Dos novelas negras contra las manadas

Hace muchos meses, cuando Ana Ballabriga y David Zaplana me enviaron el borrador de ‘El deseo eterno’ para que les diera mi opinión, dudé antes de mandarles mi respuesta. “Es una novela necesaria”, les dije. 

Cada vez soy más reacio a escribir en la misma frase esas dos palabras, ‘novela’ y ‘necesaria’. Se ha convertido en un tópico del que se abusa para dar carta de solemnidad al lanzamiento de un libro. La mayor parte de las veces, una vez leída la novela, te das cuenta de que eran mucho más necesarias las albóndigas que te comiste a mediodía o la caña que vas a echar esa noche en el bar de la esquina. Y no te digo nada si en vez de ‘necesaria’, la novela de marras se ha vendido como imprescindible, indispensable, vital o términos semejantes.

Aun así, cuando tengan en sus manos ‘El destino eterno’, publicada por la editorial D39 —hagan el esfuerzo de buscarla o encargarla en su librería de cabecera, que no estará fácilmente a la vista— verán que en la contraportada aparecen una palabras mías: “Es un libro que refleja el ambiente opresivo y machista que nos ahoga. Una novela muy necesaria en estos momentos”.

Hoy es 8M y a buen seguro que el debate estará en la calle. En las terrazas y en las barras de los bares. ¿Es necesaria la celebración de hoy? Yo tengo claro que sí. No solo estamos muy lejos de la igualdad real, sino que hay preocupantes signos de retroceso. Pero como seguro que en IDEAL se habla mucho de eso, permítanme que me centre en lo literario. 

‘El deseo eterno’ ha tardado en ser publicada. De hecho, salió mucho antes ‘La profecía del desierto’, un apasionante thriller con el que Ballabriga y Zaplana participaron en Granada Noir. Yo les preguntaba. “¿Qué pasa con la otra novela?”. Porque se demoraba en exceso. 

Hasta que una mañana, Ana me dio un alegrón: ‘El deseo eterno’ había ganado el IV Certamen de Novela Negra Negra Auguste Dupin y ya sí, ya iba a ver la luz. 

“Abril es una chica más, una chica normal que quiere ser libre. Pero dejará de serlo cuando un grupo de hombres le arrebaten todo con la llamada droga de la violación, la burundanga”. Así reza la sinopsis de una novela que, efectivamente, es tan dura como podría parecer. 

No voy a dejar de insistir. La novela negra se ha erigido en la novela social por antonomasia y es la que cuenta esos rincones oscuros de la sociedad a los que llega tan poca luz: la corrupción, el tráfico de drogas, el tráfico de personas para la explotación sexual, la marginalidad, el terrorismo o, como en este caso, “la crueldad e injusticia de la sociedad en los casos de agresiones sexuales”. Porque la Justicia no hace justicia en este caso y será Keira, la hermana de Abril, quien se encargue de impartirla a través de un minucioso plan. 

Ha querido la casualidad que se haya publicado a comienzos de 2022 ‘La metamorfosis infinita’, novela de Paul Pen publicada por Harper Collins, en la que también se cuenta la historia de una venganza. “Alegría ha quedado esta noche con sus amigas… volviendo a casa de madrugada, un fatal encuentro con un grupo de hombres escala hasta una agresión con el peor de los desenlaces”. 

En este caso, ese desenlace viene motivado por algo que no les cuento, dado que tiene gran importancia en la trama. A través de una escritura morosa y detallista, Paul Pen confronta la homofobia y el odio larvado contra las personas que no responden al canon imperante. 

Jesús Lens