La voz de los mayores

Cuando confirmamos que los dos Carlos, Bassas & Casas, venían a Granada Noir, decidimos organizar una velada literaria en un lugar muy especial: la Residencia Beato Fray Leopoldo. Porque los protagonistas de las novelas más recientes de ambos autores, “Justo” y “Ya no quedan junglas a donde regresar”, están protagonizadas por personas mayores. Ancianos. Por viejos, como bien decía Bassas.

Foto: Laura Muñoz Hermida

Para quienes no creemos en la casualidad, las casualidades que a veces nos asaltan funcionan a modo de faro que ilumina nuestro camino. Lo de los Carlo2 fue así y ayer domingo pudimos compartir una hora de encuentro, charla y conversación con medio centenar de residentes en Fray Leopoldo.

El punto de partida era saber por qué los autores eligieron a los mayores como héroes de sus novelas.

Bassas aludió a uno de esos vecinos mayores con los que te cruzas en el ascensor, que se lo demandaba enérgicamente. Y a uno de los títulos alternativos que barajó mientras trabajaba con el manuscrito: los invisibles. Porque la sociedad va dando de lado a colectivos que, poco a poco, se convierten en poco productivos y nada rentables. Como los mayores. Y Bassas pronunció una frase maravillosa: le damos toda la voz a los jóvenes, cuando deberíamos escuchar mucho más a nuestros mayores.

Foto: Laura Muñoz Hermida

Para Carlos Augusto Casas, la clave está en la soledad. No hay personajes más solitarios que los mayores. De ahí que su protagonista tenga una ansiada cita semanal con una prostituta de la calle Montera… para hablar. Para conversar con ella y, durante una hora, convertirse en personas diferentes. Cuando a unos clientes se les va la mano y ella aparece asesinada, comenzará la auténtica y radical transformación de un personaje memorable.

Foto: Laura Muñoz Hermida

Y un detalle irónico y revelador: precisamente por ser viejos, por ser invisibles, por ser minusvalorados; los ancianos protagonistas de las novelas de los Carlo2 se convierten en armas letales, auténticas máquinas de matar.

Fue mágico compartir con las personas de Fray Leopoldo este rato de descubrimiento y conversación. Y si les ha picado a ustedes la curiosidad, los Carlo2 protagonizan uno de los Encuentros Especiales Cervezas Alhambra de hoy. Será a las 13.30 en el Pescaíto de Carmela y habrá libros a la venta.

Anímense a venir. En Granada Noir creemos en el valor de la experiencia. Porque los mayores son valiosos, son valientes. Son… imprescindibles.

Carlos Augusto Casas, sin dar crédito a su torta de cumpleaños.

Jesús Lens

Leonardo Padura y el Noir caribeño

Lo dice Jorge Perugorría, hablando de la adaptación a las pantallas de la tetralogía de Leonardo Padura: “Durante la grabación bromeábamos con que habíamos creado un nuevo género: el noir caribeño. Y de hecho lo es. Esta serie retrata La Habana de una forma espectacular, sobre todo los barrios decadentes que no suelen salir en el cine. La Habana es una protagonista más”. Y de ello hablo en la entrega semanal de El Rincón Oscuro, en IDEAL.

Pantallas, sí. No pantalla. Porque las cuatro novelas de Leonardo Padura que conforman la Tetralogía de las Cuatro Estaciones han sido adaptadas al doble formato de cine y televisión.

 

Así, a finales del pasado verano se estrenó “Vientos de La Habana”, la película dirigida por Félix Viscarret y en la que Perugorría da vida a Mario Conde, el personaje por antonomasia de la narrativa noir de Leonardo Padura, quien también fue coautor del guion. Un estreno casi clandestino… tras el que casi nadie vio la película.

Película rescatada en la recién terminada tercera edición de Pamplona Negra, el más madrugador de los festivales de género policíaco de España y que, dirigido por Carlos Bassas del Rey, se ha convertido en la más innovadora y original de todas las citas noir de nuestro país. Y allí estuvimos, hablando de Padura y de La Habana, aprovechando que está a punto de estrenarse la serie de televisión, “Cuatro Estaciones de La Habana”, con el mismo equipo técnico y artístico de la película.

 

Llega, por tanto, la primera gran producción internacional que ha podido filmarse en La Habana, con todos los permisos en regla. Un rodaje a lo grande, en las calles y los barrios de la capital cubana, que permite mostrar el auténtico rostro de la vapuleada Puerta de las Américas, tal y como la denominó el escritor Amir Valle en el maravilloso libro publicado por la editorial granadina ALMED.

Y, sin embargo, La Habana que nos cuenta Padura a través del policía Mario Conde, no es la de ahora, La Habana contemporánea que las recuperadas relaciones entre Obama y Castro tratan de sacar de su ostracismo. La Habana en la que Mario Conde conoce a Karina, interpretada por Juana Acosta, es la depauperada ciudad que, a comienzos de los 90, tuvo que sobrevivir al conocido como Período Especial.

