Lecciones deportivas

Llevo tiempo queriendo escribir sobre Boston Celtics, equipo de la NBA que ayer abrió la temporada pasando por encima de mis Sixers de Philadelphia.

Y el momento es ahora, justo cuando se cumple un año de la terrible lesión de uno de sus fichajes estrella, Gordon Hayward, en el partido inaugural de la pasada campaña. Recuerdo los comentarios de entonces, con muchos especialistas señalando que, casi antes de empezar, ya se había terminado la temporada de Boston.

La realidad se mostró tozuda, sin embargo, empeñada en llevarles la contraria a los peores agoreros: el pívot titular de Boston hizo una campaña de ensueño, el otro gran fichaje de la temporada, el base Kyrie Irving, también estuvo sobresaliente y algunos de los reservas dieron mucho más de sí de lo que se podía esperar. Conclusión: llegaron al séptimo partido de la Final de la Conferencia Este. Y solo perdieron contra los Cavs de LeBron James, in extremis, con Kyrie Irving también lesionado.

Pero lo más importante de la pasada campaña de Boston es que los jugadores más jóvenes, los recién llegados al equipo, dieron un paso adelante y mostraron una fiereza, una capacidad competitiva, una madurez y una sangre fría dignas de los veteranos más experimentados.

De ahí que, al ver la presentación de los actuales Celtics, con Hayward e Irving recuperados y a los jóvenes, ya curtidos en mil batallas, con hambre en sus rostros; tuviera la sensación de estar ante el gran equipo de los próximos años en la NBA.

Por culpa de las lesiones de sus estrellas, Boston perdió batallas decisivas durante la pasada campaña. Pero gracias a esas mismas lesiones, sus cachorros se foguearon en las canchas más duras, viéndose obligados a crecer a marchas forzadas en los escenarios más adversos. Así empezó a formarse un equipo que puede ser legendario.

Seguramente, esta temporada volverán a ganar esos Warriors que juegan de memoria y cuya pléyade de estrellas es inconmensurable. Pero el año que viene comenzará su diáspora y será el turno de unos Celtics forjados en la adversidad, a sangre y fuego.

Jesús Lens

Deflection

En el baloncesto, como en el resto de deportes profesionales, las estadísticas tienen cada vez mayor importancia a la hora de confeccionar equipos y establecer estrategias. Vean la maravillosa película “Moneyball” para comprobar hasta qué punto, un tipo con un ordenador y un programa estadístico, sabe más de su equipo que el aficionado más fiel, constante y recalcitrante del mundo.

En la NBA, además de las estadísticas habituales -mejores anotadores, reboteadores o repartidores de juego- cada vez se estudia con mayor atención la llamada estadística avanzada. Y ahí reside un concepto que me parece maravilloso y de la mayor actualidad, con múltiples lecturas y aplicaciones: Deflection.

Su traducción al español tendría un doble sentido. Por un lado, deflection sería equivalente a desviación. Aplicado al básket, sería ese leve toque al balón que, sin suponer una recuperación o una pérdida para el contrario, evita que la bola circule con normalidad, impidiendo que llegue a las manos del destinatario del pase, desbaratando la jugada diseñada por el entrenador.

Aparejado, el segundo sentido del concepto: deformación. Ese sutil toque al balón, realizado por un defensor abnegado, enmaraña el juego y rompe los esquemas y la dinámica del partido, tanto a los atacantes como a los propios defensores.

En muchos casos, la deflection convierte el partido en un caos momentáneo: el balón queda sin dueño, los jugadores se lanzan como posesos por él y el resto de la jugada resulta impredecible, pudiendo terminar con los propios atacantes machacando el aro a placer, al haberse desestructurado la defensa, o con un cambio de posesión y un letal contrataque.

Pero es que, además, la deflection es la jugada que más efectos colaterales provoca, tanto en los propios jugadores como en los espectadores de las canchas de la NBA: al generarse el caos, los jugadores se ven obligados a salirse del guion y, a menudo, protagonizan extraños escorzos y aparatosas caídas, tratando de recuperar el balón. Y, como en los pabellones estadounidenses hay asientos a pie de pista, no es extraño ver a morlacos de 120 kilos aterrizando sobre el regazo de privilegiados espectadores… cuyas cervezas y refrescos quedan esturreados por el parqué.

¡Vuela amigo, vuela alto…!

¡Cuántas lesiones, también, provocadas por el fragor de la batalla desencadenada tras ese mínimo toque que desvía la trayectoria de un balón, generando el caos y el desconcierto en la cancha! Como la vida misma, oigan.

Jesús Lens

Por ejemplo, Pau y el Chacho

La temprana eliminación de España en la Eurocopa ha trastocado la agenda deportiva de este país. Y si a ello le añadimos la inesperada derrota de Garbiñe Muguruza en Wimbledon, el papelón de Fernando Alonso en los circuitos de F1 y que Contador sale a trompazo por etapa del recién comenzado Tour, ¿qué nos queda?

