El magisterio de Juan Madrid

No sé la de veces que he recorrido estos días la Carrera de la Virgen asomándome a esas efímeras, pero imprescindibles librerías que han jalonado uno de los paseos más icónicos de Granada. Con más o menos tiempo he bicheado, ojeado, hojeado y comprado. He charlado con Raquel, Lola o Carmen y confirman que esta edición otoñal de la Feria del Libro ha sido un exitazo descomunal.

Como descomunal ha sido el trabajazo que han hecho Mariana, Alfonso y Antonio. Justo antes de la conversación que José Abad y un servidor mantuvimos con Juan Madrid en Condes de Gabia, me acordaba de aquella charla telefónica de un sábado noche, en pleno agosto, con Alfonso Salazar. Estaba cerrando la programación y tenía una nueva idea en mente, además de las que ya habíamos consensuado: la relación entre la narrativa, el cine y la televisión del primer galardonado con el Premio Granada Noir.

Unas semanas después pudimos disfrutar de una charla larga, fructífera y, creo, enriquecedora para los asistentes. Lo decía Natalia, al mando de la parte técnica en el edificio de Diputación: “así da gusto trabajar un sábado por la tarde”.

Juan estuvo expansivo y coloquial. Dialogante y respetuoso a la vez que inflexible en sus ideas, pareceres y opiniones. Hablamos de ‘Días contados’, una obra maestra del cine negro español. O “del cine español, a secas”, como me reconvino Juan. Comentamos ‘Tánger’, dirigida por el propio escritor, que es profesor de guion en la mítica Escuela de San Antonio de los Baños de Cuba, y convinimos en que el acento del protagonista, Jorge Perugorría, saca al espectador de la película.

A ‘Brigada central’ le dedicamos mucho tiempo. Ahora que la serie se puede ver completa en la plataforma de RTVE es un magnífico momento para recordar un proyecto que, años después, fue novelizado por el propio Juan Madrid. “‘Brigada central’ es una novela de 1500 páginas publicada en tres tomos por Alianza Editorial”, nos explicó. No me quedó claro, eso sí, qué pasó con los guiones para esa tercera temporada de la serie que nunca se hizo… en España. Seguiré curioseando.

Charla que te charla, descubrimos secretos de los rodajes, hablamos de guiones perdidos, castings soñados, proyectos malogrados y anécdotas con Gabriel García Márquez. Al acabar, Juan nos dio una sorpresa a los amantes del noir que me hizo saltar de la silla y que aún no sé si compartir con ustedes.

Tras su paso por la caseta de firmas, nos fuimos a cenar al Alegría, parada y fonda en estas noches de feria con más hojas que farolillos, más versos que sevillanas y más cerveza que rebujito. Tras brindar con unas Alhambras heladas, expresa petición de Juan Madrid a la que Abad y yo nos unimos alborozados, seguimos hablando de cine, literatura, historia, política… y Villarejo. Me gustó ver cómo le sonrían los ojos al maestro cuando se enteró de que Mariana Lozano había leído la Odisea en griego. “¡En la Odisea está todo. Como en el Quijote y en Madame Bobary!”, exclamaba. Mi padre habría sonreído al descubrir su enorme admiración por el profesor Adrados.

Al final de la cena me contó más sobre el nuevo proyecto en que está embarcado. Hasta el título provisional me confió. Un título que, como es habitual en Juan Madrid, es todo un microrrelato en sí mismo, cargado de poesía, fatalismo y premonición.

No lo voy a desvelar, por supuesto. Ni siquiera les contaré de qué va la cosa. Será un secreto compartido por las tres docenas de personas que, el sábado pasado, nos acompañaron en la Feria del Libro. Porque ir a los sitios y participar en vivo y en directo del magisterio de Juan Madrid debe reportar pequeñas recompensas, íntimas satisfacciones.

Jesús Lens

Género negro escrito en Granada

Estos días he leído un par de novelas policíacas escritas por autores granadinos. La vuelta del prolífico José Abad a la narrativa negro-criminal es todo un acontecimiento. En ‘Salamandra’, publicada por la editorial Almuzara, recupera a Raven un personaje que nació en ‘Nunca apuestes con el diablo’, novela del año 2000 y que no he leído hasta la fecha, sin que eso haya lastrado ni un ápice el disfrute de esta nueva historia.

La acción de ‘Salamandra’ transcurre en Sicilia, pero antes de que algún lector fuguilla abandone la lectura en este punto, con dudas sobre qué tiene que aportar un escritor granadino a la novelística sobre la mafia, les recuerdo que José Abad, doctor en filología italiana y profesor de la UGR, vivió cinco años en Palermo. Así las cosas, está perfectamente legitimado para guiarnos por la famosa isla del sur de Italia y mostrarnos la ciudad de la siguiente guisa: “Un cielo ocre y una atmósfera pegajosa cubrían Palermo. Una atmósfera pegajosa y melancólica, así lo recordaba. En el aire, suciedad y tristeza; en las calles, bulla y tedio; en el puerto, soledad y muerte”.