 

Y es que, tras la caída del Muro de Berlín y el colapso de la URSS, las cosas se terminaron de joder en Cuba. La economía, completamente dependiente de los países del otro lado del Telón de Acero, se vino abajo y la sociedad cubana se vio inmersa en una crisis sin precedentes ni parangón.

 

A todo ello hay que sumar el desconcierto que había provocado la resolución de dos procesos conocidos como Causas 1 y 2/89, en las que fueron juzgados y condenados altos mandos del ejército cubano y otros prebostes del gobierno -incluyendo a un ministro- por delitos como corrupción, tráfico de drogas y traición a la patria.

El escritor Leonardo Padura, tras haber publicado una primera novela a comienzos de los 80, llevaba varios años centrado en su labor periodística, trabajando en largos reportajes sobre historia y cultura. Pero en 1989 ya estaba cansado y deseaba recuperar su trayectoria como novelista, forzosamente aparcada “por causas de fuerza mayor”.

 

Paradójicamente, su destino terminó de sellarlo una invitación a participar en un encuentro de escritores noir que se celebró en México, en octubre de ese 1989, el año en que todo cambió. “Viajé a México por primera vez, curiosamente como invitado a un encuentro de autores de novelas policíacas, cuando yo todavía no había escrito ninguna novela policíaca, aunque sí abundantes críticas y artículos sobre ese género”, declararía posteriormente.

A la vuelta de aquel viaje, Padura pudo, por fin, dar un paso al lado como periodista: el gobierno le encomendó la jefatura de redacción de “La Gaceta de Cuba”, una publicación cultural de periodicidad mensual que le permitió volver a dedicar parte de su tiempo, esfuerzo y talento a la narrativa.

 

Fue entonces cuando Leonardo Padura decidió que el género policíaco era el más indicado para contar lo que estaba pasando en Cuba. “Escribir una novela policiaca puede convertirse en un ejercicio estético de mayor responsabilidad y complejidad de lo que uno puede esperar en un género narrativo muchas veces calificado -y con razón- de literatura de evasión y entretenimiento… Es factible, por ejemplo, escribir una novela policíaca solo para contar cómo se descubre la misteriosa identidad de un asesino que ha cometido un crimen. Pero, además, puede proponerse indagar en profundidad en las circunstancias (contexto, sociedad, época) en que el asesino cometió el crimen”.

¡Ese es el noir que nos gusta a nosotros! El género negro que, más allá de descubrir al culpable, trata de explicar el porqué de sus crímenes, el contexto en el que se producen y las razones conducentes a cometerlos. Porque el delincuente es, también, hijo de su tiempo. Y las buenas historias negro-criminales deben escarbar en esa bastarda paternidad.

 

Jesús Lens

Combatiendo el Grooming

Una de las mejores cosas de que haya tantos festivales dedicados al género negro por toda España es que sus directores nos vemos obligados a tratar de ser originales. Y si eres alguien como Carlos Bassas del Rey, un tipo proteico dotado de una desbordante imaginación, pones el listón muy alto. Y de ello hablo hoy domingo, en IDEAL.

No les voy a contar las muchas y variadas actividades que componen el excitante programa de uno de los festivales más innovadores de nuestro país, desde una Escape Room a una exhibición de la unidad canina de la policía foral Navarra. Pero sí me quiero detener en un taller muy especial, sobre Grooming, impartido por Pere Cervantes, escritor y policía especializado en delitos cibernéticos.

 

El Grooming es una modalidad de acoso cibernético en el que un adulto se hace pasar en la Red por adolescente para ganarse la confianza de otros jóvenes en Instagram, Facebook, etcétera. Una vez ganada esa confianza, y siempre haciéndose pasar por alguien de la edad de sus víctimas, eleva el tono sexual de las conversaciones y archivos que comparte, hasta que consigue imágenes comprometedoras de la víctima. A partir de ahí, el acoso y la exigencia de contenidos cada vez más fuertes. En algunos casos, el acosador llega a obligar a sus víctimas a interaccionar personalmente con él.

Pere Cervantes, autor de un libro de culto como es «Internet Negro. El lado oscuro de la red», convirtió a los jóvenes asistentes al taller en miembros de su equipo de trabajo, desarrollando una investigación ficticia para tratar de desenmascarar y detener a un acosador especializado en Grooming.

 

Rastreos en red y de cámaras de seguridad, matrículas de coches, IPs de ordenadores, mandamientos judiciales… los chavales alucinaron al formar parte, durante una hora, de la unidad comandada por Pere Cervantes. Chavales que nunca serán víctimas de Grooming y que se llevaron la tarea de compartir lo aprendido con sus compañeros de clase, amigos y vecinos.

