Sevilla, entre el terror y la picaresca

Uno de los autores que con más frecuencia viene a Granada Noir, el festival patrocinado por Cervezas Alhambra, es Juan Ramón Biedma, nuestro compañero de Sevilla. Y viene porque con cada novela da un puñetazo encima de la mesa y nos deslumbra con su mestizaje argumental entre el noir más descarnado, la fantasía y el terror. 

Durante la presentación en la librería Picasso de ‘Crisanta’, su novela más reciente, publicada por Alianza Editorial, comentamos con Mercedes Salvador que Biedma es el narrador del mal por excelencia. Y para hablarnos del mal en estado puro, traslada la acción a la Sevilla del 36, a los primeros meses de la sublevación, a la de Queipo de Llano y compañía. 

A la protagonista de la historia, Crisanta, le hacen un encargo de lo más peliagudo: localizar un tríptico del siglo XVI de Jan Van Eyck, expoliado de una iglesia. La recompensa: un pasaporte para salir de un país sumido en el caos, cada vez más oscurantista y violento, sin un mínimo horizonte de esperanza. 

Ella sabe que no debe aceptar el encargo. Sus dotes como adivinadora le advierten de que la empresa está abocada al peor de los fracasos. En parte, porque el tríptico flamenco arrastra fama de maldito. Pero ella tirará adelante y en su camino se cruzará con personajes de lo más variado. Y, como es marca de fábrica en Biedma, de lo más singular y extremo. Alguno es siniestro como un demonio surgido del inframundo: un militar de alta graduación, también alcohólica, que firma sentencias de muerte con la misma tranquilidad con la que tumba botellas.

Tenemos a un cura de lo más singular y a la fantástica Sociedad Mediúmnica que investiga sucesos paranormales y, además, muy extraños. Como muestra, un botón:

“—¿Y qué te parece ese mundo que estas descubriendo?

—Me parece que llevo toda la vida viviendo en una Sevilla podrida de secretos y que ni siquiera me había enterado”. 

‘Crisanta’ es una novela llena de gente peligrosa en la que corres el riesgo de recibir un tiro o una puñalada cada vez que pasas de página. Una novela coral con decenas de personajes cuyas historias se cruzan y se entrelazan en una Sevilla asolada por el terror. Tanto la ciudad como la provincia, con unas brigadas negras de lo más siniestro que recorren los caminos y paran en las ventas para escuchar flamenco con sabor a sangre.

Lo tengo muy dicho: Juan Ramón Biedma es un género en sí mismo y hay que leer todo lo que surja de su cabeza privilegiada y su escritura inclemente. 

Y ya que estamos en Sevilla y hablamos de tráfico de obras de arte, cambiemos de tercio para comentar un libro de no ficción de lo más singular: ‘El falsificador de Franco’, publicado por la editorial Samarcanda y que lleva como subtítulo ‘La historia del pintor que engañó al mundo del arte’. 

El autor es Juan Carlos Arias, al que conocimos por otro libro en el que relataba sus aventuras y desventuras como detective privado en la ciudad hispalense y la historia de su agencia Adas. Ahora que se ha jubilado, homenajea a su padre en otro libro que cuenta una historia apasionante. Y real. De esas que si la lees como novela piensas que el autor tiene un exceso de imaginación. 

Una trama protagonizada por falsificadores de arte, galeristas pícaros, artistas bohemios y un supuesto bodegón de Velázquez que le colocaron nada menos que a Carmen Polo, la mujer de Franco y no por casualidad apodada ‘La Collares’. Lean, lean. Lean y flipen. 

Jesús Lens

Biedma, el Caravaggio de la literatura negra española

La vuelta a la normalidad, aunque sea a la nueva, tan diferente a la antigua, tan extraña y exigente; ha permitido la reactivación del mercado editorial, que empieza a acoger felices novedades. Seguimos poniéndonos al día en la lectura de las nuevas novelas policíacas escritas por autores de nuestra tierra, como nuestro Juan Ramón Biedma.

En noviembre de 2019, cuando el coronavirus ni estaba (presuntamente) ni se le esperaba, la noticia de que el escritor sevillano Juan Ramón Biedma se había alzado con el XXI Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones nos hizo dar un gran salto de alegría. Porque Juan Ramón es uno de los nuestros, uno de los grandes maestros del género negro que ha situado a la Andalucía Connection en lo más alto del escalafón literario.

