de semana en su casa. Como el domingo por la tarde aún no habían dado señales de vida, la policía fue a la finca en cuestión. “Todos están muertos”, informó el sheriff. 

La actual pareja de la madre de Tiffany resultó ser un violador convicto y confeso que había salido de la cárcel hacía tres años, después de haber pasado dieciséis entre rejas. El lunes tenía que pasar por los tribunales para responder por nuevos cargos relacionados con mensajes de contenido sexual enviados a una menor y, antes de que llegara la hora señalada, mató a su mujer, a las tres hijas de ésta y a las dos chicas invitadas a su propiedad. Después, se suicidó. 

Me quedé conmocionado al leer la noticia. Y se me vino a la cabeza, con toda su crudeza, el cómic que ya les anticipaba la semana pasada y que, a pesar de lo contado hasta aquí, usted debe leer sí o también. De verdad de la buena. Es un tebeo en absoluto sensacionalista que debería llevar impreso el marchamo de ‘Imprescindible’ y ‘De lectura obligatoria’. Se trata de ‘Contrition’, con guion de Carlos Portela y dibujo de Keko y lo ha publicado Norma Editorial, que ya anticipábamos la semana pasada al hablar del mal en estado puro AQUÍ.

La portada es escalofriante, sin necesidad de mostrar nada particularmente tremendista, efectista o sanguinolento. Como el resto del cómic. El famoso menos es más. Échenle un detenido vistazo y verán. 

Contrition es una pequeña localidad de Florida en la que, por razones que descubrirán al leer el cómic —permítanme que insista: ¡han de leerlo!— se concentra un amplio número de antiguos convictos condenados por delitos sexuales. Viven allí en una especie de estado de suspensión. Algo parecido al limbo. Sin expectativas. Sin posibilidades. ¿Sin futuro?

Se incendia una casa y muere uno de esos antiguos convictos. Se abre una rutinaria investigación y una periodista empieza a hacer preguntas. Lo que sigue, y no le cuento a usted más, le dejará la mandíbula cada vez más desencajada. Hasta llegar al final. Y no. No es por lo que usted está (o podría estar) pensando. O tal vez sí. ¿Quién sabe?

 

‘Contrition’ es un artefacto narrativo y visual muy poderoso. El guion de Carlos Portela te agarra por la pechera y no te suelta, llevándote por sendas insospechadas, con quiebros en el camino que te sacuden y zarandean, pero sin un gramo de efectismo, carnaza o mal gusto, insisto. 

Y está el dibujo de Keko, al que una vez definí como ‘el Caravaggio del cómic español’ por su brutalísima utilización de un radical blanco y negro en el que las sombras y la oscuridad ofrecen viñetas de una fuerza arrebatadora. Recuerden la Trilogía del Yo, mano a mano con el gran Antonio Altarriba. AQUÍ, más información.

No quiero seguir contándoles nada más sobre ‘Contrition’. Sólo invitarles, una vez más, a disfrutar de una de esas lecturas que te hacen pensar y darle vueltas al coco, preguntándote qué harías tú si te vieras enfrentado a según qué situaciones. —“¿Disfrutar, con lo que has dejado caer hasta aquí, Lens?”—. Sí. Háganme caso. ‘Contrition’ te remueve, te interpela, te provoca. Pero su lectura se disfruta hondamente, desde la primera hasta esa última página que, al pasarla, te obliga a coger el móvil y escribirle a tus mejores amigos: “¿Lo habéis leído ya? Necesito hablar de ello”.

Jesús Lens

Cuando la maldad es una obra de arte

Me gusta leer durante las presentaciones de libros. Leer fragmentos del libro presentado, quiero decir. Por ejemplo, el siguiente párrafo del arranque de ‘Nadie en esta tierra’, la novela más reciente de Víctor del Árbol.

“No tengo un nombre que vosotros podáis conocer y eso debería tranquilizaros; lo que no se nombra no existe y, a fin de cuentas, una voz sin nombre es un eco sin presencia, de modo que podéis decidir que soy fruto de la imaginación o algo parecido a un fantasma, alguien que estuvo y ya no está. Probablemente algunos sintáis la tentación de convertirme en un monstruo de cuento, uno de esos personajes que utilizáis para asustar a vuestros hijos y hacer que os obedezcan cuando los mandáis a dormir, el hombre del saco. Pero lo cierto es que no soy un monstruo que vive en el bosque ni soy una presencia en la niebla de vuestras pesadillas; soy humano, lo atestiguan mis cicatrices, y vivo entre vosotros. Sencillamente las personas como yo existen y aunque cerréis los ojos y os tapéis los oídos, no voy a desaparecer. Será mejor que lo aceptéis”.

¿Qué tipo de villano prefiere usted, estimado lector? ¿Cuál le gusta más? ¿El que sabemos que lo es desde el principio de la historia o el que se descubre sorpresivamente en el tramo final? De la maldad en estado puro hablamos el domingo con Víctor en la Feria del Libro, tanto en la presentación de su libro como después, en el Chikito, tomando una cerveza. (El domingo escribimos AQUÍ de la Feria del Libro y AQUÍ, sobre la novela de Víctor).

