Mis imprescindibles del True Crime

Con esta quinta entrega de imprescindibles del Noir abordamos un género cada vez más en auge: el True Crime, lo libros dedicados a los crímenes reales, a la no ficción de corte negro criminal. Hoy me concentro en dos clásicos incontestables e imprescindibles.  

‘A sangre fría’, de Truman Capote, me conmocionó en su momento. Lo leí un verano en la edición de los ‘amarillos’ de Anagrama y fue un shock. Entonces no leía tanta novela policiaca como ahora y saber que todo aquello ocurrió de verdad… y que se podía escribir sobre ello… y de esa manera… ¡Uf! Es un libro fundacional que recomiendo mucho. 

Fueron seis años de trabajo desde que Capote leyera en The New York Times un breve sobre el enigmático asesinato de los cuatro miembros de una familia, en 1959, hasta la publicación del libro, en 1966. Nada más leer la noticia, comisionado por The New Yorker, el sofisticado Truman Capote, el alma de todas las fiestas del Manhattan más fashion, se largó a un remoto pueblecito de Kansas, a investigar. Habló con todo el mundo, se hizo amigo del sheriff de Holcomb y estuvo presente en los primeros interrogatorios a Dick Hickcock y Perry Smith, detenidos como sospechosos del cuádruple crimen.

 

Siguió el juicio y se entrevistó con ambos detenidos. De hecho, con Perry desarrolló una relación de lo más singular, hasta el punto de que, una vez juzgados y condenados a muerte, este le invitó a presenciar la ejecución. Y después, tres veranos de escritura en Palamós, retirado del mundanal ruido. 

Truman Capote se involucró de tal manera en la investigación de la muerte de la familia Clutter que su novela acabó siendo una especie de condena que le impidió volver a escribir nada medio decente nunca jamás.

Cambiemos de tercio. “La mañana del sábado 9 de enero de 1993, mientras Jean-Claude Romand mataba a su mujer y a sus hijos, yo asistía con los míos a una reunión pedagógica en la escuela de Gabriel, nuestro hijo primogénito. Gabriel tenía cinco años, la edad de Antoine Romand. Luego fuimos a comer con mis padres. Y Romand a casa de los suyos, a los que mató después de la comida”.   

Otro libro ‘amarillo’ leído en Anagrama: ’El adversario’, la portentosa obra de Emmanuel Carrère. Está escrita a través de una prosa desprovista de cualquier artificio. Se trata de una narración fría y desapasionada en la que no se hacen juicios de valor, pero la lectura resulta adictiva. Y es que todo en la vida de Jean-Claude Romand, hasta llegar a la infausta velada en que asesinó a su familia, es ciertamente sorprendente.

Siguiendo los pasos de Truman Capote, Carrère utiliza los recursos de la ficción y los del periodismo de investigación para contar la historia de un crimen atroz y profundizar en los orígenes y en la biografía del asesino. Pero, a diferencia de Capote, el propio autor se mete en la narración y convierte el proceso de documentación y de escritura de ‘El adversario’ en parte de la obra misma. Carrère no solo asistió al juicio en que se condenó a Romand y entrevistó a todas las personas de su entorno, sino que también se carteó con asiduidad con el reo e, incluso, fue a visitarle una vez a prisión.

Así las cosas, el proceso de escritura de ‘El adversario’ adquiere tanta importancia como la propia historia de su protagonista, permitiendo al lector adentrarse en las entrañas de la creación y, de paso, conocer mejor al autor del libro, ponerse en su piel, ser partícipe de sus dudas, zozobras e inquietudes vitales y artísticas.

Jesús Lens

A sangre fría en el cine

Hace un par de semanas hablábamos del impacto que causó la publicación de la novela “A sangre fría”, de Truman Capote, hace ahora cincuenta años. Impacto que trascendió lo puramente literario para conmover, también, el mundo del cine.

A sangre fría Anagrama

Como es habitual en Hollywood, en cuanto la obra se convirtió en un éxito, un avispado productor compró sus derechos para trasladar la narración al cine. Quiso la fortuna que, en el caso de “A sangre fría”, ese productor fuera nada menos que Richard Brooks, un sólido cineasta al que el éxito de “Los profesionales” había situado en una posición de fuerza frente a la industria.

Eso le permitió no solo escribir el guion y dirigir la película, sino también plantarse frente a la Columbia, que quería como protagonistas nada menos que a Paul Newman y Steve McQueen, dos rutilantes estrellas y excelentes actores que, sin embargo, no hubieran pegado en una película como ésta.

Porque la “A sangre fría” de Richard Brooks es una obra maestra del cine naturalista, una película sobria, austera y concisa; filmada en un riguroso blanco y negro exactamente en los lugares y paisajes en que transcurrieron los hechos narrados por Capote. El perfeccionismo de Brooks llegó al punto de filmar determinadas secuencias haciendo que los actores tuvieran frente a sí la misma vista que los auténticos protagonistas de la historia, en el pueblo de Holcomb, Kansas.

