Once Anillos

“Once anillos” es la obra más reciente publicada en España por Phil Jackson, con la colaboración de Hugh Delehanty, en Roca Editorial. Se trata de un libro en el que el popularmente conocido como Máster Zen habla de los once anillos de campeón que ha conseguido en la NBA, como entrenador.

 Once anillos

Porque Phil, además, tiene otros dos como jugador. ¡Ahí es nada!

Si eres aficionado al baloncesto no tengo que presentarte al más laureado, respetado y admirado entrenador de la historia del baloncesto. Ni tendría que recomendarte un libro que debe estar en la cabecera de todos los amantes de un deporte que es más, mucho más que un mero ejercicio, pasión o entretenimiento.

 Once anillos master zen

Y es que el baloncesto es un estado mental. Hace unas semanas, por ejemplo, reseñaba cómo Jackson vincula el baloncesto con el jazz, de una manera tan gráfica como ésta.

O como ésta otra: “el baloncesto es un gran misterio. Puedes hacerlo todo bien, contar con la mezcla perfecta de talentos con el mejor sistema ofensivo del mundo, desarrollar una estrategia defensiva prueba de lo que haga falta y preparar a los jugadores para todas las eventualidades posibles, pero si los jugadores carecen del sentimiento de unidad como grupo, tus esfuerzos son en vano. Además, el vínculo que une a un equipo puede ser muy frágil y muy esquivo. La unidad no es algo que funciona pulsando un interruptor. Has de crear el entorno adecuado para que prospere y nutrirla cuidadosamente día tras día”.

Llegados a este punto, puedes estar pensando: “bueno, eso ocurre así en el baloncesto y en otros muchos ámbitos de la vida, la familia, la empresa, los amigos, el trabajo…”

¡Efectivamente! Y esa es la grandeza de “Once anillos”: además de ser un libro extraordinario para los amantes del baloncesto, es un libro muy adecuado para cualquier lector interesado en adentrarse en los mecanismos que hacen funcionar (o dinamitar) a cualquier colectivo humano.

 Once anillos motivacion

A lo largo de sus años como entrenador en los Bulls y, posteriormente, en los Lakers, Jackson ha acumulado experiencias de todos los tipos y los colores, entrenando a Michael Jordan, a Kobe o a Shaq, pero también a tipos tan complicados como el Gusano Rodman o Ron Artest, ahora conocido como Metta World Peace -vivir para ver-.

Además, los métodos de entrenamiento del Master Zen son tan variados como los jugadores, las plantillas y las situaciones por las que ha ido pasando. Más allá de su célebre Triángulo Ofensivo, Jackson ha tratado de conectar de una forma integral, humanista y completa con los jugadores. Conocida es su afición a recomendar ciertos libros a determinados jugadores, a animarles a practicar la meditación, a espolearles en público y felicitarles en privado.

Cuando Mourinho empezaba a ir con su teoría de cargar él con las iras de la afición rival para que los jugadores pudieran estar tranquilos, Phil ya volvía de Sacramento a LA declarado Enemigo Público nº 1 de la capital de California. Que no todo son sonrisas, ¡Ommmmmm! y buen rollito.

 Once anillos pau

O la importancia, nada desdeñable, que muchas veces tiene la inacción. Jackson también es famoso por sus silencios. Y su estatismo en el banquillo, actitud muchas veces criticada por los comentaristas. Y, sin embargo, ¿cómo no estar de acuerdo con el proverbio zen?

“Si te quedas tranquilo, sin hacer nada, la primavera llega y la hierba crece por sí misma”.

 Once anillos buda

O, igual de gráficamente:

“A veces me siento y pienso y otras, simplemente, me siento”.

He leído “Once anillos” despacio. Muy despacio. Tras lo que disfruté de las memorias de Antonio Daimiel en “El sueño de mi desvelo”, he pasado varias semanas con Jackson, leyendo capítulo a capítulo este manual tan intenso como atractivo sobre las muchas y variadas formas que hay de afrontar los diferentes retos que nos plantea la vida.

Una lectura hecha lápiz en mano, tomando notas, subrayando. Una de esas lecturas que, además, hacen que ahora sigamos la actualidad de la NBA con mayor interés. Porque, bien instalado en los setenta años de edad, El Señor de los Anillos ha aceptado un nuevo desafío profesional: hacerse cargo de los moribundos Knicks de Nueva York para tratar de convertirlos en lo que deberían ser: un equipo campeón. Y hacerlo desde los despachos, en calidad de presidente ejecutivo.

 Once anillos Phil Jackson

¡Ahí es nada!

¿Tendrá Phil el mismo éxito como ejecutivo que tuvo como jugador y entrenador? No tardaremos en saberlo. Mientras, su libro te servirá para conocer más y mejor no solo al hombre, sino también a nuestro deporte favorito.

Jesús Lens

Baloncesto & Jazz

A lo largo de varias semanas, he estado leyendo el libro de Phil Jackson, “Once anillos”, publicado por Roca Editorial. Jackson, el Máster Zen, también conocido como El Seños de los Anillos, es el entrenador más laureado de la historia del baloncesto. Pero antes fue jugador. Y ahora es presidente ejecutivo de una franquicia en reconstrucción: los Knicks de Nueva York.

 Once anillos Phil Knicks

El libro tiene muchas perlas, aplicables tanto al mundo del deporte como al de la empresa. O al del asociacionismo, sin ir más lejos. Colaboración, liderazgo y gestión de equipos son los conceptos básicos. Pero lo mejor de “Once Anillos” es su transversalidad.

