Lanjarón: el agua que más sabe

“Líquido transparente, incoloro, inodoro e insípido en estado puro”. Así describe la RAE al agua, “el componente más abundante de la superficie terrestre y el mayoritario de todos los organismos vivos”.

Agua somos y en agua nos convertiremos. Y, en el tránsito, el agua es elemento esencial de nuestra vida. Sin embargo, acostumbrados a que forme parte de nuestro día a día más cotidiano, corremos el riesgo de no concederle la importancia que se merece.

En Lanjarón saben bien que pocas cosas hay más placenteras que un buen trago de agua fresca, cuando tenemos sed. Incluso cuando no la tenemos. Y lo saben desde hace 200 años, nada menos. 200 años de historia de Lanjarón, el agua de Sierra Nevada, una marca que goza de una excelente salud, en pleno crecimiento y expansión, tanto en el ámbito doméstico como en el hostelero. (Aquí, columna en IDEAL sobre mi última visita a Lanjarón y AQUÍ, artículo en el suplemento económico Expectativas, sobre la empresa Agua de Lanjarón)

Lo explica muy bien François-Xavier Lacroix, director general de Aguas Danone, cuando dice que es necesario educar el paladar para aprender a disfrutar del agua. Y hacerlo desde muy pequeñitos, para que los niños sepan apreciarla. Por eso, Lanjarón tiene una línea de envases juguetones con forma de animalitos, para que la gente menuda identifique el agua con algo agradable y divertido, de forma que esa imagen no sea privativa de zumos y refrescos.

“Nuestra competencia nunca es el agua del grifo”, insiste François-Xavier, para quién es importante que la gente se acostumbre a disfrutar del agua, a comer con ella, a paladearla y saborearla. Convertirla en parte de su dieta cotidiana, tanto en casa como al salir fuera.

En ese sentido, las nuevas botellas de vidrio, con un diseño moderno y vanguardista, hacen que pedir agua en un bar o un restaurante se convierta en algo atractivo, revestido de un punto de glamour. De hecho, el agua con gas cada vez tiene más penetración en el sector de la hostelería, una bebida muy demandada por el cliente extranjero a la que cada vez se aficiona más el cliente nacional.

Un agua con gas que, servida con hielo y limón, por ejemplo, se convierte en un estupendo, sano e inocuo trampantojo líquido que da muy bien en las terrazas y en las barras de los bares, a la hora de las copas… y del postureo etílico.

Los responsables de Lanjarón también saben que su agua, el agua de Sierra Nevada, es especial. Un agua que, desde que llueve, tarda entre tres y cinco años en convertirse en el agua de Lanjarón que tanto apreciamos, filtrándose a través de la roca, mineralizándose poco a poco, hasta desembocar en los fértiles manantiales alpujarreños.

De ahí el estricto cuidado en los análisis diarios del agua que se embotella y en las catas especializadas: solo los estándares de calidad más altos y exigentes son admisibles. Porque aguas hay muchas, pero como la de Lanjarón, solo una: la que proviene de las altas cumbres de Sierra Nevada.

Precisamente por eso, la conservación del medio ambiente es algo irrenunciable para Lanjarón: de la calidad y la pureza del agua de Sierra Nevada depende su producto. De ahí que, además de estar a punto de lanzar una botella fabricada al 100% de PET reciclado y reciclable, el llamado Proyecto Lanjarón contribuya a la lucha contra el abandono de residuos o a la limpieza de distintos puntos de nuestro litoral.

Y otro proyecto con una enorme carga simbólica: el cuidado y recuperación de las acequias alpujarreñas que históricamente han servido de conducción para el líquido elemento. Porque en aras de la calidad y la sostenibilidad, tanto del agua como del medio ambiente en general, el pasado y el futuro, la tradición y la innovación; deben seguir yendo de la mano.

