Buenas, soy Emilio Calatayud. Esta mañana, todos los que trabajamos en los dos juzgados de Menores de Granada -funcionarios, jueces, fiscales, técnicos, guardias civiles, policías… – nos hemos ido a casa con una bolsa de tomates. No, no es que hayamos puesto una tienda de verduras en los tribunales. Lo que pasa es que han venido a vernos algunos de los chavales que tenemos encerrados en el centro de internamiento de Purchena, en Almería, y resulta que entre sus ocupaciones está la agricultura. Están recuperando tierras que estaban abandonadas y las están cultivando: zanahorias, tomates, lechugas… ‘Curamos’ chorizos, que es como yo les digo cariñosamente, para comer tomates. A mí me parece una gran idea y los tomates están muy ricos. Lo normal es que el centro los hubiera vendido para que fueran comercializados, pero les dan una miseria y han preferido regalarlos antes que malvenderlos. Ahora que lo pienso, nuestros chorizos tienen remedio, pero hay otros que no…
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