¡MIÉNTEME!

Que la cara es el espejo del alma, después de ver el deslumbrante arranque de la serie «Miénteme» (Lie to me), es más, mucho más, que una frase hecha.

 

Venga. Atrévete a mentirme
Venga. Atrévete a mentirme

Tim Roth interpreta en esta nueva serie, preestrenada por la Fox a finales de julio, pero que deja cruelmente en la nevera hasta septiembre, a un detective muy especial: un especialista en detectar mentiras y en desenmascarar mentirosos. Aunque su equipo trabaja principalmente para la policía, el FBI o el ejército, también acepta encargos privados.

 

Como el de un partido político: «Un político. Cóbrale por mentira. Te jubilarías mañana». Porque, además de inteligente, observador y estudioso, el protagonista de «Miénteme» es un tipo ácido e irónico. Y, además, paradójicamente, un mentiroso compulsivo… cuando la situación así lo requiere: «nunca permitas que los hechos se interpongan a la verdad».

 

Atentos a las máscaras africanas del fondo. ¿No molan?
Atentos a las máscaras africanas del fondo. ¿No molan?

La verdad. La otra cara de la moneda. De eso va esta serie. De descubrir la verdad. A través de la mentira, claro. Y de su detección. Una persona normal miente, de media, tres veces en una conversación de diez minutos. De forma impremeditada, casual… mentimos. Y cada vez que lo hacemos, nuestro cuerpo reacciona. Los psicólogos saben de eso: lenguaje no verbal, gestos, tics… un mundo apasionante.

 

Mentirosos: tened miedo. Mucho miedo.
Mentirosos: tened miedo. Mucho miedo.

Y todo ello basado en la verdadera historia de Paul Ekman, un psicólogo que se encuentra catalogado entre las cien personas más influyentes del mundo, por la prestigiosa revista Time.  

 

Tópicos: cuando mentimos, no miramos a los ojos de nuestro interlocutor. Falso. Cuando mentimos, miramos fijamente a la persona a la que pretendemos engañar, para escrutar cada uno de sus gestos y quedarnos tranquilos, al ver cómo se traga la bola que le estamos metiendo.

 

En serio, ¿cuántas veces lo hemos dicho? Pocas películas alcanzan hoy día la calidad, el interés y la capacidad de hipnótica fascinación de muchas de las series que la televisión nos está brindando en los últimos años.

 

Leyendo los rostros de las personas
Leyendo los rostros de las personas

No sé si «Miénteme» aguantará el tipo y los casos a los que se enfrenten Roth y sus ayudantes serán siempre tan interesantes y atractivos como los de los dos primeros episodios de la serie, pero ésta promete emociones fuertes, y si «House» ha triunfado a base de lupus y punciones lumbares, algo tan felizmente alejado de nuestra vida cotidiana como Fernando Alonso del campeonato de F1 de este año; ¿qué no podemos esperar de una serie que nos enseña a descubrir las mentiras de las personas que nos rodean?

 

De hecho, estoy ardiendo por contar mañana alguna gracia y ver la sonrisa de mi interlocutor, para saber si es verdadera o impostada. El truco está en fijarse en… ¿lo quieres saber? ¡Pues ve más televisión! Que la verdad está ahí dentro.

 

Por sus gestos les conoceréis
Por sus gestos les conoceréis

Jesús Lens, teleadicto total.

 

PD.- Cuando, después de explicar lo que significa un gesto determinado, los responsables de «Miénteme» nos pasan distintas fotos de personajes públicos y conocidos que ponen idéntico rictus, es para flipar. De Clinton, Bush o Sara Palin a Tiger Woods u O.J. Simpson. En serio. ¡»Miénteme» es una auténtica lección de lo más provechoso!          

MENTAL

¿Sabéis? Si el hoy lunes tuviera que dar una clase de cuarenta y cinco minutos en una Escuela de Negocios, en alguna Facultad de Empresariales o en algún Máster de management, no hubiera tenido inconveniente en quedarme viendo el partido de los Lakers en la madrugada del domingo al lunes y apenas pegar ojo esta noche ya que la clase sería tan sencilla como llegar al aula y darle al Play a un DVD con el primer episodio de la serie «Mental», recién estrenada en nuestro país… y en el resto del mundo.

 

A ver. «Mental» es otra serie de médicos. Imagino que surgida al calor de «House», nos muestra a otro médico irreverente y con un peculiar sentido del humor a la hora de afrontar los casos que le tocan en suerte. Y ya está. En nada más se parece al bueno de Gregorio Casa, aunque siempre que hablemos de médicos de ficción parezcamos estar  obligados hacer una comparación con el agrio doctor de la sempiterna barba de cinco días.

 

«Mental» se desarrolla en un hospital psiquiátrico en que todos los médicos son muy correctos y formales, incluidos los jóvenes residentes. Hasta que llega el joven galeno inglés, que estuvo con Médicos Sin Fronteras en Somalia… y lo revoluciona todo. Porque es el jefe. Y llega con galones de mando.

 

Y aquí es donde pondría el acento en mi hipotética clase del lunes. Por ejemplo, en buscar cinco rasgos que definan la capacidad de liderazgo del protagonista. O diez. Porque el tipo es un líder nato. Y lo demuestra desde que, a los cinco minutos de episodio y con el fin de reducir a un esquizofrénico descontrolado, se pone en pelotas en mitad del hospital, delante de los pacientes, de los visitantes… y de sus inmediatamente futuros subordinados.

