Haga el favor de no leer a Ameixeiras

Diego Ameixeiras es el secreto mejor guardado del noir español contemporáneo y está muy bien que lo siga siendo. De ahí mi consejo: haga el favor de lo leerle, pero si lo hace, que sea en la intimidad, como Aznar con el catalán. Y, desde luego, si se adentra usted en ‘El ciervo y la sombra’, publicada por la editorial Alrevés, ni se le ocurra decirlo, contarlo o comentarlo. ¡Shhhhh! ¡Chitón!

Vale. Es cierto que Ameixeiras ganó el Premio Nacional de la Crítica 2021 en lengua gallega, ¿pero eso a quién le importa? Como le digo, pase de él. No le preste atención. Ignórelo. A fin de cuentas, hablamos de un tipo cuya prosa tiene personalidad propia y exuda realismo a raudales. Un estilazo, o sea. Y habiendo tanta literatura clónica, ¿para qué complicarse la vida con un escritor que puede presumir de ser precisamente eso, un es-cri-tor? Un escritorazo, de hecho. 

Tampoco perdería el tiempo leyendo ‘El ciervo y la sombra’ porque apenas son 182 páginas. La empiezas después de comer y a nada que te apliques, te la has cepillado antes de quedarte sobado por la noche. ¿Tiene eso sentido, habiendo tochos de 800 páginas esperándonos en las estanterías? Y es que Ameixeiras, en lo que otro escritor cualquiera tarda en contarte el desayuno del protagonista, se ha metido dos rayas, le ha pegado una paliza a alguien y ha traicionado a su mejor amigo. 

¡Entiéndaseme bien! Ameixeras himself, no. Sus personajes. Que son así. Cojamos el arranque de la novela, por ejemplo. Si es que hay por dónde cogerlo: 

“Los últimos días de mi vida arden bajo mis párpados.

Mi ansia de Dios explota. 

Volvemos a aquella noche. Cuando Silvio, mi ángel de la guarda, hunde su nariz en la raya de cocaína con ansiedad de oso hormiguero. El tipo que lo acompaña, al que llaman el Acacio, me mira mal. Pero no le he dado motivos.

—Este no abre la boca ni para lavarse los dientes—le dice Silvio—. Tú tranquilo.

El Acacio me clava sus ojos hielo sucio y no me gusta”. 

¿En serio, Diego? ¿En serio piensas que puedes empezar así una novela, sin largos preámbulos, sin sinuosos meandros que desvíen nuestra atención? ¿Y que será lo siguiente? ¿Escribir a bocajarro, sin regalarnos una sola palabra de más, ni un párrafo gratuito? En serio, no lo lean. A fin de cuentas hablamos de un autor que no escribe ni a mano ni a máquina. Escribe a cuchillo, como si tallara cada palabra sobre madera. ¡Qué tipo, el Ameixeiras ese!

¿Y qué quieren que les diga sobre el argumento? Mezcla la droga con la amistad. A un viejo amor con el deslumbramiento por la ilusión de la juventud anarco-colectivista más entusiasta. A las malas junteras con un cura de los buenos…

“—Tu hermano quería matarme si me acercaba a ti.

—Otro lunático, igual que tú. Siempre solucionándolo todo con los puños y las navajas”. 

¿Ven? Lo que yo les diga. ¡Estos escritores ‘asalvajaos’! ¡Qué descaro! ¡Qué fiereza! ¡Qué desestructuración!

“—¿Sigues teniendo contacto con tu padre?

—Cuando se pone sentimental, me llama. Se casó otra vez. Vive en Valencia. Supongo que será feliz a su manera, pero no me interesa lo que haga con su vida”. 

Y así podríamos seguir horas y horas. Porque abras por donde abras ‘El ciervo y la sombra’ encuentras párrafos para enmarcar. Párrafos que te habría encantado escribir a ti, si escribieras. Porque la escritura de Ameixeiras es tan deslumbrantes que hay que leerla con gafas de sol. Aunque esté nublado y llueva.

Jesús Lens

Los nuevos talentos del Noir

El objetivo principal del premio Paco Camarasa, puesto en marcha un grupo de festivales españoles dedicados al género negro y cuyo fallo se hace público hoy, es dar visibilidad a los nuevos talentos del noir. Y esta primera edición del galardón es fiel exponente de esa filosofía.

