Tres Culturas y el Mediterráneo

No creo que sea muy original confesar que mi número favorito siempre fue el tres. Para una mente caótica y desenfrenada como la mía, el 3 -resultado de la suma de los tres números primigenios, el 0, el 1 y el 2- aglutina a todo el universo cuántico en sí mismo y, por tanto, es un número mágico, místico y eterno. Y de ello hablo en mi artículo de IDEAL. No tardarán en saber el porqué.

Una vez que llegué a una conclusión tan peregrinamente absolutista, me he pasado la vida poniendo en práctica mi favoritismo por el tres. Por ejemplo, comprando décimos de lotería que acaban en 3 y tachando la casilla correspondiente del boleto de la Bono-Loto. ¡No por casualidad, el trío de piano es mi formación jazzística favorita! Me apunto a cualquier 3×3 de baloncesto que se me pone a tiro y creo que idolatro tantísimo a Jordan, además de por razones obvias, porque lucía el 23 en la camiseta de los Bulls.

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Sirva este preámbulo para decir que, a mí, una Fundación que se llama Tres Culturas, ya me tiene ganado, de antemano. Me gusta ese nombre. Sencillo y, a la vez, de largo aliento.

Pero, más allá de la cuestión nominal, hay que agradecer a la Fundación Tres Culturas que estos días, en el marco de la Feria del Libro de Granada, haya organizado el “Tres Festival. Voces del Mediterráneo”, un certamen literario que nos permitirá escuchar a algunos de los escritores más reconocidos de ambas orillas de un mar que, por desgracia, separa más que une.

Tres Festival

Cuando hablamos de tender puentes entre las culturas, un Festival como Voces del Mediterráneo se convierte en la plasmación práctica, visible y tangible de tan noble como habitualmente fútil propósito. En los últimos meses he tenido ocasión de colaborar con la Fundación Tres Culturas y, en concreto, trabajar con Olga Cuadrado es un lujazo: facilidades, profesionalidad, compromiso…

Pásense estos días por el Centro Lorca para escuchar a escritores como  Mircea Cartarescu, Mahi Binebine, Abraham B. Yehoshua o Nawal al-Saadawi. Descubriremos nuevos horizontes literarios, culturales y vitales.

Tres Lorenzo Silva

En concreto, yo estoy deseando que llegue el sábado por la mañana, para compartir mesa y escenario con Lorenzo Silva, uno de los padres de la novela policíaca española, y Fatos Kongoli, el escritor albanés, autor de “Tirana Blues”, que tan bien nos ha contado el horror de las dictaduras comunistas del pasado siglo. ¿Nos vemos?

Jesús Lens

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Frente Literario Antiyihadista

Hace unos días, Granada se despertaba alarmada por la detención en Algeciras de una pareja que estaba a punto de viajar a Marruecos para, desde allí, integrarse en el Estado Islámico. Él era de nacionalidad marroquí. Ella, española. Y tenía una hija pequeña, a la que se llevaban consigo.

Frente Antiyihadista

La denominada Operación Sable incluyó el registro de una casa del popular barrio de La Chana en que residían los detenidos y en la que se encontró material informático, teléfonos móviles y bellotas con droga. Según ha trascendido, un hermano del hombre detenido se habría inmolado en Siria y eso había precipitado la intención de la pareja de integrarse en el Estado Islámico.

Un par de días después, en Palma de Mallorca fue detenido otro individuo de nacionalidad marroquí por su estrecha relación con DAESH y por constituir una amenaza para la seguridad nacional.

Y quiere la casualidad que todo esto haya ocurrido mientras leía la novela “El espía que odió a los Beatles”, de Gerardo Errasti Bocourt, publicado por la inquieta y ya imprescindible editorial granadina Esdrújula. Porque la novela en cuestión trata precisamente de la infiltración de espías españoles en el corazón del Estado Islámico. Y arranca con la detención de dos mujeres de ascendencia española que estaban preparadas para dar el paso y viajar a Siria.

