NEREA RIESCO, DE NUEVO EN GRANADA

Amigos, hace unas semanas teníamos a la escritora Nerea Riesco en Granada. No fuimos muchos, pero pudimos disfrutar de una amena charla muy ilustrativa, divertida e informativa.

El día 2 de diciembre, jueves, Nerea vuelve a nuestra tierra, a presentar su maravillosa novela «El elefante de marfil». Será en el Centro Comercial Alhsur, en el Espacio Lector Nobel, a las 19 horas.

Una nueva ocasión de disfrutar, escuchando a una de las mejores novelistas históricas del momento.

¿Nos vemos?

Jesús Lens.

ARS MÁGICA

Comienza esta apasionante novela de Nerea Riesco con una cita de Paracelso que, por supuesto, mi amigo Miguel Puga, el famoso MagoMigue, conocerá y seguro que suscribiría, con alegría y alborozo:

“La magia es sabiduría, es el empleo consciente de las fuerzas espirituales para la obtención de fenómenos visibles o tangibles, reales o ilusorios, en el uso bienhechor del poder de la voluntad, del amor y de la imaginación. Es la fuerza más poderosa del espíritu humano empleada en el bien. La magia no es brujería”.

A partir de este discurso, Nerea nos conduce por un universo entre lo mítico, lo mágico y lo mitológico, a través de las tierras del norte de España que, a principios del siglo XVII, sufrían una especie de plaga o epidemia muy especiales: plaga de brujería. Y para luchar ella, para pelear de tú a tú contra las fuerzas del Maligno, la Santa Inquisición envió a uno de sus hombres más sagaces y, también, uno de los más crueles y taimados: Alonso de Salazar y Frías.

O, al menos, esa es su fama, es lo que parece…

Y, sin embargo, si hay una lección de podemos sacar de la lectura de “Ars Mágica” es que las apariencias engañan. Y mucho. Nada es lo que parece. El ojo te traiciona y la sugestión colectiva puede ser abrasadora, en el más estricto sentido de la expresión. ¿Quién no ha oído hablar de los famosos akelarres? ¿Qué se hacía en ellos? ¿Quiénes los protagonizaban? ¿Qué se pretendía con su celebración?

El culto a la Madre Tierra, Mari, que ahora está en la base de tanto credo ecologista y New Age, seguía muy vivo en la España católica del XVII, en las zonas rurales.

Las curanderas, que lo sabían todo sobre las hierbas, emplastos y cataplasmas, eran miradas con recelo por los médicos de carrera.

Y los hombres querían seguir imponiendo su machismo recalcitrante a toda costa y en todas las situaciones.

La ecuación, así planteada, es fácil de despejar: todas brujas (*) y, por tanto, ¡a la hoguera con ellas!

Y de paso, con el vecino de enfrente, cuyas tierras son mejores que las mías. O con el vecino de al lado, que me robó a la moza cuando éramos jóvenes. Terror, delación, miedo, envidia, avaricia, ignorancia… cuanto más se preocupen los hombres del demonio y sus obras, menos lo harán de cosas terrenas y mundanas, como el Gobierno, por ejemplo. U otras naderías por el estilo.

La estructura con que Nerea Riesco ha construido esta fascinante “Ars Mágica” contribuye a darle una fuerza singular a una narración prodigiosa. Fantasía y realidad, magia y ciencia, superstición y raciocinio… el haz y el envés de la existencia, conviviendo en cada capítulo. ¿Es magia lo que hace la pequeña Mayo, cuando cura una enfermedad? ¿Es brujería lo que le pasa a Íñigo, el novicio de acompaña a Salazar?

Y, sobre todo, ¿existe realmente el demonio?

Mientras leía la novela, escribí en mi Twitter que si tuviera que definir “Ars Mágica” en una sola frase, lo haría así: “Es como “El nombre de la rosa”, pero sin buena parte de lo más abstruso, pesado e infumable de “El nombre de la rosa”.

¡Ojo! La novela de Nerea tiene entidad propia y no necesita de comparación alguna para salir airosa, pero lo mejor de la novela de Eco: la relación del maestro con el discípulo y las tentaciones carnales de éste con un ser extraño que surge de la nada, están ahí, junto a la explicación racional de ciertos hechos sólo supuestamente irracionales.

Y tenemos que reivindicar, por supuesto, los exquisitos paisajes que Nerea nos describe con tanto mimo y cariño en una novela doblemente mágica, por lo que cuenta y por cómo lo cuenta. Ese norte de España tan evocador, de Logroño a San Sebastián, pasando por Fuenterrabía y, por supuesto, entrando en Zugarramurdi y sus famosas cuevas.

¿Qué fue la Inquisición? ¿Cómo actuaba y qué perseguía? ¿Quién se valía de ella y para qué?

A estas y a otras muchas preguntas da respuesta “Ars Mágica”. A través de cada una de sus páginas, la prodigiosa prosa de Nerea, su musicalidad y su cadencia te transportan a una España lejana, contradictoria y apasionante, de la que, en pleno siglo XXI, todavía formamos parte.