Pau Gasol San Antonio

El baloncesto, por ejemplo. Que, del desembarco de capital chino en el Granada C.F., están ustedes al corriente. Y de la posible evasión fiscal protagonizada por el equipo rojiblanco, en connivencia con Udinese y el Watford, todavía no hay datos suficientes como para opinar. Hoy, en mi columna de IDEAL, hablamos de baloncesto…

Hablemos pues, de Gasol y del Chacho, que nos brindaron un excitante 4 de julio a los amantes del baloncesto. Y es que Pau debería ser, él solo, una asignatura de estudio obligatorio en las Escuelas de Negocios y en las Facultades de Empresariales. Porque lo ha vuelto a hacer. Acaba de firmar un contratazo de 30 millones de dólares por dos años para jugar con San Antonio Spurs, una de las mejores franquicias de la NBA e indudable candidata al anillo de campeón. Y eso que el mayor de los Gasol está más cerca de los cuarenta años que de los treinta, que hoy es su 36 cumpleaños. ¡Felicidades, Pau!

Pau Salidario

Un pedazo de contrato que, sin embargo, no es el mejor de los posibles. Porque otras franquicias menos potentes le ofrecían hasta 20 kilos por año. Es decir que, para jugar en un equipo ganador y con opciones reales al anillo, Pau ha renunciado a diez millones de dólares. ¿Es o no es un caso digno de estudio? Porque esa forma de pensar de Pau es la que, precisamente, le ha granjeado el respeto y la admiración de todo el mundo.

Y está el Chacho. Que hace un par de días aseguraba quedarse en el Real Madrid, al menos, los dos años que tenía firmados. Pero que, en cuanto le ha surgido una buena oportunidad para volver a la NBA, no lo ha dudado.

Chacho Rodríguez Filadelfia

Sergio Rodríguez, valiente y osado, se marchó a EE.UU. cuando todavía era un chaval. Las cosas no terminaron de salirle bien y volvió a España, reinando con su magia en la Euroliga. Es normal que, a los treinta años, haya decidido sacarse la espinita. Además de hacer caja, por supuesto. ¡Qué temporada nos espera a los amantes del mejor baloncesto del mundo!

Jesús Lens

Twitter Lens

Más que una Selección

Artículo que publiqué ayer en las páginas de deporte del periódico IDEAL. A ver qué os parece.

Minnesota, Portland, Chicago, Memphis, Texas, Washington o Nueva York Todas estas son las ciudades y los estados norteamericanos que los aficionados al baloncesto nos estamos ahorrando visitar gracias al Mundial que, estos días, disputa parte de su primera fase en Granada. ¡Ahí es nada!

ÑBA

¡Qué emoción, qué sensación, qué impacto; la presentación de los jugadores! Ricky, Rudy, Marc, Pau, Ibaka, Chacho, Llull… Impresionante la nómina de estrellas que Juan Antonio Orenga tiene a su disposición para tratar de reconquistar el cetro mundial del baloncesto.

No sé qué pasará de aquí a que termine el campeonato. Para mí, hay demasiada gente que da por cantada la final entre USA y España, pero el camino es aún largo. Muy largo. ¿Cómo no recordar el triple de Teodosic de hace cuatro años, desde su casa, que nos alejó de las medallas en la anterior cita mundialista?

Sin embargo, cada vez que Pau hace un dribling imposible, Ricky roba un balón improbable, Ibaka destroza el aro con su descomunal fiereza, Marc atrapa un rebote peleando contra tres contrincantes, el Chacho da una asistencia mágica o Llull se pega una galopada salvaje por la pista; estamos viviendo momentos únicos, históricos y para el recuerdo.

ñba IBAKA

Cobré conciencia de esta alquimia cuando Pedro y mi Cuate, colegas de mi peña de baloncesto, nos recomendaron ver el documental “Una historia de amistad y baloncesto”, que repasa la trayectoria de la Generación de Oro del baloncesto español desde el mítico título de Lisboa. Antes, incluso. Porque todo empezó en Mannheim, Alemania, cuando la pléyade de estrellas que ahora deslumbran en Granada no eran sino un atajo de adolescentes hambrientos de canastas… y de hamburguesas.

ÑBA Lisboa

Desde entonces, cada verano, mientras otros cracks del baloncesto renuncian a sus selecciones para descansar y ponerse en forma de cara a la siguiente temporada, la mayoría de los mejores jugadores españoles se reúne para comenzar la preparación del Europeo, Mundial u Olimpiada de turno. Entrenamientos, giras, partidos de exhibición… Y, después, el campeonato. En total, casi dos meses de compromiso con la Selección. Y de trabajo duro. Pero también de amistad, colegueo, buen rollo, diversión y pasión. Pasión por el baloncesto.