Cinco novelas finalistas, todas ellas muy interesantes y muy diferentes entre sí, buena muestra de la salud y versatilidad de un género policíaco que no deja de crecer y ocupar nuevos espacios en nuestro país. Cinco autores, cinco estilos muy diferentes y cinco narraciones que transcurren en lugares muy alejados entre sí, física y metafóricamente hablando.

‘Herencias colaterales’ es la primera novela negra que podemos leer en castellano de Llort, autor catalán felizmente publicado por la editorial Alrevés. De este libro ya les hablé hace unos meses. Así lo presentaba en sociedad: “Si quieren ustedes saber qué es el humor negro, pero negro de verdad, lean a Llort. Y si en algún momento les surge la duda de si el noir casa con el humor… insisto: lean a Llort”.

Todo lo que nos cuenta Llort es improbable, pero no imposible. De hecho, a medida que vamos leyendo, lo improbable se va tornando en lo único posible. Es la magia de la buena literatura: introducirnos en un universo disparatado haciéndonos sentir que estamos como en casa. Terminaba aquella reseña con una pregunta retórica: “¿es Llort el secreto mejor guardado del noir más irreverente y rompedor?” Pues eso.

En ‘Progenie’, publicada por Alfaguara, Susana Martín Gijón, aborda el tema de los malos tratos a partir de la aparición del cadáver de una mujer a la que el asesino ha introducido un chupete en la boca. La autopsia ampliará la magnitud de la tragedia: estaba embarazada.

Estamos en Sevilla, en plena ola de calor, y Camino Vargas, jefa del Grupo de Homicidios, se enfrenta a un caso enrevesado y complicado. Más porque, en realidad, es jefa por accidente: su superior en la escala de mando está en el hospital, en coma, y a Camino también le toca lidiar con la nada edificante actitud de algunos miembros del equipo.

‘Progenie’ aborda un tema complicado y espinoso del que prefiero no avanzarles nada. En el momento de la publicación, la novela generó mucha controversia y creo que Susana Martín Gijón estuvo más en el ‘candelabro’ de lo que le habría gustado. Lo que demuestra, por otra parte, que ‘Progenie’ no deja indiferentes a los lectores, que es lo mejor que se puede decir de una novela.

Álvaro Arbina se ha descolgado en ‘Los solitarios’, publicada por Penguin Random House, con un thriller cuyo argumento conecta con muchas de las preocupaciones del siglo XXI, del consumismo desaforado a la tiranía de las redes sociales, pasando por el eterno retorno del mito de Walden y la vuelta a la naturaleza.

Una novela de aspiración global cuya acción transcurre en un lugar improbable para el género negro: los helados bosques de un paisaje ártico. El protagonismo coral de principales y secundarios no resta un ápice de fuerza a Emeli Urquiza, policía treintañera de origen vasco encargada de liderar la investigación; y a su ayudante, un afroamericano llamado Francis Thurmond. Cerca de 600 páginas de narración repleta de digresiones en las que nada es lo que parece. Otra vez.

De la más larga a la más corta. Porque ‘La noche del Caimán’, de Diego Ameixeiras, publicada por el Fondo de Cultura Económica, apenas pasa de las 100 páginas. Chiquitas, además. Y, sin embargo, es mucho lo que contienen.

Fiel representante de la filosofía del ‘menos es más’, Ameixeiras cuenta una historia dividida en dos partes: transcurre bajo el cielo plomizo de una ciudad gallega y en los ambientes más descarnados de Filadelfia, al otro lado del charco. Una novela cargada de referencias cinéfilas y literarias que se construye en base a los arquetipos habituales del género para, después, dinamitarlos y echarlos abajo.

‘Otoño lejos del nido’, de Ángel Gil Cheza, publicada por Suma de Letras, también tiene un poderoso trasfondo metaliterario dado que un periodista cultural en horas bajas protagoniza la búsqueda de un famoso escritor desaparecido sin dejar rastro. La novela, sin embargo, comienza con la aparición de una joven colgada dentro de una extraña esfera realizada con ramas, en mitad del bosque. La encargada de investigar es una sargento de la policía, Ivet Portabella.

Dos hilos narrativos, dos protagonistas, dos investigaciones que, en algún momento estarán condenadas a cruzarse. Ángel Gil ha escrito una novela muy contemporánea en la que reflexiona sobre cuestiones como la identidad y la apariencia, la tiranía de la imagen y la importancia de la autenticidad. De volver a la naturaleza, también. La física y la humana.

Cinco novelas, como ven, tan diferentes como interesantes. Cinco autores a los que merece la pena —y sobre todo la alegría— leer y seguir de cerca.

Jesús Lens