Una Feria muy bien vendida

Este año he pasado por la Feria del Libro mucho menos de lo que me hubiera gustado. Además de cerrar el mes, como la semana que entra es tan particular, con dos días festivos, tocaba dejar trabajo adelantado.

Pero hoy sí. Hoy me pienso explayar, incluyendo un desdoblamiento de personalidad que ni el doctor Jekyll y Mr. Hyde. A las 11, en representación de nuestro festival Gravite, estaremos en la puesta de largo de ‘Granada. Constelación de ciencia’, junto a Antonio Gómez, de Pint of Science; Raquel Rayo, de Aquí te pillo aquí te cuento y Óscar Huertas, de Desgranando Ciencia. Un paso más en la consolidación de nuestra ciudad como polo de difusión científica. 

Ya les contaré qué se habla ahí: seguro que muchos de ustedes andan a estas horas por la Costa Tropical, el Geoparque o en una casa cueva de la Zona Norte. Y por la tarde, a las 19 horas, me enfundo la elástica de Granada Noir para conversar con Víctor del Árbol, uno de los grandes de la literatura española contemporánea, que viene a presentar ‘Nadie en esta tierra, su novela más reciente, publicada por Destino. (AQUÍ hablamos de ella hace unos meses).

Una Feria del Libro que, a la espera del cierre y las cifras oficiales, está dejando unas estupendas cifras de venta, según me cuentan librerías amigas. Por ejemplo, Javier Ruiz, de Praga. Siempre que me paro a hablar con él termino arrepintiéndome… por haber dejado pasar tanto tiempo sin hablar con él. “Este año hay una extraña alegría en la Feria que se traduce en ventas”, me asegura.

¿Será que nos hemos liado la manta a la cabeza y no escatimamos, viviendo una especie de carpe diem libresco? “No sé si es el Apocalipsis climático o que las medidas sociales del Gobierno, sobre todo la subida del SMI, les han dado a muchas familias y jóvenes un respiro grande. Estoy seguro de que eso influye”, remata. ¡Ahí queda eso!

Jesús Lens

Granada, el cine y los Goya

Muy interesante, el encuentro de ayer propiciado por Paco Cuenca en torno al sector audiovisual granadino con ocasión de la entrega de los Goya en nuestra ciudad en el año 25. De todo lo mucho que se habló, me voy a quedar con algunas ideas concretas.

La primera, el concepto de ciudad. La Granada que queremos. La del futuro inmediato. Y mediato. La del corto y medio plazo. Una Granada vivible y habitable que debemos pensar en clave metropolitana, efectivamente. ¿Qué tiene esto que ver con los Goya? Mucho. Si nos limitamos a que la gala del 2025 se limite a una alfombra roja, miles de selfis y una semana de actividades, habremos perdido una ocasión de oro para cambiarle el paso tanto a la ciudad como a la provincia en todo lo referente a la industria cinematográfica. 

Escribir en la misma frase ‘industria cinematográfica en Granada’ es una misma frase puede sonar a oxímoron, pero por lo visto y escuchado ayer; no lo es. Hay mucha gente haciendo muchas cosas y muy interesantes en el sector audiovisual en nuestra tierra. Coordinación, colaboración y sinergias. Sé que suena a buen rollito bienintencionado, pero lo mismo, esta vez sí. Muchas veces les he dado la murga con el tema de las Film Comissions (AQUÍ, por ejemplo) y la importancia económica de convertir diferentes enclaves de la provincia en un plató de cine. Se han dado, se están dando pasos en ese sentido.

Cambiarle el paso a la exhibición, que la oferta sigue siendo raquítica y penosa. Pero de ese tema hablaremos más adelante y más despacio. Como de los festivales de cine, mención aparte. 

Pero vuelvo al concepto de ciudad. Leía hace unos días que en Villanueva del Rosario, localidad malacitana situada a 48 kilómetros de la capital, se ha establecido un numeroso grupo de artistas que se vieron expulsados de Málaga por culpa de la gentrificación. 

La Granada metropolitana, con la UGR como motor, tiene que aspirar a ser una ciudad científica y creativa, de acuerdo con las tesis de Richard Florida con las que también les martiricé años ha. (AQUÍ y AQUÍ, sin ir más lejos). Un Richard Florida al que deberíamos volver, por cierto. Una ciudad en la que vivir, estudiar, investigar y crear. Porque todo eso también genera riqueza y empleo perdurables y tiene efectos positivos en otros sectores igualmente importantes de la socio economía.

Como ven, salí crecido de este encuentro con los profesionales del cine. Vamos a ver si todas estas buenas intenciones se van materializando poco a poco hasta llegar a los Goya 2025.

Jesús Lens

Panspermia, polvo de estrellas

El pasado martes 21 de marzo estábamos tan enfrascados con lo de Tamames que no le hicimos todo el caso que se merecía a la siguiente noticia: “Encuentran uracilo, un componente esencial para la vida, en el asteroide Ryugu”. ¿Le han prestado atención a esta información? Porque esto sí es realmente importante, y no el quiero y no puedo de Vox en el Congreso de los Diputados.

Todo empezó en 1999, cuando un astrónomo japonés descubrió el asteriode Ryugu, cercano a nuestro planeta. Los nipones enviaron allí una nave espacial y unos rovers recogieron unas muestras que, una vez analizadas, han deparado el hallazgo no solo del uracilo, sino también de niacina, vitamina B3 esencial para el funcionamiento del cuerpo humano. 

