JA, JA, JA ¡TSJA!

Otra en la frente. ¿Y van…? A estas alturas, ya les supongo enterados de que la Sala de Gobierno del TSJA votó mayoritariamente a favor de que sus dos nuevas Secciones de lo penal se instalen en Sevilla y Málaga, descentralizando el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía y dejando sin efecto lo señalado en el mismísimo Estatuto de Autonomía: que Granada es la capital judicial de Andalucía.

Aviso de movilizaciones

Escribía de ello, en esta misma columna, hace un mes, cuando Yenalia Huertas informó de tal desaguisado por primera vez. A partir de ese momento, todas las fuerzas políticas de Granada se pusieron de acuerdo en exigir que las Salas se quedaran en nuestra ciudad. ¿La respuesta? Que sí. Que tururú. Que JAJAJAJA. Que pudiendo instalarnos en Sevilla o en Málaga, ¿qué necesidad tenemos de quedarnos en la tierra del chavico, las tapas y la malafollá, por Bonitiquísima que sea? ¡Granada, para los turistas!

Como dice Arturo Lens, ¡qué buena fonda u hotelito con encanto cabría aquí!

Ese nuevo agravio demuestra varias cosas que se resumen en una y en la misma: los granadinos no pintamos nada, no tenemos peso alguno y nuestros políticos son como el coeficiente de los valores retardados de ciertos modelos econométricos: tendentes a cero.

 

El PSOE provincial ha respondido en bloque, criticando la decisión tomada por los magistrados del TSJA, pero me encantaría saber qué opina sobre el particular el Consejero de Justicia de la Junta de Andalucía, Emilio de Llera Suárez-Bárcena.

 

Dando por sentado que, una vez resueltos sus asuntos internos, el PP de Sebastián Pérez también exigirá la permanencia en Granada de un TSJA completo y homogéneo, la pregunta es: ¿servirá de algo? La pelota está, ahora mismo, en el tejado del Consejo General del Poder Judicial y, en última instancia, en manos del ministro de Justicia.

El clamor unánime, ¿servirá para algo?

Ha llegado el momento. Ese momento decisivo del que hablaba Cartier-Bresson. Estamos en ese instante preciso en que los políticos de Granada han de demostrar que sirven para algo más que para hacerse fotos y tirarse los trastos a la cabeza, los unos a los otros: si no consiguen revertir este despropósito, quedarán total y absolutamente desacreditados frente a una ciudadanía que ya está harta de ser pisoteada, ninguneada e ignorada.

 

Esta nueva tomadura de pelo a Granada debería servir como aviso para navegantes: si nuestra clase política traga y transige con esto, que vaya pensando en hacer las maletas.

 

Jesús Lens