 

Momentazos, como cuando deja salir a un grupo de enfermos al jardín, sacándoles de un enclaustrado entorno seguro, ya que la realidad es siempre caótica e incontrolable y han de aprender a reaccionar a ese entorno mutable y cambiante. O su presentación ante el Comité de médicos, armado con una baraja, en una secuencia que habrá hecho las delicias del MagoMigue, si ha visto el arranque de «Mental».

 

O cuando manda a los residentes a buscar al familiar de un paciente a la calle y a ellos casi les da un pasmo porque les manden fuera de los límites del hospital. «Hay que salir más», concluye el doctor Gallagher (que así se llama el prota), cuando los chicos le traen buena parte de la solución del caso. Y eso que la estirada de la residente se queja, cuando le encargan la tarea, diciendo una simpleza tan grande como que ella es médico y no detective. ¿Se puede ser más pedante?

 

Con la dosis justa de humor y ternura, «Mental» tiene todos los ingredientes para enamorar a los espectadores. Con un reparto encabezado por Chris Vance, a quién conocimos en «Prison break», Annabela Sciorra y el recientemente desaparecido David Carradine, podemos estar ante uno de los éxitos del año.

 

Y otra curiosidad para los interesados en la cuestión del mundo globalizado en que vivimos: «Mental» no sólo ha sido estrenada de forma casi simultánea en medio mundo, suponemos que para evitar el despropósito de piratería y las descargas por Internet, sino que, además, la producción de la serie está completamente deslocalizada de los EE.UU. de forma que esa ciudad que parece Los Ángeles no es tal, ya que el escenario en que la serie está rodada es… la ciudad de Bogotá. Estamos ante una coproducción entre Fox International Channels (FIC) y Fox Television Studios (FtvS), que recreó en los estudios de Fox Telecolombia las dependencias del hospital Warthon Memorial. Con notable acierto, como hemos podido apreciar.

 

«Mental», una serie más, por tanto, a seguir con detenimiento y atención, como «House of Saddam«. la quinta temporada de Perdidos o Life on mars. Amigos de la innovación, ¡ésta es vuestra serie!

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

HOUSE OF SADDAM

«Reconozco a un traidor antes que él mismo»

 

Saddam Hussein.

 

El sueño compartido de la HBO y la BBC provoca obras maestras.

 

Lógicamente.

 

Porque ambas son las dos cadenas televisivas más respetadas en cuestión de series, aunando el máximo talento por metro cuadrado que hay ahora mismo en el universo audiovisual. Cine incluido, por supuesto.

 

Comienza el nuevo y esperadísimo estreno compartido por ambas cadenas, «House of Saddam», con el anuncio de George Bush Jr. en televisión del inminente ataque de sus tropas a Irak. Los espectadores: Sadam Hussein y su familia. Mientras las mujeres se afanan por ponerse a salvo, Saddam habla con su hijo Uday y le dice que ellos no huirán de Irak. Que ellos se quedarán hasta ver derrotados a los americanos.

 

De inmediato, la acción retrocede a 1979. Es la fiesta de cumpleaños de una de las hijas de Saddam, a la sazón, vicepresidente de Irak. Los hombres están viendo a Jomeini en la televisión, dentro de un cuarto cerrado, mientras la fiesta, el jolgorio y el jaleo se desarrollan fuera.

 

¿Cómo no evocar el arranque de «El Padrino», la obra maestra de Coppola en que se contaba la historia de otra terrible y sanguinaria saga familiar, en aquel caso, los Corleone?

 

A partir de ahí, la historia coge un ritmo vertiginoso, para ir contando la tremenda biografía de Saddam, su paranoia, su relación con su madre, con sus hermanos putativos, su esposa y la cohorte de consejeros, amigos, familiares y colaboradores que le rodean. Y, a la vez, la capacidad de jugar con los niños, bromear y ser simpático, cariñoso y agradable. El lado íntimo del monstruo.

 

De entre los grandes momentos del primer episodio destacaría dos: el de la purga entre los correligionarios del partido Baaz que lleva a cabo Saddam, al modo de una siniestra caza de brujas en la que todos sus partidarios se ven obligados a mancharse las manos de sangre, para ser cómplices del golpe de estado ejecutado y, sobre todo, el del asesinato de su mejor amigo, consejero y más íntimo colaborador. Cuando su esposa le pide explicaciones, el iluminado líder ni miente ni busca cualquier tipo de justificación. Sólo se despacha con una de las frases más terribles que se han oído jamás en una pantalla:

 

  •  «Hice lo que era necesario hacer. El hombre que es capaz de sacrificar a su mejor amigo es un hombre sin flaqueza. A los ojos de mis enemigos, ahora soy más fuerte.»

 

Y, por supuesto, el casting, uno de los grandes aciertos de la serie, siempre punto fuerte de las producciones HBO & BBC. Como el diseño de producción y las localizaciones, con esas vistas de Bagdad, bañada por la luz de una inmensa puesta de sol sobre el Tigris.

 

No sé cómo irán los siguientes tres episodios de esta intensa miniserie, pero si la HBO ya nos deslumbró con la genial reconstrucción de la II Guerra de Irak en la monumental «Generation kill» de la que tan bien hablamos en ESTA ENTRADA, parece que con «House os Saddam» han vuelto a dar de lleno en el clavo. Personalmente, y como dice Boyero en ESTE VÍDEO, ya tengo mogollón de ganas de que llegue el próximo miércoles, para seguir disfrutando de esta estupenda serie.

 

Jesús Lens, más teleadicto que nunca.