Salobreña me da alas

A mí y a mucha más gente, desde luego.

Atentos al mensaje que me llega al móvil, una vez terminada el Tercer Premio de Fondo Villa de Salobreña: “Puesto 538. Atleta: Lens Espinosa de los Monteros, Jesús Carlos. Promedio: 4 minutos y 30 segundos el kilómetro. Tiempo total: 0:44:58”

¡Madre mía! ¡Si me salió una carrera estupenda, teniendo en cuenta lo que estoy entrenando y los estragos de anoche (aunque de eso hablaremos luego… o no, ya se verá) y no entré ni entre los 500 primeros!

También es verdad que, este año, el Circuito de Fondo de la Diputación de Granada ha terminado de explotar y el número de participantes en cada carrera está batiendo récords. Será que es Año Olímpico, será que con la crisis es más barato correr que ir a un gimnasio y será que el equipo de Deportes de Diputación viene haciendo un trabajo extraordinario que cristaliza en unas cifras de participación apabullantes (1.200 atletas, hoy, se esperaba) Será todo ello y habrá otras muchas más razones, claro.

Pero yo no dejo de pensar que, hoy, Salobreña me ha dado alas en una carrera preciosa, llana; un poco revirada en el primer kilómetro pero de un fantástico trazado. 10 kilómetros para enmarcar.

10 kilómetros animados por ver una nutrida representación de Las Verdes y en los que tuve una buena liebre de esas a las que adelantas, te adelanta, vuelves a adelantar y así hasta que, en la línea de meta, entráis a la par y te pones a charlar, claro. Flor era el nombre de la liebre… ¡que corría como gacela! Y así culminamos una jornada atlética que, eso sí, me ha dejado para el arrastre.

Pero lo mejor que tiene Salobreña es que, además de alas en los pies, te pone alas en la cabeza.

Se lo comentaba a José Antonio, mi Álter, mientras subíamos de vuelta a Granada, felices por un reencuentro largamente postergado: “voy con la cabeza hirviendo de ideas y con ganas de llegar a casa y lanzarme sobre el teclado del ordenata”.

Y es que veníamos de casa de Encarni y Colin, de recoger mis cosas del que ha sido mi cuartel general durante estos días.

En el Cuartel General, con Encarni. Foto de Colin Bertholet

¿Dos?

¿De verdad han sido solo dos días?

¡Con lo lejano que me parece el pasado viernes, cuando visitamos el restaurante de Arriaga y echamos una buena charlotada con Dani, antes de disfrutar del talento jazzístico de la Orquesta de Idea y Vuelta!

Pero, claro, cuando se está entre amigos, con personas creativas y amante de la cultura, el arte y la buena vida… el tiempo se estira hasta el infinito.

Me apetecía, el mismo fin de semana en que iba a correr en Salobreña, tener una charla de libros, bares y cine con los amigos que tuvieran ganas y ocasión de pasarse por la librería de ese monstruo que es Antonio Fuentes: 1616 Books. ¡Y cómo lo pasamos! Al menos, yo. Una hora larga en la que, además, me animaron y aconsejaron sobre el nuevo trabajo que tengo entre manos.

Porque, cuando una charla es animada, la información y la pasión fluyen en ambos sentidos. Y Salobreña y su gente tienen la virtud de que, allí, todo sea animado. Y provocador. Y excitante. Y que las ideas prendan y fructifiquen.

¡Los caminos del Derecho son inescrutables! Espero que le guste "Café-Bar Cinema" a mi tocayo

¡La de planes, proyectos e ideas que han surgido estos días!

(Por cierto, Antonio, perdona que te “robara” el único ejemplar que te quedaba de «El viaje a Budapest», la novela de Daniel Barredo que está arrasando, pero es que tenía que llevármela para hacer un regalo que, veremos, cómo es recibido 😉 )

Claro que, ¿qué otra cosa se podía esperar, cuando compartes horas y horas con Colin y Encarni? Darles las gracias por su acogida sería no hace justicia a ese par de anfitriones que consiguen que, en su casa, te encuentres mejor que en la tuya.