No va a ser un viaje turístico ni de postal. Un viejo capo le encomienda a Raven una misión en apariencia sencilla: seguir los pasos de su hija y conseguir que no le pase nada durante su escapada clandestina a la capital siciliana. La chiquilla solo quiere poner flores en la tumba de su madre, pero las vendettas siempre son un riesgo. Una muchacha que, además, va acompañada de un joven pimpollo, lo que complica aún más las cosas.

Hace mucho tiempo que Raven no vuelve a Sicilia. También tuvo de huir. La vuelta, por tanto, tiene tanto de arriesgado como de metafórico. “En estos viajes al pasado son frecuentes los momentos desagradables. Es previsible, ¿no? Viajar en sentido contrario a la marcha, como mínimo, podría marearnos”.

¡Ay, el pasado! ¡Ay, el recuerdo! Hay tanto de melancolía en ‘Salamandra’, novela que, sin embargo, es de acción… “Raven hubiera podido decirle que la mayoría de la gente no soporta manchas en los mapas del recuerdo, que querríamos desbrozar por completo el solar del pasado para construir el edificio del presente, pero no es posible”.

A caballo entre el recuerdo y el aquí y el ahora; Raven contacta con un viejo compinche para que le eche una mano en esta nueva aventura. El viaje al pasado, complejo y contradictorio, nos deja perlas metafísicas de este calibre: “Que no sepas dónde iremos a parar, vale, pero de dónde venimos… eso lo sabemos todos. Y sin embargo, no es así”. O este otro diálogo, tan de western:

“—Ha sido como en los viejos tiempos, ¿verdad?

—Como en los viejos tiempos, sí”.

El vértigo y la tensión del presente se adueñan del tercio final del libro, pura adrenalina, con mucho de Hitchcock. Del desenlace no les digo nada. Pero ya verán, ya…

Por su parte, ‘Seis números rojos’, de José Luis León Padial, publicada por Editorial SG, transcurre casi íntegramente en el Realejo y el autor le imprime a la trama unas enormes dosis de humor. Tres días locos, casi desquiciados, en la vida de Luis, un buen hombre que sin comerlo ni beberlo se ve metido en un lío morrocotudo, acusado de un asesinato que no ha cometido.

Tres días en los que conocerá a lo peor, pero también a lo mejor de cada casa, incluyendo a delincuentes y policías de diverso pelaje. Transitaremos por garitos peligrosos y correremos, correremos mucho por las cuestas del Realejo, convertido en escenario mítico en esta novela.

Jesús Lens

Christopher Nolan: noir y superhéroes

Será uno de los libros cinematográficos del año. La monografía que el profesor de la UGR José Abad le ha dedicado al cineasta Christopher Nolan, publicado en la prestigiosa colección Signo e Imagen de la editorial Cátedra, estará al final de 2018 entre los mejores libros dedicados a reflexionar sobre el cine.

¿Y saben lo mejor? Que se trata de un excelente trabajo que, partiendo del séptimo arte, nos habla de filosofía, sociología e historia. De cómics, libros, música… la vida, o sea. Justo como debe ser un buen libro dedicado a ese milagro que son las películas.

Junto a James Grey, Jeff Nichols y Dennis Villeneuve, Christopher Nolan conforma el Cuarteto de la Muerte del cine norteamericano contemporáneo. Todos ellos iniciaron sus carreras filmando películas de género negro y fogueándose en el Noir como cineastas. Después, cada uno ha seguido su rumbo, pero sigue habiendo mucho de negro en su cine.

 

En concreto, las primeras películas Christopher Nolan son puro cine negro, con “Memento” e “Insomnia” como mascarones de proa de un policial original, diferente y extraño que tensa los límites de la dualidad bueno/malo, tan habitual en el género, hasta límites insospechados.

(Sigue leyendo en el suplemento Evasión de IDEAL, aquí), o en nuestra página hermana, Calibre 38 AQUÍ; pero recuerda algo importante: tenemos que hablar, por supuesto, la Trilogía del Caballero Oscuro, protagonizada por Batman, el superhéroe más noir de todo el multiverso de justicieros enmascarados.

