Cuentos Noir de ida y vuelta

Como ayer me tocó actuar, que presenté el acto de entrega del IV Premio de Microrrelatos IASA Ascensores con los amigos de la editorial Páginas de Espuma, me pasé el fin de semana poniéndome en situación, entregado a la narrativa breve, en formato audiovisual y literario. 

Aproveché para ver cortos de animación de ‘Love, Death + Robots’, la serie de Netflix por la que el español Alberto Mielgo ha ganado un Emmy gracias a su ‘Jíbaro’. Algunos de ellos son bien negros y criminales. Otros, un despliegue de humor negro de lo más sugerente. 

Me leí el integral que publicó Norma Editorial de la ‘Quotidianía delirante’ de ese genio que es Miguelanxo Prado. Situaciones kafkianas resueltas en cuatro páginas de viñetas demenciales, protagonizadas por probos funcionarios de Justicia más allá de bien y, sobre todo, del mal. Por señoras que no tienen empacho en provocar sangrientos accidentes a la hora de colarse; madres que hacen lo imposible y lo inimaginable por sus hijos y, en la mejor tradición ibérica, enfrentamientos armados de hombres cejijuntos que cuestionan las bondades del campo como lugar de recreo y esparcimiento.   

 

También aproveché para leer cuentos y relatos, unos más cortos que otros. Por ejemplo, ‘El moscardón’ de Cristina Fernández Cubas, tan querida por mi añorado librero Paco Camarasa. Fue miembro del jurado del Premios IASA y escribe maravillas como esta: “La vieja soy yo. No voy a andarme con rodeos. Por lo menos ellos me ven así, vieja. Palabra repugnante sobre la que ahora no me voy a detener ni cambiar por otras todavía más asquerosas. Anciana, tercera edad, gente mayor…”. Háganse con su ‘Parientes pobres del diablo’, tres cuentos publicados por Tusquets, y disfrutarán como moscas en la miel.

Y aproveché la noche del sábado, con la adrenalina provocada por la música de The Waterboys todavía fluyendo por el cuerpo, para darme un garbeo por Kentucky de la mano de uno de sus hijos no sé yo si predilectos: Chris Offutt.

De este hombre, y de Kentucky, tenemos que hablar más. De momento, un avance en forma de la cita de ‘Sangre sabia’, de Flannery O’Connor, con la que se abre su prodigioso libro de cuentos: “El lugar de donde venís ya no está; el lugar al cual creíais que ibais no existió jamás, y el lugar donde estáis no sirve de nada a menos que podáis alejaros de él”.

‘Lejos del bosque’. 127 páginas publicadas por Sajalín editores. Ocho cuentos de un laconismo y una expresividad sin parangón protagonizados por personajes desarraigados que una vez se marcharon de las crestas y los valles de Kentucky, tratando de dejar el pasado atrás. Pero el pasado pesa y el terruño tiene efecto imán. “Abrió la puerta y salió al sol… Más allá se alzaban las montañas que cercaban el pueblo. Se puso a caminar en dirección este, hacia la ladera más próxima. No necesitaba llevarse nada. El sol caliente le daba en la cara”.

Jesús Lens

Western Noir en los Apalaches

Les descubrí en Lyon, en el Quais du Polar de este año. A Chris Offutt y Ron Rash. Nunca había oído hablar de ellos y me encantó su discurso, repleto de humor y misantropía. Fue genial cuando Rash confesó que lo primero que les pregunta a sus alumnos de escritura creativa es si se llevan bien consigo mismos, si soportan la soledad. Porque escribir demanda un montón de horas mirando hacia dentro.

Lo más curioso de todo es que ambos viven y escriben sobre los Apalaches, una enorme sierra de los Estados Unidos que se extiende entre Terranova y Alabama, al sur de los Estados Unidos. Y digo que es curioso porque, cuando les escuché, acababa de terminar el libro ‘En los senderos’, de Robert Moor, publicado por Capitán Swing, en el que la gran senda de los Apalaches ocupa un lugar destacado.