El espía que odió a los Beatles

Pero antes de hablar de la trama y los personajes de la novela, detengámonos en el autor de “El espía que odió a los Beatles”, el mencionado Gerardo Errasti Bocourt. Porque es un tipo que sabe bien de lo que habla.

Diremos, brevemente, que a los diecinueve años, hizo compatibles sus estudios universitarios con un trabajo tan ilustrativo como el de miembro de la Dirección General de Seguridad Personal, destinado en el Palacio de la Revolución, con la misión de proteger a Fidel Castro.

Tras licenciarse en 1983, obtuvo el grado de teniente en la Academia Superior del Contraespionaje Cubano. Su principal cometido: reclutar agentes para infiltrarlos en las operaciones de la CIA contra Cuba. Tras abandonar los servicios secretos cubanos, se dedicó a la abogacía y en 1999 marchó a Sudáfrica, invitado por Nelson Mandela. Allí fue donde comenzó a trabajar en temas relacionados con el yihadismo, cooperando con el CNI español y participando en la investigación del atentado terrorista del 11 de marzo de 2004, en Madrid.

Gerardo Errasti

No es de extrañar, por tanto, que sus novelas estén basadas en hechos reales tan trágicos y dolorosos como la muerte del segundo jefe del CNI en Irak, José Antonio Bernal. Y en la traición de Roberto Flórez, ex agente del espionaje español condenado a nueve años de prisión por vender documentos clasificados a Rusia.

Y ahí radica la clave de “El espía que odió a los Beatles”. En el realismo y la máxima actualidad de lo que Gerardo cuenta en 350 páginas que, por momentos, parecen informes extraídos de los archivos de La Casa, como popularmente se conoce al Centro Nacional de Inteligencia español.

La novela cuenta la historia de Carlos y Lisa, dos infiltrados en el islamismo integrista llamados a desempeñar una importantísima misión: viajar a Siria, al corazón del Califato en Raqqa, para tratar de localizar a un grupo de secuestrados occidentales, entre los que se encuentra el periodista estadounidense James Foley.

James Foley

Una operación de máximo riesgo organizada conjuntamente por el CNI y por la CIA norteamericana. Una operación autorizada y monitorizada por Obama, en la que el despliegue tecnológico de rastreadores, satélites y drones dependerá del éxito, o no, de la infiltración realizada por Carlos. Y de la tapadera que Lisa consiga proporcionarle.

Porque vivimos en un mundo globalizado en el que la información fluye de forma incesante. En todos los sentidos. Y en todas direcciones. De ahí que una palabra de más, o de menos, pueda resultar fatal.

Gerardo Errasti ha escrito la novela de más actualidad que se pueda imaginar, mezclando la realidad y la ficción en un cóctel literario de lo más sugerente para los lectores. Una novela que sigue el canon de los grandes clásicos de la literatura protagonizada por espías, como John le Carré o Frederic Forsyth, pero desde una óptica y una visión muy españolas.

Raqqa

Lo que hace de “El espía que odió a los Beatles” una narración especialmente inquietante, máxime, a la vista de acontecimientos recientes como los comentados al comienzo de este artículo.

Jesús Lens

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Noir con sabor

En dos de las últimas novelas policíacas que he leído, la gastronomía juega un papel determinante, más allá de lo puramente folklórico o costumbrista. De hecho, “El bouquet del miedo”, de Xabier Gutiérrez, publicada por la editorial Destino, se desarrolla íntegramente entre fogones, viñas, bodegas y programas televisivos dedicados a la cocina.

El bouquel del miedo

Todo comienza cuando, unos días antes de la vendimia, la enóloga  Esperanza Moreno aparece degollada en su casa de San Sebastián y su sangre derramada se mezcla con un exquisito vino de poderoso aroma. Su compañero sentimental, Roberto, que trabaja como cámara en un famoso programa de televisión dedicado a la cocina, ha desaparecido sin dejar rastro. Mientras, las uvas siguen madurando, ajenas a las pasiones humanas más salvajemente desatadas.