Tenemos ya la oportunidad, por fin, de leer ‘El sonido de tu cabello’, una novela implacable, como lo son todas las de su autor. El escenario de la trama es Sevilla, como tantas otras veces. Pero una Sevilla por completo diferente a la que tenemos impresa en nuestro imaginario.

En un momento de la novela, dos de los protagonistas de una historia coral, narrada a varias voces, son secuestrados y conducidos a ciegas por las calles de la capital hispalense. Acaban en un hospital clandestino llamado Monteverde, homenaje que el autor le hace a uno de sus carnales mexicanos. Los personajes deducen que están por la zona de la calle Feria, en los alrededores de la Alameda de Hércules. Exactamente en la calle Vascongadas.

Entonces me acordé de que hace unos meses anduve exactamente por aquellos andurriales, buscando una antigua Abacería. ¡Qué diferente es la mirada del viajero ocasional, del turista accidental, que la del escritor que conoce palmo a palmo las calles de su ciudad y sabe sacarles todo su partido literario.

‘El sonido de tu cabello’, sin embargo, arranca en México. En un lugar que, en la crónica negra contemporánea, ocupa un lugar desgraciadamente destacado: Ciudad Juárez. De inmediato se traslada a otro escenario cargado de ecos y resonancias: Las Tres Mil Viviendas, uno de los suburbios más peligrosos de Europa.

En una iglesia evangélica ha aparecido el cadáver de una chica jovem delgada, morena. Hay un sospechoso que resulta inmediatamente detenido. Mientras la inspectora Perpetua Carrizo es la encargada de investigar el crimen, al abogado Set Santiago le corresponde la defensa del detenido. Y un runrún: el muló anda suelo por las Tres Mil Viviendas. El muló, un espectro aterrados para los gitanos que nos recuerda al golem de los judíos. “Busca las grietas más oscuras, los portales de los edificios abandonados, se arrastra por los vertederos, tiene un don especial para localizar las entradas y las salidas de túneles desconocidos, la zona cero”.

La insania habitual de las novelas de Biedma está en todas y cada una de las páginas de una aterradora novela de denuncia social con personajes al límite de su existencia. Y de su cordura. Una novela en la que los talleres clandestinos y la explotación laboral de las mujeres se dan la mano con los supermercados de la droga.

Una novela, en fin, en la que la búsqueda de redención y la venganza también son dos de los motores que animan la acción. Como señala Orujo, mujer inolvidable, hablando de unos módulos que ya no podrá terminar: “Me he escapado del maco para unas venganzas y eso, y me voy a morir antes”. Y ensancha su sonrisa.

O este otro momento igualmente protagonizado por Orujo, que firmaría el mismísimo Tarantino… de sus comienzos: “La primera patada en la cara es una patada antigua, una que había preparado durante muchos años, una muy querida; le habría gustado que el crujido recibido a cambio hubiera sido mayor, que estuviera acompañado por un chapoteo de sangre y vísceras, pero las viejas ilusiones siempre nos decepcionan”. ¡Esa Orujo, que hace las cosas porque sí, que siempre le ha parecido la más válida de las razones para justificar sus actos!

Y está la noche, ese territorio tan querido para un autor tenebrista como Biedma, el mejor Caravaggio de la literatura negra española contemporánea: “El amanecer es el fracaso de todo lo malo, todo lo sucio, todo lo oculto, todo lo resguardado, todo lo agridulce. Al amanecer se imponen la chabacanería y el imperio de los profesores y los jueces”.

Lean ‘El sonido de tu cabello’. No es una lectura fácil. Ni cómoda. Es una recomendación extraña para estos días de sol y playa, dado que se trata de una novela que pide nocturnidad, frío y humedad. Quizá por eso, sus últimas 150 páginas las devoré del tirón, de madrugada, en una noche de feliz insomnio literario.

Lean ‘El sonido de tu cabello’ ahora o cómprenla y resérvenla para el otoño, cuando las tinieblas de la noche empiecen a ganarle la partida a la claridad de las mañanas. Pero lean ‘El sonido de tu cabello’, sí o también.

Jesús Lens

Clubes de lectura

¿Conocen ustedes el origen etimológico de la palabra club? Si mis fuentes no me fallan y he hecho una correcta búsqueda en Internet, el término original en inglés se traduciría como “garrote”, esa especie de bastón que, más delgado por la parte del mango y bien grueso en el extremo, se utilizaba para golpear en la cabeza a una persona.