Jesús Lens

Lanjarón: 200 años con el agua corriendo en vena

El agua Lanjarón celebra su 200 aniversario incrementando sus ventas en España, con presencia en 2,3 millones de hogares, y convertida en una de las marcas de referencia del grupo Danone

Se dice que por las venas de los habitantes de Lanjarón corre el agua, en vez de la sangre. Y que por eso son uno de los pueblos más longevos del mundo, gracias a un agua pura y mineromedicinal que este año cumple su 200 aniversario, tal y como explicó Eric Escobedo, alcalde de la localidad alpujarreña, en la presentación de los actos conmemorativos de la efeméride.

En la entrada de la planta embotelladora del agua Lanjarón, un enorme cartel da la bienvenida al visitante con toda una declaración de principios: “Nuestro objetivo en seguridad: 0 accidentes”. Y un dato, ilustrativo y elocuente: “371 días sin accidentes con tiempo perdido”. Efectivamente, durante a la visita a la planta, se constata el compromiso con la seguridad, uno de los principios básicos de la empresa.

Junto a la seguridad, la calidad. Y, de su mano, el cuidado por medio ambiente. Los tres pilares básicos sobre los que se asienta el funcionamiento de una de empresa que comercializa “un producto excepcional, apreciado por su calidad y características únicas y con un fuerte arraigo emocional, tanto dentro como fuera de Andalucía”, en palabras de François-Xavier Lacroix, director general de Aguas Danone, grupo mundial que produce anualmente 28.000 millones de litros de agua, con presencia en más de 200 países y que incluye a marcas tan reconocidas como Evian, Volvic, Aqua o Bonafont.

Las cifras avalan el compromiso de Lanjarón con la calidad: más de 300 millones de litros de agua vendidos en 2017, con una cuota de mercado del 5%, la más alta de los últimos cinco años. Andalucía es su mercado principal, seguido de Valencia, Cataluña y Baleares.

Tal y como explica Guillaume Millet, el director de marketing de Aguas Danone, “Lanjarón es una marca histórica, un agua que apuesta por valores de calidad y sostenibilidad sin renunciar a la innovación, con formatos y propuestas adaptados a las demandas de un consumidor cada vez más exigente y a un mercado que se enfrenta a grandes desafíos”.

Destaca el exhaustivo trabajo realizado en el laboratorio, con análisis constantes del agua embotellada y una notable inversión en recursos científico-tecnológicos. Además, la planta embotelladora de Lanjarón también dispone de una sala para catas ciegas de agua que, con varias pruebas diarias, permiten garantizar la calidad del agua embotellada cada día.

Es necesario destacar, igualmente, el compromiso de Lanjarón con el medio ambiente: tras el lanzamiento en 2017 de su botella roja, fabricada en 50% de PET reciclado (r-PET) y completamente reciclable, el desafío para este año es lanzar la misma botella, pero fabricada en 100% con r-PET.

Botellas que, en ocasiones, lanzan ediciones especiales conmemorativas de determinadas fiestas y celebraciones, como se podrá comprobar durante el próximo Corpus granadino.

Desde el punto vista del empleo, tal y como señala José García, director de la planta de embotellamiento “para quienes trabajamos en Lanjarón, es un honor formar parte de la historia de una empresa que ha sido desde siempre un motor para nuestro entorno”. Efectivamente, el 95% de la plantilla, que cuenta actualmente con 200 trabajadores, está formada por habitantes de la localidad de Lanjarón, con varias generaciones vinculadas a su actividad.

Una plantilla especialmente comprometida con la sostenibilidad y el medio ambiente, plenamente concienciada de que, para poder seguir comercializando un agua de la mejor calidad, Sierra Nevada debe seguir siendo un modelo de gestión ecológica.

200 años de agua de Lanjarón, una de las marcas granadinas de referencia con impacto nacional, en pleno proceso de crecimiento y expansión, cada vez más presente en los hogares de nuestro país.

Jesús Lens