¡Que te echen Zanón!

Ahí va El Rincón Oscuro que publico en IDEAL de esta semana. Aunque no sea políticamente correcto decirlo, seguro que muchos estáis de acuerdo conmigo en que. . . 

Es más que probable que la Navidad, a estas alturas, se haya transformado en harturas. Hartura de villancicos, de felicidad impostada, de cañas con colegas a los que habitualmente no soportas, de intrascendentes conversaciones fingidamente interesantes…

Marley estaba muerto portada

Hartura, sí. Que la Navidad termina por empalagar. Pero este año contamos con un aliado, quizá inesperado, que nos va a ayudar a cobrarnos una venganza literaria contra estas fechas tan señaladas. Su nombre es Carlos Zanón y el instrumento para ejecutarla se titula “Marley estaba muerto”, su libro más reciente, publicado por la editorial RBA en su monumental y totémica Serie Negra.

Carlos Zanón es uno de los mejores escritores noir de este país. El mejor, posiblemente, tal y como lo acredita la crítica especializada en sus resúmenes con lo mejor del año literario que ya termina. Uno de los más grandes, como lo demuestra la concesión del Premio Dashiell Hammett del 2015 a su magistral novela “Yo fui Johnny Thunders”.

Yo fui Johnny Thunders

Y es que Zanón es un autor que hace alta literatura en cada párrafo que escribe, sea en sus novelas, en sus cuentos o en sus extraordinarias reseñas literarias. Uno de esos escritores que sería capaz de convertir en prosa poética hasta la lista de la compra.

Cuando terminé de leer “Yo fui Johnny Thunders” (reseña, AQUÍ) escribía que Carlos Zanón había parido una obra maestra, algo que empezabas a intuir desde la primera página de ese prodigioso capítulo 0, Start! que te sacude como na corriente eléctrica. Y que ya no te deja respirar. Una novela que es una crónica del desencanto, la derrota… y la supervivencia, a pesar de todo.

Foto: Mordzinski
Foto: Mordzinski

Terminaba aquella reseña con estas palabras: “Sí. “Yo fui Johnny Thunders” es una obra maestra que cualquier buen lector debería regalarse a sí mismo. Porque es una novela felizmente condenada a ser un clásico, sobre la que se volverá una y otra vez”.

Y aquí estamos. En mitad de la Navidad. Con el nuevo libro de Zanón en las manos. “Marley estaba muerto”, una colección de cuentos de Navidad muy, muy especial.

Yo fui Johnny Thunders Carlos Zanon

“Mis dos abuelas murieron de viejas, una enfermedad hoy ya erradicada. Mi abuelo fue asesinado por mi abuela, pero no me apetece hablar de eso ahora. Mi yayo, de cirrosis y mi tío Sergio, en la carretera. Nada muy original”.

Cierto. Nada muy original. De hecho, uno de los puntos fuertes de la narrativa de Carlos Zanón es que todo lo que cuenta es muy de andar por casa. Y por las calles. Por el barrio. Y por los descampados. ¿Se acuerdan ustedes de cuando había descampados? Ahora, en nuestras ciudades hay solares. Que, siendo parecido, no es lo mismo.

A lo largo de los catorce cuentos que componen “Marley estaba muerto” vamos a descubrir una Navidad distinta a la que nos muestra la televisión. Una Navidad sin brillo, sin catálogos de juguetes ni papel de regalo. Una Navidad en la que no corres el riesgo de que se te dispare el ácido úrico. Navidad sin nacimiento, turrón, mantecados ni polvorones. Una Navidad en la que las resacas no las provoca el cava, al celebrar el Gordo de la lotería.

Carlos Zanón rock

En los cuentos de Zanón, los personajes viven al margen. Lo que no quiere decir que sean obligatoriamente marginales. Son gente de a pie que, a veces, se ve obligada a cerrar el puño. O que está condenada a hacerlo. Y es que, por negros que sean, no hay pistolas en estos relatos. Ni falta que hace, que la realidad ya es lo suficientemente dura como para, encima, meterle fierro…

Pero no son cuentos tristes, en el sentido sensiblero del término. Son cuentos protagonizados por hermanos que están obligados a compartir el cuarto mientras el padre carga con el peso de la vida sobre sus hombros y la madre hace milagros para poner la comida en la mesa.

Y de fondo, la música. Siempre. Ese rock que los chavales graban de la radio, pulsando el Rec y el Play en cuanto el locutor cierra el micro. Porque la literatura de Zanón es más de cassettes que de CDs. Más analógica que digital.

Yo fui Johnny Thunders Zanon

Así las cosas, pídele a los Reyes que, este año, te echen Zanón. Y disfruta de otra Navidad, que también es posible.

