A ver qué os parece esta tesis, que publicamos hoy en IDEAL.
A veces hay que escribir cosas incómodas. De hecho, son las incómodas las cosas que nunca habría que callarse, contraviniendo la lacra de la corrección política imperante en los últimos años; que algún sociólogo debería trabajar acerca del impacto del silencio cómplice y el mirar hacia otro lado en la génesis de la actual crisis que estamos padeciendo.
Por ejemplo, hablar de los horarios comerciales y defender su necesaria, lógica e imprescindible extensión, liberalización y estiramiento; pocos amigos contribuirá a hacer. Pero bueno. ¡Allá vamos!
En primer lugar, creo que es necesario distinguir entre comercios: los hay que venden productos y servicios de obligado consumo para el ciudadano corriente y otros cuya oferta es puramente optativa y potestativa para el cliente. No es lo mismo contratar un seguro, pagar el agua o cobrar la pensión que comprar un libro, unos pantalones o unas zapatillas para correr.
Con independencia del horario que nos propongan, para cumplir con el primer tipo de negocio siempre encontramos tiempo, nos guste más o nos guste menos. Para los segundos, sin embargo, la cosa cambia.
¿Podríamos imaginar que los cines, los monumentos, los museos o los bares abrieran a las 10 de la mañana, de lunes a viernes, cerraran a las 14 horas; volvieran a abrir a las 5 de la tarde y a las 20,30 hubieran echado el cierre, hasta el día siguiente? Y los fines de semana, cerrado, excepción hecha del sábado por la mañana.
Yo no sé a ustedes, pero a mí, sacar un par de horas entre las 8 de la mañana y las 8 de la tarde de cualquier día laborable me resulta ciertamente complicado. Y podrán llamarme rarito, extraterrestre o desfasado, pero ir a una librería o a una tienda de discos y películas, pasarme un buen rato hojeando y ojeando para después, comprar novelas, CDs o DVDs; es una actividad de ocio.
Una actividad de ocio que, por mor de esos horarios comerciales impuestos por Dios sabe qué inveteradas tradiciones, o practico en los grandes almacenes que no cierran a mediodía y mantienen las puertas abiertas hasta las diez de la noche o, cada vez de forma más habitual, disfruto gracias a Internet.
Salir de trabajar a las 10 de la noche no tiene que ser nada de fácil. Como no lo es entrar a las 7 o las 8 de la mañana, por otra parte. Pero cuando Amazon te vende libros, discos y películas las 24 horas del día y los pone en tus manos (o en las manos de quién tú quieras, envueltos y con lacito, dedicatoria incluida) en un plazo increíblemente corto de tiempo; al pequeño comercio solo le quedan dos opciones: adaptarse o morir.
Adaptación tecnológica, por supuesto. Pero también adaptación horaria. Y especialización y personalización del servicio. Todo ello parece obvio y hasta de Perogrullo, pero ¿lo es?
Jesús Lens Espinosa de los Monteros










Comentarios
5 respuestas a «Horarios ¿comerciales?»
Yo siempre he defendido que el que tenga un «bakalito» que lo cuide, que lo cuide… que use el horario que considere necesario, procurando el legalmente acordado PERO si lo altera a MAS pues que aumente el empleo y pague los impuestos.
No se como se adaptará el pequeño comercio e incluso los centros comerciales a la forma de compra on line. Ayer se daba la noticia de que la venta de música había bajado un 10% en el 2010 pero se estaba consolidando la venta por internet llegando al 31%. Lo que está claro es que el mercado se debe de adaptar al consumidor.
Completamente de acuerdo. Es más, y con tu permiso, permíteme extender tan loable inciativa a otras actividades. Por ejemplo, a mi también se me hace extremadamente difícil acudir a la sucursal bancaria que tenga por conveniente en los horarios en los que tiene costumbre de abrir, y es que no se trata ya, como más arriba dices, de sacar un par de horas entre las 8 de la mañana y las 8 de la tarde de cualquier día laborable, es que no abren más que por las mañanas y entre semana, y no es ocio, como esas compras, es necesidad la que me hace acudir a mi banco. Adaptación horaria, parece obvio y hasta de Perogrullo, pero ¿lo es?
Jorge, tienes razón, pero solo en parte. Primero porque las entidades financieras han montado servicios de banca electrónica y cajeros por todos lados que te permiten hacer casi todo sin pisar una oficina. Y si tienes que pisarla, lo que vayas a hacer es tan importante que siempre encuentras hueco. Como pasa con la administración.
Al final, como dices, nadie va a un banco por gusto. Pero a comprar un libro o un disco, sí. Y si las tiendas están cerradas, al final acabas en el centro comercial o en Internet.
Creo que Anabel lo dice con razón: el consumidor manda. Y sí. Si se amplía el horario, hay que hacerlo conforme a derecho.
Yo estoy de acuerdo, se siguen manteniendo horarios cuando las costumbres y los usos del consumidor han cambiado notablemente. Mi madre, como la gran mayoria de las madres de mi generación, no trabajaba fuera de casa e ir «a la compra» era una actividad casi lúdica diaria. Pero ese ya no es el caso en la actualidad. Respecto a lo que comenta Jorge en cuanto a los bancos, a nivel personal le diré que mi entidad bancaria no tiene ni siquiera oficinas físicas y funciona perfectamente.