Con la tapa hemos topado

La que se ha liado con las palabras del chef malagueño Dani García, cuyo restaurante acaba de ser reconocido con la tercera Estrella Michelin, a propósito de las tapas en Granada: “Esto que ellos ven como algo positivo, en el mundo de la alta cocina no lo es. ¿Qué es eso de regalar una tapa con una cerveza?”

Granada se ha convertido en la única provincia andaluza sin restaurante estrellado lo que, para una tierra que tiene al turismo como su principal fuente de recursos, resulta incomprensible. ¿Tendrá en ello algo que ver la cultura de la tapa?

Salir de tapas e ir a cenar a un restaurante de alta cocina son actividades que, hoy por hoy, están a años luz en Granada. Son demasiados los bares para los que la tapa es algo que conviene quitarse de encima de forma rápida, sencilla y barata, a base de mucho pan y un relleno de batalla. Lo que interesa es que la gente llene cuanto antes, que la caja se hace con las bebidas.

Otros garitos, sin embargo, consideran la tapa como una muestra de su arte culinario, una mera introducción, una sugestiva invitación a descubrir los tesoros de su carta y las exquisiteces de su cocina. Pero entonces ya no podemos comer o cenar de tapas, una de las aficiones más habituales y queridas para los granadinos… y para tantos y tantos turistas.

Y ahí es dónde radica el quid de la cuestión. Si nos acostumbramos a que se puede “comer” por menos de 10 euros que cuestan 3 cervezas con tres tapones XXL; ¿estamos psicológicamente preparados para gastarnos 50 o 60 euros en un menú degustación de alta cocina?

Hay otras tapas, en Granada…

¿Desvaloriza la tapa el acto de salir a comer a la calle? ¿Lo empobrece? Yo no lo tengo tan claro. Puedo ser uno de los 100 granaínos que más tapas se ha comido a lo largo de su vida. De todos los tipos, tamaños, calidades y colores. Precisamente por eso tengo mis bares de cabecera y otros que no pisaría ni en pleno ataque de hipoglucemia.

Y, créanme, toda una vida embarrado ha hecho que valore la buena cocina como el que más. Que la aprecie, la disfrute y la defienda, convencido de que (casi) no existe una experiencia más placentera, duradera y reconfortante que la buena experiencia gastronómica.

Jesús Lens

¡Eureka! en Damasqueros

Me gusta esta imagen, de mis queridos Cuate Pepe y Colin Bertholet, tomada hace unos días, en el restaurante Damasqueros de Granada.

Damasqueros Cuate Pepe Colin Bertholet

  • ¡Eureka! –parecen decirnos.

El brindis cafetero llegó después de una exquisita comida, oficiada por la gran Lola. Una comida increíble, repleta de exquisiteces y de momentos gustativos para el recuerdo, cuya descripción resultaría ociosa y baladí, ya que no hay nada más complicado que tratar de reproducir con palabras las explosiones de sabor que se producen en la boca, con cada combinación surgida de imaginación y del trabajo de investigación de Lola.

 Damasqueros ensalada

Para los amantes de las letras y de la historia, el trabajo de recuperación y actualización del imaginario gastronómico de nuestra tierra que hace el restaurante Damasqueros, cargado de referencias andalusíes y sefardíes; es una gozada. Pocas veces, tradición y modernidad se dan la mano en platos con tanta elegancia, belleza y capacidad de evocación.

Y todo ello, gracias a los productos autóctonos de nuestra tierra. Frescos. De temporada. Lo que “obliga” a Lola a variar de menú cada semana, para deleite de sus fieles y rendidos comensales.

 Damasqueros merluza

Platos que, además, fomentan la conversación y el diálogo, que estimulan la imaginación y nos permiten concebir planes, proyectos, ideas y desafíos artísticos y culturales.

¿A qué conclusión habrán llegado Colin y Pepe? ¿Qué descubrimiento habrán hecho? ¿De qué proyecto estarán hablando?

 Damasqueros postre granadino

Pronto, más información.

Pero antes, una pregunta: ¿no creéis que Granada se merece, ya, y al menos, una Estrella Michelín? Aquí tenéis una encuesta, con algunos chefs y restaurantes que podrían ser merecedores de la distinción. Entre ellos, Damasqueros y el restaurante de nuestro también querido Álvaro Arriaga.

Jesús Lens

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