A sangre fría Brooks

Una historia dura y descarnada: el asesinato en 1959 de los cuatro miembros de una familia por parte dos ex convictos que, tras ser detenidos, juzgados y condenados a muerte, fueron ahorcados en 1965. El hecho de que la película se filmara tan poco tiempo después del acaecimiento de los hechos permitió que cada uno de sus fotogramas exude un inusitado realismo. De hecho, algunos de los figurantes de la película, como las responsables de la estafeta de correos, eran personas reales que vivían en el pueblo y cuyas conversaciones recogió Capote en su libro. De ahí, precisamente, que el protagonismo debiera recaer en actores poco conocidos y no en estrellas de Hollywood que desviaran la atención de lo realmente importante.

Y lo realmente importante era la historia narrada por Capote, seguida escrupulosamente por el guion de Brooks, hasta el punto de que la película abre sus títulos de crédito con un elocuente “Truman Capote’s. In Cold Blood”, para que no cupiera duda alguna sobre la autoría de la historia que los espectadores se aprestaban a ver.

A sangre fría Holcomb

“A sangre fría” ganó varios premios internacionales y obtuvo cuatro nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor director, Mejor banda sonora, Mejor fotografía y Mejor guion adaptado. Pero su logro más importante llegó en 2008, cuando fue elegida para ser preservada en el archivo de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

¿Tuvo que ver este reconocimiento con el hecho de que, en 2005 y 2006, se estrenaran dos películas diferentes, ambas basadas en el exigente y devastador proceso de creación de la novela de Capote?

Es algo que, de vez en cuando, ocurre en Hollywood: sin razón aparente, dos proyectos muy similares entre sí coinciden en las pantallas. Da lo mismo que sean películas catastróficas sobre volcanes o historias sobre Hitchcock. O, como en el caso que nos ocupa, guiones con el escritor como protagonista.

A sangre fría películas

En 2005 se estrenó “Capote”, dirigida por Bennet Miller y protagonizada por un Philip Seymour Hoffman en estado de gracia. Tanto que ganó el Oscar al mejor actor principal por su composición de un Truman basado en la biografía de Gerald Clarke. La película, candidata a varios Oscar más y acreedora de innumerables premios internacionales, se centra en la especial relación que se establece entre Capote y Perry Smith, uno de los asesinos de la familia Clutter.

Una relación que condicionará brutalmente la vida de Capote hasta el final de sus días. Un Capote obsesionado con terminar “A sangre fría”, la obra que le dio fama universal y que, a la vez, le condenó como escritor dado que, desde su publicación, el autor fue incapaz de volver a terminar un solo libro.

Al año siguiente, en 2006, le tocó el turno a “Infamous. Historia de un crimen”, escrita y dirigida por Douglas McGrath y en la que el personaje del escritor fue interpretado por un más discreto y contenido, pero igualmente excelente; Toby Jones. Basada en el libro de George Plimpton, esta versión de la investigación de Capote pone más énfasis aún en la posible relación homosexual entre el escritor y el asesino, interpretado en esta ocasión por el bondiano Daniel Craig, en un papel extremadamente complicado.

A sangre fría Toby Jones

En ambas cintas se plantea un importante problema moral: Capote estaba obsesionado con Perry. No diremos enamorado, pero sí enganchado a él. Entendía tanto sus frustraciones, su complicadísima infancia y juventud, sus complejos… y, sin embargo, necesitaba poner fin a su historia. Y el fin que mejor le venía a “A sangre fría” era la ejecución de los presos. ¿Pudo hacer algo más, Capote, por salvarles la vida o, al menos, por dilatar el proceso y postergar su ahorcamiento?

Esa es la duda que ambas películas siembran en el espectador. La misma duda que siempre atormentó a Capote, terminando para siempre con su carrera literaria.

A sangre fría Truman Capote

“A sangre fría”. La obra que le encumbró, la obra que le mató.

Jesús Lens

Twitter Lens

50 años de «A sangre fría»

El primer capítulo de “A sangre fría” se titula “Los últimos que los vieron vivos” y nunca podré olvidar cuándo y dónde empecé a leerlo, dado que aquél se convirtió en uno de mis momentos fundacionales como lector.

A sangre fría Anagrama

Publicada en 1966, tras siete años de intenso trabajo, “A sangre fría” se convirtió en un clásico inmediato, consagrando a Truman Capote entre los más grandes creadores de la historia de la literatura norteamericana y dando lugar al nacimiento de un nuevo género literario: la novela de no ficción.

A estas alturas está unánimemente admitido que, en realidad, esta modalidad narrativa, basada en el periodismo de investigación que utiliza las herramientas de la ficción para contar una historia real, no fue inventada por Capote. En 1957, por ejemplo, el argentino Rodolfo Walsh publicaba su imprescindible “Operación Masacre”, empleando una técnica parecida a la de Capote. Pero ya sabemos cómo son los norteamericanos con esto de sentirse pioneros y con el marketing…

El New York Times del 16 de noviembre de 1959 traía una noticia fechada el día anterior, en Holcomb, Kansas, que arrancaba así: “Un honrado granjero, su mujer y sus dos jóvenes hijos aparecieron asesinados por arma de fuego en su casa… No había señales de lucha y ningún objeto había sido robado”.