Botín traído de Salobreña

Y están Las Villas y El Bandido. Y el entrañable JA Studio. Y ese pedazo de local que también exuda clase y personalidad en cada uno de sus rincones: el Fusión.

Anoche íbamos a salir a tomar algo rápido y a recogernos temprano, que Colin y Encarni me cuidaban con mimo y no querían que hoy me saliera una penca carrera. Pero rodando, rodando, entre letales solos de Charlie Parker y unos vodkas con tónica i-ne-na-rra-bles, nos dieron las tantas. Otra vez.

En Salobreña se vive mucho y se duerme poco. Pero se está muy despierto y alerta. Un fin de semana en Salobreña cunde más que una semana cualquiera en la mayor parte de cualquier otro sitio.

¡Salobreña da alas, físicas y mentales!

Y buena prueba de ello es la ubicuidad de su alcalde, Gonzalo Fernández, que se pasó por la Librería 1616 Books por la mañana. A mediodía, coincidimos tomando quintos de cerveza en el casco antiguo de Salobreña, discutiendo de política con la pasión de quién cree en lo que dice y defiende. Y esta mañana, allí estaba, en la línea de meta de la carrera. Un alcalde que se patea su pueblo, de arriba hasta abajo y nuevamente hacia arriba. ¡Así se hacen las cosas!

Terminamos aquí una apresurada crónica salobreñista que prolongaremos el viernes que viene, con una visita extraordinaria a 1616 Books. Esta vez, ya sí, espero que se una mi Cuate, que un On the Road no es igual sin él.

¡Atentos!

Jesús salobreñista Lens

Veamos el 6 de mayo de 2008, 2009, 2010 y 2011; dónde estábamos.

Gran Premio de Fondo de Órgiva 2011: por un trago de limonada…

El año pasado, perdonen la grosería, las pasé putas en esta carrera, un exigente rompepiernas de 18,5 kilómetros, más duro que una media maratón, la verdad.

He estado leyendo ESTA crónica y, en parte, refleja aquella agonía. Pero hoy, cómodamente sentados en la terraza del Café Bar Sástago, disfrutando de los placeres de unas buenas birras con su tapa mientras esperábamos a ver si nos tocaba un jamón en el sorteo postcarrera, congratulándonos por las vistas y por la compañía, me acordaba de mí mismo, hecho un ecce homo, hace un año: me bebí toda el agua que nos dieron en la meta. Y la Coca Cola Light. Y el yogur líquido. ¡Hasta me comí el Tokke de chocolate! Y las Shandys. Pero daba igual. Estaba mareado, fundido, destrozado, aniquilado, arrasado, devastado. Jodido, en una palabra.

Hoy con los gemelos tensos como cuerdas de violín, estoy mucho más entero. Y eso que he hecho el mismo recorrido… en cinco minutos menos que el pasado año, corriendo, de media, a menos de 5 minutos el kilómetro. Que no es ninguna hazaña. Pero que se disfruta, desde luego. ¡Esos cuestones! (Aquí, las clasificaciones).

Llegandillo a meta...

Reconozco que disfruté de la carrera. Disfruté de la vista y los barrancos, los olivares, la caída de agua del río al llegar a Lanjarón y los verdes valles, coronados por las nieves de la Sierra.

Y, sobre todo, tras haber hecho una subida más tranquila que otras veces, me di el lujo de hacer volar mis piernas y, cuesta abajo, no dejar que apenas nadie me adelantara, lo que, para un pésimo descensor como yo, constituye especial motivo de orgullo y satisfacción.

Pero permitidme que me detenga en un detalle tonto: la barba de tres días con la que me gusta salir a correr en competición. A los tres días, mi barba ya rasca. Cuando hago deporte, tiendo a sacar la lengua, un poquito, a pique de darme un calamonazo y seccionarme un trozo con las paletas. Y es que me gusta sentir la barba rasposa. Especialmente hoy, cuando pasamos por la Venta “El Buñuelo” y su generoso dueño nos ofreció, como todos los años, una limonada fresquita.

