Coger el 4

Si el área de movilidad del Ayuntamiento, en caso de que exista y esté operativa, quisiera hacer algo realmente útil por mejorar la vida de los ciudadanos —al menos, de los ciudadanos que nos movemos en transporte público, además de defender la necesidad de hacerlo— instalaría máquinas validadoras de bonobús en todo el recorrido del 4.

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Porque el 4, legítimo heredero de la infausta LAC, amplió el recorrido de su predecesora, en una de las mejores y más inteligentes medidas de la anterior corporación municipal. Pero como la dicha no podía ser completa, no se dotó de validadoras-expendedoras de bonobús a las nuevas paradas. Así, en su recorrido por el Zaidín-Vergeles, el 4 traquetea por las calles al mismo ritmo que el AVE a su paso por Loja, perjudicando a los usuarios habituales y volviendo majaras a los turistas y viajeros, incapaces de entender cuándo tienen que pagar sus billetes fuera o dentro del autobús.

Pedirle al Ayuntamiento que invierta en mejoras en el servicio de autobuses se me antoja tan útil como lo del Arzobispo y el imán aconsejando a los fieles que recen para que llueva un día de estos. Eso sí, por intentarlo que no quede. Lo de mejorar el 4, digo, que ya saben ustedes que se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas, recordando a Santa Teresa en su día grande. No vayamos a rezar con demasiado fervor y acabemos anegados por nuevas inundaciones.

Mentar los autobuses en la plaza del Carmen debe ser anatema: en el último mes, los tribunales han fallado hasta en 3 ocasiones en favor de la Rober y en contra del Ayuntamiento, esa casa de los líos por antonomasia.

Es la herencia recibida de los tiempos del PP de Torres Hurtado, cuando se empeñó en hacernos creer que la LAC no sólo era eficaz, sino eficiente: pergeñaron unos presupuestos insuficientes para disimular lo caro del telesfórico invento y, años después, aquí seguimos ustedes y yo, pagando unos milloncejos extra a la Rober entre cantidades adeudadas, intereses de demora y demás mandangas.

Jesús Lens

Sin rastro del LAC

Ayer, mientras esperaba al 4 bajo el sol inclemente de media tarde, me dio por parafrasear a John Lennon: la vida es eso que sucede mientras tú… esperas al autobús. Puedes entretenerte haciendo planes o mandando güasaps, pero lo cierto es que no dejas de esperar al autobús.

¿Se nota que se me hizo larga la espera? Mucho. Demasiado. Por la mañana, sin embargo, la cosa fue mejor: aunque se me escapó un 4 en las narices, el siguiente no tardó en pasar y llegué a tiempo a la cita con el consejero de Salud y Familiar, protagonista del Desayuno de IDEAL.

Les confieso que su intervención no me llegó, hasta el punto de que aquí me tienen, escribiendo sobre el autobús. Y es que ayer, con tanto trajín autobusero, me dio por pensar: ¿quién se acuerda del LAC? ¡Ay, el LAC! Creo que no llegó a ocupar ni un renglón del programa electoral de ese PP que, en su momento, nos lo vendió como lo más de lo más.

Ustedes lo saben: fui muy crítico con un sistema de movilidad que primaba al Centro a costa de dejar aislados a los barrios. Que en una ciudad de andar por casa como es Granada se inventaran un sistema de transbordos fue un sinsentido que, por fortuna, revertió el PSOE de Paco Cuenca, sin que PP o Ciudadanos hayan hecho un amago de recuperarlo. Al menos, no figura en las 80 propuestas de gobierno consensuadas por sus máximos responsables.

No voy a decir que el sistema actual sea la panacea, pero el 4 se ha convertido en una línea democrática que atraviesa Granada de punta a cabo, conectado el PTS y el Zaidín con el Centro y la Chana. Le falta frecuencia. Y que haya máquinas cobradoras en todas las paradas del recorrido, para agilizar la subida de viajeros, lo que mejoraría el servicio. Pero a miles de vecinos, nos ha devuelto la confianza en el servicio público de transportes. Aunque, a veces, se nos pase la vida esperando su llegada.

Jesús Lens

Oposición a la Granaína

En el Ayuntamiento de Granada hay dos formas de hacer oposición: la de Paco Puentedura y la del resto de grupos políticos, sean de izquierdas, de derechas o de centro, si tal espectro llegara a existir.

Tomemos como ejemplo el asunto de la remodelación del transporte público anunciada hace unos días y de la que escribí en IDEAL el pasado jueves (Leer AQUÍ). Para Puentedura, representante de IU, es buena, positiva y coherente, pero con matices. A partir de esa premisa, desgrana qué cuestiones serían mejorables, aportando su granito de arena al debate en forma de sensatez constructiva.

El resto de la oposición, para variar, se muestra unánimemente en contra. Aunque… ¿alguien esperaba una reacción diferente? El PP, inventor de la LAC, sigue defendiendo su modelo, erre que erre, por más que la implantación de la Alta Capacidad haya sido muy onerosa para las arcas municipales y, sobre todo, haya hecho perder un millón y medio de viajeros a la Rober. ¡Claro que funciona bien la LAC, su frecuencia es envidiable y un lujo para el centro urbano, como señalan los defensores de los autobuses azules! Lástima que lo sea a costa de maltratar a los usuarios del resto de barrios de Granada…

Ciudadanos, por su parte, vuelve a criticar que el PSOE toma las decisiones de forma unilateral, sin consenso, sin diálogo ni escucha activa. Es una letanía que, sin moción de censura a Paco Cuenca a la vista, debería ir cambiando, que ya cansa y aburre… por mucho que les sirva a sus concejales para no mojarse en ningún tema de calado. Y sin calar.