La Eñe, como se conoce al combinado español de básket, es más que la conjunción de los mejores jugadores del año. Es un sentimiento. Es un grupo humano que, conformado y fraguado a lo largo de los años, está escribiendo una de las gestas deportivas más importantes en la historia del deporte mundial. Por eso, todos quieren formar parte de la aventura. No hay más que recordar, por ejemplo, a Garbajosa gestionando un seguro privado para que Toronto le diera permiso para jugar con la selección.

ÑBA Garbajosa

Estos días, tenemos la oportunidad de disfrutar de este milagro, en vivo y en directo, en Granada. Lástima que la cadena de televisión que tiene los derechos del Mundial no esté a la altura de un acontecimiento como este y se esté limitando a cubrir el expediente.

Lástima, también, que cuando llegue el viernes, los gritos de jugadores, entrenadores y público se apaguen y no tengan eco a lo largo de la temporada, a través de la presencia y el apoyo a un club de élite. Pero esa es otra historia.

¡Vamos Granada!
¡Vamos Granada!

El aquí y el ahora nos llevan a vestirnos de rojo cada noche y a volver al pabellón. A hartarnos de magia, talento, creatividad y emoción. A hartarnos de baloncesto. Pero sin cansarnos. Gracias a todos los que lo estáis haciendo posible.

Jesús Lens

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El sueño de mi desvelo

Me lo regaló mi Cuate Pepe por mi santo, allá por el principio de año. ¡Ya tiene valor, el tío, regalarme un libro, sabiendo que además de lector voraz, soy comprador compulsivo! Y mira que lo tuve en mis manos en la maravillosa Librería Luces de Málaga, a finales de 2013. Pero por alguna razón no me lo terminé de llevar. Imagino que, inconscientemente, sabía que acabaría llegando a mis manos.

 El sueño de mi desvelo

Como así fue.

Y, para leerlo, decidí aprovechar que me iba con mi Cuate a Málaga, cuatro días, a disfrutar de la Fase Final de la Copa del Rey de baloncesto, tal y como comentamos en esta entrada. (Por cierto, que ya tenemos nuestros abonos para los partidos de España en el Mundial de baloncesto, conseguidos a cara de perro por nuestra impagable Panchy, un hacha cibernética que consiguió evitar el colapso del sistema y pilló los abonos para la Vieja Peña)

Pero volvamos a Málaga. Nuestro grandioso anfitrión, Manuel, nos preparó un extraordinario plan gastronómico-festivo para aquellos días, detallado en la entrada anteriormente reseñada; por lo que no tuve mucha ocasión de leer. Lo justo, antes de dormir o, al despertar, aún arrebujado entre las sábanas. Pero fue un gusto disfrutar de las memorias baloncestísticas de ese crack que es Antoni Daimiel, al que aún sigo con delectación, siempre que puedo, en las noches de NBA que nos ofrece Canal Plus, ahora acompañado por Carnicero y Loncar, todo un Big Three de excelsos comentaristas.

 El sueño de mi desvelo daimiel

Los aficionados al baloncesto tenemos dos voces incrustadas en nuestro inconsciente colectivo. Una, la de Ramón Trecet, los sábados por la mañana, en Televisión Española. La otra, la de Andrés Montes, en Canal Plus, haciendo pareja de hecho televisiva con Daimiel durante años y años. Montes le prestaba su genio y su locura a las retransmisiones, trufadas de apelativos imposibles, sobrenombres inolvidables y de sonoras onomatopeyas. Daimiel, por su parte, aportaba sus necesarias dosis de serenidad y el análisis riguroso, científico y concienzudo.

 El sueño de mi desvelo antoni daimiel

Y “El sueño de mi desvelo”, por supuesto, habla de todo ello, a través de diversos capítulos en los que repasamos la primera vida (deportiva) de Jordan (cuando Dios descendió sobre Boston y se encarnó en jugador de baloncesto), la magia de los Lakers, los cierres patronales, las huelgas y el trabajo del Comisionado Stern; la vuelta de Jordan, el divorcio entre Kobe y Shaq, la irrupción de Gasol en la NBA, los once anillos de Phil Jackson, el desembarco de españoles en la mejor liga del mundo, el reinado de Lebrón, etcétera, etcétera.

 El sueño de mi desvelo jordan

Y un capítulo muy interesante: el de fracasos, escándalos y jugadores problemáticos y complicados. ¡Porque también nos gusta la crónica negra y el lado oscuro del oropel, el lujo y los flashes! Y por supuesto, las anécdotas de los viajes a USA para seguir en directo los partidos: comidas, encuentros, desencuentros, conciertos, desconciertos…

Si te gusta el baloncesto, el libro de Daimiel es necesario. Si eres seguidor de la NBA y ves los partidos y/o los resúmenes diarios de la liga, es imprescindible.

 El sueño de mi desvelo montes

Y si no eres muy aficionado que digamos… ¿quién sabe? Lo mismo te animas a amar este juego, leyendo a Daimiel 😉

Jesús Lens

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