 

José Abad le dedica un importante número de páginas a una de las grandes trilogías del cine más reciente, en la que el mainstream y el cine de autor conviven lo más íntimamente que pueden hacerlo el agua y el aceite. Antes de desmenuzar y analizar las películas desde los más variados puntos de vista, el autor del libro dedicado a Nolan, que presentamos mano a mano el próximo jueves 22 de febrero en la librería Picasso; hace un completo repaso al origen del personaje, desde su aparición en la mítica revista Detective Comics, en mayo de 1939.

Porque Batman es un hombre sin superpoderes especiales. Un hombre al que el destino y el infortunio arrastran al averno, de donde regresa convertido en un furibundo vengador, como tantas veces hemos visto en películas de cine negro canónicas. Por eso me gusta tanto que, además de hablar de los tebeos más famosos de Frank Miller y Allan Moore, José Abad haga especial referencia a “Batman: año uno”, escrita por Miller y dibujada por el gran David Mazzucchelli, una serie puramente noir, con sus mafiosos incluidos.

 

Jesús Lens

Cine al margen: centenario de Mario Bava

Hay un cine que no suele ser objeto de estudio, investigación o análisis. Un cine diferente, extraño y a contracorriente. Un cine que se ve mucho, pero del que prácticamente no se habla. Al menos, en alta voz. Y, desde luego, un cine del que no se suele escribir.

 josé abad

Por eso resulta tan reconfortante que, en Granada, tengamos a un erudito cinematográfico como José Abad, que ha dedicado su sapiencia, su tiempo y su esfuerzo en dedicar una extraordinaria y apasionante monografía a un director tan improbable como es el italiano Mario Bava, con ocasión del centenario de su nacimiento.

Publicadas por T&B Editores y bajo el sugerente subtítulo de “El cine de las tinieblas”, las doscientas adictivas páginas que Abad dedica a Bava se convierten, desde el principio, en un canto de amor al cine. “Crecí enredado en tiras de celuloide. A los tres años jugaba con trozos de cianuro potásico, que me gustaba por su color rojo rubí, y lo alternaba en largas hileras con los granos blancos de hiposulfito. A mi padre nunca se le pasó por la cabeza que pudiera envenenarme: yo sabía que era veneno y que no debía chuparme los dedos después de tocarlo”.

 joseabad

Como bien apostilla Abad, aquel niño no se intoxicó con el cianuro, pero sí lo hizo, afortunadamente, con el cine.

En estos tiempos de pulcritud digital en los que las películas no dejan rastro, alojadas en la Nube, como suelen estar; hablar de los productos químicos que hacían posible el cine es hablar de arqueología, pura y dura. Pero es que Bava fue uno de esos precursores que hicieron evolucionar el cine en todas sus vertientes: técnica, temática y estilística.

Aunque estudió Bellas Artes, no tardó en empezar a trabajar con su padre, un escultor que, a través de su estudio de fotografía, hacía sus pinitos en la incipiente industria del cine mudo italiano, colaborando con los efectos especiales. Y ese contacto con la recreación de otras realidades fue el que le llevó a trabajar, primero, en algunos peplums históricos, antes de dar rienda suelta a su pasión por el cine de terror, del que fue maestro.

Vampiros, demonios y psicópatas comparten protagonismo con héroes mitológicos como Hércules en una filmografía sin complejos que puede vanagloriarse, no solo de albergar la primera película de la ciencia ficción italiana, sino de cintas que se adelantaron en su tiempo a clásicos como Alien o que, después, han sido imitadas -homenajeadas, dirían algunos -por los más sangrientos directores orientales.

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Adentrarse en “Mario Bava. El cine de las tinieblas” es ponerse en manos de José Abad  para hacer un viaje iniciático en un arte que es, por encima de todo, una pasión. Porque, y al autor no le duele en prendas decirlo, en la filmografía de Bava hay de todo, desde títulos sobresalientes que sentaron las bases de un género -ese mítico Giallo, por ejemplo- hasta títulos infumables, en propia expresión de un José Abad felizmente subjetivo, directo y sin complejos a la hora de hablar de lo divino y de lo humano, de lo satánico y lo inhumano; en uno de esos libros que te obligan a lanzarte a la búsqueda de títulos como “Bahía de sangre”, “La muchacha que sabía demasiado” o, por supuesto, “La máscara del demonio”.

Jesús Lens

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José Abad, sobre «Cineasta Blanco, Corazón Negro»

Admiro a José Abad. Sus páginas de cine, en los periódicos del Grupo Joly al que pertenece Granada Hoy, son una maravilla. Más allá de las críticas concretas sobre las películas de estreno, hace una visión de conjunto sobre diversos temas, como los vampiros. Y ayer domingo… ¿qué nos encontramos? 😉 (AQUÍ el enlace, por si la imagen no se ve bien)

Reportaje José Abad en Granada Hoy

En Twitter: @Jesus_Lens