Otras veces, temiendo por mis tripas, siempre muy tiquismiquis, he pasado de la limonada. Este año, cogí un vaso y le pegué dos buenas y generosas tragantadas, manchándome todo el boquino, claro. Y la barbilla. Al principio, perdí el resuello y me asfixié un poco, pero después… ¡cómo volaba por ese asfalto, relamiéndome cada milímetro de barba, en busca de los restos de ese mágico elixir, con propiedades parecidas a la pócima de Astérix!

En fin. Que hemos hecho una buena carrera. Que nos ha gustado mucho volver a sentir las gratas sensaciones de participar en una competición y que el próximo domingo, en Granada, se celebra esa maravilla, esa joya de carrera que, dicen, es la Carrera de las Fuerzas Armadas, la de las Dos Colinas, que atraviesa todo lo más bonito de una ciudad tan majestuosa como la nuestra: Alhambra, Sacromonte, Albaycín, Centro Histórico… (Ver aquí los recorridos completos)

¡Tantas veces he dicho eso de “He vuelto” a las carreras que ya no sé si…! O, lo mismo, es que nunca nos terminamos de ir y, aunque esporádicamente, ahí tenemos el gusanillo, agazapado, esperando a salir…

Jesús trotón Lens.

XIX PREMIO DE FONDO VILLA DE ALBOLOTE

Mensaje nuevo de GesCon-Chip: “Puesto 356. Atleta: Lens Espinosa de los Monteros, Jesús Carlos. 0:04:26 minutos el kilómetro. Su tiempo: 0:44:12”.

Lo que, para un recorrido de 10 kilómetros, no está mal. Y, desde luego, la charla relajada y el ambiente de la salida, no lo hacían presagiar, cuando Javi y yo bromeábamos con una joven atleta del Club CajaGRANADA, después de que se hubiera oído el disparo de la salida y fuéramos todos en plan compae, como de romería. (¡Ese Compae en la linde, ¡qué grande!)

Foto cortesía de Cruz Santos, al artista anteriormente conocida como Nefer

Pero tras ese primer kilómetro de bromas y colocaciones, pachorrón total, nos lanzamos a tumba abierta por las calles del pueblo de Albolote, que el recorrido picaba hacia abajo. Después picaría hacia arriba. Nuevamente hacia abajo y, por fin, ¡hacia arriba otra vez!

Foto cortesía de Cruz Santos, al artista anteriormente conocida como Nefer

Mis referencias, hoy, fueron ese grandioso tipo, bajito y con su sempiterno bigote, Don Andrés, mi profesor de mates en el Colegio de la Caja de Ahorros, inasequible al desaliento y cuyos poderosos gemelos demuestran que es un deportista nato, curtido y sufridor. Y Mario, que me adelantó hacia arriba, casi le volví a coger en la bajada, y me soltó nuevamente en la última subida. ¡Y la alta chica de impresionante espalda, colosales hombros y zancada esplendorosa que, con su felpa, me marcaba el paso cuando empezaba a flojear!

Y Javi, claro, que tras su explosión en la Media Maratón de Granada, se pasea por las carreras a un ritmo de 4:20, sin forzar. Lo de Javi & Txomin ya es otra cosa, claro. Ellos vuelan más que corren. Como Fernando, que este año no se libra de mí en Albacete. ¿Y Víctor? ¿Y Roberto? A quiénes me dio rabia no ver fue a José Antonio (pedazo de artículo hoy, en IDEAL), a Antonio y a Abel, que les llevé un algo que les quiero dar desde hace tipo y no pude.

Foto cortesía de Cruz Santos, al artista anteriormente conocida como Nefer

Pero qué gusto, en pleno febrero, correr junto a cerca de mil personas, aún con tiempo frío y nublado. Qué gusto, sacarse la pereza y volver a competir, a sentir esas buenas vibraciones en las piernas, esos ahogos en las cuestas arribas, esas punzadas de flato que te dicen que sí, que lo estás dando todo. Incluso un poco más de lo que puedes.