Para Vamos Granada, cualquier reforma del transporte urbano que no atienda a su confluencia con la red de autobuses metropolitanos, carece de validez. Lo que, como cuestión programática, estaría muy bien. Pero que, a efectos prácticos, nos conduce a un callejón sin salida: más allá de la controversia generada en la capital, ¿son conscientes de los conflictos que provoca la mínima alteración de las rutinas horarias en las líneas de los pueblos? Y no digamos ya si de modificar los trayectos se trata…

XXX. FOTO: ALFREDO AGUILAR

Aspirar a la excelencia está muy bien y resulta admirable. Sin embargo, no hacer ningún cambio y mantener el statu quo a la espera de la hipotética consecución de un resultado óptimo, nos conduce a la famosa parálisis por el análisis de la que tantos lamentables ejemplos nos ha dejado la historia.

Jesús Lens

El 4 es la nueva LAC

Con el follón de los autobuses pasa como con el gobierno de Rajoy: había que cambiar. La duda era si limitarse a hacer lo justo y necesario o aprovechar la ocasión para ir más allá de lo imprescindible, afrontando una transformación de calado.

Rajoy, según los analistas, volverá a hacer un Puerta de Alcalá y se limitará a seguir ahí, viendo pasar el tiempo. Nombrará a un nuevo Ministro de Economía que sustituya a Guindos y aquí paz y después gloria, que no es cuestión de amargarle a Zoido la Semana Santa.

El PSOE municipal ha optado por meterle mano, de forma radical, al tinglado del transporte urbano. Podría haber modificado únicamente las líneas de autobuses pisadas por el Metro, pero el incontestable descenso de usuarios de la Rober, hasta un millón y medio menos de viajes, aconsejaba hacer las cosas a lo grande.

Y lo grande ha resultado ser, en líneas generales, volver a lo de antes: un 4 que asume el recorrido de la LAC, pero desde el PTS hasta la Chana; y el regreso de dos líneas circulares, además de alargar hasta el centro algún otro recorrido.

En principio y sobre el papel -ya sabemos que el papel lo soporta todo- me parecen cambios razonables: terminar con los incómodos transbordos obligatorios para ir a cualquier sitio era un clamor y facilitar el tránsito de la gente, de los barrios al centro de la ciudad y viceversa, parece lo lógico y lo normal.

Primera incógnita: ¿será suficiente la frecuencia prevista para el 4, llamada a ser la línea de referencia para una gran mayoría de granadinos? Y, sobre todo, ¿se cumplirá dicha frecuencia? Porque yo he llegado a estar 20 minutos en la Avenida de Dílar, esperando a un SN4 más pesado que el mismísimo Godot…

La segunda incógnita, si volverán los atascos de autobuses al centro, me preocupa menos. Que la política de todo para el centro y por el centro, pero echando a todo el mundo del centro; termina resultando empobrecedora.

Que la oposición municipal esté en contra del cambio de autobuses, con la siempre sensata excepción de Paco Puentedura, lo dábamos por descontado. Y que haya zonas de Granada que se sientan agraviadas, me temo que resulta inevitable.

Muchas ganas, ya, de que llegue abril, para comprobar el éxito de esta nueva reordenación.

Jesús Lens

Banquillazo al Ayuntamiento de Granada

La palabra de la semana es “Presupuestos”, que buena se ha liado con los Presupuestos Generales del Estado y con el agravio entre comunidades autónomas.

Pero antes de entrar a fondo en dichas partidas, volvamos a reflexionar en clave local, que el Ayuntamiento de Granada ha confirmado que no tiene margen de maniobra y que procederá a prorrogar los presupuestos del 2015. Algo que debería provocar el sonrojo de TODOS los concejales de la actual Corporación municipal. Porque es un fracaso sin paliativos. Un fracaso colectivo que provoca vergüenza ajena y debería indignarnos a todos los granadinos, con independencia de querencias políticas, siglas, filias y fobias.

 

Mal el PSOE, que no ha sido capaz de sacar adelante un nuevo presupuesto, tras un año de gobierno. Igualmente mal Cs, IU y Vamos Granada, que deberían ir más allá de la retórica al uso y trabajar de una vez por todas  en beneficio de la ciudad, y no en salvar la cara. ¿De qué sirve apoyar el nombramiento de un alcalde si, después, no colaboran con él? ¿De qué sirve la nueva política de Cs y Vamos Granada, si dos años después de su entrada en el consistorio, seguimos teniendo el mismo presupuesto aprobado por el PP en 2015? ¿Para esto les han votado sus electores? ¿Para esta nada, sangrante, paralizante y ridícula?

Y luego están ellos: los muditos del PP cuya nefasta gestión económica, de la que tanto alardeaban, ha llevado a la ciudad a la bancarrota. A la espera de los resultados del cónclave provincial del PP granadino, más valdría que vayan buscando a personas con nuevas ideas y mejor talante, de cara a la confección de las listas electorales de dentro de dos años. Que los de ahora están más quemados que el motor del coche de Alonso.

 

En baloncesto, cuando el quinteto en cancha hace el ridículo, flojeando en defensa y mostrándose anárquico en ataque, el entrenador suele pegar un banquillazo y cambiar a los cinco jugadores a la vez. Es una medida desesperada, fruto del cabreo y la indignación, que debería resultar dolorosa y humillante para un profesional.

En esas estamos, ahora mismo, en Granada. Con ganas de pegarles un banquillazo a nuestros representantes políticos, incapaces de colaborar y consensuar un presupuesto, la herramienta más importante en el día a día de una ciudad y la más útil para los vecinos.

 

Jesús Lens