A sangre fría periodicos

Las trescientas palabras del artículo despertaron tal curiosidad en Capote que decidió irse a Kansas, sobre la marcha, para interesarse por el cuádruple asesinato de la familia Clutter, del que nada se sabía y que parecía carecer de cualquier lógica o sentido. Además, y para que le facilitara las relaciones con los habitantes del pequeño pueblo de Holcomb; el cosmopolita, refinado y siempre excesivo Truman le pidió ayuda a su amiga Harper Lee. La misma Harper Lee que, años después, ganaría el Pulitzer por su memorable “Matar a un ruiseñor”.

Capote encajó en Holcomb con la misma naturalidad con la que un marciano verde encajaría en el salón de nuestra casa y su relación con los habitantes del pueblo fue tan tensa que, a los cuatro días de estar allí, quería abandonar su proyecto de investigación y volver a la más acogedora Nueva York. Pero Harper Lee le convenció de que perseverara, animándole en los peores momentos y relajando el ambiente enrarecido que generaba la presencia del sofisticado y caprichoso Capote en un pueblo agrícola, eminentemente tradicional y conservador.

1966, Holcomb, Kansas --- Truman Capote signing copies of his book  with Harper Lee.  Capote and Lee are in Kansas during  the making of the film of the same name.   --- Image by © Steve Schapiro/Corbis
1966, Holcomb, Kansas — Truman Capote signing copies of his book with Harper Lee. Capote and Lee are in Kansas during the making of the film of the same name. — Image by © Steve Schapiro/Corbis

Durante el día, Capote y Lee hablaban con todo el mundo, especialmente con el sheriff encargado de la investigación. Lo hacían de forma espontánea, sin tomar notas que pudieran condicionar las conversaciones con la gente. Por la noche, en el hotel, escribían los resultados del trabajo del día con la mayor exactitud posible. Un trabajo tan descomunal que llegó a sumar, al final de la investigación de Capote, más de 8.000 páginas de valioso material.

El 30 de diciembre de 1959, Dick Hickok y Perry Smith fueron detenidos como sospechosos del asesinato de los Clutter. Capote pudo ser testigo, en primera persona, de los interrogatorios a los que fueron sometidos, pudo entrevistarse con ellos y con sus abogados mientras seguían sosteniendo su inocencia y también posteriormente, cuando confesaron sus crímenes.

Actual aspecto de la granja en que los Clutter fueron asesinados
Actual aspecto de la granja en que los Clutter fueron asesinados

El escritor asistió a todas y cada una de las sesiones del juicio en que fueron declarados culpables y, una vez terminado el mismo, el 26 de abril de 1960, desembarcó en Palamós, en la Costa Brava, acompañado de su compañero sentimental, Jack Dunphy, de un par de perros, una gata… y un descomunal equipaje.

Dieciocho meses repartidos en tres veranos pasó Capote en Palamós, poniendo en orden sus notas y escribiendo minuciosamente todas y cada una de las palabras que componen las 343 precisas y preciosas páginas de “A sangre fría”.

Truman Capote

A lo largo de esos años, Capote mantuvo el contacto con Perry Smith: además de un fluido intercambio de cartas, lo visitó en prisión varias veces. Hasta llegar al 14 de abril de 1965, cuando fue testigo de su ejecución por ahorcamiento, sentencia impuesta a los asesinos, convictos y confesos, por el Tribunal de Kansas. Lo hizo invitado por el propio Perry, con el que Capote había desarrollado una relación tan íntima y personal que algunos llegaron incluso a calificar de amorosa.

Finalmente, el 25 de septiembre de 1965, la revista The New Yorker publicó la primera entrega de una obra que, dividida en cuatro partes, causó sensación desde el primer momento, aclamada por la crítica y un público ávido de seguir leyendo “A sangre fría”. En Kansas, por ejemplo, la revista se agotaba nada más ponerse a la venta en los quioscos de todo el estado. Y, por fin, en enero de 1966, la obra maestra de Truman Capote vio la luz en forma de libro, publicado por Random House.

Al poco tiempo de ser publicado, “A sangre fría” comenzó a recibir críticas acerca de las libertades creativas y las licencias que se había tomado el autor, sobre todo a la hora de recrear ciertos diálogos. Que le había echado mucha literatura a la novela, en pocas palabras. Lo que es muy posible. Pero, llegados a este punto, ¿qué más da?

Holcomb Kansas

Cincuenta años después, “A sangre fría” sigue siendo una obra referencial en el mundo de la literatura y del periodismo, una pieza maestra de un nuevo e incipiente género que, a partir de entonces, empezó a ser frecuentado por narradores de todos los países, culturas, idiomas y extracciones. Una novela básica, también, para los amantes del género negro y criminal que el Festival Granada Noir homenajeará dentro de unas semanas con motivo de tan singular efeméride.

Jesús Lens

Twitter Lens