Esta semana tan especial del calendario en la que se celebran la muerte y la resurrección de Cristo resulta particularmente proclive a la reflexión sobre el origen último de la vida en nuestro planeta. ¿Será extraterrestre, a la vista de la mencionada información? No me digan que la cuestión no resulta apasionante…

Hay una hipótesis, la panspermia, que viene de antaño. Plantea la posibilidad de que la vida exista en todo el universo, distribuida en polvo espacial, meteoroides, asteriodes, cometas, planetoides y, por qué no, en naves espaciales que transportan todo tipo de microorganismos por las galaxias. Una especie de contaminación accidental que, si encuentra las condiciones necesarias, termina por ‘germinar’ y generar vida. 

No, no. La panspermia no fantasea con que seamos producto de una civilización extraterrestre, de acuerdo con los conceptos habituales de la ciencia ficción. No se trata de pensar que hay civilizaciones superiores por ahí fuera. Digamos más bien que el concepto de ‘polvo de estrellas’ adquiere unas connotaciones meteóricamente eróticas.

‘Pan’, en griego clásico, significa ‘todo’. Y ‘esperma’ es ‘semilla’. Panspermia. ¿No es bonito? La NASA, que ha anunciado la vuelta de la humanidad a la luna justo después de que se haya confirmado el hallazgo de grandes reservas de agua en nuestro satélite, está inmersa en otra misión similar a la de los japoneses.

“Su nave espacial OSIRIS-Rex fue lanzada al espacio en septiembre de 2016 con el objetivo de estudiar y recoger muestras del asteroide Bennu (a unos 110 kilómetros de la Tierra) y se espera que regrese en septiembre de 2023”, nos contaba Elena Martín López mientras nosotros perdíamos miserablemente el tiempo con la moción de censura de Abascal & co. 

Jesús Lens 

A veces oigo voces

Se va uno un par de días y Granada se pone patas arriba. ¡No se les puede dejar solos! Que si el Palacio de Congresos, lo de Rules, las conexiones aéreas, la A-92 ferroviaria… ¡chiquillo! Y está lo de la niña y la señora mordidas por su rottwelier meses después de que le fuera retirado por otro salvaje ataque. Es una aberración, una temeridad que demuestra el grado de agilipollamiento al que llegan algunos con su amor perruno, rayano en obsesión patológica. Esperemos que se depuren responsabilidades.

Pero me van a permitir la frivolidad de que les hable de chismes literarios, que acabo de llegar de BCNegra, uno de los grandes festivales europeos dedicados al noir. Me siento como al despertar, con la sensación de que si no escribo los sueños se irán difuminando hasta quedar completamente borrados.

Por ejemplo: antes de Navidad tendremos un nuevo ‘Blacksad’, la obra magna de Juan Díaz Canales y nuestro paisano Juanjo Guarnido. He visto fugazmente tres páginas del desenlace de ‘Todo cae’, el sexto álbum de la serie, y me quedé sin habla. Después me dio el hipo y terminé cayendo de culo. Súmenle a eso que, de cara al Salón del Cómic, también en Barcelona, ¿dónde si no?, el guionista va a presentar otro tebeo sensacional, en este caso, con Jesús Alonso en la parte artística. 

Y, como no hay dos sin tres, Juan ya está trasteando con un nuevo ‘Corto Maltés’ que pinta extraordinariamente. En este caso, secreto de confesión, no les puedo decir dónde es posible qué transcurra la acción principal. Y ojo a los ‘Patos’ de Kate Beaton, subtitulado como ‘Dos años en las arenas petrolíferas’. He tenido ocasión de echarle algo más que un ojo y será uno de los cómics del año. Dará que hablar. Y que pensar. 

A las puertas de El Molino, en pleno Paralelo barcelonés, por fin conocí en persona a la editora Anik Lapointe. La felicité porque en su colección Salamandra Black no hay un solo título que no roce el sobresaliente. ¡Ni uno! Es increíble. Pero hablamos, sobre todo, de ‘La autopista Lincoln’, de Amor Towles, uno de los mejores libros que he leído en los últimos años. Anik sonreía y cerraba un poco los ojos, achinándolos. Como buena lectora, recordaba su lectura. Y le afloraba la felicidad.

“Las voces, tantas y tan diferentes”, decía. ¡Esas voces que no dejamos de oír cuando están bien cuidadas!

Jesús Lens

¿Seremos buenos antepasados?

Ni se me había pasado por la cabeza pensar en mí mismo como antepasado de futuras generaciones. El frenético día a día hace que mi horizonte temporal no vaya más allá del próximo mes. A mí me hablan de la primavera, la Semana Santa o el verano y me suena a utopía futurista. Sin embargo, como ya se acerca Gravite, el festival patrocinado por CaixaBank que conecta el pasado con el futuro, estas semanas me preocupo por temas así. ¿Qué pensarán nuestros nietos sobre nuestra generación? 

La idea no es mía, ojo. La he tomado prestada del filósofo Roman Krznaric, cuyo libro ‘El buen antepasado’, publicado por Capitán Swing, ardo por leer y acabo de encargar a mis suministradores habituales de Librería Picasso. No se trata tan solo de reflexionar sobre el futuro, al estilo de la Agenda 2030 o de las estrategias para 2050. Que también. Es ir más allá y darles voz, representación e incluso personalidad jurídica a las próximas generaciones. Y al mundo natural, que van de la mano.

Aprovecho para recomendarles un libro que llevo rumiando varios meses. ‘El Ministerio del Futuro’, de Kim Stanley Robinson, publicado por Minotauro. Fue una encendida y entusiasta recomendación del gran Javier Ruiz, por cuya Librería Praga hace demasiado tiempo que no paso. Las primeras diez páginas de esta novela con hechuras ensayísticas constituyen el arranque más impactante que he leído en mucho tiempo.

A partir de su trágico punto de partida y ante los efectos cada vez más devastadores del cambio climático, la ONU crea el Ministerio del Futuro en 2025. Y lo dota de funciones ejecutivas. Continuará. 

Jesús Lens