 Once anillos

Por ejemplo, estos párrafos, que harán las delicias de mi Cuate Pepe, por razones obvias:

Siempre he tenido la sensación de que entre el baloncesto y la música existe una conexión intensa. Se trata de un juego de naturaleza intrínsecamente rítmica y requiere la misma clase de comunicación no verbal y generosa que presentan los mejores grupos pequeños de jazz.

 Once Anillos jazz

En cierta ocasión, John Coltrane tocaba en la banda de Miles Davis cuando se lanzó a un solo interminablemente largo que enfureció a Miles.

 

–         ¿Qué coño pasa? –preguntó Miles a gritos.  

–         Hermano, mi instrumento no dejó de sonar. Ha seguido tocando –respondió Coltrane.

–         En ese caso, suelta el puñetero instrumento.

 

Steve Lacy, que tocaba con Thelonious Monk, enumeró los consejos que Monk daba a los integrantes de su banda. Aquí tienes una selección de dichos consejos:

 Once anillos monk

–         El mero hecho de no ser batería no significa que no marques el ritmo.

–         ¡Deja de tocar esas notas extrañas, esas chorradas, e interpreta la melodía!

–         Ocúpate de que el batería suene bien.

–         No toques la parte del piano, para eso estoy yo.

–         No toques todas las notas (ni en todo momento); deja pasar algunas… Lo que no toques puede ser más importante que lo que interpretas.

–         Si te bamboleas, apura el ritmo un poco más.

–         Todo aquello que creas que no puede hacerse, alguien vendrá y lo hará. El genio es quién más se parece a sí mismo.

–         Tienes que comprenderlo para entenderlo, ¿lo has captado?

 Once anillos Thelonious

Lo que más aprecio de la lista de Monk es su mensaje elemental sobre la importancia de la conciencia, la colaboración y la definición de roles claros, cuestiones que se aplican al baloncesto tanto como al jazz.

Está claro, ¿no?

Lo dicho. “Once anillos”. Muy, muy recomendable.

Jesús Lens

Firma Twitter

We want Phil

Me gusta el Master Zen. Y me emocionó cómo lo recibió el Staples Center, el día en que retiraron la camiseta de Shaquille O’Neall. Ya sabes. La Ley del 33… Hago lo que quiero, cuándo quiero y dónde quiero. ¿Qué recordó Shaq, frente a 20.000 enfervorecidos aficionados? Los libros que Jackson le indujo a leer.

Y es que el éxito no es producto de la casualidad…

En Twitter: @Jesus_Lens

Y los 7 de mayo de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012, también blogueamos…

El agente protegido

Ustedes sabéis que yo lo admiro. Mucho. Y que la humillante derrota de los Lakers, este año, frente a Dallas, me dolió especialmente por él. Por el Máster Zen. Por Phil Jackson, también conocido como “El Señor de los Anillos”, el entrenador más laureado de la historia de la NBA y del baloncesto mundial.

Lo que quizá ustedes no sepáis es que Jackson tiene un rancho en Montana y que, en cuanto termina la temporada de baloncesto, huye de la agitada, cosmopolita y glamourosa Los Ángeles para refugiarse en el conocido como Territorio de los Hombres Libres.

Allí, cabalgando por las montañas de uno de los paisajes más impresionantes que en el mundo se pueden contemplar, Jackson podría haber coincidido, perfectamente, con David Crow, un misterioso y solitario vaquero que se ha instalado en un pequeño pueblo de las rocosas, sin que nadie sepa quién es ni de dónde ha salido.

Deborah y John, compañeros de trabajo, y Hooper, el dueño del rancho en que trabaja, sólo saben que David es un trabajador infatigable que no habla mucho y que vive en una cabaña a la que solo se puede acceder a caballo. O andando. Por una antigua senda india. Pero le tienen aprecio. Tanto como para invitarle a que participe en el rodeo que, el 4 de julio, se celebrará en el pueblo.

La primera parte de la novela de James Nava, recién publicada en España por la editorial Sniper Books, es un western clásico, al estilo de las mejores películas de John Ford, en las que el paisaje es un elemento más de una narración basada en la camaradería de los personajes.

Pero desde el principio, también, encontramos elementos distorsionadores, como si Sam Peckinpah quisiese tener su protagonismo en la historia. Porque, aunque los protagonistas monten a caballo, duerman al raso y beban ese café recién hecho en una hoguera, estamos en el siglo XXI. Y David arrastra tras de sí una especie de maldición: la fatwa que los integristas musulmanes de Afganistán han dictado contra él. Porque David es un ex agente de la CIA que, para escapar de la referida fatwa, se ha escondido en Montana. Y, sin embargo, nunca, ninguna tapadera es perfecta.

A través de una narración muy descriptiva, en la que los paisajes y el territorio de Montana tienen tanto protagonismo como los mismísimos personajes, James Nava nos hace avanzar a través de un western contemporáneo con toques de John Le Carré y John Forsyth.

Es cierto que la novela tiene muchos tópicos y lugares comunes. Pero no es menos cierto que, cuando un sábado a mediodía, en invierno, nos sentamos en el sofá para ver una película del Oeste, lo que queremos son tópicos y lugares comunes: cabalgadas, duelos a pistola, riscos, nieves, bosques, abetos y, por supuesto, el aroma del café recién hecho, al amanecer, después de haber dormido bajo las estrellas. Sensaciones que la mayoría de nosotros ya no somos capaces de disfrutar y que James Nava se encarga de reproducir, con toda su intensidad, en esta apreciable novela.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.