Víctor del Árbol, el Premio Nadal más Noir

El Nadal es el premio comercial más prestigioso de las letras españolas. No es el mejor dotado, económicamente hablando, pero sí el más celebrado por los buenos aficionados a la literatura. Otros tienen más nombre, más boato, más mercadotecnia y, seguramente, más ventas aseguradas. Pero el Nadal es el premio que convierte a un autor en maestro de las letras, el que lo eleva a lo más alto del escalafón.

GRA295. BARCELONA, 06/01/2016.- El escritor barcelonés Víctor del Árbol gana el 72 Premio Nadal de novela con su novela "La víspera de casi todo", durante la gala del 72 Premio Nadal de novela y el 48 Premio Josep Pla de prosa en catalán, esta noche en Barcelona. EFE/Toni Albir
GRA295. BARCELONA, 06/01/2016.- El escritor barcelonés Víctor del Árbol gana el 72 Premio Nadal de novela con su novela «La víspera de casi todo», durante la gala del 72 Premio Nadal de novela y el 48 Premio Josep Pla de prosa en catalán, esta noche en Barcelona. EFE/Toni Albir

Desde que Carmen Laforet lo ganara por primera vez, allá por 1944, el Nadal cuenta en su nómina con lo más granado de las letras españolas, desde Delibes, Sánchez Ferlosio, Ana María Matute y Cunqueiro a Manuel Vicent, Casavella, Eduardo Lago o Rosa Regás.

Además, el Nadal es un premio que ha mirado en muchas ocasiones a la literatura negra y criminal, encontrándose entre las novelas premiadas, por ejemplo, “El niño de los coroneles”, de Fernando Marías; “Donde nadie te encuentre”, de Alicia Giménez Bartlett o “El alquimista impaciente”, de Lorenzo Silva.

A esta nómina se ha sumado este año Víctor del Árbol con la muy negra y adictiva “La víspera de casi todo”, publicada por la editorial Destino. Una novela protagonizada por personajes al límite. Todos ellos. Excepto un par de secundarios, necesarios para hacer avanzar la trama, a todos los personajes de la novela los encontramos viviendo al límite.

Víctor del Árbol La víspera de casi todo

Porque la acción de la novela se concentra en un lapso de tiempo muy estrecho: tres días. Y si nos remontamos un poco atrás, a través de los sensacionales flash backs utilizados por el autor, la narración abarca tres meses: los que van de junio a agosto de 2010.

Tres días, tres meses que, sin embargo, ocupan toda una vida. De hecho, ocupan y determinan las vidas de los protagonistas de una historia coral en la que pasan muchas, muchas cosas. Y todas ellas, trágicamente apasionantes.

Por ejemplo, el prólogo, que transcurre en Málaga, en el verano de 2007, y durante el que conoceremos a Germinal y al hombrecillo con el que todo empezó. Un prólogo en que asistiremos a una ejecución. Salvaje. Una ejecución que conllevará la siembra de una maléfica semilla. Aunque la justificación fuera posible.

Y ahí radica la clave de esta novela, emparentándola con “Un millón de gotas”, la anterior obra de Del Árbol. ¿Hay justificación para la violencia? ¿Dónde está el límite entre la justicia y la venganza? ¿Hasta qué punto somos responsables de las decisiones que tomamos y de las acciones que realizamos, cuando estamos sometidos a una presión que va más allá de lo humanamente soportable?

Un millón de gotas

Una mujer ha desaparecido. Es rica y famosa. Y atormentada. Porque le quitaron lo que más quería. Una mujer aparece, súbitamente, en un pueblo remoto de la Costa de la Muerte. Y una mujer ingresa en el hospital, salvajemente apaleada. Un policía tendrá que enfrentarse a sus demonios, para encontrar respuestas que expliquen el porqué de esa violencia. Una violencia que sacude, hasta los cimientos, el precario y complejo equilibrio que un par de familias han conseguido alcanzar, en aquel remoto punto del Finis Terrae.

A través de una prosa cargada de poesía y de imágenes muy visuales, en la que lo telúrico enriquece la narración y hace avanzar la acción, la lectura de “La víspera de casi todo” es una gozada para los amantes de la novela negra que, desde el presente, bucea en las contradicciones del pasado.

Víctor del Árbol Costa da Morte

Por ejemplo, el diálogo que mantienen dos de los personajes:

  • La memoria no tiene remedio…
  • Te equivocas. Lo que no tiene remedio es el pasado. Pero la memoria es una forma de inventar el presente.

Pasado y presente confluyen en una novela que nos hace plantearnos si el futuro es posible. Una novela para buenos y exigentes lectores, a los que les guste la solidez de una novela sin fisuras, que cabalga por distintos planos temporales, siguiendo las complicadas vidas de unos personajes al límite.