Instrumental de la policía científica

Pamplona Negra es un ejemplo de Festival cultural, literario y cinematográfico que marida gastronomía, música, libros y películas con ciencia y tecnología, que los talleres de la policía científica para niños también han cosechado un enorme éxito.

 

Un ejemplo a seguir, Pamplona Negra, que acerca la cultura a los aspectos más tenebrosos de la vida cotidiana. En Granada Noir seguiremos abundando en esta faceta actual y tecnológica de lucha contra el crimen.

 

Jesús Lens

Mal trago

Con “Mal trago”, publicada por Alrevés, la editorial referente del Noir español más rabiosamente contemporáneo, Carlos Bassas del Rey ha escrito una excelente novela negra que, además, es oscura. Muy oscura. Como los tiempos que nos han tocado vivir.

“Mal trago” es una novela dura y sin concesiones, amarga y en absoluto complaciente con lo que está pasando en un país desarrollado del supuesto primer mundo, pero en el que hay unas carencias básicas de dignidad y ética que autores como Carlos Bassas se encargan de poner de manifiesto en sus imprescindibles novelas.

 

“Mal trago” comienza cuando aparece el cadáver de un niño en un edificio vacío que está a punto de ser derribado. Edificio que es propiedad de una conocida familia de Ofidia. Una de esas familias de las de tooooooda la vida. Una familia rica y bien situada en la escala social de la comunidad. Una familia, sin embargo, que ya no es lo que era.

La investigación recae en el inspector Herodoto Corominas. Y le cae en las manos en uno de esos momentos vitales difíciles y complicados. Si nos acordamos de la anterior novela de Bassas, “Siempre pagan los mismos”, el protagonista sufría la pérdida de alguien importante de su entorno. Una pérdida que se deja sentir en “Mal trago”. Sobre todo, por los cabos que quedaron sin atar.

 

Y es que nadie dijo que ser el hijo de un padre que te bautiza como Herodoto fuera fácil. Ni que ser padre de un chaval que ya no es adolescente, tampoco lo sea. Porque el protagonista de “Mal trago” es así de normal y corriente. Nada de terribles adicciones, visiones apocalípticas o vidas al límite.

 

Que una comisaría en la España del siglo XXI es un sitio bastante alejado de los tópicos y los clichés del género negro. Así las cosas, ¿puede ser interesante una novela protagonizada por probos funcionarios con vidas razonablemente cotidianas?

 

Sí. Absolutamente. Porque la trama criminal planteada por Bassas es apasionante, aunque en su resolución no haya grandes pirotecnias circenses, tiros ni persecuciones. Novela estupenda, también, porque los personajes son de carne y hueso, perfectamente creíbles. Personajes a los que tomas cariño. Personajes a los que te gustaría conocer y con los que te gustaría irte de cañas, un día cualquiera.

Y ahí está la maestría de Bassas. En dotar de vida a sus personajes y construir tramas atractivas, duras y de rabiosa actualidad que se desarrollan en una ciudad, Ofidia, que perfectamente podría ser la suya, querido lector. O la mía.

 

Sí. Es cierto. Apenas he contado nada sobre la trama de la novela. Lo he hecho a propósito. Para que este “Mal trago” sea toda una sorpresa y nada te arruine su lectura.

 

Jesús Lens

Siempre pagan los mismos

Durante la celebración de la primera edición de Granada Noir se planteó una interesante tertulia entre los autores y el público presente, con cuestiones como las siguientes: ¿Puede la novela negra contemporánea dejar de lado la crisis? Escribir novelas apegadas a la realidad del momento ¿les pone fecha de caducidad? ¿Es necesario tomar distancia para escribir y dejar pasar el tiempo?

siempre pagan los mismos

Y es que escribir sobre el aquí y el ahora más feroces conlleva el riesgo de convertir las novelas en panfletos y, por tanto, de que la calidad literaria de los textos se vea mermada.

Personalmente sigo insistiendo en que una crisis que nos atenaza desde hace ya siete años no puede ser ajena al género negro, si lo consideramos como el género realista por excelencia. La gente que ahora tiene 25 años lleva viviendo entre penurias y penumbras  desde que cumplió la mayoría de edad. Así las cosas, ¿se va a creer cualquier cosa que lea, si la historia no se integra en un contexto como el que estamos sufriendo?

Carlos bassas negra y criminal

Sirva esta larga introducción para señalar que Siempre pagan los mismos, la nueva novela de Carlos Bassas (del que ya hablamos sobre su sensacional «El honor es una mortaja» )publicada por la editorial Alrevés, sí toca el tema de la crisis. Y lo hace, precisamente, justo como yo creo que debe hacerse: introduciéndola como el escenario en el que se desarrollan los hechos que nos cuenta el autor.

Sigue leyendo esta reseña en nuestra página hermana, Calibre 38

Jesús Lens