Porque somos parte de lo que fuimos. Y seremos parte de lo que somos. Y Nerea, con novelas como “Ars Mágica” o ESTA, “El elefante de marfil”, nos ayuda a descubrirlo.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

(*) Según una encuesta, todo lo fiable que pueden ser las encuestas, el 31% de los norteamericanos creen, hoy en día, en la existencia de brujas. El 31%. Y ya sabemos qué dados son los yanquis a la Caza de Brujas, cuando se ponen. Por no hablar del efecto contagio y rebote que cualquier sandez gringa tiene a todo lo ancho y lo largo del globo…

ESCRIBIR EN SEVILLA

La gente de Sevilla y alrededores tiene suerte por muchas razones que, por obvias, no vamos a detallar. Pero, sobre todo, tiene suerte la gente a la que le gusta escribir. Porque la periodista y novelista Nerea Riesco está a punto de comenzar su Taller de Creación Literaria, cuyos detalles tenéis AQUÍ.

 

Al final del Taller, editan un libro con los relatos escritos por los alumnos. Una ocasión muy especial de entrar en el fascinante y adictivo mundo de la creación literaria, de manos de una autora descomunal, cuyo «El elefante de marfil» es una auténtica joya de la literatura histórica.

 

Jesús Lens, envidioso de la gente de Sevilla.

EL ELEFANTE DE MARFIL

Querido Cuate, amigo Pepe, no sabes, en estos momentos, cuanto te agradezco que nunca me hayas invitado a jugar una partida de ajedrez, tú que eres versado en el juego de la guerra sobre el tablero cuadriculado. Porque, hasta ahora, yo pensaba que el ajedrez era un juego. Nada más, pero nada menos. Sin embargo, acabo de ver la luz:

“Vencer en una partida de ajedrez es como saciar la sed guerrera que todos llevamos dentro. Los pacíficos pretenden hacernos creer que el ajedrez es inofensivo. ¡Mentira! Mienten, Guiomar, mienten porque son unos cobardes. Al ajedrez se juega para vencer y si no… no se juega.”

Vamos, que el ajedrez es la prolongación de la guerra, pero por otros medios. Aproximadamente. Al menos, es la conclusión (pelín exagerada, que ya me conoces) que he sacado después de leer la última novela de Nerea Riesco, “El elefante de marfil”, mi Estimado Cuate, impepinablemente, la novela que tienes que poner en la cabecera de la lista de Libros Pendientes.

El caso, y ahora lo puedo reconocer, es que empecé a leer el libro con cierto resquemor. Porque, como hemos tenido ocasión de comentar en más de una tertulia cervecera, el peligro que tiene ir a Semana Negra es que, después de haber leído un libro que nos encanta, corremos el riesgo de conocer al autor… y que el mito se nos venga abajo. Es cierto que Semana Negra, por su especial idiosincrasia, saca lo mejor de nosotros mismos, pero el riesgo siempre está ahí.

¡Apunta, Cuate!

La cuestión es que, en este caso, la cosa podría ser al contrario. Si te acuerdas, cuando hablamos tras la consecución de la Copa del Mundo por parte de España, te comenté que la había visto en Semana Negra, con varios autores y ya incipientes amigos: Paco Jurado, Javier Márquez, Steve Redwood y una insultantemente joven escritora sevillana, apabullante y tremenda, un auténtico terremoto, en el sentido flamenco del término: Nerea Riesco.

¡Esa lengua!

A partir de entonces, los integrantes de la llamada Andalucía Connection, de la que hablamos AQUÍ y sobre la que volveremos muy pronto, trabamos una excelente relación de amistad que se ha traducido, entre otras cosas, en la adquisición de nuestros respectivos libros. Entre ellos, por supuesto, este “El elefante de marfil”.

El temor, por tanto, era a que el libro no estuviera a la altura de su autora. Y el listón, créeme, estaba alto. Muy alto.

Pero, mira por donde, fue empezar a leerlo y el temor se disipó. Como por arte de magia. O sea, la magia de la buena literatura. Literatura histórica, a la que no estoy muy acostumbrado. Pero es que lo mejor de Semana Negra es precisamente el mestizaje que propicia, de forma que, a la vuelta de Gijón, me encuentro con la maleta llena de libros de ciencia ficción, tebeos, novelas históricas, ensayos… un despelote, querido Cuate.

Y me centro, que se me escapa el santo al cielo. ¡Vámonos a la Sevilla del siglo XVIII! A una imprenta regentada por una mujer, a través de la que entraremos en contacto con la familia Montenegro, toda una saga familiar de cuyas aventuras y desventuras seremos testigos, en el contexto de una España que se debatía entre la Ilustración propiciada por los Afrancesados y la rancia esencia conservadora de terratenientes, nobles y eclesiásticos. Tiempos vibrantes en los que los bandoleros y las bailaoras (te enamorarás de Candela, y si no ya me cuentas) se daban la mano con los más sesudos y avanzados intelectuales del momento. Y todo ello con el ajedrez como telón de fondo. En concreto, con una mítica y fabulosa partida organizada nada más y nada menos que por Alfonso X el Sabio.

Y está Sevilla, por supuesto. Una Sevilla que, a través de la prosa de Nerea, se siente, se escucha y se huele. Como Carmona, sus veredas y sus cortijos. Una Sevilla compleja y contradictoria, como el propio ser humano, con su Catedral como centro neurálgico.

Termino ya, Cuate. Verás que, cuando leas “El elefante de marfil” (y tu cumpleaños ya está cerca, aviso para “regalantes” tardíos y olvidadizos), tendremos que montar otro On the road para irnos a Sevilla y conseguir, por lo civil o lo criminal (y de esto último, en Semana Negra se aprende mucho) que Nerea nos haga de Cicerone por los diferentes espacios y paisajes que pueblan su novela.

Si alguien se anima…

Ya sabéis. “El elefante de marfil”. Estupenda novela histórica. Publicada por Grijalbo. En todas las librerías.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.