Como al límite estaban los protagonistas de “Un millón de gotas”, una novela monumental, totémica y espectacular. Y no solo porque se trata de un tocho (en el mejor sentido de la palabra, en absoluto peyorativo) de 650 páginas; sino por la ambición de su planteamiento, abarcando cerca de un siglo de historia(s), repleto de personajes y sagas cuyas vidas, aventuras y desventuras están condenadas a encontrarse, cruzarse y enfrentarse, una y otra vez.

Un millón de gotas autor

Advertencia: una vez que el lector termine de leer sus respectivos prólogos, ya no podrá dejar de leer “Un millón de gotas” y “La víspera de casi todo”. ¿Queda claro? Porque los prólogos son tan brutales que te sacuden como un puñetazo en pleno rostro. Uno de esos ganchos que te elevan hasta las nubes. De las que Víctor del Árbol ya no te dejará bajar hasta que, anhelante y entusiasmado, llegues al final de unas historias caracterizadas por una radical ausencia de maniqueísmo.

Que no por casualidad estamos ante uno de los autores capitales de la narrativa española contemporánea.

Jesús Lens

Twitter Lens

Un millón de gotas

Monumental. La última novela de Víctor del Árbol es monumental, totémica y espectacular. Y no solo porque se trata de un tocho (en el mejor sentido de la palabra, en absoluto peyorativo) de 650 páginas; sino por la ambición de su planteamiento, abarcando cerca de un siglo de historia(s), repleto de personajes y sagas cuyas vidas, aventuras y desventuras están condenadas a encontrarse, cruzarse y enfrentarse, una y otra vez.

 Un millón de gotas

Todo comienza hoy. O ayer. A comienzos del siglo XXI. En 2001. Advertencia: una vez que el lector termine el prólogo, ya no podrá dejar de leer “Un millón de gotas”. ¿Queda claro? Porque el prólogo es tan brutal que te sacude como un puñetazo en pleno rostro. Uno de esos ganchos que te elevan hasta las nubes. De las que Víctor del Árbol ya no te dejará bajar hasta que, anhelante y entusiasmado, llegues al final de una historia increíble. Por inaudita. Por insospechada. Por sorprendente. Por su radical ausencia de maniqueísmo.

Pero empecemos por el principio. Y al principio nos encontramos a Gonzalo, uno de esos abogados que nunca quiso serlo. Pero que ahí está, llevando casos civiles, separaciones matrimoniales y divorcios. También aparece Laura. Policía. Una Laura que lo primero que hace, apenas la hayamos conocido, es suicidarse. A esas alturas, sin embargo, ya tenemos noticias de Zinoviev. Y de un tal Siaka. Y de Alcázar. Y todo ello, en apenas un puñado de páginas que ya nos han puesto al rojo vivo… antes de que el autor nos embarque en un súbito viaje espacio-temporal:

Moscú. 1933.

 Un millón de gotas autor

Y será allí donde tendremos las primeras noticias de Elías Gil, el auténtico y verdadero protagonista de la novela. ¿O no? ¿Es él, realmente, el protagonista?

En realidad, da igual. Porque hablamos de una novela en la que el peso de la historia –no es una expresión baladí -se reparte entre muchos y variados personajes. Lo que en cine describiríamos como un reparto coral. Personajes que pertenecen a estirpes solo aparentemente muy diferentes y alejadas entre sí, repartidas entre la Unión Soviética, Francia y España.

El peso de la historia. Y su paso. Lento, cruel y sinuoso. La historia, que sí que hace rehenes. Y se cobra un rescate por ellos. Rescates, a veces, muy elevados. Muchísimo. La historia. Que nunca es como nos han contado. Los unos y los otros. ¡Ay, la historia, llena de historias! Y de cuentos.

De verdad. Lean “Un millón de gotas” y sientan cómo se escribe la historia. Y no. La historia no siempre la escriben los vencedores. ¡Eso les gustaría a ellos! Y no. No se van a perder en su abigarrada trama, como podrían pensar al leer esta caótica reseña.

 Un millón de gotas victor del arbol

La sólida arquitectura con la que Víctor del Árbol ha construido su novela y la agilidad con la que cuenta las múltiples historias que la componen, permiten que el lector esté permanentemente situado y ubicado en la trama, en los diferentes tiempos y en los diferentes espacios. Y eso que se va a encontrar con sorpresas. Muchas sorpresas. Múltiples y variadas.

En la última Semana Negra a la que acudí, recuerdo que Sergio me recomendó vivamente que leyera “La tristeza del samurai”, asegurándome que era grandiosa. Otra de las novelas de Víctor del Árbol, “Respirar por la herida”, también cosechó loas y parabienes de los lectores más exigentes. Ahora me arrepiento de no haberles hecho caso.

 Un millón de gotas otras

En realidad, las lecturas son libres y no pasa nada por empezar según qué casas por el tejado. Así que me comprometo a leer las anteriores novelas de un autor que –más vale tarde que nunca –se ha convertido en mi mejor descubrimiento del este año literario 2014.

Jesús Lens

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