Y, miren que les diga, que si esa definición no es exacta, me da igual. Porque me encanta. En primer lugar, explicaría el fenómeno hooligan de determinados aficionados al fútbol. Pero es que, además, representa lo que debería suponer ser miembro de un club, dando igual si es deportivo, cultural o social.

Hacerse miembro de un club supone movimiento y acción. Voluntariedad. Decisión. Y compromiso. De ir a las reuniones, de participar en la toma de decisiones, de pagar las cuotas. Y, sobre todo, uno se apunta a un club para relacionarse, compartir aficiones y experiencias y colaborar en la consecución de un fin común. Para sacudir las neuronas, en una palabra.

Y los clubes de lectura son la quintaesencia de esa actitud agitaneuronas. Porque escribir y leer son procesos eminentemente solitarios. Actividades individuales que absorben mucho tiempo y que, sin embargo, piden a voces ser compartidas.

Con el auge de las redes sociales, cada vez hay más vías para compartir la experiencia lectora. En ese sentido, no hay más que ver la importancia creciente de los Booktubers, como prescriptores de lecturas y autores. ¡Menudo concepto, por cierto, el de prescriptores!

Pero no hay red social comparable a juntarse, un grupo de personas, y hablar cara a cara mirándose a los ojos y viéndose gesticular, mientras comentan un libro o un tebeo recientemente leído. De ahí la importancia de esos clubes de lectura que permiten socializar en torno a la lectura.

Conscientes del trascendental papel que desempeñan, Granada Noir ha posibilitado que hasta cinco clubes charlen con autores invitados al festival, para que los lectores puedan intercambiar opiniones con ellos y profundizar en el proceso de creación literaria. Los clubes de las bibliotecas municipales de los ayuntamientos de Granada y Vegas del Genil, los de las librerías Ubú y Agapea y el club Sueca, están disfrutando estos días de la presencia de Andrés Pérez Domínguez, Toni Hill, Juan Ramón Biedma, Empar Fernández y Beatriz Rodríguez. ¡Un lujazo para todos!

Jesús Lens

La lluvia en la Mazmorra

Creo que de Juan Ramón Biedma lo he leído todo. O casi. Y algunas de sus novelas, más de una vez. Y es que Biedma es uno de los autores más felizmente reconocibles del panorama literario español de los últimos años.

La lluvia en la mazmorra Biedma

Es reconocible porque tiene un universo propio, personal y único. No importa que escriba de zombis o de la Sevilla contemporánea, del Madrid de principios del siglo XX o del Londres victoriano de toda la vida.

No pasa nada si sus aventuras las protagonizan Sherlock Holmes y Moriarty o el mismísimo Enrique Jardiel Poncela.

Porque la profunda voz de Biedma y su poderosa escritura hacen que todos esos escenarios pasen a formar parte de un universo mítico, mágico… y pútrido: Biedmaland.

Wellcome to Biedmaland!

Tierra de sueños agitados e intensas pesadillas, de aires viciados y ambientes enrarecidos, de calles oscuras y mugrientas y de personas diferentes y canallas.

La última novela de Juan Ramón Biedma se titula “La lluvia en la Mazmorra”, la publica la editorial Versátil y sus 400 adictivas e intensísimas páginas cuentan una historia que acece en tres días nada más. Los tres días que precedieron la salida de Primo de Rivera del gobierno de España, allá por lejanos años 30 del pasado siglo.

La lluvia en la Mazmorra

¿Una historia? ¿He dicho UNA historia? ¡Por favor! En un libro de Biedma no cabe una historia. Caben… tantas como sean ustedes capaces de imaginar. Por ejemplo, cabe la historia de Ana, una actriz que muere en el primer acto.

Sí. Acto. Porque “La lluvia en la Mazmorra” es un homenaje al teatro. Y a los actores. Y a autores tan imprescindibles como Enrique Jardiel Poncela, al que Biedma convierte en personaje de su obra y cuya memoria, obra y biografía hay que reivindicar.

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Jesús Lens

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Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado

O “Mis ojipláticos ojos envidiosos cuando he pasado la última página de la más reciente y genial novela de Juan Ramón Biedma”. Ojos envidiosos de ti, si aún no la has leído. Porque, sinceramente, lo que ahora mismo me pide el cuerpo es volver a empezar “Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado”. Leerla otra vez para volver a disfrutar de las andanzas de Holmes y Moriarty por Londres. Como la primera vez.

Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado

Reconozco que me quedé un poco sorprendido al saber que Biedma había ganado la II edición del Premio Valencia de Novela Negra con una historia protagonizada por dos arquetipos de la literatura universal. Sorprendido, porque Biedma tiene una imaginación desbordante y un torrencial caudal de personajes y situaciones pertenecientes a un personalísimo universo propio. (Lo podéis comprobar, por 1 euro, en “El efecto Transilvania”, que hemos reeditado en formato digital, en la colección Nube Negra).

El efecto Transilvania portada

Pero es que, a nada que lo pensemos, el Londres victoriano de Holmes y Moriarty conecta perfectamente con la estética de Biedma: esos sucios y tortuosos callejones oscuros, esa niebla ominosa, esa humedad pútrida que se mete en los huesos, esos personajes que parecen salidos del averno, esas pandillas de chiquillos que resultan más amenazadoras que un ejército armado hasta los dientes…

Escribía yo en Twitter que “Lo nuevo de @JRBiedma enfrenta Holmes y Moriarty en una Londres muy dickensiana, infestada por la devastadora peste de un Apocalipsis zombi”.

A lo que el autor me preguntaba que dónde estaban los zombis en su novela.

 Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado Moriarty

Los zombis, en mi particular interpretación, serían esos personajes condenados a la miseria más absoluta por un sistema depredador, seres que deambulan por las calles sin más propósito que conseguir unos centavos con los que tomarse una pinta de cerveza y pasar la noche. Tipos sin un propósito en la vida, más allá de la mera y precaria supervivencia. Sobre todo, si tienen lepra. Que hay mucha lepra en esta novela. ¡Ay, las excrecencias de un sistema profundamente injusto y podrido hasta la médula en el que no se respeta ni a los niños! Quizá, a los niños, menos que a nadie.

 Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado Biedma

Porque no hay zombis, como tales, en la novela de Biedma. Pero sí hay mucho muerto viviente. Y mucho vivo que no tardará en estar muerto. Porque un enfrentamiento entre Holmes y Moriarty siempre es susceptible de dejar cadáveres en el camino. Muchos cadáveres.

Y, en este marco, son muchos, muy variados y muy interesantes los personajes que acompañan a los dos protagonistas en una nueva batalla entre el mal y el bien. Tipos siniestros como Tansel, por ejemplo, para quienes la violencia es parte consustancial hasta de su vida amorosa. Antihéroes como Cox, un juguete en las manos de Rambalda, una de esas mujeres a las que es mejor no acercarse. Y el abad Sandler. O esa señorita que viene de Suiza, a implorar auxilio a Moriarty.

Círculo Holmes
Círculo Holmes

Y hay unas niñas secuestradas. Y un zoológico humano en el que, impúdicamente, se exhiben exóticos nativos traídos de los cuatro puntos cardinales; como si fueran animales, ataviados con sus ropas originales.

Y tenemos un plan. Siempre tiene que haber un plan. Porque las mentes pensantes de Holmes y Moriarty no descansan jamás, disputando una eterna partida de ajedrez en la que la reina, Victoria, nunca parece suficientemente ahíta, necesitando comer peones, comer alfiles, comer torres, comer caballos… Comer y comer.

Cualquier que haya leído alguna novela de Juan Ramón Biedma sabe que su literatura contamina. Que mancha. Que transmite sensaciones físicas. Que, cuando te sumerges en sus páginas, te sientes literalmente transportado a la insania de unas calles mefíticas, en las que cualquier cosa es posible. Cualquier cosa perniciosa, violenta y salvaje, por supuesto.

 Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado Juan Ramón Biedma

Aunque también hay lugar para la esperanza. Porque, en el fondo, Juan Ramón Biedma es un romántico.

“Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado” es una maravilla de novela que hará las delicias de los amantes de Holmes, tanto del clásico como de las versiones actualizadas que nos están ofreciendo el cine y la televisión a lo largo de los últimos años…

Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado Holmes

Pero también gustará a quiénes no son especialmente fans del personaje de Conan Doyle. Porque Biedma lo subvierte todo y, en su novela, nunca nada es lo que parece.

Jesús Lens

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