Es interesante la novela de Xabier Gutiérrez, especialmente los pasajes que transcurren en La Rioja alavesa. No es de extrañar: Xabier es el responsable del departamento de innovación del restaurante Arzak, ha escrito doce libros de cocina, otros cinco de estética culinaria y, además, es psicólogo. ¡Excelentes ingredientes para escribir novelas negras con aroma y sabor!

El aroma del crimen

Y tenemos “Cuando éramos ángeles”, de Beatriz Rodríguez, publicado por Seix Barral, y de la que hablamos AQUÍ. En este caso, la acción transcurre en un pequeño pueblo, a caballo entre dos épocas. Una novela sobre la adolescencia y el difícil tránsito hacia la vida adulta que enfrenta a los personajes que eran, cuando todas las ilusiones y las posibilidades estaban intactas; con lo que han terminado siendo.

“Cuando éramos ángeles” también arranca con un asesinato. En este caso, han matado a Fran Borrego, uno de aquellos jovencitos que ya apuntaban maneras: líder ¿natural?, chulito y con propensión al mando y la tiranía. Por todo ello, posibles sospechosos, hay muchos.

Cuando éramos ángeles Beatriz Rodríguez

Y la cocina, las recetas tradicionales y las charlas alrededor de la comida también desempeñan un papel básico en la novela de Beatriz Rodríguez. Primero, porque son un inmejorable recurso narrativo que permite conectar de forma natural las dos épocas en las que transcurre la trama. Y, también, porque el entorno rural en que se desarrolla la acción resulta propicio para que determinados personajes se detengan a cocinar esa sangre encebollada, la asadura o las habichuelas en escabeche que, además, sirven para titular algunos capítulos.

Comidas con aroma y sabor. Fuertes y contundentes. Con personalidad. Y es que la gastronomía es un recurso narrativo con mucha tradición en el Noir mediterráneo. Mientras que los personajes norteamericanos beben bourbon hasta agujerearse el hígado y castigan sus estómagos a base de pizzas y hamburguesas; los españoles, italianos, franceses y griegos son más dados a la buena mesa.

Cuando éramos ángeles

Todo comenzó, por supuesto, con Manuel Vázquez Montalbán y su mítico Pepe Carvalho, el cínico y descreído detective privado que, tras su paso por la CIA, ya solo creía en la amistad sin compromisos… y en la buena comida.

En todas las novelas de la serie Carvalho, el protagonista visita algún restaurante reconocido cuando le toca viajar por España o, comprando él mismo los ingredientes en el mercado de La Boquería barcelonés, cocina algunos platos espectaculares cuando se queda en la ciudad condal. Tan es así que Planeta publicó “Las recetas de Carvalho”, una selección de algunos de los platos más memorables engullidos por el detective más famoso de las letras españolas. Por fortuna, tras el cierre del añorado Casa Leopoldo del Raval, todavía quedan en Barcelona restaurantes que recuerdan el paso de MVM por sus mesas y barras con emocionantes placas y cerámicas conmemorativas, como el encantador Can Lluís.

Las recetas de Carvalho

Autores canarios como Antonio Lozano también han sido embajadores de la singular cocina isleña en sus novelas policíacas, que sus personajes son amigos de la buena mesa. Y es que la investigación más sesuda y profesional, para ser efectiva en un país como España, exige hablar con camareros y restauradores; posiblemente los mejores conocedores de la realidad que nos rodea. Al que aparece en “La sombra del Minotauro” (Almuzara), le tomarán cariño desde la primera página.

Antonio Lozano

Y una joya que vincula la gastronomía con la literatura policíaca: el sabrosísimo “Manual práctico de cocina negra y criminal” de Montse Clavé, en el que el lector aprenderá a cocinar los platos que aparecen en las novelas de Camilleri, Izzo, Leon, Simenon, Mankell o Markaris, a la vez que recuerda a sus personajes y algunas de las aventuras que protagonizaron.