Y, después, la meta. En el estadio. ¡Me pinchó la pierna y me fastidié lo que esta imagen define como el “Isquiotibial bíceps femoral”! Espero que no sea nada grave, pero no pasa nada. La vuelta a las carreras, el reencuentro con los amigos y la renovación del Espíritu Verde bien valen un pinchazo.

Recuerdo una canción del Club de los Poetas Violentos. O sea, recuerdo una de las frases que escupían a través de su hipnótico rap arrabalero: “¡Y una vez más volver!”

Ni sé la de veces que me he ido, para volver. Otra vez. Pero nunca nos vamos muy lejos, ¿verdad? Además, siempre volvemos (ya lo dijimos AQUÍ)… a la carrera.  😉

Foto cortesía de Cruz Santos, al artista anteriormente conocida como Nefer

¡Nos seguimos viendo!

Jesús I’m back Lens

PD.- ¿Es una impresión u hoy había más mujeres que nunca en la carrera? De serlo, sería una extraordinaria noticia, desde luego.

MEDIA MARATÓN DE GRANADA 2010: DOS CORREN JUNTOS

Fotos cortesía de Cruz Santos.

Más impresiones de la Media Maratón, en ESTA multicrónica de Las Verdes.

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Da gusto volver a casa, a la caída la noche, después de haber disfrutado de una intensa jornada de deporte, fraternidad y Amistad sin límites, uno de esos días redondos en los que todo sale bien, de los que quedan para el recuerdo.

En realidad, este domingo 7 de noviembre comenzó la noche del 6, en mitad del concierto de Joe Lovano, en el Festival de Jazz de Granada. Había pasado todo el sábado comportándome como se supone que debe comportarse alguien que, al día siguiente, tenía que enfrentarse una carrera dura y exigente. Descansando, comiendo (relativamente) bien, durmiendo… No es que estuviera en mi mejor forma, pero me podría salir una carrera bonita, volviendo a bajar de la hora y cuarenta minutos. ¡Por fin!

Y allí estaba, estirado cuán largo soy, en el patio de butacas del Isabel La Católica, disfrutando con el buen hacer de Joe Lovano y su saxo, meciéndome al ritmo de su cadencioso fraseo, cuando pensé que, en realidad, era mejor cambiar de propósito y acompañar en la carrera a mi hermano Jose, que debutaba en una competición atlética. Medias Maratones hay muchas. Correr con tu hermano, por las calles de tu ciudad… ¡quién sabe cuando volvería a repetirse!

Por tanto, podríamos decir que este domingo 7 de noviembre comenzó allá por el mes de julio, en Carchuna. Lesionado en el hombro, Jose no podía ni jugar al baloncesto ni nadar a crawl. Para no perder la forma del todo le quedaba, por tanto, correr. Y eso de correr no es algo que le gustara, precisamente. Cada dos o tres días hacíamos una ruta de 8 kilómetros. Llanita. Cómoda. Tranquila. Cuando nos salía bien, a 5 minutos el kilómetro.

Al volver a Granada, seguimos quedando algunos días para trotar. Pero alargamos el recorrido. Primero 10 kilómetros. 12, un poco después. Hasta que un sábado se planteó eso tan de hermanos de:

“- ¿Y si…?”

(En versión no censurada sería más bien “¿A que no hay cojones de…”?

Ir a Pinillos.

Hacer un Pinillos es lo que marca la frontera entre el trotar y el correr. Un Pinillos fue el primer recorrido que hice con los amigos de Las Verdes, hará ya tres años. Y por esos caminos preparé mi primera (y única) Maratón, con Javi. Hacer un Pinillos, desde Puente Verde, es cumplimentar unos 18 kilómetros, ida y vuelta. Parando a beber en esa gloriosa fuente salvadora del centro del pueblo, agua helada, agua milagrosa y reconfortante.

El primer Pinillos con mi hermano fue dantesco. Salimos un mediodía de septiembre en que el sol caía a plomo. El final se nos hizo eterno, teniendo que ir a beber hasta la Fuente de la Bicha para intentar evitar un soponcio.