Tanto Offutt como Rash estaban encantados de vivir en un lugar orográficamente complicado y muy montaraz. Una tierra donde la caza no es un deporte, precisamente. Una comunidad regida por unos códigos propios y particulares, lo que le imprime a las tramas y personajes de sus novelas una identidad muy especial.

“—¿Y ustedes sólo escriben de los Apalaches? ¿No les apetece escribir sobre otros lugares, dado que han viajado y se han movido por el mundo?—“ preguntó alguien de entre el público. Ambos autores se miraron y prorrumpieron en sonoras carcajadas. “—Si usted conociera los Apalaches, no nos haría esa pregunta—“ vinieron a decir.

Al volver a España, busqué traducciones de sus libros. Siruela había publicado a Ron Rash en 2018 y… ¡sorpresas te da la vida! Sajalín anunciaba para la primavera la edición de ‘Kentucky seco’, una colección de relatos de Offutt. Así pues, he pasado dos semanas de lo más interesantes, recorriendo los Apalaches literarios de la mano de dos autores inéditos para mí.

Comencé por los cuentos de Offutt, cuya biografía me impactó. Nacido en 1958 y criado en un pueblo minero de doscientos habitantes que ya no existe, tras licenciarse en la Universidad de Morehead se dedicó a recorrer los Estados Unidos de cabo a rabo. Hasta 50 trabajos llegó a desempeñar en aquellos años. Trabajos alimenticios y por horas que le permitían seguir viajando.

En Iowa, estudió escritura creativa con James Salter y publicó su primera colección de relatos, ‘Kentucky seco’, en 1992. Establecido en Mississippi, alterna la escritura de cuentos y novelas con guiones para series de televisión tan reputadas como ‘Treme’, ‘True Blood’ y ‘Weeds’.

A la espera de la publicación de una de sus novelas, ya anunciada por la propia Sajalín, la editorial que mejores portadas negro-criminales hace en este país; no deben perderse los relatos que conforman ‘Kentucky seco’. Transcurren en una zona de los Estados Unidos donde tener estudios no está precisamente bien visto. Muy al contrario, es un síntoma de ir de sobrado. De creerse mejor que los demás. “Nadie de esta ladera acabó el instituto. Por aquí se valora a un hombre por su actos, no por su supuesta inteligencia. Yo no cazo, ni pesco, ni trabajo. Los vecinos dicen que le doy demasiado al coco. Dicen que soy como mi padre y a mamá le preocupa que puedan estar en lo cierto”.

En Kentucky, la vida parece valer menos que en otros sitios y perder una pierna al talar un árbol se considera un gaje del oficio.

“—Hay días en que no sé ni lo que hago aquí.

—Como todos. Por aquí lo único que esperamos la mayoría es la muerte”.

La gente conduce camionetas en vez de montar a caballo, pero la herencia de los antiguos cowboys sigue muy presente en el imaginario colectivo de la comunidad. Y están el bourbon y la marihuana, por supuesto.

‘Un pie en el paraíso’, por su parte, cuenta la historia de una familia que parece marcada por la huella de Caín. Ron Rash se centra en una comarca que va a ser inundada tras la construcción de una presa y en los últimos días de sus vecinos. Nuestro guía será, en primera instancia, el sheriff del condado, encargado de encontrar a un veterano de la guerra de Corea que ha desaparecido. Estamos a comienzos de los años 50 del pasado siglo y las cosas no son nada fáciles en un terruño dejado al albur de los caprichos del clima, abrasado por la sequía o, más adelante, sacudido por una lluvia de proporciones bíblicas.

Y el destino, siempre tan presente en la literatura norteamericana. “Ahora supe que lo haría. No era algo que quisiera hacer, pero sabía que debía hacerlo porque no saber era mucho peor que saber. O al menos eso me decía a mí mismo”.

Si les gustan el género negro y el western, estos libros son de lectura obligatoria. Ojalá que se siga traduciendo la obra de Ron Rash y Chris Offutt, dos autores imprescindibles del western noir contemporáneo.

Jesús Lens