Proyectos

Barajo ahora mismo varios proyectos, ideas y propuestas. De cine, de música, literarias, pictóricos, gastronómicos, culturales… pero en cuanto empiezo a pensar en ponerme manos a la obra, me atenaza y me paraliza la misma duda: ¿para qué?

¿Tiene sentido?

La experiencia del pasado martes, más de 170 personas viendo «Las uvas de la ira» y, después, participando del coloquio que mantuvimos Luis González, Fernando Marías y yo así parece acreditarlo. Que sí. Que hay ganas. E interés. Que se pueden hacer cosas. Que se deben hacer. Que somos como los tiburones. Que, o seguimos nadando, o nos ahogamos.

Las uvas de la ira

Y por eso, esta tarde dudaba entre pasármela escribiendo o meterme un maratón de cine coreano de gángsters. Y que salga el sol por Antequera.

Al final, me dormí un par de horas y estuve leyendo. «Herejes», de Leonardo Padura. Un libro que te provoca ganas de conocer la pintura de Rembrandt. Y vuelta a empezar.

En fin. Que por ideas no será.

Después, ya veremos. Porque ya sabemos que, como sostiene mi querido Colin, «Tener ideas es el paraíso. Ejecutarlas es un infierno».

El Padrino

Y ahora… ¡SEGUIMOS!

Jesús Lens Desbordado.

En Twitter: @Jesus_Lens

 

La ideal tumbada

Mi columna de hoy en IDEAL, quizá resulte desconcertante…

El otro día tuve una idea. Brillante, si me permiten la inmodestia. Fue una de esas ideas que prenden como un rayo y te abren e iluminan la mente. Se trataba de una idea llamada a convertirse, como poco, en una obra maestra. Porque era para escribir un cuento. Para un cuento que, obligatoriamente, sería magistral.

 Idea luminosa

Justo cuando me disponía a dejar la horizontalidad del sofá en que estaba instalado, una vocecilla empezó a susurrarme en el oído: “Pero, ¿a dónde vas, hombre de Dios? Con lo a gusto que estás aquí tumbado, ¿te vas a lanzar ahora sobre el portátil para dejarte las yemas y las pestañas en escribir un cuento que te reportará beneficio cero? Mejor seguir leyendo, ¿no?”

Empecé a reflexionar. En realidad, aquella voz tenía razón. Los cuentos, en España, no tienen predicamento alguno, su publicación es casi imposible y no digamos ya la posibilidad de obtener un mísero euro con ellos.

Y entonces… ¡una nueva iluminación! ¿Y si partía de aquella idea gloriosa para, construyendo más personajes y ampliando las líneas narrativas, embarcarme en la escritura de mi anhelada, deseada y siempre postergada primera novela?

Empecé a desperezarme. Estaba nervioso y ya me veía con mi Moleskine, tomando notas y apuntes sobre lugares, espacios y ambientes; tendiendo hilos para conectar a los personajes con la trama y los paisajes. Y viceversa.

“A ver, chavalote. No te me excites demasiado ni antes de cuenta. ¿Tú sabes el jardín en que estás a punto de meterte? Quédate aquí tranquilo y sigue viendo películas o leyendo algún libro, que es lo que realmente te gusta».

Era, otra vez, la vocecilla. Seguí tumbado. Y volví a reflexionar. ¿Qué sentido tenía invertir horas y horas de mi (escaso) tiempo, quemando cientos de miles de neuronas para escribir una novela que, dados los índices de lectura de este país, no iba a llegar prácticamente a nadie?

 Ideas plagio

Pero la idea se resistía a desaparecer. ¡Es que era un ideón! Era LA-I-DE-A. Con mayúsculas. Uno de esos fogonazos por el que los mismísimos Homero, Cervantes o Shakespeare habrían matado. Sabiendo de mi decidida inclinación por el mundo del cine y las series, la idea sugirió transformarse en guion. ¡HBO o AMC matarían por ella! Y ahí estaba yo, tratando de recordar dónde tenía mis manuales de escritura de textos para la pantalla, cuando retornó. La vocecilla.

“¡Quieto, parado! ¿Estás tú tonto? ¿Acaso no sabes que España, en lo único que es potencia mundial, hablando de tú a tú a la mismísima China, es en piratería audiovisual y descarga ilegal de series y películas? Anda. Relájate, dale al play y disfruta cómodamente del trabajo de otras personas. ¿Para qué vas tú a molestarte?”

Dándole vueltas al tema, tratando de sacar el máximo rendimiento a mi capacidad creativa, fui adentrándome en los intersticios neuronales de mi cerebro… hasta que me quedé dormido. Y al despertar, desmintiendo a Monterroso, la idea ya no seguía allí.

 Idea

En Twitter: @Jesus_Lens

La filosofía desciende a los quioscos

¡Sorpresa! Qué alegría me llevé al descubrir esta revista en el quiosco. ¡Filosofía Hoy!

La filosofía, a pie de calle

Evidentemente, dedico esta entrada a mi querido Colin Bertholet, cuya máxima sobre las Ideas figura con letras rojas en su majestuoso estudio de Salobreña, uno de esos rincones creativos en los que las ideas fluyen sin parar. Esas ideas, Ocurrencias, como las que glosábamos en mi artículo de IDEAL de hace unas semanas.

Cambiando de tercio: orgullo por esta otra portada:

Que la Literatura sea portada de un periódico es motivo de gozo

Dicho lo cuál, a disfrutar de un sábado en el que yo voy empezar a adentrarme en el Justo territorio…

Jesús Lens ¡buscando una idea! (Y recordando esta reseña de «El artista y la modelo»)

¿Y los 24 de noviembre de 2008, 2009, 2010 y 2011?

Bloqueo creativo

A ver. Escribir, escribo. Reseñas, columnas, notas y un montón más de cosas. Pero cuando toca ponerse a escribir un cuento, un relato, las ideas no llegan. O se escapan. No fluyen. Y se evaporan. Y escribir sin ideas…

Ya empezó a pasarme con el cuento de navidad de este año. Pensé que, como era algo tan especial y tasado, no tendría importancia.

Me he pasado las Navidades currando como un demente en un nuevo proyecto, que está quedando bien, pero que no requiere de emplear grandes dosis de ficción.

La alarma saltó al leer esta convocatoria, que parece hecha pensando en alguien que se ha despachado un libro sobre bares de cine y al que le encantan los cuentos: relatos de cerveza ficción.

Me encanta el manifiesto sobre lo que es, y debe ser la Cerveza Ficción. Y lo comparto radicalmente.

Pero no soy capaz de construir nada que se parezca a un buen relato de Cerveza Ficción.

¡Estoy bloqueado!

Veía el otro día uno de los primeros episodios de la serie “Alcatraz”, lo más nuevo, lo ultimísimo de J.J. Abrams. Una joven inspectora que anda buscando a un fugado intenta “meterse” en su piel. Y para ello se encierra en su celda, sola, en compañía tan solo de los utensilios y efectos personales del preso. Y pasa allí la noche.

¿Hasta dónde hay que llegar la romper un bloqueo creativo? ¿Qué se puede/debe hacer y qué línea no se puede/debe cruzar?

En fin.

Que se busca una (buena) idea para un relato de cerveza ficción.

Se recompensará.

Jesús bloqueado Lens

¿Y otros 30 de enero? 2009, 2010 y 2011.