El siguiente fue mejor. Tanto que le quitamos 10 minutos al recorrido. Y ahí fue donde surgió el siguiente “¿Y si…?”

– ¿Y si corremos la Media de Granada?

– ¡Quita, quita! Ni de coña. Imposible. De ninguna manera. Qué va. No creo que fuera capaz de terminarla…

Poco antes de las 12 de la mañana de hoy, y en una hora y cincuenta y dos minutos de tiempo real, Jose y yo girábamos para entrar al Complejo Deportivo Núñez Blanca. Y la pequeña Julia se soltó de Mamen para abalanzarse sobre su padre y su tío, que se aprestaban a entrar a meta. ¿Puede haber un momentazo mejor que ese?

Nuestro tiempo real, pelín menos 😀

Una buena carrera. Los dos primeros tercios, a cinco minutos el kilómetro. Clavados. Algo más en la parte de cuesta. Pero clavados la mayor parte. Hablando, riendo y bromeando. Chocando las palmas con los críos del camino, gritando a Manuel y el sorprendido Alejandro, recibiendo las cariñosas recriminaciones de Pedreira por no callar en todo el camino, saludando a los compañeros de Seguridad del Cubo y recibiendo los ánimos de Rigoletto o Pedro Enríquez. La feliz sorpresa de ver a May (que tiene un indisimulable pacto suscrito con Satanás) en la Gran Vía y de cruzarnos con Nurii y algunos compañeros de la Caja durante el recorrido.

En la salida y en la llegada, la sonrisa de Paqui, los ánimos de Néfer… muy intenso. Correr la Media de Granada es algo muy grande. Es nuestra ciudad, cerrada para nosotros. Las calles por las que vamos al trabajo, por las que regresamos a casa por la noche, en las que están esos bares que tanto nos gustan. Durante dos horas, ¡las calles son nuestras!

La parte final, eso sí, se nos hizo más dura. Cuando llegas al kilómetros 16, los kilómetros pesan, las piernas se cementan y cada paso, cuesta. Sobre todo, en el temible y traicionero Camino Bajo de Huétor. Pero no pasa nada. Da igual correr a 6 o a 6,30 el kilómetro. Lo importante es llegar y, al culminar el kilómetro 18 ya sabemos que sí. Que costará mucho. Pero que llegamos.

Y así lo hicimos. Allí estaban todos Los Verdes, comentando cada uno su carrera. Imperiales Javi Ruiz, que le ha quitado 4 minutos a su mejor marca, hace dos años en Granada. Y Mario, brutal y demoledor. El abrazo con Javi, Abel, Txomin, Onio, Víctor, José Manuel, Roberto… nos faltaron Antonio y José Antonio, por razones diversas, pero allí estuvimos casi todos. Con José Antonio, venido de Madrid, expresamente, para hacer esta media con tesón y pundonor.

Brindando con las imprescindibles Alhambras Especiales, con la sal seca del sudor aún incrustada en la piel, comentamos las anécdotas de las carreras, los buenos y los malos momentos… y comienzan de nuevo los inevitables, necesarios e imprescindibles… “¿ y si…?”

Será otra Maratón. Será Ronda. Será un Triatlon. Será. O no. ¿Qué más da?

Porque hoy ha sido es un día grande, colosal y memorable en que dos hermanos disfrutamos juntos de algo tan sencillo como es correr por nuestra ciudad.

Nada más.

Y nada menos.

¡Felicidades, Jose!

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

CORRIENDO POR LA COSTA TROPICAL

Hemos vuelto a correr. O sea, a competir en una carrera.

El domingo estuvimos en Almuñécar, en la Prueba Costa Tropical del Circuito de Fondo de Diputación.

Una carrera rápida, bien organizada y con un clima extraordinario, antes de que se dispararan las alertas amarillas por vientos y temporales.

Pero todo ello lo contamos en el Blog de Las Verdes, el espacio natural para hablar de esta sana afición que es el correr, con o sin dorsal, con o sin chip, con o sin amigos, con o sin ganas, con o sin futuro…

Jesús Lens, vistiendo en Verde.