Jesús Lens

Twitter Lens

Marley estaba muerto

Lo único que sé es que el Marley del título NO es Bob. Por lo demás, no sé nada. Bueno sí. Sé que «Marley estaba muerto» es la nueva novela de Carlos Zanón, y que se pone a la venta dentro de unos días.

Marley estaba muerto

También sé que Carlos Zanón es, hoy por hoy y libra por libro, uno de los mejores escritores de novela negra de España. O gris asfalto. O el mejor. Sin ambages.

Y solo sé una cosa más: que hacía tiempo que no sentía tanta expectación por un libro. Es que ni Ellroy, oigan.

¿Argumento? ¿Personajes? ¿Tiempo? ¿Época?

Yo fui Johnny Thunders

Ni idea. Y no me importa. Porque todo ello se resume en una palabra, que es ley: Zanón, ganador del Hammett del 2015 por su memorable y magistral «Yo fui Johnny Thunders» que, si nos has leído, deberías leer.

Jesús Lens

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Yo fui Johnny Thunders

El día que vendes a tus amigos,

se ha acabado el rock’n’roll.

Mr. Frankie

 

Ha sido la gran novela del año 2014, como se acaba de acreditar con la entrega del Premio Hammett de la Semana Negra de Gijón a la mejor novela policíaca escrita en español y con la proclamación del Premio NOVELPOL, otorgado por los lectores negro-criminales, que se hizo pública en Granada Noir, en mayo.

Yo fui Johnny Thunders

Efectivamente, no conozco a nadie que haya leído “Yo fui Johnny Thunders” y que no la haya considerado una maravilla, una joya, una genialidad.

Y es que Carlos Zanón, efectivamente, ha parido una obra maestra, algo que empiezas a intuir desde que pasas la primera página, ese capítulo 0, Start!, que te sacude como una corriente eléctrica.

Una obra maestra. Lo vas confirmando a medida que te adentras en la historia de ese Mr. Frankie que vuelve al barrio, después de que su sueño de convertirse en estrella del rock se quedara en eso, en un sueño. Un sueño roto y astillado que, por momentos, pudo ser una pesadilla. Porque lo del “vive rápido, muere joven y dejarás un bonito cadáver” es un silogismo filosófico que se quiebra si falla una de las premisas. En este caso, la de morir joven. Porque Mr. Frankie sigue vivo. Y ha vuelto al barrio. Igual que el pistolero regresaba a la ciudad.

Yo fui Johnny Thunders Carlos Zanon

“Aquello es más peligroso de lo que le había dicho su antiguo camarada. Le van a ver. Le van a fichar. Le van a meter en la cárcel… Podría irse. Decir que se abre o mejor, largarse sin decir nada. Pero sabe que no lo hará. Ese estúpido e inquebrantable código de barrio de no echarse atrás. De aguantar más que el otro. Chutarse con lo que sea. Beber lo que se dice que no es posible beberse. Que nadie, en la calle, pueda decir que tú, precisamente tú, te rajaste”.

Y es que las vueltas son siempre duras. Sobre todo, si se hacen por la puerta de atrás, volviendo a la casa del viejo. Porque el barrio ya no es el mismo. Ni los vecinos. Aunque la leyenda continúa. Como en “La ley de la calle” y las pintadas en los muros: “El Chico de la Moto es el rey”.

Yo fui Johnny Thunders Zanon

Mr. Frankie. El hombre que pudo reinar. El hombre que ahora solo quiere recuperar a su hijo, una empresa más heroica que ninguna otra de las que emprendió en su momento.

Los garitos, las barras, los cigarrillos, los curros cutres. Y la gente del pasado. Que retorna como sombras. Y Marisol, quizá la persona que mejor refleja la realidad de las cosas, enfrentada al recuerdo de lo que creíamos que fueron.

Sí. “Yo fui Johnny Thunders” es una obra maestra. La crónica del desencanto de toda una generación. Una novela río, resumen y compendio de todo lo que pudo ser y no fue. O que sí fue… otra cosa distinta. Una fastuosa novela de 300 páginas en las que todas y cada una de las palabras suenan con una musicalidad y una cadencia precisas.

Foto: Mordzinski
Foto: Mordzinski

Una novela cuya lectura es una explosión sensorial que te lleva del retrete al callejón, siempre por la puerta de atrás. Y con la mirada fija en un escenario al que ya no volverás a subir jamás.

Una novela escrita con una prosa muy potente, en la que cada página derrocha personalidad y estilo: “Un dolor como una piedra gigantesca en el pecho. Un coche a tope de gasolina y rabia. Una pistola que canjear por dinero. Y la noche que lo cubre todo”.

Sí. “Yo fui Johnny Thunders” es una obra maestra que cualquier buen lector debería regalarse a sí mismo. Porque es una novela felizmente condenada a ser un clásico, sobre la que se volverá una y otra vez.

Jesús Lens

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