Hoy empezamos a fallar

Da lo mismo que hayamos tenido vacaciones o no. Desde el 24 de diciembre hasta el 6 de enero los días son irreales, extraños y confusos, entre lo laborable, lo místico y lo festivo. Queramos o no, cambian los horarios, las dietas y las costumbres. Así las cosas, hoy es el día en que arranca el verdadero 2021, el real. Que lo haga en jueves, eso sí, es un detallazo. Un tirón más, un corto sprint, y alcanzamos el fin de semana.

Hoy es el día, también, en que empezamos a fallar en nuestros propósitos para el Año Nuevo. Recuperamos nuestras rutinas y es ahí donde tenemos que buscarle hueco a la ejecución efectiva de nuestras mejores intenciones.

No sé ustedes, pero yo he sido bastante laxo y benevolente con mis propósitos para el 2021. Se podrían resumir en un conservador ‘Virgencita, virgencita, que me quede como estoy’. Lo sé, lo sé. Son poco ambiciosos. ¿Pero dónde tengo que firmar?

Todo lo que les pueda decir sobre el 2020 ya está dicho. En mi caso concreto y particular, más allá de la impotencia por los planes frustrados y los proyectos cancelados, no me puedo quejar. Si lo hiciera, sería injusto e insolidario con las miles de personas que sí lo han pasado, que lo siguen pasando, realmente mal. De 2021 esperamos mucho. ¿Demasiado, quizá? Para empezar, y eso no escapa a nadie, los primeros meses van a seguir siendo durísimos. Después, iremos viendo, aunque lo previsible –y deseable– es que la cosa remontará.

En el ínterin, mi gran propósito es caminar/trotar más. El año pasado, entre el confinamiento y una pertinaz lesión en el pie, apenas salí a 4,7 kms. diarios de media. ‘Eso y ná es lo mismo’, que diría un castizo. Me he puesto como objetivo darle al pataje 10 kilómetros diarios, incluyendo los desplazamientos habituales. De momento, estoy en el límite.

También quiero leer más, sobre todo ensayos y artículos científicos. Y ver más cine clásico y documentales. Lo de siempre, vamos, que a estas alturas de vida no estoy para grandes revoluciones vitales. De viajes y escapadas hablamos en otro momento.

Jesús Lens

La inocentada era el 2020

Le acabo de meter mano a las montañas de recortes de periódicos que tenía pendientes de revisar. La voracidad del día a día hace que no tenga tiempo de leer según que artículos, columnas, entrevistas o reportajes que me apetece disfrutar despacio, con mimo y delectación. Los recorto, los apilo y, cuando tengo ocasión, me enfrento a ellos.

El que más gracia me ha hecho es uno que, en principio, nada tenía que ver con el humor. Era un reportaje del pasado diciembre titulado ’20 cosas de las que vas a hablar en 2020’, con trabajos prospectivos de diferentes analistas que, ejerciendo de Nostradamus de andar por casa, vaticinaban los temas que coparían nuestras conversaciones este año.

¡Angelicos! Eran como Pablo Iglesias anticipando que, en Nochebuena y tras el discurso del Rey, íbamos a hablar de la República en nuestros hogares; pero en serio. ¿Qué quieren que les diga, teniendo en cuenta que las palabras coronavirus, pandemia, confinamiento o vacuna no aparecían todavía en escena?

Aunque estemos cansados de oírlo, si algo hemos aprendido este año es que, como dicen que dijo John Lennon, la vida es lo que pasa mientras hacemos otros planes. Resulta irónico, a final de 2020, leer lo que esperábamos de él cuando asomaba su patita en el calendario. ¡Qué gran inocentada! ¡Qué pedazo de estafa, oigan!

No creo que hoy haya inocentadas en la prensa. Es una vieja costumbre que se ha ido perdiendo, acosada por las noticias falsas, la realidad surrealista en que vivimos y el auge de las publicaciones satíricas, cuyos titulares más hirientes y disparatados son susceptibles de pasar por auténticos en este loco mundo en que vivimos.

Por ejemplo, algún malintencionado podría elevar a titular algunas de las respuestas que el alcalde de Granada le daba a Quico Chirino en su entrevista de ayer y hacerlas pasar por inocentada. Lo del anillo verde o lo del proyecto de ciudad a doce años, sin ir más lejos.

Pero no está la cosa para inocentadas. Poca broma con las bromas, que siempre aparecerá un ofendidito que nos afee bromear con según qué temas. Porque, ustedes ya lo saben, hay temas demasiado serios y graves como para bromear con ellos. Por ejemplo, ¿se imaginan una bromilla con Araceli y los efectos secundarios de la vacuna como protagonista? ¡Quita, quita! Vade retro, Satanás, que para inocentada, y de las gordas, el 2020. De principio a fin.

Jesús Lens