Buenas, soy Emilio Calatayud. En lo que va de verano, las fuerzas de seguridad han detenido a varias manadas en España. Como quiera que este asunto suele generar polémicas sobre el origen o la nacionalidad de los sospechosos, llamo la atención sobre un hecho: una de esas presuntas manadas estaba compuesta por ciudadanos alemanes y otra, por franceses. Lo que demuestra que la cobardía y la maldad no tienen nacionalidad. Las manadas están conformadas por delincuentes y nada importa si son blancos, negros, inmigrantes, producto interior bruto, europeos de la Europa teóricamente más civilizada, cristianos, musulmanes o protestantes. Ese no es el problema: el problema es la mala educación y la ausencia de límites, aquí o en Berlín.
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