Manual Práctico de Cocina Negra y Criminal

Y es que la buena literatura también es cuestión de sabor.

Jesús Lens

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Cuando éramos ángeles

Hay mucha poesía en el título de la novela de Beatriz Rodríguez. Uno de esos títulos con capacidad de evocación, que nos ponen melancólicos y nos invitan a recordar.

Cuando éramos ángeles.

¿Os acordáis?

Cuando éramos ángeles

Porque todos hemos sido ángeles. Aunque ya haga tanto, tanto tiempo… El primer acierto de Beatriz Rodríguez es, con solo tres palabras, transportarnos mental y emocionalmente a un pasado juvenil por el que transcurre parte de su novela.

El pasado. La juventud. Pero la juventud de verdad, no esa juventud sociológica, engañabobos y marketiniana según la cual, a los 35 palos, se sigue siendo jóven.

“Cuando éramos ángeles”, publicada en la prestigiosa colección Biblioteca Breve de Seix Barral, nos retrotrae a esa adolescencia que, recién abandonada la infancia, permite a sus protagonistas encarar el futuro con decisión, libertad, ilusión, esperanza, deseo. Y con un punto de inocencia. También.

Cuando éramos ángeles Beatriz Rodríguez

Un pasado, sin embargo, al que viajamos desde el presente. Y el presente… ¡ay, el presente! El presente es otra cosa. Muy diferente.

En el presente, por ejemplo, han asesinado a Fran Borrego, uno de los prebostes del pequeño pueblo en que transcurre la trama de la novela. Razones para matar a Fran las hay. Y muchas. Y candidatos para haberlo apiolado, también. De ahí que la investigación del crimen no vaya a ser precisamente fácil. Sobre todo, porque su muerte ha acaecido en plenas negociaciones sobre la venta de las mejores tierras de la comarca a una empresa de gestión de aguas.

(Sigue leyendo esta reseña en nuestra página hermana de Calibre 38)

Jesús Lens

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La lluvia en la Mazmorra

Creo que de Juan Ramón Biedma lo he leído todo. O casi. Y algunas de sus novelas, más de una vez. Y es que Biedma es uno de los autores más felizmente reconocibles del panorama literario español de los últimos años.

La lluvia en la mazmorra Biedma

Es reconocible porque tiene un universo propio, personal y único. No importa que escriba de zombis o de la Sevilla contemporánea, del Madrid de principios del siglo XX o del Londres victoriano de toda la vida.

No pasa nada si sus aventuras las protagonizan Sherlock Holmes y Moriarty o el mismísimo Enrique Jardiel Poncela.

Porque la profunda voz de Biedma y su poderosa escritura hacen que todos esos escenarios pasen a formar parte de un universo mítico, mágico… y pútrido: Biedmaland.

Wellcome to Biedmaland!

Tierra de sueños agitados e intensas pesadillas, de aires viciados y ambientes enrarecidos, de calles oscuras y mugrientas y de personas diferentes y canallas.

La última novela de Juan Ramón Biedma se titula “La lluvia en la Mazmorra”, la publica la editorial Versátil y sus 400 adictivas e intensísimas páginas cuentan una historia que acece en tres días nada más. Los tres días que precedieron la salida de Primo de Rivera del gobierno de España, allá por lejanos años 30 del pasado siglo.

La lluvia en la Mazmorra

¿Una historia? ¿He dicho UNA historia? ¡Por favor! En un libro de Biedma no cabe una historia. Caben… tantas como sean ustedes capaces de imaginar. Por ejemplo, cabe la historia de Ana, una actriz que muere en el primer acto.

Sí. Acto. Porque “La lluvia en la Mazmorra” es un homenaje al teatro. Y a los actores. Y a autores tan imprescindibles como Enrique Jardiel Poncela, al que Biedma convierte en personaje de su obra y cuya memoria, obra y biografía hay que reivindicar.

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Jesús Lens

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