En ‘Nadie en esta tierra’ conocemos al villano desde el mismísmo prólogo. Y como habla en primera persona y no deja de interpelar al lector a lo largo de la toda la novela, se convierte en una presencia muy perturbadora. Y, lo que es peor: muy atractiva. ¿Peor he dicho? ¿Y si, igual que menos es más; cuanto peor, mejor? Parafraseando a Mae West, “cuando soy buena, soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mucho mejor”. 

Por ejemplo, el tío Charlie. Volví a encontrarme con él en ‘La sombra de una duda’, uno de los clásicos de Hitchcock que menos se le recuerdan y que a mí más me gusta. Que el afable, encantador y atractivo tío Charlie no es trigo limpio lo sabemos desde los mismísimos títulos de crédito con que se abre la película. A pesar de que no tardamos en saber a qué se dedica el personaje interpretado por Joseph Cotten, Hitchcock consigue que el espectador se sienta atraído por él. Sobre todo, por la fascinación que ejerce en su sobrina, con la que comparte nombre. Por el rapto de brillante alegría y luminosidad que le imprime al soso día a día de los vecinos de una gris, tediosa y aburrida ciudad de provincias.

No hay sorpresa. Hay suspense. La mirada del abismo. El horizonte de sucesos. La irreprimible atracción de los agujeros negros. Y es que, como decía el personaje de Lisa Bonet en ‘El corazón del Ángel’, siempre es el malo el que hace latir deprisa el corazón de una chica.

Se me termina el espacio y no les he hablado de dos cómics recientemente publicados por Norma Editorial en los que el mal te asalta de principio a fin. El primero es ‘Contrition’, de Carlos Portela y Keko, y tiene la portada más inquietante que he visto en mucho tiempo. Lo comentamos pronto. El segundo viene compilado en dos dos soberbios tomos, se titula ‘El asesino’, es de Matz y Luc Jacamon y el protagonista mata por encargo.

Un flipe. Ya lo verán. Y también hablaremos de él largo y tendido. 

Jesús Lens

Mis cómics esenciales del Noir español

Cuarta entrega dedicada a mis imprescindibles del noir. En este caso, a algunos cómics españoles de género negro que forman parte del canon, imprescindibles en esa biblioteca ideal que estamos construyendo este verano. 

Ni que decir tiene que la serie Blacksad, de Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales, debe figurar en el frontispicio. Pero les he hablado tanto y tantas veces de ese gato detective que insistir sería ocioso y reiterativo. ¿Y qué decir de ‘La araña del olvido’ de Enrique Bonet? La investigación sobre la muerte de Lorca emprendida por Agustín Penón es de lectura obligatoria, como mínimo, una vez al año.

Como el ‘Torpedo’ de Enrique Sánchez Abulí y Jordi Bernet. Humor negro y violencia a raudales en un cómic protagonizado por el siciliano Luca Torelli que, emigrado a Estados Unidos, se gana la vida como sicario. Un asesino a sueldo sin corazón que transita por los años de la Gran Depresión. El Integral publicado hace unos años es uno de esos monumentos que valen infinitamente más de lo que cuestan.

En formato apaisado, me encanta la obra de Víctor Santos. Su serie ‘Polar’ es negra, violenta y muy, muy visual. Nació como webcómic y ahí lo tienen, en www.polarcomic.com. Norma lo publicó en papel y después se convirtió en serie de Netflix. Para mí, lo mejor es leerlo en papel. Pero ya saben que yo soy viejuno… Reconozco, eso sí, que versión on line es la caña, repleta de hallazgos visuales. 

‘Bajo la piel’ y ‘Cuentas pendientes’, de Sergi Álvarez y Sagar Fornies, son sendos homenajes al género negro clásico norteamericano del que tantos creadores y aficionados hemos bebido, incluyendo pianistas fracasados, mafiosos de baja estofa y otros oscuros personajes por el estilo. 

Muy interesante la vuelta de tuerca al universo ‘Millenium’ de Stieg Larson, con la participación de la dibujante granadina Belén Ortega. Tres álbumes protagonizados por Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, de plena actualidad —grupos de ultraderecha y espionaje cibernético— con guion de Sylvain Runberg. 

Igualmente obligatorio es el ‘Contrapaso’ de Teresa Valero, una de las revoluciones del cómic noir español desde su publicación a comienzos de 2021. Con él, Teresa ha ganado mil y un premios y distinciones y ya está inmersa en la segunda entrega de la serie. Una investigación en el Madrid de posguerra emprendida por unos periodistas que no se conforman con la versión oficial. El trabajo de documentación es esplendoroso. 

La Trilogía del Ego, de Antonio Altarriba y Keko, resulta de lo más desasosegante. ‘Yo, asesino’, ‘Yo, loco’ y ‘Yo, mentiroso’ conforman un tríptico muy apegado a la realidad social de la España contemporánea. El último título de la saga, en concreto, se mete en harinas político-electorales y no deja títere con cabeza. Ojo que incluye a un inefable comisario Corralejo como personaje. Con eso está todo dicho.

Si les interesa el mundo del cómic noir, háganse con el libro ‘Rueda de reconocimiento. Huellas del noir en el cómic granadino’.

Está publicado por la UGR con la colaboración del festival Granada Noir y tiene unos textos introductorios muy completos e interesantes que permiten hacerse una idea muy precisa de qué es ese noir del que tanto hablamos aplicado al mundo del tebeo. Y es que en Granada hay mucho y muy buen género negro en viñetas. 

Jesús Lens